En tus manos confío Chapter 21

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Chapter 21

Aunque la jaqueca no me dejaba, no quería mostrarme débil ante el recién aparecido. Me puse de pie con ayuda del nephelim y encaré al rubio.

-¿Quién eres? ¿Vienes por mí? ¿Acaso te envió Naomi? –pregunté con disimulada confianza.

-Voy a contestarte solo porque me caes bien. Soy Dios, sí y no. –dijo el hombre con desbordante relajación.

-¿Dios? –instintivamente Jack me puso tras de sí.

-¿Qué quieres de ella? –Dios se rió con una expresión de superioridad.

-Escucha, Jack, de querer hacerle daño, no la hubiera dejado siquiera nacer, ¿estamos? Por ahora, solo quiero arreglar este embrollo en el que Naomi la ha metido.

Él se acercó a mí y colocó su mano sobre mi cabeza aliviando mi jaqueca. En cuestión de milisegundos vi en mi mente escenas de la creación, de cómo el hombre se fue desarrollando en el mundo. Vi tantas cosas de una vez que no sabía cómo procesar todo eso, pero una cosa sí sabía, él era Dios.

-¿Convencida?

-Sí, Chuck. Ahora dime qué quiere Naomi conmigo.

-Ella es solo una paranoica. Los demonios no te usarán para atacar el Cielo, ni nada de eso.

-Pero Cass,… Le recé y no ha regresado. –dije angustiada.

-Tu rezo no llegó a él, porque yo lo intercepté.

-¡¿Qué?! –grité molesta. –Me importa un bledo si eres el Todopoderoso, no puedes hacerme esto. Cass puede estar en peligro y no me quedaré aquí a esperar que regrese malherido o, peor… podría no regresar…

-Hey, Gabby, espera. –Jack me tomó por los hombros y me hizo mirarlo a los ojos. –No digas eso ni en broma. Castiel regresará.

Bajé la mirada, cada vez que pasaba algo que no estaba al alcance de mi humana mano me sentía que quería morir. Castiel se había ido al Cielo, quizás a una trampa mortal por parte de Naomi, Dios estaba frente a mí, diciendo que no me dejaría comunicarme con él y yo… yo solo me desplomé en el suelo. Mis piernas me fallaron y mis manos cayeron sobre mis muslos  sin fuerza, estaba acabada.

-¿Qué voy a hacer? –susurré sin saber a quién me dirigía.

-Ven conmigo. –me dijo el rubio.

-¿A dónde? –lo miré sin expresión.

-Ya sé lo que piensas y no, no te llevaré al Cielo, sino al Infierno.

-¿Qué? –él puso otra vez su mano sobre mí. –¡No, espera! ¡Jack!

Mi ademán de dar con las manos del joven nephelim fue interrumpido por el repentino teletransporte. Al percatarme, estaba frente a Crowley, en el salón del trono del Infierno.

Pero mi mayor molestia era que estaba sola, Dios se había esfumado.

-Cuando lo vea otra vez… -susurré en tono de amenaza.

-Pequeño cuervo. –dijo Crowley con un tono entusiasta por mi llegada. – Que orgullo que hayas venido.

-¡Crowley! –me alegré tanto de verlo que interrumpí su ademán de ponerse de pie con mi abrazo.

Los demonios a su alrededor lo miraban con extrañeza, él solo me devolvió el gesto con amabilidad. Luego miró a sus súbditos.

-¿Qué? El Rey de Infierno no puede tener una amiga. –los demonios desviaron la mirada intimidados.

-Crowley, necesito que me ayudes. –le dije con urgencia al soltarlo.

-¿Qué pasa, mi niña? Plumitas está en problemas, ¿supongo?

-¿Cómo lo sabes?

-Sé por tus ojos que algo pasó. Y tu llegada fue poco ortodoxa.

-Bueno, te sorprenderá saber que Dios fue el que me trajo aquí. –la sonrisa del demonio desapareció.

-Que el Infierno nos proteja. –dijo él anonadado.

-Crowley, -tomé sus manos con suavidad. –algo pasó en la Tierra. Los Winchester me dijeron que Naomi está tras de mí. Cass fue al Cielo luego de que los Winchester se encontraran con ella, estoy preocupada. No sé qué está pasando.

