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Nuevo inquilino

Guardó en su pequeña maleta sus gafas para sol y el bloqueador solar, preparándose para salir y tomar unas buenas fotografías del paisaje de Busan, sabiendo que había muchos lugares hermosos a los que podía fotografiar y agregarlos a su colección personal.

Yeontan le veía desde el suelo mientras movía la cola, sabiendo que su dueño estaba a nada de salir y no le permitiría que se fuera sin él de nuevo.

―Vamos Tanie, esta vez te llevo conmigo―dijo con voz ligeramente aguda el rubio, agachándose para acariciar a su bebé y colocarle la correa en su torso. ―No me gusta dejarte aquí y este es nuestro último día en Busan, así que debemos aprovecharlo.

Taehyung había ido a Busan por tres días, ya que quería agregar algunas fotografías de ese lugar a su colección. Había aprovechado los pocos días que le habían dado libre en la universidad y su trabajo de medio tiempo.

Contaba con el apoyo de sus padres en ciertos gastos, pero Taehyung mantenía un trabajo como tutor de niños pequeños, en donde apoyaba a los niños que necesitaran reforzar ciertas materias. Se veía con ellos en la casa de una de las madres y les ayudaba en conjunto.

Ya que esos tres días no habría clases, se libraba de ambas cosas.

Yeontan ladró con desespero cuando vio a su dueño quedarse parado mientras veía su cámara, totalmente inquieto por salir a caminar o correr, lo que fuera a pasar.

―Tranquilo, tengo que confirmar que la cámara se cargó bien. Sería patético salir y que no tuviera batería―vio la indicación en la pantalla sobre la carga, sonriendo satisfecho al ver el cien porciento de esta. ―Bien, es hora de irnos.

Se encontraban en la habitación de un lindo y modesto hotel, ya que no conocía a nadie que viviera en Busan y su mejor amigo no pudo acompañarle.

Cerró la puerta de la habitación y ambos bajaron por el ascensor, Taehyung teniendo que cargar a Yeontan si no quería que este saliera corriendo como loco al ver las puertas abrirse. Tenía que controlar al toro loco si no quería correr en medio de toda la gente por intentar detenerle.

―Nada de ladrarle a otros perros, eres muy agresivo, Kim Yeontan―habló con reproche mientras acariciaba el largo pelo del cachorro, quien simplemente le dejó un lametón en el mentón. ―Eso, hazte el inocente, después querrás perseguir a la gente en bicicleta y morder a los niños.

Salieron del ascensor y del edificio, en ese momento Yeontan sí pudo ser bajado para caminar.

Había escuchado hablar de un parque que no quedaba demasiado lejos del hotel, en donde el atardecer podía verse perfectamente y se podía captar la belleza del momento y sus colores. No podía perderse algo así en su último día en Busan, por lo que iría a tomarle las mejores fotos posibles.

Por suerte ningún otro perro se veía cerca, ya que Yeontan se ponía como un león furioso a gruñirles y querer morderlos. Todo para después salir corriendo como una gallina a esconderse y protegerse con su dueño.

Visualizó el parque a lo lejos y sonrió, encendiendo su cámara para tenerla lista en cualquier momento que el atardecer cayera y no perderse ni un segundo.

Había pocas personas en el lugar, algunos adultos mayores y uno que otro niño, no era un parque muy concurrido por lo que podía observar.

Justo en el punto que Jimin le había explicado que podría tomar increíbles fotografías, había una mesa de piedra.

―Caminaremos cerca de aquí, Tannie, no más allá―el cachorro comenzó a olfatear los árboles y la tierra, incluso marcando con orina uno de los frondosos árboles del parque.

El rubio se acomodó el gorro de lana en su cabeza y revisó algunas fotos viejas que tenía en la cámara, borrando algunas que no le gustaban o no habían salido de la mejor calidad, así dejaría espacio suficiente para las nuevas que tomaría.

Miró frente a él y sonrió cuando el cielo comenzaba a tornarse de colores cálidos, apuntando su cámara al cielo y tomando varias fotografías del momento.

Mantenía entre sus piernas la correa que detenía a un inquieto Yeontan.

―Aigo, esto de verdad es hermoso―chilló mientras mejoraba los ángulos y los efectos de la cámara, sabiendo que si tomaba todas iguales se mandaría a sí mismo a la mierda en cuanto las viera. ―Tanie ¿No es hermoso?

Apretó las piernas y jadeó al no sentir la correa, despegando la vista de la cámara y buscando rastros de su cachorro, no encontrándolo.

― ¿Yeontan? ―alzó la voz y miró hacia su alrededor, no logrando localizarlo. ―Ay no.

Se levantó rápidamente y dejó la cámara colgando en su cuello, comenzando a caminar a los alrededores mientras silbaba, sabiendo que el canino debía correr a su llamado.

― ¡Yeontan! ―gritó un poco más fuerte, asustándose al no ver rastros de su bebé canino por ninguna parte, pensando en que alguien pudo habérselo llevado y él ni cuenta se dio por estar fotografiando el cielo. ― ¡Yeontan, tengo premios!

La típica arma secreta contra los caninos.

