𝒔𝒆𝒗𝒆𝒏

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( ☆. 𝐶𝐻𝐴𝑃𝑇𝐸𝑅 𝑆𝐸𝑉𝐸𝑁 )
𝚎𝚕 𝚛𝚎𝚕𝚊𝚝𝚘 𝚍𝚎 𝚔𝚛𝚎𝚊𝚌𝚑𝚎𝚛.

A la mañana siguiente, los cuatro chicos se encontraban de pie frente a una de las muchas habitaciones del lugar. Observaban con el ceño fruncido el letrero que decoraba la puerta, en la que se apreciaban unos profundos arañazos. El letrero estaba escrito con letra muy pulcra: Prohibido pasar sin el permiso expreso de Regulus Arcturus Black.

-«R.A.B.» -Dijo Harry-. Creo que lo hemos encontrado.

-Es el hermano de Sirius, ¿verdad? -Susurró Hermione.

-Sí, y era mortífago -Confirmó Harry-. Sirius me habló de él. Por lo visto se unió a los seguidores de Voldemort cuando todavía era muy joven; luego tuvo miedo e intentó echarse atrás, y lo mataron.

-Escuche a Danniel hablar de él. -Mencionó Alaska.

-¿Danniel Kedward? -Repitió Hermione a su lado-. ¿El mortífago?

-¿Ese psicópata violento? -Espetó Ron.

La rubia hizo caso omiso a sus comentarios.

-Entre los mortifagos se rumoraba que, a pesar de no haberse ganado la confianza del Señor Tenebroso o ser muy apreciado, hizo algo grande por él. Aunque no sabían que era con exactitud.

-¡Eso encaja! -Exclamó Hermione, impresionada-. ¡Regulus debió de conocer algunos secretos de Voldemort, pero si éste lo decepcionó, es lógico que quisiera destruirlo!

-¿Creen que el guardapelo...?

-Vamos a averiguarlo. -Decidió Harry.

Empujó la puerta, pero estaba cerrada con llave. Hermione apuntó la manija con la varita y dijo: «¡Alohomora!». Se oyó un chasquido y la puerta se abrió. Cruzaron el umbral, mirando a diestro y siniestro.

El dormitorio de Regulus era algo pequeño y reinaba la misma atmósfera de antiguo esplendor que en el resto de la casa. Los colores esmeralda y plateado de Slytherin se veían por todas partes, tanto en el cubrecama y las cortinas de las ventanas como en la tela que forraba las paredes; el emblema de la familia Black estaba esmeradamente pintado encima de la cama, junto con su lema «Toujours pur», y debajo había una serie de recortes de periódico amarillentos que componían un irregular collage.

Las dos chicas cruzaron la habitación para examinarlos.

-Todos hablan sobre Voldemort -Dijo Hermione-. Por lo visto, Regulus ya era admirador suyo unos años antes de unirse a los mortífagos.

Hermione se sentó en la cama para leer los recortes y la colcha desprendió una nube de polvo. Alaska se quedó de pie, leyendo con disgusto cada noticia sobre Voldemort.

-Era buscador. -Comentó Harry.

-¿Qué dices? -Preguntó Hermione, todavía enfrascada en la lectura de los recortes de prensa referentes a Voldemort.

-Está sentado en medio de la fila delantera; ahí es donde se coloca el buscador.

Alaska le dio un rápido vistazo a la fotografía que el chico estaba observando; mostraba a todo el equipo de Quidditch de Slytherin del 78. Ella la había visto antes en la sala común, dónde había un estante con fotografías de alumnos notables de la casa.

Ron se puso de cuatro patas para buscar bajo el armario, Harry se acercó a la mesa pero no pareció encontrar nada de valor en ellos.

-Hay otra manera más fácil de buscarlo... -Sugirió Hermione mientras Harry se limpiaba los dedos pringosos de tinta en los vaqueros. Levantó la varita y exclamó-: ¡Accio guardapelo!

Pero no pasó nada. Ron, que rebuscaba entre los pliegues de las descoloridas cortinas, pareció decepcionado.

-Bueno, entonces, ¿está aquí o no está?

-Es claro que el Señor Tenebroso no dejaría el Guardapelo así como así, sin protecciones -Comentó Alaska, mientras observaba a su alrededor, como si estuviera buscando algo-. No será tan fácil de encontrar.

