Capítulo único

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Hogwarts.
Harry Potter.

Sus amigos le atormentaron hablando hasta el cansancio sobre su historia de la marca del destino, parecía ser el único tema del que podían conversar en esos últimos días. Era inevitable pues Ron y Hermione eran novios y habían tenido la fortuna de compartir marcas.

—Harry, ¿no te emociona?— Inquirió la chica pero el niño que vivió solo hizo una mueca.

—Creo que es lindo— Admitió sin mucha emoción.

—¡Qué entusiasmo el tuyo!— Exclamó el pelirrojo.

—Ron, no quiero que una marca en mi piel me dicte a quien debo amar. Quiero poder elegir a la persona con la que formar una familia— Explicó con la tristeza impregnada en sus palabras.

—Cuando lo dices de ese modo...

Al menos parecía que habían desistido y cambiaron de tema, comenzando a hablar de las prácticas de quidditch y Harry, se emocionó de poder charlar de algo realmente agradable para él.

(...)

Llegó el treinta y uno de julio y con ello su cumpleaños número dieciocho. No era una fecha particularmente feliz para él pero trató de animarse cuando la marca en su mano comenzó a inscribirse en la piel dibujando letras que él podía leer perfectamente, incluso cuando las finas gotas de sangre se derramaban por los dedos.

"De la sombra a la luz".

Harry, se limpió la nueva cicatriz con una servilleta y la observó, estudiándola durante un largo tiempo. La inscripción no tenía mucho sentido y no daba muchas pistas de quien sería esa persona.

—Que marca tan rara, amigo— Expresó Ron, pues las marcas sólo eran símbolos y en algunos casos animales grabados en sus manos.

—¿Eso es pársel?— Preguntó Hermione y Harry, solo asintió —¿Y qué dice?.

—No es importante, ya sabes lo que pienso de esta cosa— Harry, miró al hombre parado justo detrás de su amigo.

—No seas tan amargado, si sigues así podrías convertirte en el próximo Snape— Ron, rió y al ver los rostros angustiados de sus compañeros tragó en seco —Está detrás de mí, ¿verdad?— Volteó y se estremeció al ver a Severus.

—Creo, señor Weasley, que debería cuidar mejor su lengua— El profesor centró su mirada en Harry —Potter— Dijo a manera de saludo.

—Snape— Respondió de la misma manera y el hombre le extendió un pequeño paquete el cual tomó con cierta vacilación.

—Feliz cumpleaños, espero no le incomode recibir un presente de mi parte— Severus, entrecerró los ojos mirando la marca en la mano del chico.

Harry, abrió el obsequio y en su interior halló una fotografía de su madre cuando esta era más joven, sonrió y miró a su profesor.

—Gracias, aprecio mucho el detalle— Severus, giró sobre sus talones y se alejó con su túnica ondeando dramáticamente detrás de él.

—Eso fue extraño— Expresó el pelirrojo —¿Desde cuándo Snape y Harry, se llevan tan bien?.

—Creo que simplemente ya no se odian como antes— Habló Hermione —Sin duda tu madre era hermosa— Dijo, mirando la foto que Harry, había estado observando desde hace rato.

—Sí, lo era.

Aunque Severus Snape y Harry Potter, no tuvieron un buen comienzo, los recuerdos que el chico vio en el pensadero le dieron una perspectiva diferente de quien era su profesor, siempre fue una especie de protector y guía malhumorado. Pero bajo esa coraza de desdén y resentimiento había un hombre valiente y bondadoso, aunque no esperaba que ese mismo hombre le diera un regalo. Mirando la fotografía se preguntó como sería pasar su cumpleaños con sus padres, imaginó a su madre abrazándolo y se sumió rápidamente en la melancolía. Para distraerlo, Ron, intervino:

—¡Harry Potter, recuerda qué tienes una fiesta de cumpleaños que celebrar y una marca de destinado también, así que prepárate!— El pelinegro sonrió y guardó la fotografía en su bolsillo.

Tal vez el cumpleaños de este año podría ser un recuerdo feliz.

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Hogwarts.
Severus Snape.

La marca le escoció la piel, grabando otra figura en su mano derecha, las letras eran extrañas pero no había dudas, era algún tipo de inscripción en pársel. Gruñó, apretando los dientes en un intento de contener el dolor. La directora de percató de su extraño actuar y le tocó el hombro en un gesto conciliador:

—Severus, ¿te encuentras bien?.

—Sí, estoy bien, Minerva.

—¿Eso es...?— Atisbó la inscripción en su mano y rápidamente, Snape, la ocultó.

—Solo es una herida— Explicó, evitando la mirada críptica de la mujer.

—Sabes que puedes confiar en mí, Severus— El hombre solo asintió.

Conjuró una ilusión en su mano para ocultar la reciente marca y salió de la oficina de la directora, se encaminó al gran comedor donde sabía que estaría el trio de oro a estas horas, holgazaneando como siempre. Se acercó sigilosamente y escuchó a Ronald, pronunciar su nombre, sabiendo que no sería para nada bueno frunció el ceño y recriminó al joven.

—Creo, señor Weasley, que debería cuidar mejor su lengua— Miró al otro chico, el motivo de su presencia —Potter.

—Snape— Sin preámbulos, le extendió una pequeña cajita blanca con un lazo plateado

—Feliz cumpleaños, espero no le incomode recibir un presente de mi parte— Harry, lo tomó y lo abrió.

—Gracias, aprecio mucho el detalle— Severus, iba a decir algo más pero notó algo extraño.

Cuando divisó la marca que yacía enrojecida en la mano del niño que vivió, Severus, apretó los dientes para ahogar un grito de horror. Se obligó a mantener la compostura, solo mostrando cierta tribulación en su rostro antes de conseguir moverse. Se alejó tan rápido como llegó y se dirigió a su aposento, una vez allí se permitió agonizar. El elegido, el niño que vivió, el hijo de la mujer que amó y del hombre que odió tenía la misma marca que él.

La marca solo aparecía cuando la pareja alcanzaba la mayoría de edad, antes había considerado que no había nadie para un ser abyecto como él, pero ahora... Harry Potter, acababa de cumplir los dieciocho años, solo entonces la marca vinculante pudo presentarse en la mano de Severus, revelando que eran almas destinadas a estar juntas. ¿Cómo no lo notó?. Después de todo, ambos tenían patronus cérvidos.

¿Tenía sentido?.

¡Definitivamente no!. El chico era demasiado joven y con un futuro brillante por delante, no podían estar juntos aunque quisieran, nadie en su sano juicio querría salir con alguien tan poco agraciado como él, un ex mortífago y un hombre de cuarenta años, para rematar.

Severus Tobías Snape Prince, habría preferido un millón de veces morir por el mordisco de Nagini a aceptar la horrible verdad que ahora se grababa en su mano.

Después de la derrota del señor oscuro su vida se había vuelto un completo caos. Tras su recuperación médica, pasó días en el ministerio, donde Harry y otros pocos testigos abogaron por él para que no terminara de por vida en Azkaban.

¡Oh, Merlín!. El beso de un dementor no sonaba tan mal ahora.

Hacía años que aceptó que estaría solo de por vida. Cuando cumplió dieciocho años y vio a Lily, recibir su marca todas sus esperanzas se fueron a pique. Severus, en verdad deseaba que al menos recibir la marca le diera una oportunidad con su amiga, pero no, parecía que todo lo alejaba de ella, incluso él, cuando la llamó sangre sucia.

Desde entonces las burlas de James Potter y Sirius Black, fueron peores:

—¡Vas a morir solo, Snivellus!.

—¡Ni siquiera así alguien querría emparejarse contigo, Quejicus, eres un fenómeno!.

En ese momento le afectaron mucho esas palabras, pero ya no, estaba bien con lo que tenía, cumplió su sueño de especializarse en pociones y de impartir clases de defensa contra artes oscuras en Hogwarts. Después de la guerra realmente ya no tenía propósito para seguir vivo.

Pero aun así, Severus no iba a dejar que nadie viese la marca.

(...)

Usar guantes negros era el nuevo complemento de sus vestimentas diarias. Ocultar su marca de destinado era un imperativo de ahora en adelante.

Daba clases de DCAO a los alumnos de tercero en adelante y enseñaba pociones avanzadas a los alumnos de séptimo grado. Su agenda siempre estaba llena y lo agradecía, pues evitaba que pensara en la marca y en las penurias de su solitaria vida sin propósito.

Ese día en particular hubo una discusión entre unos críos de quinto año y uno de los insensatos lanzó un hechizo de fuego a su compañero. Era un encantamiento peligroso y poderoso, pero Severus, pudo contener la mayor parte impidiendo que los alumnos salieran lastimados, sin embargo, su mano se llevó la peor parte.

—Profesor, Snape, ¿está bien?— Severus, le dirigió una severa mirada al niño causante del problema y masculló.

—Ustedes dos irán a la oficina del director en este instante.

—¡Yo no hice nada, él es el culpable, es el hijo de un mortífago!— La declaración del chico Gryffindor hizo que la sangre de Snape, se calentaran.

—¡Ahora y ambos perderán cincuenta puntos de sus respectivas casas!— Los niños se estremecieron y obedecieron.

Dio su clase por terminada y caminó hacia la enfermería, trató parcialmente la quemadura con algunos encantamientos de curación pero no pudo hacer mucho. Madame Pomfrey, lo vio entrar y al instante se acercó para socorrerlo, guiándolo a una de las camillas.

—¡Oh, Merlín, Severus!.

—No es tan malo como se ve— Soltó una mueca cuando la mujer retiró el guante que se había pegado a las lesiones.

—Déjame a mí decidir eso— Hizo un chequeo con su varita y con un accio llamó un frasco —Tardarás un par de días en recuperarte...— Informó, colocando la crema en las heridas con sumo cuidado —Las quemaduras han dañado mucho el tejido, pero el ungüento lo regenerará.

—Sé muy bien cómo funciona, Poppy, yo hice la pomada— La enfermera suspiró.

—No vas a impartir clases y nada de preparar pociones, tu mano necesita reposo absoluto— Dictaminó y le entregó el frasco —Sé que no vas a quedarte así que ten cuidado y evita hacer movimientos bruscos-— Dicho esto la mujer se fue.

—¿Día difícil?— Preguntó Harry Potter, desde la camilla de al lado, Severus, no se había percatado de la presencia de el elegido.

—Usted tampoco se ve en perfecto estado, Potter— Respondió mirando la pierna vendada del chico.

—Una mala caída de escoba, podré irme en unas horas...— Harry, observó la mano herida de Severus y abrió desmesuradamente los ojos al notar la particular inscripción en esta —Profesor, su marca...— Snape, se levantó y salió apresuradamente de la enfermería.

Por culpa de un estúpido error el maldito mocoso se había dado cuenta.

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Después de su recuperación, Severus, volvió a impartir clases, ese día tocaba enseñar pociones e inevitablemente tendría que enfrentar a Harry Potter y no se sorprendió cuando al finalizar la materia, el niño que vivió esperó hasta que el salón estuvo vacío y se acercó al escritorio donde yacía Snape, revisando los trabajos del alumnado.

—Profesor, el día que se lastimó no pude evitar notar la peculiar marca que hay en su mano derecha— Fue directo.

—No hay nada allí, Potter, nunca lo ha habido— Respondió, tajante.

—¿Le molestaría mostrarme?. Es solo para estar seguro— Snape, levantó su vista del cuaderno y con el ceño fruncido, bisbiseó con saña.

—Sí, me molesta, ahora largo— Remojó la pluma en el tintero y continuó calificando.

—Si no lo hace asumiré que estoy en lo cierto y vendré una y otra vez para cortejarlo.

Snape, tensó la mandíbula y meditó las palabras de Harry, era consciente de que el mocoso era un Gryffindor insufrible y que no se detendría hasta conseguir lo que quería, arrogante y testarudo como él solo. Resopló y optó por quitarse el guante, mostró su mano, blanca y callosa, sin marca vinculante.

—¿Está satisfecho?— Cuando iba a colocarse la prenda nuevamente, Harry, murmuró.

Finite Incantatem— La ilusión fue eliminada revelando la inscripción en pársel en la mano de Snape, quien bufó —¿Por qué?.

—¿Qué está preguntando exactamente?.

—¿Por qué oculta su marca?. Sabe que no es algo que se pueda elegir, no hay nada de malo en...— Severus, lo interrumpió para obviar.

—¿Y si su marca fuese la misma qué la de Voldemort?. ¿Se sentiría orgulloso de mostrarla?— Expresó pero Harry, no compartía su punto de vista.

—Toda mi vida ha sido marcada por Voldemort, profesor, pero jamás me avergonzaría de usted, si es lo que quiere decir. Prefiero que sea usted mi destinado antes que cualquier otra persona y sé que sería complicado pero...— Explicó pero Severus, prefirió ignorarlo.

—Vaya a su próxima clase, Potter, le aseguro que esto no significa nada.

El chico iba a decir algo más pero Severus, lo sacó del salón con un movimiento de su varita.

(...)

Al día siguiente le tocaba impartir clases de DCAO a los alumnos de séptimo año y Harry, repitió la misma técnica y esperó hasta que él y su profesor estuvieron a solas.

—Estoy impresionado, Potter, ha tenido una mejora considerable en sus contrahechizos— Severus, creyó que Harry, fanfarronería sobre don innato, en cambio, lo vio sonrojarse y sacar una pequeña caja de su bolsillo la cual se hizo un poco más grande tras un toque de varita —¿Qué cree que hace?— Inquirió cuando vio al chico extenderle el paquete.

—Es para usted, dar obsequios es parte de un cortejo formal— Sonrió.

—Entiendo que algunos chicos puedan sentirse... Confundidos a su edad, claramente usted no tiene la suficiente experiencia, pero le aseguro que cuando se de la oportunidad con más chicas...— Harry, interrumpió la salutación.

—Profesor Snape, por favor acepte mi regalo.

—No.

—Al menos tómelo como un agradecimiento por todas las veces que me salvó— Severus, rodó los ojos y lo cogió de mala gana.

—Ya lo agarré, ya puede irse— El chico asintió con nerviosismo y se retiró.

Al llegar la noche, mientras Severus, elaboraba y escribía ideas para nuevos hechizos en su alcoba, observó con recelo el obsequio de Harry. Sintió un poco de curiosidad, nadie le había regalado cosas antes, así que se imaginó algo estúpido viniendo de un Potter. Cuando comenzó a quitar el envoltorio de la caja, vislumbró en el interior un par de frascos, el primero con un líquido espeso y negro, el segundo con escamas azules, tomó la nota escrita a mano y la leyó.

Príncipe mestizo,

Sé lo mucho que te gusta preparar pociones, así que me he tomado la libertad de obsequiarle estas muestras de leviatán, el líquido es sangre, el otro son escamas. Sin duda le darás un mejor uso que yo.

H. P.

Miró asombrado los frascos, encontrar muestras de leviatán era aún más difícil que hallar un basilisco. Severus, torció la boca en un intento de sonrisa ante la miles de ideas para pociones y venenos que se formaron en su cabeza. Las posibilidades eran casi infinitas.

Guardó las ampollas en su preciada colección y continuó con sus notas. Al menos Harry, no era tan incompetente haciendo regalos.

(...)

Dio por terminada su clase y Harry, se acercó a hablar con él.

—Un escudo formidable, señor Potter, grande y resistente. No será un Auror tan patético— Admitió en una especie de elogio ofensivo —¿Otro agradecimiento?— Cuestión al notar el obsequio en las manos del chico.

—Sí, tómelo.

Severus, no supo en que momento el recibir regalos después de sus clases se volvió una rutina, pues sin saberlo había aceptado alguna especie de cortejo muggle. No quería seguir dándole ilusiones erróneas al chico, así que optó por cortar todas las comunicaciones con Harry, que no fueran meramente profesionales.

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Hogwarts.
Harry Potter.

Severus, estuvo evitándolo durante semanas, si su escueto y estricto profesor le hablaba era por obligación pues el hombre prefería evitarlo a toda costa. Cuando lograba atisbar su túnica negra por algún pasillo, Snape, se desmaterializaba con tal de alejarse de Harry.

No fue hasta que le pidió el favor a Minerva de citar a Severus, en su oficina para tener un momento a solas con el escurridizo profesor.

—¿Dónde está la directora, Potter?— Inquirió, claramente molesto por verlo allí.

—No aparecerá, quería hablar con usted— Snape, dio media vuelta y Harry, saltó para tomarlo de la túnica y desaparecer con él en caso de que intentara desmaterializarse —¡No se vaya!— El mayor apartó la mano del chico y refunfuñó.

—Suélteme, usted y yo no tenemos nada de que hablar— Expresó, molesto y muy cerca del rostro del contrario.

—Profesor Snape, no puedo decir que lo amo, pero definitivamente siento algo por usted, lo admiro y lo respeto por todo lo que hizo por mí, déjeme cortejarlo formalmente y si doy asco en ello, entonces me rechazará— Suplicó y Severus, solo suspiró.

—Potter, nunca antes he sido cortejado, así que no espere mucho de mi parte— Reconoció, observando por encima del hombro al más joven.

—¿Está... Está aceptando mi propuesta?— Snape, lo miró como si no fuera obvia su respuesta —¡Sí, no importa...!. Estoy feliz— Esbozó una sonrisa que hizo sentir extraño al slytherin.

—Ahora déjeme en paz, tengo mucho trabajo— Desapareció, dejando a un muy emocionado Harry, atrás.

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Mundo mágico.
Severus Snape.

La razón por la que Severus, había accedido al cortejo era por que una parte de él estaba convencida de que el chico se rendiría de tratarlo al ver lo aburrido y chocante que podía ser Snape, en realidad.

Pero, Harry Potter, era persiste, soportaba su carácter acre, no tenía miedo a las críticas, ni parecía avergonzado de caminar a su lado ni de tomarlo de la mano en público. Severus, no estaba acostumbrado a ese tipo de afecto, el simple hecho de estar tan cerca de alguien por más de una hora lo ponía incómodo, sin mencionar el cándido contacto físico que el chico buscaba con insistencia.

Su "primera cita" fue en un restaurante muggle bastante sencillo, Severus, esperaba algo más pretencioso por parte de Harry, pero ese lugar parecía el sitio en el que los amigos y parejas se reunían a comer en una tarde normal. Sencillo y familiar. No podía quejarse, aquello le gustaba y le hizo sentir sorprendentemente cómodo.

Ordenaron y comieron, no platicaron demasiado, Severus, era escueto y no estaba dispuesto a profundizar demasiado en los temas relacionados con su pasado. Aunque no hubiese mucho que esconder realmente, el pensadero le dio mucho conocimiento a Harry, por eso sabía que podía confiar en él y que había tomado la decisión correcta.

Las salidas formales se dieron una vez a la semana, cada vez más íntimas y cargadas de una sencillez y romanticismo que ponían inquieto a Severus.

Hogwarts se escandalizó al presenciar al murciélago grasiento de las mazmorras caminando junto a Harry Potter, tomados de la mano por el parque a plena luz del día. Era como un mal augurio.

Sus salidas estaban bajo el ojo público, los titulares controvertidos de El Profeta no se hicieron esperar, acusando a Snape, de indebida seducción a un alumno. Harry, no cedió e impulsó a Severus, a mantenerse firme e ignorar las falacias de la prensa.

Las aguas se calmaron cuando Harry, dio una exclusiva –forzada- al periódico mostrando el vínculo con su profesor. Pidió respeto para su pareja y las personas parecieron entenderlo, al menos no seguían señalándolos tan seguido. La marca era algo sagrado en el mundo mágico y no podían cuestionarla.

—Te referiste a mí como tu pareja.

—¿Está mal?— Preguntó al notar a Snape, un poco extraño —Lamento no haber preguntado como quisieras que me refiriera a ti.

—No, es...— Por primera vez vio a su profesor sin palabras.

Fue en ese momento de flaqueza que Harry, aprovechó su oportunidad. Se acercó al absorto Severus Snape, se paró de puntillas, tomó el rostro del mayor entre sus manos y lo besó en los labios. Aquel beso hizo que el vínculo que los unía se fortaleciera. La calidez ajena hizo que el cuerpo de Severus, se estremeciera, Harry no tenía intenciones de parar, parecía querer devorárselo en ese momento.

Pero Snape, se alejó, confundido e impactado por lo mucho que había disfrutado el contacto.

De allí en adelante las cosas solo siguieron mejorando. Harry, se graduó y presentó su examen para Auror en el ministerio de magia. Como era de esperar, fue elegido y capacitado para el trabajo poco después.

Harry y Severus, eran formalmente una pareja, pero sus encuentros no habían pasado a más de simples besos y algunos toques obscenos.

Harry, planeaba dar el primer paso, así que investigó todo lo que podía sobre el sexo entre hombres. Si iba a tener su primera vez con Severus, quería hacerlo bien.

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Grimmauld Place.
POV. Severus Snape.

Esa noche, Harry, me invitó a cenar en su casa como era costumbre. Admiraba verlo cocinar comidas en base a mi estado de ánimo, nadie había cuidado de mí con esa diligencia y me hacía sentir querido y apenado... Siempre era Harry, quien me buscaba y me besaba, jamás me atreví a tomar la iniciativa pues las inseguridades y la vergüenza me lo impedían.

—Gracias— Dije cuando un pequeño plato de arroz con curry fue colocado frente de mí —Buen provecho— Harry, asintió y ambos empezamos a comer.

Comenzó a hablarme sobre su día y de un caso particular con un niño obscurial. Harry, era bueno hablando, yo era bueno escuchando. De repente noté su inquietud cuando sus manos se tallaron insistentemente sobre su pantalón, lo miré con escrutinio y al notarlo, habló:

—Severus, hay algo que quiero preguntarte...— Sus mejillas se tornaron rojizas y me desconcertó un poco.

