Cap. 41

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-Anda, apresúrate.

-Ya, calma.

El menor tiraba del brazo al mayor, caminando por la arena.

-¿Tú crees que esté muy helada?

-Demasiado, pero me da igual.

Cuando llegaron cerca de la orilla del mar, soltaron sus manos y se sacaron sus zapatos.

JiMin fue el primero en acercarse al mar, dejando que el agua tocara suavemente sus pies.

Dio un pequeño grito de asombro, a la vez que reía.

YoonGi rió al verlo, y se acercó, abrazándolo por la cintura.

Cuando el agua volvió, ambos se rieron y se quejaron por lo fría que estaba el agua.

-¡Está demasiado helada!- Se quejó el menor, tomando los brazos del mayor con un poco de fuerza.

-Fue tú idea, ahora te aguantas- YoonGi apoyó su mandíbula en el hombro de JiMin -Aunque no está tan helada tampoco.

-¿Como que no? Mis pies se congelaron en el segundo que el agua los tocó. Ahora tengo mis pies congelados- JiMin rió, cerrando sus ojos.

Cuando la ola volvió, y JiMin se preparaba para sentir el frío, YoonGi lo levantó de la cintura, sus pies dejaron de tocar la arena, y por ende, tampoco tocaron el agua helada.

YoonGi lo bajó cuando el agua se había alejado.

-Gracias por salvar mis pies- Rió.

-De nada, bebito.

Siguieron jugando ambos un rato más, luego comenzaron a salpicarse agua entre risas, tratando de no mojarse mucho ya que hacía un poco de frío.

JiMin se estaba divirtiendo de verdad.

Y YoonGi también.

Todo era risas y diversión para ambos.

El mayor solía levantar a JiMin del piso cuando venía mucha agua, haciéndolo sentir maravillado.

El amor tiene ese efecto.

El amor es muy hermoso, y a la vez es muy destructivo.

Porque un día estás feliz con tu pareja, y al otro discuten y ambos sufren un dolor inmenso.

O se separan, y se demoran en que sus corazones vuelvan a sanar.

Porque el amor era como una droga, adictiva pero dañina.

Tenía el poder de hacerte caer por alguien, como a la vez tenía el poder de destruirte en mil pedazos si todo salía mal.

El amor podía ser tu amigo, y a la vez tu enemigo.

Algo que JiMin había aprendido muy bien.

Pero ahora estaba cayendo nuevamente en esa dulce mentira.

Porque el amor es una mentira con algo de azúcar, además de felicidad y lágrimas.

El amor no es para siempre, y eso cuesta entenderlo.

YoonGi también estaba cayendo en ella.

Una dulce visión de la vida, que al romperse te destruye por completo.

JiMin miró las rocas, y sonrió.

Ahora él se sentía fuerte como una roca, dispuesto a que ningún problema lo derrumbara.

Él era fuerte, y con YoonGi a su lado lo era mucho más.

-Estira tus brazos un poco- JiMin obedeció la petición de YoonGi, y extendió sus brazos hacia los lados.

Cuando sintió las manos de YoonGi en su cintura, supo que estaba pasando.

YoonGi estaba imitando una escena de Titanic.

Rió, pero siguió con la postura.

-Siempre quise hacer esto- YoonGi habló -Lo encuentro muy romántico.

-Nos falta solamente estar en un barco- JiMin rió -¿No lo crees?

-El barco me da igual, estar contigo es lo importante.

JiMin sonrió.

Y su corazón se llenó de gozo.

YoonGi se separó, con una sonrisa.

-Ya es mucho, nos resfriaremos si seguimos aquí.

-Tienes razón, vamos.

Se alejaron de la orilla, y volvieron a ponerse sus zapatos.

Se tomaron de las manos, y volvieron a caminar.

Recorrieron la playa, mirando el mar o mirándose entre ellos.

JiMin se acercó más a YoonGi, y el mayor lo abrazó por la cintura, de manera cariñosa.

-¿Que quieres hacer ahora?- Preguntó YoonGi.

-Lo que tú quieras.

-Podemos ir a casa, hemos estado todo el día fuera y va a atardecer pronto.

JiMin asintió, y una idea se le ocurrió.

-Ven, acompáñame a comprar algo.

JiMin comenzó a arrastrar a YoonGi otra vez, y este no se resistió, bastante curioso sobre lo que quería el rubio.

JiMin arrastró al pelinegro hasta una pequeña tienda, y ambos entraron. El menor sabiendo el camino y el mayor dejándose llevar.

Llegaron a un estante que estaba lleno de cajas para preparar distintas recetas.

-¿Te gustaría que hiciéramos galletas?

JiMin giró a ver a YoonGi, sin percatarse de lo cerca que estaban.

-Claro, me da hambre de solo pensarlo.

El menor tomó unas cajas, decidiendo sobre el sabor de estas.

-¿Chocolate o Vainilla?