-Como los que Voldemort puso en la vasija de piedra de la cueva. -Observó Harry al recordar que no había logrado convocar el guardapelo falso.

-Entonces, ¿cómo vamos a encontrarlo? -Preguntó Ron.

-Tendremos que buscar a mano. -Respondió Hermione.

-No creo que sea necesario -Mencionó la rubia, sus manos descansaban en su cadera-. No está aquí.

-¿Cómo estás tan segura? -Inquirió Hermione.

-Los Horrocruxes son objetos poderosos e impregnados de magia oscura, siempre dejan un rastro -Explicó Alaska-. Si uno sabe que buscar, puede encontrarlo. Y ahora mismo no siento nada, no hay señales de que este cerca.

-Tal vez estes buscando mal.

La rubia alzó las cejas, más no dijo nada. Harry, Ron y Hermione decidieron seguir examinando el lugar. Rastrearon cada centímetro de la habitación más de una hora, pero al final se vieron obligados a admitir que el guardapelo no estaba allí. Ya había salido un sol que deslumbraba incluso a través de las sucias ventanas del rellano.

-Sin embargo, tal vez esté en otro sitio de la casa -Insistía Hermione cuando bajaban por la escalera. Harry y Ron se habían desanimado, pero ella parecía más decidida que nunca a seguir buscando-. Tanto si Regulus logró destruirlo como si no, seguro que no quería que Voldemort lo encontrara, ¿verdad?

-¿Por qué no le preguntamos al elfo domestico? -Sugirió la rubia-. Kreacher se llamaba, ¿no?

-Kreacher nos robó un montón de cosas -Recordó Harry-. Tenía un alijo enorme guardado en su armario de la cocina. ¡Vamos!

Bajó los escalones de dos en dos y lo siguieron atropelladamente. Hicieron tanto ruido que al pasar por el vestíbulo despertaron al retrato de la madre de Sirius.

-¡Podridos! ¡Sangre sucia! ¡Canallas! -Les gritó la bruja mientras se precipitaban a la cocina del sótano y cerraban la puerta tras ellos.

Harry cruzó la estancia corriendo y se detuvo con un derrape ante el armario de Kreacher, que abrió de golpe. Allí estaba el nido de mantas sucias y raídas en que antes dormía el elfo doméstico, pero las alhajas que éste había rescatado ya no relucían entre ellas. Lo único que quedaba a la vista era un ejemplar de La nobleza de la naturaleza: una genealogía mágica.

Harry, que se negaba a darse por vencido, tiró de las mantas y las sacudió. Cayó un ratón muerto y rodó por el suelo. Ron soltó un gruñido y se subió a una silla; Hermione cerró los ojos.

-Todavía no hemos terminado -Murmuró Harry, y llamó-: ¡Kreacher!

Se oyó un fuerte «¡crac!» y el elfo doméstico apareció de la nada ante la fría y vacía chimenea. Era muy pequeño, le colgaban pliegues de piel blancuzca por todas partes, y unos mechones de pelo blanco le salían por las orejas de murciélago

-El amo -Dijo Kreacher con su ronca voz de sapo, e hizo una reverencia murmurando como si hablara con sus rodillas- ha regresado a la noble casa de mi ama con Weasley, el traidor a la sangre, y con la sangre sucia...

-Te prohíbo que llames a nadie «traidor a la sangre» o «sangre sucia» -Le advirtió Harry.

Kreacher, de nariz con forma de morro de cerdo y ojos inyectados en sangre, hizo una reverencia al observar a Alaska.

-La ama Ryddle está aquí, Kreacher se alegra de tenerla de vuelta, la familia Black le tiene una gran adoración...

-Quiero hacerte una pregunta -Lo detuvo Harry, mirándolo fijamente y con el corazón acelerado-, y te ordeno que contestes con sinceridad. ¿Me has entendido?

-Sí, amo. -Respondió Kreacher, y de nuevo hizo una reverencia.

Harry observó que movía los labios sin articular sonido, sin duda formando los insultos que le habían prohibido pronunciar.

-Hace dos años tiramos un gran guardapelo de oro que había en el salón. ¿Lo recuperaste tú?

Hubo un momento de silencio. Kreacher se enderezó y miró a Harry a los ojos.

