Reflejos (parte 1)

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—La atmósfera se siente cargada. —Bissaine adelantó el paso, para alcanzarme—. No esperaba menos de ti, Rashard. ¿Cuántos demonios andan caminando tras nosotros en las sombras? ¿Sientes que necesitas un respaldo para hablar conmigo?

—No te des tanta importancia. Las razas nocturnas no son nada, a menos que tengan un paladín que atestigüe por ellos ante la Corte de Luz o Sombras. Mi casa está guardada de presencias demoníacas, por el hecho de que soy un agente libre. Si tú prometes confiar, yo haré lo que tengo que hacer.

El vampiro giró para verme a los ojos.

—Sage ha sido mi único amigo por siglos, Nicholas. Espero que entiendas que para mí es difícil ir en contra de las cosas que me ha advertido desde siempre.

—¿Cómo cuáles?

Sus manos enguantadas se elevaron hasta mi rostro, pasó sus dedos sobre mis párpados, obligándome a cerrar los ojos.

—Muéstrate tal y como eres.

No se trataba de una demanda. Se sintió como una súplica. Cuando abrí mis ojos nuevamente, se retiró el guante derecho y posó su mano de nuevo, tapando mi ojo color turmalina. Mientras que su mano libre, envuelta en cuero, acariciaba la mejilla que descansaba bajo mi ojo plateado.

—Sage dice que los demonios son verdaderamente hermosos cuando callan, porque es el único instante en que no tenemos que meditar en el significado de sus palabras.

Ángel, encargado de taberna, poeta, filósofo. ¿Existe alguna base que Sachael no estuviera dispuesto a cubrir?

—Si vas a desconfiar de mí, quítame las manos de encima. Puedo asegurarte una cosa. Si alguna vez te traicionara, si te entregara al infierno, el cielo y hasta las propias huestes del averno tendrán derecho a unirse para vengarte.

Tensé mi mandíbula y Bissaine, a pesar de notar mi creciente incomodidad, se negó a retirar sus manos hasta que me relajé, dejando escapar un suspiro profundo.

—¿Has cruzado palabra con Charmaine Devereaux? —preguntó, esquivando la mirada. Al menos parecía entender que, con tanto exigir, él me había traicionado primero.

—No. Por tu parte, no puedes decir lo mismo.

—La religiosa no tenía que morir. La pequeña va a quedar desamparada porque te arrojaste a conjeturas. Yo iba a decirte todo lo que transcurrió esa noche. Todo y más. Esa mujer la estaba protegiendo. Puede que no fuera la guarda perfecta, pero al menos podía comprar tiempo. Charmaine está a punto de manifestarse.

—Lo sé. El dolor provoca el ascenso, pero también puede bloquearlo del todo. Ella está a punto de entrar en una etapa de peligro inminente. La presión bien dirigida puede guiarla, un descuido puede hacerla estallar y llevarla a la horca o la hoguera. Un golpe extremo de dolor puede provocar que se encierre en sí misma, y su don no vea la luz del día. ¿Es eso lo que quiere el cielo, Claude, que quede enterrada bajo el peso de su propia oscuridad?

—Yo... —Sus ojos oscuros se fijaron en las estrellas. La noche estaba despejada y Tauro era visible, alzándose desde el este. El gran guardián, siempre vigilante. Su tiempo expuesto al cielo le convenció de mil cosas que cualquier demonio podría desmentir. Pude sentir su duda, y su temor—. Yo preferiría continuar la conversación en tu casa, dijiste que estaba guardada, ¿cierto?

—Por supuesto. Hay cosas que requieren lugares seguros. ¿Tengo que invitarte a pasar?

Sabía que le iba a molestar la pregunta.

—La mayoría de las restricciones de los vampiros modernos son autoimpuestas. El peso de la culpa obra de maneras tan misteriosas como la misma fe. Puedo invadir tu espacio cuando me plazca, pero agradezco que seas un caballero.

Touché —sonreí, mientras abría el portón.

Entre tantas cosas, los demonios tenemos un gusto por lo teatral. No se trata solo de una inclinación a la extravagancia. Es una forma elegante de establecer dominancia. A pesar de que encontré cada una de las palabras de Bissaine entretenidas, de alguna manera tenía que hacerle saber que no tenía la opción de dictar el paso de la noche.

Pronuncié una frase en un lenguaje ya olvidado y de forma inmediata, el mundo a nuestro alrededor dejó de existir, para desvelar una dimensión de realidad existente solo para aquellos adeptos a la magia. En un tiempo fui un ángel, cuyo propósito era vigilar por el encuentro de caminos. Al caer, fue relevado de mi puesto, pero mis habilidades no se vieron afectadas. Mientras el cielo presumía de haberme quitado las llaves de las puertas, aprendí a entrar por las ventanas. Los sellos de la casa se hicieron visibles por el espacio de unos segundos, advirtiendo a cualquier criatura de rango menor en el cielo o el infierno que un príncipe de la segunda caída estaba entre ellos, y no le interesaba ser interrumpido.