—Suéltalo, Potter.

—¿Podemos hacer el amor esta noche?— El tenedor se resbaló de entre mis dedos golpeando el plato de porcelana, maldije mi torpeza —N-no quiero forzarte, está bien si dices que no.

—Me tomaste por sorpresa, es todo— Cogí mi varita y mandé los platos a lavar —Sí, me gustaría hacer el amor contigo— Mantuve mi compostura para no mostrar la incertidumbre que me carcomía por dentro.

Harry, sonrió y me extendió su mano la cual dudé unos segundos en tomar. Se levantó y me guió hasta su dormitorio, estaba nervioso y mis manos comenzaron a sudar, era patético, soy un adulto que ha visto y hecho demasiado cosas horribles. Pero aquí estoy, expectante y perplejo por lo que está por suceder.

Una vez dentro de sus aposentos, Harry, me acorraló contra la puerta con una fiereza que desconocía, decidido, agarró y tiró de mi cabello atrayendo mi boca hacia la suya en un demandante y necesitado beso. Sus cálidos labios me asaltaron con prepotencia, demandando acceso a mi boca, nuestras lenguas se encontraron, comenzando una batalla por el dominio y me dejé llevar por los instintos que había estado reprimiendo durante tanto tiempo.

Harry, se separó mordiendo fuertemente mi labio inferior dejando una placentera sensación vibrante, continuó un camino invisible de besos por mi mejilla y mandíbula hasta que se cálido aliento golpeó mi oído y mordió delicadamente el lóbulo de mi oreja para luego descender y comenzar a lamer en línea recta mi cuello demasiado sensible por las cicatrices dejadas por Nagini.

Mi corazón bombeaba rápidamente y comencé a jadear ardiente por el fuego que comenzaba a crecer en mi bajo vientre, quemándome por dentro. Mis manos se aferraron a su cintura y las suyas subieron hasta mi pecho. Con un movimiento de varita, Harry, deshizo los botones de mi gabardina y camisa dejando mi pecho expuesto, una de sus manos comenzó a jugar con mi pezón, apretándolo y retorciéndolo entre sus dedos mientras su boca continuaba lamiendo y marcando todo lo que podía en mi cuello, haciendo un gozoso recorrido por mi clavícula y mis pectorales hasta llegar a mi otro pezón el cual succionó con gusto.

¿Dónde había aprendido eso?. Harry, sabía exactamente los puntos erógenos que debía tocar. Estaba sorprendido de lo bien que se sentía que me acariciara de esa manera, pero estaba aún más sorprendido por los sonidos que escapaban de mis labios.

Harry, no paraba de estimularme deliciosamente hasta que sentí como sus dientes mordían suavemente ese botón sensible, estirándolo, dejando sola la punta entre sus dientes. Una electricidad desconocida recorrió mi cuerpo y no pude evitar gritar, ahogándome en placer.

—Tienes una voz hermosa, Severus.

—Cállate, Potter— Mascullé.

Sonrió con orgullo y sentí unas inmensas ganas de golpearlo, pero, para mi asombro, se arrodilló ante mí y bajó mis pantalones y calzoncillos hasta las rodillas, tomó con su mano mi pene que se alzaba firme frente a su rostro y lo acarició. Mis ojos siguieron cada una de sus acciones y me deshice al verlo introducir mi miembro en su boca con apetito. Mi cuerpo tembló ante los movimientos enardecidos de su cavidad que subía y bajaba envolviendo por completo mi masculinidad. Mis piernas temblaron, amenazando con fallarme, mis manos trataban de buscar apoyo contra la puerta y mis dedos apretaron fuertemente la madera en un intento de controlar lo que estaba sintiendo. Mi boca jadeante desprendía gemidos cortos y sofocados, mis ojos vidriosos por la lujuria observaban el maravilloso obrar de mi amante.

Mientras, Harry, trabajaba atentamente mi miembro, sus manos se alzaron hasta mis glúteos y acarició el perineo con la yema de sus dedos, logrando arrancarme un sonoro gemido de placer. Llevé mi cabeza hacia atrás al sentir como uno de sus dedos tentaba mi agujero y sin hacerse esperar se introdujo en mi interior, inspeccionando mi cavidad.

—Harry, eso es...— Me quejé ante la repentina incomodidad y su boca abandonó mi pene, consiguiendo que me molestara.