-Ambas.

JiMin tomó ambas cajas, y sonrió.

Se dirigieron a la cajera, y pagaron, para después salir de la tienda con las manos tomadas.

-Según mis cálculos, las galletas estarán listas antes de que sea el atardecer, o eso espero. De verdad deseo que lo puedas ver junto a mi.

-Y lo haré, claro que lo haré. Hoy y todas las veces que pueda.

JiMin sonrió.

Y YoonGi juró que aquella sonrisa era la más hermosa que había visto en su vida.



-Y ya- El menor colocó las galletas sobre un plato -Están listas.

-Y el té también- Aportó YoonGi -Ahora podemos salir.

Ambos salieron a la terraza, y dejaron todas las cosas en la pequeña mesa que había.

JiMin juntó las sillas, con la intención de que ambos se sentaran juntos.

Y eso hicieron.

Mientras tomaban té y comían galletas, miraban el atardecer y hablaban de temas sin mucha importancia.

Estaban disfrutando de la compañía del otro.

-Perdón si no he hablado mucho contigo este último tiempo, pero la universidad me tiene ocupado- YoonGi rascó su nuca.

-¿Como?- Preguntó JiMin, sorprendido -¿Volviste a la universidad?

-Si, hace poco en realidad, pero tuve que hacer unos trámites y no tenía mucho tiempo.

-¡Felicidades, Yoon!- JiMin lo abrazó con fuerza, y con una sonrisa -Me alegra mucho saber eso.

-Gracias, JiMin- YoonGi le devolvió el abrazo -Pronto seré un periodista, y tú estarás para verlo.

-Claro que sí, y me sentiré muy orgulloso de ti.

-Tú podrías volver a bailar, ¿No crees?- YoonGi le sonrió -Y dar clases de baile y pintura, como solías hacerlo.

-Últimamente estaba pensando eso, pero no se si me siento capaz de volver a dar clases.

-Tú eres capaz de eso y mucho mucho más, eres una persona especial, con mucha capacidad y talento, además de habilidad.

JiMin observó a YoonGi, con la luz del sol casi desapareciendo.

YoonGi era precioso.

Era la persona más hermosa que JiMin había visto durante toda su vida.

Y la amaba con todo su corazón.

Y nunca se cansaría de decirlo o pensarlo.

Dio un sorbo a su té, y comió una galleta.

Ambos vieron como el sol desaparecía por el mar, dando paso a la oscuridad de la noche y la luz de la luna.

El agua se veía perfecta.

-JiMin, yo...- YoonGi dudó -Quería saber algo.

-Te escucho- Respondió el menor, con una sonrisa.

El de hebras negras tragó con algo de nerviosismo.

Era como si todo volviera a empezar.

-¿Tú me sigues amando?

Se sorprendió ante la pregunta.

YoonGi lucía tan asustado de escuchar la respuesta.

Y eso le enterneció.

Porque la respuesta era obvia.

-Te sigo amando como el primer día, a pesar de todo, mi amor por ti sigue vivo en mi corazón, y nada lo sacará de ahí.

Min sonrió levemente.

-¿Tú me amas?- Preguntó, por el puro placer de escuchar la respuesta.

-Como la primera vez que te vi, sonriendo y feliz- YoonGi sonrió más.

La vista del menor bajó hacia los labios de YoonGi, viendo como brillaban con la luz de la luna.

Y sintió unas ganas de besarlos.

YoonGi también miraba los labios de JiMin, con ganas de acercarse.

Y así lo hizo.

Se fue acercando poco a poco, viendo la reacción de JiMin.

Pero cuando el menor se acercó también y cerró sus ojos, su pensamiento quedó más que claro.

Se siguieron acercando, hasta que sus respiraciones se mezclaban dulcemente.

Era una sensación exquisita, el amor rondaba entre ambos.

La atracción y el amor creció de golpe.

Primero fue un solo roce, sus labios tocaron suavemente, y eso les bastó para que se volvieran a acercar, comenzando a besarse.

No era un beso sucio, ni con dobles intenciones, era un beso que demostraba lo mucho que se habían extrañado y lo mucho que se amaban.

Ninguno quería separarse del otro, e intentaban acercarse más, pero no podían.

Se separaron unos centímetros, donde ambos aprovecharon de respirar.

-Te amo tanto- YoonGi miró un segundo el rostro de JiMin, antes de volver a besarlo.

Y JiMin no se negó.

Apoyó su mano en la cintura del mayor, tratando de mantenerlo cerca.

Ambos estaban disfrutando de aquel beso.

Se separaron, algo avergonzados.

Hace mucho que sus labios no se tocaban.

JiMin sonrió, y apoyó su cabeza en el pecho de YoonGi, y este lo abrazó de vuelta.

Ambos volvieron a mirar al mar, y sonreír.

Sus corazones estaban felices.

Ambos habían caído en la dulce mentira del amor.

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