Pasamos de inmediato a la sala de estar.

—Hablemos de mujeres —insté, mientras le señalaba dónde acomodar sus pertenencias.

Su risa, profunda y agradable, se apoderó de la habitación, la cual en poco tiempo hizo suya. Mientras acomodaba su capa sobre una de las sillas, parte de su cabello, atado con una cintilla de cuero, se zafó. Bissaine pareció pensarlo por un instante, antes de soltar por completo la atadura y dejarse el estilo salvaje y algo despeinado que le caracterizaba. Cada raza nocturna tiene un atributo único para encubrir su naturaleza predatoria. Donde, por ejemplo, un licántropo opta por ser huraño y hostil para alejarse de la comunión con los humanos, los vampiros son incitantes con cada gesto, el suyo es un mundo donde las palabras sobran.

—¿Dije algo gracioso?

—Para nada —contestó—. Es que todos tus intentos de iniciar conversaciones son tan casuales. Das por sentado que somos amigos.

—No doy nada por hecho. Solo hablo con la confianza de quien ha pactado con alguien que pertenece a la Corte de Luz.

—Cierto, yo no podría fallarte, jamás.

Se acercó al espejo en el centro de la sala, deteniéndose a admirar cada detalle. Observó su reflejo y, por instinto, puso su palma abierta sobre el cristal. No puedo asegurar que el vampiro sintiera algo, pero mis sentidos se alertaron. Fue como si su palma abierta tocara mi piel y bajara por mi espalda, según sus manos descubrían los patrones tallados en el marco.

—Mi plan, con las brujas —indiqué, invitándole a tomar asiento, mientras me servía una copa de vino—. Agradezco que decidieras escuchar mi versión.

—Debo confesar que el paso del tiempo me ha hecho cuestionar ciertas cosas. —Extendió su mano para tomar una copa vacía, la cual pasaba de una mano a otra, para calmar lo que aparentaban ser nervios—. La Corte de Luz ha sido clave para mi... redención. Me dieron una mano con el proceso que comencé con Galya —cada vez que mencionaba su nombre, sus ojos se posaban en mí —. Sin embargo, y a pesar de todo lo que tengo que agradecerles, cada vez que trato de ver qué planes tienen para Charmaine, quien parece ser el vaso de su poder, la respuesta siempre es la misma y nada alentadora.

—Caminos misteriosos. —Quise sonar burlón, pero en realidad no existía tema que me hiciera sentir tan frustrado.

—Tú, sin embargo, a pesar de estar al centro de todo, de ser la causa de esta cadena de desgracias. —Sus palabras se hicieron deliberadas en su intento de herirme—. Pareces ser el único que conoció a Galya tan bien como yo, y el único interesado en Charmaine dispuesto a contestar mis preguntas. Sage me advirtió que acercarme a ti me iba a dejar a la deriva, que nadie, por más monstruo que se considere, debe buscar el consejo de un demonio, pero aquí estoy.

Sage. Sage. Sage. Hice una nota mental de ver que el ángel no tuviese demasiada influencia sobre Gerard, su cliente y mi informante, en un futuro. Si lograba cautivar su oído tanto como lo hizo con Claude, mis planes estarían en peligro. Aunque debo confesar que en esos momentos me enervaba más su influencia sobre el vampiro.

—Me alegra que el cielo no esté apostándole en contra a las iniciativas propias en estos días, en mis tiempos en la ciudad de argento era algo diferente.

Dejé de lado la copa y me senté frente a él, con los dedos entrelazados. Quería que viera todo de mí, sin trucos, sin pretensiones. Estaba a punto de confesar mis más íntimos secretos.

—El cielo tiene su versión. Por supuesto, dirán que traicioné su confianza, que estaban tratando de probar mis capacidades y fallé. No voy a quejarme, es una declaración sucinta y elegante. ¿Quieres saber la mía? Por siglos hice mi trabajo, tal y como lo ordenaron. Nadie, ninguno de los que habita al cruzar la entrada de la ciudad celestial, tiene idea de lo que se siente vivir en la Tierra, rodearse de humanidad, cuestionar las disposiciones del relojero... Nadie entiende por qué aquello que está sujeto a la brevedad de la vida humana tiene la capacidad de experimentar más allá de los que garantizan los sentidos. Si hay alguien que pueda entenderme, Claude, eres tú.

—¿Me estás tratando de decir que hiciste tan bien tu trabajo que de alguna manera te contagiaste de humanidad?

Tomé sus manos entre las mías, llevado por el impulso. El vampiro entreabrió sus labios, pero le rogué con la mirada que no me interrumpiera.

—Lo has dicho tú. Supongo que porque piensas que mejor que nadie puedes entenderlo. Llevas milenios tratando de recuperar tu alma, al punto de que te entregaste ciegamente a trabajar para elementos que ni siquiera te consideran merecedor de perdón, con tal de tener la oportunidad de recuperarla.