—Relájate, Severus.

—¡¿Cómo quieres que me relaje con tu dedo allí?!.

—Solo tomará un momento— Quería alejarme pero cuando sus labios envolvieron de nuevo mi pene solo pude dejarme llevar y entregarme.

Otro dedo se unió ingresando con delicadeza para luego comenzar a moverse haciendo círculos en mi interior. La sensación era extraña y molesta, pero me concentré en el placer que me brindaba la boca de Harry. De repente, tocó un área muy sensible en mi cavidad y me estremecí, mi boca exclamó un chillido y la saliva cayó por la comisura de mis labios. De un segundo a otro sus dedos me daban placer al mismo tiempo que su boca y sentí que no iba a durar mucho.

—¡Ah!. Potter... Me...— Traté de advertirle pero solo aceleró el ritmo de sus movimientos.

Sin poder contenerme más cerré mis ojos ante el inminente orgasmo y acabé estrepitosamente sobre su rostro. Apenas terminé, me desplomé en el suelo al sentir mis piernas débiles e incapaces de sostenerme en pie, exhalé, extasiado al sentir mi cuerpo liberado de toda la tensión cargada por años.

—No quería...— Esbozó una sonrisa y lamió un poco del semen que había caído sobre sus labios.

—No te preocupes.

Él simplemente levantó su varita y susurró un hechizo de limpieza sobre sí mismo. No podía moverme, me sentía embriagado por las sensaciones que me iban abandonando lentamente. Harry, seguía siendo más bajo que yo, pero me levantó del suelo, me llevó en brazos y me dejó con suavidad sobre la cama. Su figura se ciñó sobre mí y preguntó en mi oído, suspirado sobre este, dándome un delicioso escalofrío.

—¿Estás listo?— Su voz salió ronca y extremadamente sensual.

—Sí— Musité, lo deseaba, realmente quería entregarme a él.

Alzó su varita, pronunció unas palabras y mi ropa fue retirada, quedé completamente desnudo frente a él e instintivamente me cubrí con las manos, abochornado de tener su mirada recorriendo mi cuerpo grotesco y lleno de imperfecciones.

—No te escondas, Severus— Cerré los ojos cuando sentí como abría mis piernas para acomodarse entre ellas —Eres hermoso.

—Lo dices solo porque estamos vinculados— Tomó mi rostro y me hizo mirarlo.

—No, lo digo porque es verdad— Sus palabras estaban cargadas de sinceridad y mi corazón se estrujó.

Me erguí para atraerlo a un beso y mi cuerpo quedó aplastado por el suyo, Harry, se sorprendió pues era la primera vez que yo buscaba sus labios, acarició mi cabello grasoso y se movió hacia adelante, al tener las piernas intercaladas sentí su duro miembro rozar el mío logrando erizarme la piel. Sus manos recorrieron mis piernas mientras me besaba, incitándome cada vez más hasta hacerme suplicar que se desvistiera para poder sentir su cuerpo.

Inmediatamente obedeció, se desnudó con un movimiento de su varita y me permití apreciar su hermosa y masculina figura, un hombre joven, con músculos definidos y bastante dotado allá abajo, solo para mí. Harry, se relamió los labios y levantó mis piernas colocándolas sobre sus hombros para dejar expuesta mi entrada. La posición consiguió estremecerme al desconocer lo que vendría a continuación, pero sus palabras lograron tranquilizarme.

—Haré que solo sientas placer, Severus— Murmuró un hechizo de lubricación.

Estando completamente entregado a él, asentí, decidido a que tomara mi virginidad. La punta de su miembro tentó mi entrada, sacándome unos cuantos gemidos desesperados, estaba jugando conmigo y me vengaría luego.

Harry, arremetió con fuerza deslizándose hasta el fondo de una sola estocada, mi cuerpo se tensó al sentirse invadido y grité extasiado cuando su verga golpeó ese punto que me hizo ver las estrellas. No sentía dolor pero él se contuvo, no quería lastimarme y yo solo deseaba que comenzara a moverse y me follara de una buena vez. Me removí acalorado y fue todo lo que necesitó para empezar a penetrarme con firmeza, estimulando mi próstata con cada certera acometida.

—¡Ah!. ¡Harry...!— Mis manos apretaron las sábanas y eché mi cabeza hacia atrás, deleitándome con el certero vaivén de mi pareja.