Jadeó cuando escuchó un ladrido a lo lejos del parque, sabía de quién era ese ladrido agudo y fuerte, ese era su Yeontan.

Instinto de león, valentía de una gallina.

Apegó a su pecho la cámara mientras corría, sosteniendo su maletín con la otra mano, para que no le golpearan el cuerpo mientras corría en busca de su bola de pelos.

Las hojas secas que pateaba hacían mucho ruido, por lo que alertó a Yeontan de la llegada de alguien, corriendo hacia su dueño cuando pudo identificarle en la lejanía.

Sonrió cuando el perrito corrió hasta sus brazos, elevándole y comenzando a repartir muchos besos en el rostro del canino, quien le devolvía los cariños.

―Ash, perro tonto, haces que me preocupe―acarició el largo pelaje y vio con curiosidad una mancha blanca que estaba entre los matorrales.

Inclinó la cabeza para poderle ver mejor, pero no entendía lo que era, solo sabía que Yeontan le había estado ladrando segundos antes.

Caminó hacia la bolita blanca con curiosidad, sobresaltándose cuando su cachorro comenzó a ladrar nuevamente.

― ¡Shh! Calla, loco―cubrió el rostro de Yeontan con su cuerpo y se agachó, notando que no era una cosa, sino un cachorrito blanco.

Yeontan comenzó a agitarse para salir de los brazos ajenos, logrando que Taehyung bufara y enredara la correa alrededor de su propio cuerpo, así Yeontan no podía correr hacia el cachorro si no le llevaba arrastrado de paso.

―Hey, ven aquí―acercó su mano mientras lanzaba sonidos de besos, esperando que el pobre perrito se acercara y dejara ver si tenía algún collar o era callejero. ―Ven, cosita linda.

El perrito blanco descubrió su hocico, el cual estaba recelosamente escondido entre sus patas delanteras. Con mucho temor, comenzó a acercar su nariz a la mano de Taehyung, quien intentaba darle caricias en la cabeza, para que le permitiera tomarlo.

―Eso, ven aquí que te daré mimitos―habló suave y sonrió cuando el cachorrito salió de su escondite, olisqueándole la mano antes de permitirse el acercarse más a la persona desconocida.

Yeontan no ladraba, pero veía atento al perro que se acercaba demasiado a su propiedad, no le gustaba.

Taehyung tomó al cachorro y le elevó, sabiendo que no le mordería ni ladraría. Lo acurrucó entre sus brazos y comenzó a repartirle caricias en la pancita.

―No tienes collar, pero te ves muy limpio y gordito como para ser callejero―pensó mientras acariciaba, comenzando a escuchar los ladridos molestos de Yeontan. ―Uh, seguro te abandonaron hace poco.

Sabía que existía gente horrible que abandonaba a los perritos en las calles y se iban como si nada, como si estuvieran dejando una bolsa de basura en el contenedor. Le dolía, porque él tenía un amor intenso por Yeontan, que jamás se le pasaría por la cabeza hacerle algo tan horrible.

― ¿Quieres irte con nosotros? No me molestaría tener otro perrito―dijo con una sonrisa, riendo cuando las caricias que le brindaba al de pelaje blanco, eran agradecidas con lamiditas. ―De seguro tienes hambre y sed.

Sacó de la maleta la botella con agua especial para caninos que tenía para Yeontan, poniéndosela al frente al perrito, quien no entendió al inicio. Apretó un botón y el agua brotó, logrando que el cachorro comenzara a beber con algo de desesperación.

Yeontan parecía una pulga rabiosa detrás de Taehyung, saltando y ladrando como loco ante su disconformidad con el nuevo inquilino.

―No seas así Tannie, verás que se llevarán muy bien―sonrió una vez más y desenredó la correa de Yeontan de su cuerpo, para no llevarse al pobre perro colgado cuando se levantara del suelo.

Mantuvo a Yeontan con la correa y al perrito sin nombre apegado a su pecho, caminando a la salida del parque para poder volver a la habitación y arreglar la maleta para su partida al día siguiente, temprano.

Sabía que el perrito podría ser de alguien, por lo que estaría pendiente de los sitios en donde anuncian a cachorros desaparecidos.

Cuando llegara a Seúl iría al veterinario para saber del estado del cachorro, mientras tanto, podía pensar en un nombre para ponerle. 

Llegaron a la habitación de hotel y Taehyung tuvo que tomar entre sus brazos a Yeontan, mientras dejaba que el cachorrito sin nombre se familiarizara con el lugar. Se mantuvo cerca de la cama, colocando al cachorro castaño frente a él.

―Kim Yeontan, te he dado una buena educación a lo largo de tu vida, es momento de que te comportes como tal―el perrito sacó la lengua e inclinó la cabeza a la derecha, moviendo su cola. ―Ese perrito nos necesita y vamos a ayudarle. Será un Kim de ahora en adelante, eso si no aparece algún dueño.

Ante la nula respuesta de su mascota, por razones lógicas, lo bajó y sacó su celular del bolsillo para comenzar a buscar algún anuncio sobre el canino en todas las páginas que conocía de cachorros desaparecidos.

Si no encontraba algo para el día siguiente, se llevaría al perrito con él a Seúl. 

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