-Sí. -Dijo.

-¿Y dónde lo metiste? -Preguntó Harry, eufórico. Ron y Hermione también parecían muy contentos.

Kreacher cerró los ojos como si no quisiera ver la reacción a su respuesta:

-Ya no está aquí.

-¿Que ya no está aquí? -Repitió Harry, decepcionado-. ¿Qué quieres decir?

El elfo se estremeció y se balanceó un poco.

-¿Qué fue lo que ocurrió con el guardapelo, Kreacher? -Preguntó Alaska a su lado, esperando que a ella le diera una respuesta menos vaga.

-Mundungus Fletcher... -Gruñó el elfo con los párpados apretados-. Mundungus Fletcher lo robó todo: las fotografías de la señorita Bella y la señorita Cissy, los guantes de mi ama, la Orden de Merlín, Primera Clase, las copas con el emblema de la familia y... y... -Boqueó mientras su hundido pecho se agitaba y acto seguido abrió los ojos y soltó un grito desgarrador-: ¡Y el guardapelo, el guardapelo del amo Regulus! ¡Kreacher obró mal, Kreacher no cumplió las órdenes que había recibido!

Harry reaccionó de manera instintiva: cuando el elfo se lanzó hacia el atizador de la chimenea, el chico se precipitó sobre él y lo derribó. El chillido de Hermione se mezcló con el de Kreacher, pero Harry gritó más fuerte que los dos:

-¡Kreacher, te ordeno que te estés quieto!

Cuando notó que se quedaba inmóvil, lo soltó. La criatura permaneció tumbada en el frío suelo de piedra, los hundidos ojos anegados en lágrimas.

-¡Deja que se levante, Harry! -Susurró Hermione.

-¿Para qué se golpee con el atizador? -Replicó éste, y se arrodilló a su lado-. No, ni hablar. Bueno, Kreacher, quiero que me digas la verdad: ¿cómo sabes que Mundungus Fletcher robó el guardapelo?

-¡Kreacher vio cómo lo robaba! -Respondió el elfo resollando, y las lágrimas le resbalaron por el hocico y se le perdieron en la boca de dientes grisáceos-. Kreacher lo vio salir del armario de Kreacher cargado con los tesoros de Kreacher. Kreacher le dijo al muy ratero que se detuviera, pero Mundungus Fletcher rió y... y echó a correr.

-Has dicho que el guardapelo era del amo Regulus -Observó Harry-. ¿Por qué? ¿De dónde había salido? ¿Qué tenía que ver Regulus con él? ¡Kreacher, levántate y cuéntame todo lo que sepas sobre ese guardapelo, y qué relación tenía Regulus con él!

El elfo se incorporó, se hizo un ovillo ocultando la cara entre las rodillas y se meció adelante y atrás. Cuando se decidió a hablar, lo hizo con una voz amortiguada, pero se le entendió muy bien en la silenciosa y resonante cocina.

-El amo Regulus sabía cuánto le debía al apellido Black y estaba orgulloso de su sangre limpia. Durante años habló del Señor Tenebroso, que iba a sacar a los magos de su escondite para que dominaran a los muggles y a los hijos de los muggles... Y cuando tenía dieciséis años, el amo Regulus se unió al Señor Tenebroso. ¡Kreacher estaba tan orgulloso de él, tan orgulloso, se alegraba tanto de servirlo!

A Alaska se le encogió el corazón, pensó en todos los mortifagos que se habían unido a Voldemort con esa edad. Al igual que ella lo había hecho, y Draco.

-Y un día, un año después de haberse unido a él, el amo Regulus bajó a la cocina a ver a Kreacher. El amo Regulus siempre había tratado bien a Kreacher. Y el amo Regulus dijo... dijo... -El anciano elfo se meció más deprisa que antes- dijo que el Señor Tenebroso necesitaba un elfo.

-¿Que Voldemort necesitaba un elfo? -Se extrañó Harry mirando a Ron y Hermione, tan desconcertados como él.