»Sí, es cierto, mis manos están manchadas con sangre más inocente. Cada día pienso en Galya, en los planes que tenía para ella. En el mundo que abrió ante mis ojos y del cual, por voluntad propia, terminé exiliado. Lo poco que aprendí de ella es la magia que me distingue de entre los de mi clase. Cuando veo la eterna lucha entre luz y sombras, no puedo evitar preguntarme qué habría sucedido si no hubiese perdido los estribos ese día... Si le hubiese permitido ser tan libre como yo anhelaba ser.

—¿Cuáles son tus planes para con Charmaine?

Claude no había dejado ir mis manos, y lo agradecí. Muy pocas veces me he sentido confundido sobre mis acciones, cada paso que he dado en mi eternidad ha sido premeditado. Todo lo que he amado, si es que así puede llamarse, y todo lo que con total seguridad he odiado, ha sido puesto en una balanza, todo menos mi primer asomo de sentimientos.

Y ahora, más que nada, estaba confundido. Tenía en mis manos a Charmaine Devereaux y sabía lo que debía hacer con ella, pero desde el más allá Galya me reclamaba, y por primera vez no podía tener en claro si estaba atraído a él o simplemente Bissaine me recordaba todo lo perdido.

—¿Rashard...?

—Charmaine es alguien que debe ser cuidada. Su sangre está diluida por el paso de las generaciones, pero estoy seguro de que, bajo la guía adecuada, puede llegar a ser tan poderosa como Galya.

—Más —dejó escapar el vampiro, aumentando mi curiosidad—. Cada bruja tiene un don que la hace especial, esa chiquilla no lo sabe, pero puede no solo abrirse espacio a la encrucijada, puede traer consigo a quien quiera, sin siquiera tener que tocarlo, ir a cualquier punto en el globo con solo desearlo. ¡No tienes idea de las cosas que vimos juntos! Imágenes que ella confunde con sueños infantiles no son otra cosa que viajes tan reales como cualquier experiencia humana.

"Fascinante", pensé, todo un mundo de posibilidades. Necesitaba saber más.

—Tienes muchas cosas que explicar, por ejemplo, ¿por qué le diste a tomar de tu sangre?

Su respuesta no se hizo esperar, sorprendiéndome. Parte de lo que sospechaba era cierto. Claude acarició suavemente la sombra de su barba, concentrándose en el lugar donde descansaba la mancha.

—Galya tenía muchos miedos, muchas dudas. Pero también poseía un gran conocimiento. La sangre guarda memorias, es un vínculo a la experiencia tanto o más fuerte que la memoria. Ella me permitió alimentarme de su energía vital, siempre y cuando le prometiera proteger todo lo que ella amaba. La mancha de oporto en mi rostro no era sangre, eran rastros de su alma, atados a mí en un hechizo que no desaparecería hasta que diera de beber de mi sangre a su heredera.

—Entonces, me estás diciendo que ella me temía, que conspiraba contra mí.

Lo sé, no era el momento de revelarme egoísta, pero necesitaba arrancármela de alguna manera, para poner en claro todo lo que recién comenzaba a descubrir.

—Todo lo que ella fue ha sido transmitido a Charmaine. —El vampiro se acercó—. Puedes ver que la marca en mi rostro está desapareciendo. Pero si quieres sentir algún tipo de alivio, ella nunca sospechó de ti. Nunca dudó de tu amor. Ni siquiera en el último instante de su vida.

»Le preocupaba más La Corte de Luz y su silencio, el hecho de que no le permitían darte parte de lo que hacía. Es por eso que los ángeles me reclutaron. Una criatura imperfecta fue puesta en sus manos, como un acto de buena voluntad. Pero eso no quitó que fueras un tema siempre presente. Te conozco mejor de lo que te conoces a ti mismo.

—Nathanael —corregí con un tono amargo—. Conoces a Nathanael, al ángel que fui.

—Necesito saber que en realidad has cambiado —continuó, sin prestar atención a lo que dije—, porque Charmaine va a encontrarte tan atrayente y fascinante como te encontró ella. Tanto como te encuentro yo.

Ambos tardamos un segundo en registrar lo dicho, y él fue el primero en romper el silencio, tratando de pronunciar mi nombre.

—Nick...

Fue demasiado tarde para que alguno de los dos tratara de construir un puente con palabras. Pasarían siglos antes de sentirme tan anhelante y vulnerable como en ese momento. Cerré los ojos y sonreí al escuchar la copa vacía caer al suelo. Comencé a contar los segundos, hasta sentir ese calor prestado de su piel.

La anticipación fue casi dolorosa; llegaba con la promesa de algo nuevo y profundo. Nuestros labios se encontraron y mi cuerpo se perdió en la más placentera de las sensaciones. Estaba acostumbrado a poseer, nunca a entregarme; sin embargo, ese adictivo aroma almizclado que combinaba suave madera de agar y toques de hierro estaba doblegando mi voluntad...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro