Humildad ante Todo

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Martín iba dentro de un autobús algo vacío en rumbo a los límites de la ciudad, ya que tenía un trabajo que cumplir.
Mientras cuidaba su mochila con su brazo, él chateaba en su teléfono con Xochitl, con quien ya había hablado sobre hacia dónde iba a ir.

Xochitl: ¿A qué rayos vas a ese centro de acopio?
Martín: Tengo un trabajo que hacer, ya luego te cuento sobre ello
Xochitl: Como digas, oye, hablé con Majo y al parecer lo que tú y ella hicieron es cierto... Martín: Te dije que era verdad
Xochitl: Meh, como sea, no creo sea la gran cosa, por cierto, ¿al menos sabes quién es la que se encarga de ese centro de acopio?
Martín: Sé quién es, tranquila, me encargaré de eso, tengo experiencia lidiando con riquillos
Xochitl: Vale, pero no te la cojas, ¿ok?
Martín: No prometo nada jaja

Al bajar del autobús, Martín se encontró frente a un gran almacén de bienes para personas necesitadas, así como para perros y animales, el cual estaba dirigido por Carmen, una chica de piel blanca y pelo castaño quien era conocida en la escuela por ser demasiado privilegiada y algo clasista.
Él vio a Carmen supervisando a los trabajadores del lugar y cuidando a unos perros, así que se decidió a entrar, pero fue detenido rápidamente por ella, quien lo miraba con algo de molestia.

Carmen: ¿Qué haces tú aquí?
Martín: ¿Por qué la pregunta? Vengo a ayudar
Carmen: Alguien como tú no ayuda, ningún privilegiado se ofrece a estas cosas
Martín: ¿Privilegiado yo?, mira quién habla
Carmen: ¡Ay, ¿qué tienes conmigo?!
Martín: Nada, pero no quiero pelear, y menos contigo

Carmen lo miraba aún molesta, a lo que vio que unos perros comenzaron a pelearse y, antes de que ella pudiera intervenir, Martín les dio a ambos unos premios para que se separaran.

Martín: Mejor prevenir que lamentar...
Carmen: *suspira* Mira, perdón por ser así, solo que soy la única de mi clase que se preocupa por esto
Martín: ¿A qué te refieres?
Carmen: Soy la única de clase rica que viene a este lugar, nadie más que conozco lo hace, excepto tú...
Martín: Yo no soy rico, no soy de esa clase
Carmen: Sí, sí, pero me refiero que nadie se preocupa por traer cosas, especialmente para los perritos, ojalá alguien pudiera ayudarlos...

Martín le puso una mano en el hombro y la miró, antes de que ambos vieran a los perritos que los miraban con alegría.

Martín: No te fijes en quién más lo hace, admírate por hacerlo tú misma, eso es lo que importa, que alguien como tú se preocupe por ellos
Carmen: Aww, gracias, Martín...bueno, a esperar al experto de perros que pedimos que viniera...
Martín: Pues lo estás viendo
Carmen: ¿Qué...?

En eso, Martín sacó de su mochila unas bolsas de comida de perro casera y un libro de entrenamiento para perros, con lo que comenzó a llamarlos uno por uno, para servirles comida y comenzar a revisarlos, para ver si no necesitaban ir al veterinario.
Carmen vio a Martín hacer su trabajo durante unas dos horas, maravillada por ver a alguien que se preocupaba por aquellos animales que ella amaba, despertando un sentimiento fuerte en ella.
Cerca de las 4 pm, los demás trabajadores salieron del edificio y Martín fue a llevar a todos los perritos a sus zonas para dormir, antes de salir y encontrarse de nuevo con Carmen.

Carmen: Wow, Martín...yo no sé qué decir...
Martín: No digas nada, los perritos me encantan y siempre ha sido mi sueño darles una nueva oportunidad a los callejeros
Carmen: Jamás imaginé que fueras así jeje, me alegro de haber podido conocer esta parte de ti
Martín: Je muchas gracias, y bueno, creo que iré a esperar el autobús...
Carmen: Ven a mi casa, te invito algo de comer por tu servicio, para que no te vayas con hambre jeje
Martín: Bueno, no veo por qué no je, llévame

Carmen llevó a Martín hasta su casa, la cual era bastante ostentosa y que se notaba de unos cuantos millones de dólares, lo que dejó a Martín algo impresionado.
Al entrar, Carmen lo llevó a su habitación y le ofreció algo de café y un pan de dulce, lo que Martín aceptó y comenzó a comer junto a ella, sentados sobre su cama

Martín: Muchas gracias, jamás me imaginé que tú y yo tuviéramos algo en común, menos el amor por los perritos
Carmen: Jeje, las cosas inesperadas suceden...em...bueno, creo que te puedo dar algo de mi parte por ser tan grosera...
Martín: ¿Y eso sería...?
Carmen: Una buena recompensa para un chico tan servicial con los perros como lo eres tú...
Martín: Adivinaré, ¿sexo?
Carmen: Eh...¿cómo lo supiste?

Martín dejó en una pequeña mesa su café y su pan y suspiró un poco mientras miraba a Carmen, admirando un poco su cuerpo deseable con curvas.

Martín: Pues...no eres la primera
Carmen: Wow, eso es interesante...
Martín: ¿Te molesta?
Carmen: Para nada, eso significa que ya estás entrenado~

Carmen tomó a Martín de su camisa y lo acercó hacia ella, ambos viéndose frente a frente.