-¡Ay, sí! -Se lamentó Kreacher-. Y el amo Regulus le ofreció a Kreacher. Era un gran honor, dijo el amo Regulus, un gran honor para él y para Kreacher, que tenía que hacer cuanto el Señor Tenebroso le ordenara y luego volver a ca... casa -El elfo doméstico se meció aún más deprisa y sollozó-. Así que Kreacher se marchó con el Señor Tenebroso. El Señor Tenebroso no le dijo a Kreacher qué quería que hiciera, pero se llevó a Kreacher a una cueva junto al mar. Y dentro de la cueva había una caverna, y en la caverna había un lago, negro e inmenso...

Esa mañana Harry se había despertado temprano, al igual que ella, y tuvieron tiempo de compartir historias. Esa misma mañana Harry le había explicado lo ocurrido en esa caverna, cuando acompaño a Dumbledore para buscar el Horrocrux, así que podía hacerse una idea de lo que Kreacher había tenido que hacer.

-... había una barca... En la isla había una va... vasija llena de poción, y el Se... Señor Tenebroso obligó a Kreacher a bebérsela... -Temblaba de pies a cabeza-. Kreacher bebió, y mientras bebía vio cosas terribles... A Kreacher le ardían las entrañas... Kreacher le suplicó al amo Regulus que lo salvara, le suplicó a su ama Black, pero el Señor Tenebroso sólo reía... Obligó a Kreacher a beberse toda la poción... dejó un guardapelo en la vasija vacía... y volvió a llenarla de poción...

Alaska se estremeció ante el relato.

-Y entonces el Señor Tenebroso se marchó en la barca, dejando a Kreacher en la isla... Kreacher necesitaba agua, se arrastró hasta la orilla de la isla y bebió agua del negro lago... y unas manos, unas manos cadavéricas, salieron de él y arrastraron a Kreacher hacia el fondo...

-¿Cómo saliste de allí? -Preguntó Harry, y no le sorprendió que su voz fuera sólo un susurro.

Kreacher levantó la fea cabeza y miró a Harry con sus enormes ojos inyectados en sangre.

-El amo Regulus ordenó a Kreacher que volviera. -Respondió.

-Ya lo sé, pero ¿cómo huiste de los inferi?

Kreacher lo miró sin comprender.

-El amo Regulus ordenó a Kreacher que volviera. -Repitió.

-Sí, eso ya lo has dicho, pero...

-Hombre, Harry, es evidente, ¿no? -Intervino Ron-. ¡Se desapareció!

-Pero en esa cueva no podías aparecerte ni desaparecerte -Razonó Harry-, porque si no Dumbledore...

-La magia de los elfos no es como la de los magos -Dijo Ron-. Quiero decir que en Hogwarts, por ejemplo, ellos pueden aparecerse y desaparecerse, y nosotros no.

Guardaron silencio mientras Harry asimilaba esa idea. Hermione afirmó con frialdad:

-Claro, Voldemort debía de considerar que la magia de los elfos domésticos estaba muy por debajo de la suya, como la mayoría de los sangre limpia, que los tratan como si fueran animales. Seguro que nunca se le ocurrió pensar que los elfos poseyeran poderes que no estuvieran a su alcance.

-La primera ley de un elfo doméstico es cumplir las órdenes de su amo -Entonó Kreacher-. A Kreacher le ordenaron volver, y Kreacher volvió...

-En ese caso, hiciste lo que te habían ordenado -Dijo Hermione con dulzura-. ¡No desobedeciste ninguna orden!

Kreacher negó con la cabeza y se meció aún más rápido que antes.

-¿Y qué pasó cuando llegaste aquí? -Preguntó Harry-. ¿Qué dijo Regulus al explicarle lo sucedido?

-El amo Regulus estaba preocupado, muy preocupado. El amo Regulus le ordenó a Kreacher que se escondiera y no saliera de la casa. Y entonces poco después... una noche, el amo Regulus fue a buscar a Kreacher a su armario, y el amo Regulus estaba raro, no era el mismo de siempre, parecía trastornado; Kreacher lo notó... Y le pidió a Kreacher que lo llevara a la cueva, a la cueva a la que Kreacher había ido con el Señor Tenebroso... Y allí fueron.

-¿Y te obligó a beber la poción? -Preguntó Harry, indignado.

Pero Kreacher negó con la cabeza y rompió a llorar

-Regulus la bebió. -Dijo entonces Alaska, entendiendo que era lo que había ocurrido.

