αgυα

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En este punto de su vida, en el que sentía la desesperación en cada fibra de su cuerpo, mientras intentaba luchar contra el cuerpo sobre él.

Con cada bocanada que intentaba tomar, el agua se metía por su garganta y por su nariz, lo ahogaba y buscaba algo a qué aferrarse para salir del agua.

¿Pero cómo? Su propio esposo estaba cegado por la furia. SeokJin cerraba los ojos desesperado por salir del agua, sin embargo, las manos en su cuello lo sometían contra el suelo en la bañera, dejándolo sin una posibilidad de respirar.

—¡Trataste de huir! — escuchaba a través del agua, una voz totalmente furiosa que le gritaba. —¡Intentaste alejarte de mi! ¡Eso no lo voy a perdonar! —

Sus manos trataban de alcanzar cualquier cosa que estuviera a su alcance, y sus piernas se resbalan de las paredes de la bañera sin poder ayudar a nada.

Y por un momento fue sacado del agua y tomó una gran bobada de aire, el rostro furioso de su esposo apareció ante sus ojos empapados.

—¡No te lo voy a perdonar, Jin! — le gritó su esposo, tomándolo con fuerza del cuello.

Una vez más fue hundido en el agua, el menor cerró los ojos nuevamente, tratando de sostenerse de las orillas de la tina, no teniendo ningún éxito en salir.

Sus pulmones necesitaban oxígeno, su desesperación le volaba la cabeza, y poco a poco empezaba a sentirse más débil.

NamJoon estaba furioso, estaba completamente cegado por una rabia incomparable, sus ojos estaban llenos de sangre, y sus manos se aferraban al cuello de SeokJin. Su esposo había desafiado sus advertencias, y la forma en que lo hizo no tenía ningún perdón en la cabeza del moreno.

Las pequeñas manos que alguna vez lo arañaron en un intento desesperado por salir del agua, ahora sólo mantenían un ligero apretón sobre los bordes de la bañera. Esas piernas que intentaban alcanzarlo, ahora comenzaban a rendirse sobre el agua.

Pero NamJoon no se daba cuenta, que el pequeño cuerpo que sostenía bajo el agua, comenzaba a perder la vida.

Su pequeño esposo suyo, a quien simplemente no dejó de amar, aquel con quien había desarrollado algún tipo de obsesión, se olvidó de respirar bajo la fría agua en la que yacían varios recuerdos.

Porque el agua tenía memoria.

Y era de esperarse, porque la muerte se siente cuando está tras ti. Y la bañera, junto al agua, eran cómplices de cómo el pequeño SeokJin perdía la vida con cada bocanada a la que se aferraba.

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