Martín: Creo que hoy estás saliendo con demasiadas cosas inesperadas...
Carmen: Soy más profunda de lo que parezco en muchos sentidos jeje~...vamos, acepta tu premio, Martín, ayudaste a mis perritos, ahora yo te ayudaré a sentir placer
Martín: No tengo nada que perder, adelante~

Ambos juntaron sus labios hasta besarse, sintiendo su suavidad entre sí, mientras tocaban sus lenguas y se abrazaban.
Aún en el beso, Martín tiró a Carmen sobre su cama, mientras le bajaba un poco su camisa negra, hasta dejar ver un sostén deportivo rosado.

Martín: ¿Deportivo?, pero si tú casi no haces ejercicio
Carmen: Es cómodo, además de que no esperaba que nadie lo viera...
Martín: Tranquila, así es mucho más fácil~

Martín le levantó su sostén y, al dejar al descubierto sus pechos, él comenzó a chuparlos y a lamerlos muy bien, haciendo que sus pezones se erectaran y que Carmen gimiera un poco.
Antes de que Martín siguiera bajando, Carmen se levantó y lo acostó en la cama, luego de lo que se dio la vuelta y, quitándose el pantalón y sus panties, le dejó a la vista su vagina ya algo mojada.

Carmen: Vamos a hacerlo así, tú me pruebas y yo a ti, ¿te parece?
Martín: Me parece perfecto~

Martín tomó el culo de Carmen y lo acercó para empezar a lamer su vagina, a lo que Carmen gimió un poco y le desabrocho su pantalón para comenzar a masturbar y lamer el pene de Martín.
Ambos disfrutaban el sabor del otro, Martín sintiendo las caricias de Carmen sobre su pene y ella sintiendo como él saboreaba su vagina como un helado.
Después de 5 minutos, en medio de completo placer, Carmen dejó salir sus jugos sobre la boca de Martín y, gracias a eso, Martín se corrió dentro de la boca de Carmen, quien se tragó todo el semen que pudo.

Carmen: Ah~, delicioso, ahora podría...¡ah!

Antes de que pudiera decir algo más, Martín se había levantado y puso a Carmen sobre la cama, con las piernas abiertas, quitándose completamente el pantalón y el bóxer.

Martín: La riquilla quiso tomar el control por la fuerza, pues bien, yo lo tomaré por la fuerza también
Carmen: Cállate y ven a follarme de una vez, si te atreves~
Martín: Muy bien, riquilla, pues te aseguro que gemirás como nunca jeje~

Sin perder el tiempo, Martín tomó a Carmen de las piernas y penetró su vagina rápidamente, comenzando a gemir junto a ella mientras la comenzaba a embestir.
Martín embestía a Carmen jalando sus piernas y gimiendo mientras sacaba la lengua, algo que Carmen disfrutaba y lo dejaba ver con sus expresiones faciales.

Martín: ¿Cómo es posible~...que la riquilla esté~...tan buena por dentro~?
Carmen: Ahh~...un poco de cuidados y...¡ohh~!...algo de abstinencia, eso siempre ayuda a que esté lista para el momento indicado~
Martín: Creo que esperaste al momento justo, riquilla~

Martín estuvo otros 10 minutos dándole muy duro y rápido a Carmen, ambos gimiendo al unísono y haciendo que sus bolas y el culo de ella sonaran al chocar, luego de lo que él se inclinó hacia adelante, mirando a Carmen de frente, ambos viendo las expresiones de placer que tenían y sintiendo que su clímax se acercaba.

Martín: Maldita sea...¡aquí viene!

Sin resistir más, él dejó salir un torrente de semen muy potente dentro de Carmen, lo que la hizo sentir aún más caliente y, por impulso, Martín apretó fuertemente sus pechos.
Cuando sintió que todo se había descargado, Martín sacó su pene, dejando escurrir la vagina de Carmen, y se acostó con ella, ambos jadeando

Carmen: ¿Aún me llamarás riquilla?
Martín: Claro que sí, pero ahora serás la riquilla más caliente del mundo
Carmen: Jaja, le agradarías a mi padre como prometido, pero no quiero obligarte a tener una relación así como así
Martín: Jaja, pues, creo que ambos necesitamos mucha más experiencia para eso, pero, hablando de eso, mejor evitamos que nos aparezca una obligación...

Entonces, Martín se sentó en la cama para sacar una pastilla anticonceptiva de su mochila y se la dio a Carmen, quien la tragó rápidamente, antes de sentarse con él y recargar su cabeza en su hombro.

Carmen: ¿Necesitas algo más?
Martín: Solo tu número y quizás tus panties...jaja, no es cierto, es broma
Carmen: Te las regalo si quieres, tengo muchas de sobra en mi armario
Martín: Jaja, también eres una riquilla demasiado generosa, Carmen

Unos minutos después, ambos estaban vestidos y, después de guardar su número, Carmen le dio sus panties mojadas, a lo que Martín las olió un poco, quedando fascinado con el aroma.
Antes de salir, Martín le dio un apretón de pechos por detrás a Carmen, quien gimió de la sensación y se rió después de eso.

Carmen: ¿Eres así con todas?
Martín: Hasta ahora van 4 contigo, pero, pues, no tanto así...
Carmen: Pues sigue así, me gustó, quién sabe, quizás hasta puedas tener un Harem, yo estaría dispuesta a mamarte el pene todo el día~...
Martín: Espera, ¿qué?

Carmen le dio un besorápido antes de entrar a su casa y Martín se fue hacia la estación del autobús,mirando las panties de Carmen y pensando en lo que le dijo del Harem,cuestionándose si esa podría ser una buena idea o una exageración calenturientade sus hormonas de adolescente.

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