-El a... amo Regulus se sacó del bolsillo un guardapelo como el que tenía el Señor Tenebroso -Explicó Kreacher mientras las lágrimas le resbalaban por ambos lados del hocico-. Y le dijo a Kreacher que lo agarrara y que, cuando la vasija estuviera vacía, cambiara un guardapelo por el otro.

Los sollozos de Kreacher eran cada vez más desgarradores.

-Y ordenó... a Kreacher... que se marchara sin él. Y ordenó... a Kreacher que regresara a casa... y que nunca le contara a mi ama... lo que él había hecho... y que destruyera... el primer guardapelo. Y entonces... se bebió... toda la poción... y Kreacher cambió los guardapelos... y vio cómo... al amo Regulus... lo arrastraban al fondo del lago... y...

-¡Oh, Kreacher! -Se lamentó Hermione, que también lloraba.

Se arrodilló al lado del elfo e intentó abrazarlo, pero Kreacher se puso en pie, apartándose de ella como si le tuviera asco.

-La sangre sucia ha tocado a Kreacher, él no lo permitirá, ¿qué diría su ama?

-¡Te he dicho que no la llames sangre sucia! -Lo reprendió Harry, pero el elfo ya se estaba castigando: se tiró al suelo y empezó a golpearse la frente contra él.

-Detente, Kreacher. -Le pidió Alaska, quien no soportaba ver como se dañaba a sí mismo.

El elfo se tumbó en el suelo resollando y estremeciéndose. Unos mocos verdes le brillaban en el hocico, le estaba saliendo un cardenal en la pálida frente y tenía los ojos llorosos, hinchados y sanguinolentos.

-Así que trajiste el guardapelo aquí -Harry continuó interrogándolo, implacable, decidido a sonsacarle el relato completo de lo ocurrido-. ¿Qué hiciste con él? ¿Intentaste destruirlo?

-Nada de lo que probó Kreacher le hizo ningún daño -Se lamentó el elfo-. Kreacher lo intentó todo, todo lo que sabía, pero nada, nada daba resultado... La cubierta tenía hechizos muy poderosos, Kreacher estaba seguro de que había que abrirlo para destruirlo, pero no se abría... Kreacher se castigó, volvió a intentarlo, se castigó, volvió a intentarlo. ¡Kreacher no había obedecido las órdenes, Kreacher no conseguía destruir el guardapelo! Y su ama estaba enferma de dolor, porque el amo Regulus había desaparecido, y Kreacher no podía contarle qué había pasado, no podía, porque el amo Regulus le había pro... prohibido decirle a nadie de la fa... familia qué había pa... pasado en la cueva...

Y se puso a sollozar tan fuerte que ya no logró articular ni una palabra coherente más. Hermione lloraba a lágrima viva, sin dejar de mirarlo, pero no se atrevió a tocarlo otra vez. Incluso Ron, que no le tenía mucha simpatía al elfo, parecía preocupado. Alaska se encontraba de brazos cruzados, en silencio y con los labios fruncidos.

Harry se puso en cuclillas y movió la cabeza intentando aclararse las ideas.

-No te entiendo, Kreacher -Dijo al fin-. Voldemort intentó matarte, Regulus murió para hacer caer a Voldemort, y sin embargo a ti no te importó traicionar a Sirius y entregárselo al Señor Tenebroso. No tuviste ningún inconveniente en ir a hablar con Narcisa y Bellatrix y pasarle información a Voldemort a través de ellas...

-Él es leal a las personas que son amables con él -Mencionó Alaska-, es claro que Sirius no era uno de ellos. La señora Black debió de serlo, al igual que Regulus, por eso él los obedecía y repetía sus creencias.

-Ya sé qué vas a decir -Añadió Hermione antes de que Harry protestara-: que Regulus cambió de actitud. Pero eso no se lo explicó a Kreacher, ¿verdad? Y creo que sé por qué. Kreacher y la familia de Regulus estarían más seguros si seguían en la línea de los sangre limpia. Regulus intentaba protegerlos a todos.

-Pero Sirius...

-Sirius se portaba fatal con Kreacher, Harry, y no pongas esa cara, porque sabes que es la verdad. El elfo llevaba mucho tiempo solo cuando tu padrino vino a vivir aquí, y seguramente estaba ávido de un poco de afecto. Estoy convencida de que «la señorita Cissy» y «la señorita Bella» fueron encantadoras con Kreacher cuando regresó, y por eso él les hizo un favor y les contó todo cuanto querían saber.