La sensación era totalmente nueva para mí y comencé a gemir descaradamente frente a las duras estocadas que no paraban de estimularme. El ritmo de sus caderas era impetuoso y enérgico y agradecí a Morgana que Harry, fuese tan joven. Sus manos se afianzaban a los costados de mis piernas, podía ver a la perfección su rostro del cual descendían delicadas gotas de sudor que empañaban sus lentes, podía oír su respiración agitada con algunos gemidos sofocados. Su rostro y sus movimientos eran un poema que me admiraba y complacía como si fuera la persona más bella del mundo.

Mi cuerpo entero se sumió en un profundo éxtasis y lentamente iba cayendo en la inconsciencia, dejándome llevar por la increíble sensación que recibía.

—Severus... Quédate conmigo.

—Harry... Esto es demasiado para mí... Yo...— Mi garganta se sentía seca pero no podía parar de gimotear.

Harry, se inclinó para besarme, su lengua invadió mi boca y temblé al percibir como inclinaba más mi cadera hacia arriba logrando alcanzar más profundamente mi interior. Mi cuerpo entero tembló y tuve que separarme de sus labios para poder gritar a gusto.

—¡Ah!. Maldición, Harry... No te detengas, voy... ¡Mgh!— Continué balbuceando incoherencias y llevé mis manos temblorosas a su cuello.

—Tranquilo, mi príncipe...— Gruñó sin dejar de moverse.

Harry, continuó colmándome, moviéndose con ímpetu, abriéndome por completo, estimulándome hasta mi límite haciendo que alcanzara la cúspide del placer por segunda vez y grité su nombre. Eyaculé sobre su pecho mientras mi cuerpo era atacado por fuertes espasmos placenteros.

—Joder, Severus... Me estás apretando...— Gruñó.

Harry, embistió un par de veces más, jadeando enardecido hasta derramarse en mi interior, llenando mis entrañas con su espesa y caliente esencia. Chillé, extasiado por la sensación de tener aquel liquido ardiente llenándome y comenzar a escurrir de mi entrada una vez que Harry, retiró su miembro y se recostó al lado mío, jadeante y agotado al igual que yo. Susurró un hechizo de limpieza sobre ambos y me observó.

Suspiré, satisfecho. Busqué su mano, nuestros dedos se entrelazaron e inevitablemente las lágrimas comenzaron a descender por mis mejillas. Harry, angustiado, me preguntó.

—¿Por qué lloras, amor?. ¿Te lastimé?— Negué, moviendo la cabeza y respondí.

—Soy demasiado viejo y feo para ti. Sé lo mucho que te gustaría tener una familia y una pareja que te dé afecto, yo no puedo darte nada de eso— Admití, aunque mi tono era neutro realmente quería quebrarme.

—Severus, sé que tu forma de amar es diferente a la de los demás, pero podemos tener una familia, podemos adoptar. No me alejaré solo por que eres un poco gruñón y más grande que yo. Siempre lo he sabido y nunca me importó— Chasqué la lengua y refuté.

—Tal vez no te importe ahora, pero dentro de unos años notarás la diferencia— Era la verdad, dolorosa, pero verdad —¿Realmente quieres estar ligado a un anciano?.

—Mírame...— Obedecí y sus hermosos ojos verdes se llenaron de lágrimas —Te querré aún cuando no puedas levantarte. Quiero cuidar de ti, quiero despertar a tu lado, decirte lo hermoso que eres, llenarte de besos y cepillar tu cabello blanco. Te amo, Severus y nunca voy a dejarte— Tragué el nudo que se formó en mi garganta y respondí.

—También te amo, Harry.

Se acercó para darme un beso, gentil e íntimo que logró calmar mis ansiedades. Se separó y me sonrió, admiré cada una de sus facciones hasta que Harry, me atrajo hacia su cuerpo y me acunó sobre su pecho, tapándonos a ambos con la sabana. Me sumí en un profundo sueño, arrullado por el acompasado sonido de su corazón, deseaba con todo mi ser que este momento jamás terminara, disfrutando de la cercanía y el afecto de mi compañero.

Estaba completamente enamorado del mocoso y no me alejaría hasta que él decidiera apartarme de su lado.

Después de todo, el destino lo eligió para mí.











Nota de la autora:

Bueno, este ha sido mi primer Snarry, quería que fuese una historia corta, pero al final me quedó un one-shot. Soy nueva en el fandom de Harry Potter, acepto correcciones, consejos y sugerencias respetuosas. Recuerden darle amor a los artistas de las imágenes y espero les haya gustado.

Gracias por leer :3

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