Los otros demonios del salón se miraron entre sí sospechosamente. Crowley se dio cuenta del ambiente y los reunió a todos frente a nosotros con sus poderes. Los tres demonios estaban asustados, conocían a su Rey y su temperamento. Crowley dio un par de pasos lentos y pesados, intimidaba, hasta yo lo sentía.

-¿Y bien? ¿Hay algo que mis fieles vasallos tengan que decirme?

-Mi Rey… -titubeó uno de ellos.

-¡Habla! –gritó él haciendo temblar el lugar.

-Algunos demonios… han estado… usando la… sangre de la… chica… -logró decir uno de ellos.

-¡Espera! ¿Cómo dices? Pensé que había usado toda la sangre que Lucifer me quitó.

-Parece que la transfusión fue más conveniente para los míos. –me dijo y luego se volteó a los demonios. –Díganme, mis devotos, ¿para qué esos traidores querían la sangre de mi amiga?

-Ellos querían atacar el Cielo… Debilitar a los pocos ángeles que quedan…

-¿Algo más?

-N-no, señor…

-¡Rey!

-¡No, mi Rey! –gritó el demonio espantado.

-Muy bien. Gracias por su colaboración. –Crowley chasqueó los dedos y los demonios frente a nosotros se hicieron polvo. –Lo siento por eso, querida.

-No hay tiempo para esto. Crowley, tienes que ayudarme a detener a esos demonios antes de que lleguen al Cielo.

-Ese es mi trabajo, pequeño cuervo. Tú regresa a la Tierra, sin Plumitas tus amigos estarán como revolver sin alas.

-¿No querrás decir sin balas? –pregunté confundida por la comparación.

-No si estamos hablando de tu querido amigo emplumado. –a pesar de lo complicado de la situación, Crowley fue capaz de sacarme una sonrisa.

Las puertas del búnker se abrieron dejando entrar a los Winchester apresuradamente. Ambos bajaron las escaleras con paso acelerado y se encontraron con Jack al final de estas.

-Jack, ¿dónde está? –preguntó Dean casi gritando.

-Se fueron… -el chico no sabía cómo explicar los acontecimientos que habían atormentado su mente hasta ese momento.

-Tómalo con calma. –dijo Sam. -¿Qué quieres decir con que se fueron? ¿Gabby se fue con Cass?

-No, ella se fue con Dios. –ambos hermanos se miraron entre sí con la mayor sorpresa del mundo reflejada en sus ojos.

-¿Él te dijo que era Dios? ¡¿A dónde la llevó?!

-Calma, Dean, lo pondrás peor. Jack, dinos lo que pasó.

-Él dijo que la llevaría al Infierno,  que no la dejaría comunicarse con Castiel. No sé qué pasó, pero ellos desaparecieron.

Dean empujó la mesa donde estaba apoyado y dio varios pasos acariciando su pelo. Sam se quedó junto al nephelim, se notaba que estaba dolido por no haber podido hacer nada.

-¿Sabes qué? –Dean señaló a su hermano. – Voy a matar a Chuck.

-Dean, lo conoces, Chuck puede ser un poco misterioso a veces. Quizás llevó a Gabby al Infierno para que estuviese protegida de Naomi.

-Oh, sí, díselo a los cadáveres de los demonios que vimos en aquella casa. Alguien está usando la sangre de Gabby para algo, y no creo que sea bueno que esté en el Infierno si eso hace fuerte a los demonios.

-Bueno, tiene a Crowley, él la protegerá.

-Aun así, -Dean se sentó.- aun tenemos que encontrar a Cass, y si Gabby no puede llamarlo, nosotros lo haremos.

Jack miraba a ambos hermanos con unos ojos que suplicaban perdón, el menor Winchester le apretó el hombro con seguridad dándole con esto algo de confianza al muchacho. Ellos dos también se sentaron cerca de Dean.

-Bueno, sabes que no soy bueno en eso de rezar, Cass. Entonces, solo trae tu emplumado trasero hasta aquí antes de que me cargue a alguien por armar todo este embrollo. –dijo Dean.

Sam lo miró molesto por sus palabras, pero al escuchar la voz que le respondió a su hermano, no solo él, todos se sobresaltaron sorprendidos.

-Hola, muchachos.

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