Harry se quedó sin réplica mientras contemplaba a Kreacher sollozar en el suelo.

-Kreacher -Dijo Harry al cabo de un rato-, cuando estés recuperado... siéntate, por favor.

El elfo tardó unos minutos en dejar de llorar e hipar. Entonces volvió a sentarse, frotándose los ojos con los nudillos como un niño pequeño.

-Voy a pedirte una cosa, Kreacher -Musitó Harry-. Kreacher, por favor, quiero que vayas a buscar a Mundungus Fletcher. Necesitamos averiguar dónde está el guardapelo del amo Regulus. Es muy importante. Queremos terminar el trabajo que empezó el amo Regulus, queremos... asegurarnos de que él no murió en vano.

Kreacher dejó de restregarse los ojos, apartó las manos de la cara y, mirando a Harry, dijo con voz ronca:

-¿Que vaya a buscar a Mundungus Fletcher?

-Sí, y que lo traigas aquí, a Grimmauld Place. ¿Crees que podrías hacer eso por nosotros?

Kreacher asintió y se levantó. Entonces Harry sacó el guardapelo falso, aquel en el que Regulus había guardado la nota para Voldemort.

-Mira, Kreacher, me gustaría... regalarte esto -Y le puso el guardapelo en la mano-. Pertenecía a Regulus, y estoy seguro de que a él le habría gustado que lo tuvieras tú como muestra de agradecimiento por lo que...

Cuando el elfo miró el guardapelo, soltó un aullido de sorpresa y congoja y se lanzó de nuevo al suelo. Tardaron casi media hora en volver a calmarlo; el elfo estaba tan emocionado por el hecho de que le regalaran un recuerdo de la familia Black que las piernas no lo sostenían.

Cuando por fin consiguió dar unos pasos, los cuatro jóvenes lo acompañaron hasta su armario. Le vieron guardar el guardapelo entre las sucias mantas y le aseguraron que, durante su ausencia, la protección de aquel tesoro tendría para ellos la máxima prioridad. Entonces Kreacher dedicó sendas reverencias a Harry, Alaska y Ron, e incluso un pequeño movimiento espasmódico hacia Hermione que podía interpretarse como un saludo respetuoso, y a continuación se desapareció con el acostumbrado y fuerte «¡crac!».

Creyeron que para Kreacher, un elfo doméstico, aquella tarea le llevaría como mucho un par de horas. Sin embargo, el elfo no volvió esa mañana, y tampoco al día siguiente, ni al otro. En cambio, dos hombres ataviados con capa aparecieron en la plaza frente al número 12, y allí se quedaron hasta el anochecer, sin apartar la mirada de la fachada que no veían.

-Mortífagos, seguro -Dictaminó Ron, mientras los espiaban desde las ventanas del salón-. ¿Creen que saben que estamos aquí?

-Lo dudo. -Respondió Hermione, aunque parecía asustada.

-Si lo supieran, habría más que dos mortífagos. -Mencionó Alaska.

-Seguro que están vigilando por si aparecemos -Dijo Ron-. Al fin y al cabo, saben que la casa es de Harry.

-¿Cómo lo...? -Se extrañó Harry. -El ministerio examina los testamentos de los magos, ¿recuerdas? Por tanto, deben de saber que Sirius te dejó esta casa en herencia.

La presencia de aquellos mortífagos incrementó la atmósfera de amenaza en la casa. Además, no habían tenido noticias de nadie que estuviera fuera de Grimmauld Place desde que vieron el patronus del señor Weasley, y la tensión empezaba a notarse. Además, la única que había salido de la casa, era Alaska, que salía únicamente a comprar comida e ir con Severus para hablar de sus nulos avances de su misión.

La tercera noche de aquella larga espera, Alaska se encontraba sola en la cocina jugando ajedrez mientras bebía té. Se había separado del grupo horas atrás, cuando Ron y Hermione se habían puesto a pelear por decima vez en el día.

No esperaba ser molestada, pero Harry, Ron y Hermione aparecieron por la puerta junto a Lupin, quién la saludo mientras sacaba varias cervezas de mantequilla de su capa y todos se sentaron.

-Habría llegado hace tres días, pero tuve que deshacerme del mortífago que me seguía la pista -Explicó Lupin-. Bueno, díganme, ¿vinieron directamente aquí después de la boda?

-No -Respondió Harry-, primero nos tropezamos con un par de mortífagos en una cafetería de Tottenham Court Road.

A Lupin se le derramó casi toda la cerveza que estaba bebiendo.

-¿Qué has dicho?

Le contaron lo que había ocurrido y Lupin se quedó perplejo.

-Pero ¿cómo los encontraron tan deprisa? ¡Es imposible seguirle el rastro a alguien que se traslada mediante Aparición, a menos que te agarres a él en el preciso instante en que se desaparece!

-Pues no es muy probable que estuvieran paseando por Tottenham Court Road por casualidad, ¿verdad? -Observó Harry.

-Hemos pensado que quizá Harry todavía lleve activado el Detector -Comentó Hermione.

-Eso es imposible -Dijo Lupin-. Dejando aparte otras cosas, si Harry aún llevara el Detector, ellos habrían sabido a ciencia cierta que estaba aquí. Pero no entiendo cómo consiguieron seguiros hasta Tottenham Court Road. Eso sí es preocupante, muy preocupante.

-Dinos qué pasó cuando nos marchamos. No hemos sabido nada desde que el padre de Ron nos dijo que su familia estaba a salvo.

-Bueno, Kingsley nos salvó. Y Alaska, claro -Agregó Lupin-. Gracias a sus avisos, la mayoría de los invitados de la boda pudieron desaparecerse antes de que llegaran ellos.

-¿Eran mortífagos o gente del ministerio? -Preguntó Hermione.

-Un poco de todo, pero a efectos prácticos ahora son la misma cosa. Eran aproximadamente una docena, aunque no sabían que estabas allí, Harry. Arthur oyó el rumor de que habían torturado a Scrimgeour antes de matarlo para que les revelara tu paradero; si eso es cierto, el ministro no te delató.

Harry miró a sus amigos y vio en sus rostros la mezcla de conmoción y gratitud que él mismo sintió.

-Los mortífagos registraron La Madriguera de arriba abajo -Prosiguió Lupin-. Encontraron al ghoul, pero no se atrevieron a acercársele mucho. Y luego interrogaron a los que quedábamos durante horas; trataban de obtener información sobre ti, Harry, pero naturalmente sólo los miembros de la Orden sabíamos que habías estado en la casa.

-¿Ocurrió algo más?

-Sí. Al mismo tiempo que arruinaban la boda, otros mortífagos allanaban todas las casas del país relacionadas con la Orden. No hubo víctimas mortales -Se apresuró a precisar anticipándose a la pregunta-, pero emplearon métodos muy crueles: quemaron la casa de Dedalus Diggle, aunque, como ya saben, él no estaba allí, y utilizaron la maldición cruciatus contra la familia de Tonks. Querían saber adónde habías ido después de visitarlos.

-¿Archer está bien?

Alaska y Hermione compartieron una mirada de incomodidad, ambas hacían hecho la pregunta al mismo tiempo.

-Sí, están todos bien; muy impresionados, desde luego, pero, por lo demás, bien.

-¿Y los mortífagos lograron superar todos los encantamientos protectores? -Preguntó Harry al recordar lo bien que habían funcionado la noche que se estrelló en el jardín de los padres de Tonks.

-Considera, Harry, que ahora cuentan con toda la potencia del ministerio -Aclaró Lupin-, y tienen permiso para realizar hechizos brutales sin temor a que los identifiquen ni los detengan. Así que lograron traspasar los hechizos defensivos que habíamos puesto para protegernos de ellos, y una vez dentro no ocultaron a qué habían ido.

-¿Y al menos se han molestado en ofrecer una excusa por torturar a quienquiera que se haya acercado alguna vez a Harry? -Preguntó Hermione, indignada.

-Bueno... -Repuso Lupin. Vaciló un momento y sacó un ejemplar de El Profeta que llevaba doblado-. Miren esto.

Y empujó el periódico sobre la mesa hacia Harry.

-Tarde o temprano te ibas a enterar. Ése es su pretexto para perseguirte.

Alaska se inclinó para observar el periódico, cuya primera plana incluía una gran fotografía del rostro de Harry y el titular decía: SE BUSCA PARA INTERROGARLO SOBRE LA MUERTE DE ALBUS DUMBLEDORE.

Ron y Hermione prorrumpieron en exclamaciones, ofendidos, pero Harry no dijo nada y apartó el periódico; no quería seguir leyendo, porque ya se imaginaba lo que diría.

-Lo siento, Harry -Murmuró Lupin.

-Entonces, ¿los mortífagos también se han apoderado de El Profeta? -Preguntó Hermione, furiosa. Lupin asintió con la cabeza-. Pero seguro que la gente sabe lo que está pasando, ¿no?

-El golpe ha sido discreto y prácticamente silencioso -Repuso Lupin-. La versión oficial del asesinato de Scrimgeour es que ha dimitido; lo ha sustituido Pius Thicknesse.

-Quién está bajo la maldición Imperius -Dijo Alaska-, está bajo el control del Señor Tenebroso.

-¿Y por qué Voldemort no se ha proclamado ministro de Magia? -Preguntó Ron.

-Porque no lo necesita -Respondió Alaska-. Él está al mano, pero no tiene la necesidad de mostrarse como tal.

-Como es lógico, la gente ha deducido lo que ha pasado, porque la política del ministerio ha experimentado un cambio drástico en los últimos días, y muchas personas sospechan que Voldemort debe de ser el responsable de tal cambio. Sin embargo, ésa es la clave: sólo lo sospechan. Pero no se atreven a confiar en nadie, porque no saben de quiénes pueden fiarse y les da miedo expresar sus opiniones, por si sus conjeturas son ciertas y el ministerio toma represalias contra sus familias. Sí, Voldemort juega a un juego muy inteligente. Si se hubiera proclamado ministro, habría podido provocar una rebelión; en cambio, permaneciendo enmascarado, ha logrado sembrar la confusión, la incertidumbre y el temor.

-Y ese cambio drástico de la política del ministerio -Terció Harry- ¿implica prevenir al mundo mágico contra mí en lugar de contra Voldemort?

-Sí, desde luego -Confirmó Lupin-, y es un golpe maestro. Ahora que Dumbledore está muerto, tú, el niño que sobrevivió, podrías convertirte en el símbolo y el aglutinante del movimiento antiVoldemort. Pero insinuando que participaste en la muerte del antiguo héroe, el Señor Tenebroso no sólo le ha puesto precio a tu cabeza, sino que además ha sembrado la duda y el miedo entre mucha gente que te habría defendido. Entretanto, el ministerio ha empezado a actuar contra los hijos de muggles.

Lupin señaló El Profeta.

-Miren en la página dos.

Hermione pasó las páginas con la misma expresión de desagrado que había adoptado cuando tenía en las manos Los secretos de las artes más oscuras, y leyó en voz alta:

-Registro de «hijos de muggles»: el Ministerio de Magia está llevando a cabo un estudio sobre los que atienden a esa denominación para entender mejor cómo llegaron a poseer secretos mágicos. Una investigación reciente realizada por el Departamento de Misterios revela que la magia sólo puede transmitirse entre magos mediante la reproducción. Por lo tanto, si no existen antepasados mágicos comprobados, es posible que los llamados «hijos de muggles» hayan obtenido sus poderes mágicos por medios ilícitos, como el robo o el empleo de la fuerza. El ministerio está decidido, pues, a acabar con esos usurpadores de los poderes mágicos, y a tal fin ha invitado a todos ellos a presentarse para ser interrogados por la Comisión de Registro de Hijos de Muggles, de reciente creación.

-La gente no permitirá que esto pase. -Opinó Ron.

-Ya está pasando -Lo desengañó Lupin-. Mientras nosotros estamos aquí hablando, ya están deteniendo a hijos de muggles.

Alaska sintió el miedo extenderse por su cuerpo. Si eso estaba ocurriendo, significaba que Tim estaba en peligro. No tenía ninguna forma de demostrar que tenía antepasados mágicos y si atrapaban a Tim... Si algo le pasaba... Alaska no podría soportarlo.

Sólo tenía trece años, era un niño.

Debía encontrar la forma de saber que se encontraba bien, de asegurarse que estuviera a salvo hasta que la guerra terminara; aunque no tenía idea de cómo lo lograría.

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