#3: Si no lo hacemos la noche durará más. [✓]

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---¿Promete respetarla y serle fiel tanto en la pobreza como en la riqueza, en la salud y en la enfermedad todos los días hasta que la muerte los separe?

---Acepto ---dice Esteban sonando sumamente seguro y sincero, para el que no lo conoce claro.

  Jill no puede evitar reír, sí le parece un chiste lo que acaba de escuchar, pero contrario a lo que Mariana que se encuentra en el banco frente a ella piensa, su risa se debe a los susurros de Cristopher.

---Entonces. ¿Crees que Esteban nos preste una habitación? ---susurra Cris en el oído de Jill.

---Estoy segura de que no, pero si quieres puedo mostrarte mi departamento ---responde ella de la misma forma.

---Me encantaría visitarlo.

---Pero no será ahora.

---¿Por qué no? Si nos vamos ahora nadie lo notará.

---Claro, nadie lo notará, excepto por las quinientas personas que voltearán a vernos si salimos a media ceremonia.

  Lo mira de reojo y nuevamente no puede evitar sonreir ante la forma en que Cristopher observa al padr. Pareciera que telepáticamente quisiera decirle que terminara ya con la aburrida ceremonia.

***

  Ha pasado al menos una hora, la ceremonia por fin terminó y Jill se encuentra de pie en el estacionamiento recostada a su auto, observando la luna, mientras los demás invitados disfrutan del brindis. Tal vez Cristopher si viene de un planeta de esos, el chico no parecr humano, es extremadamente seductor, atractivo, además tiene cerebro, no como el resto de tontos que ha conocido a lo largo de su vida.

  Siente que alguien se acerca, esta a punto de voltearse pero es cuándo quedado atrapada entre su auto y el cuerpo de Cristopher, está de espalda y no puede verlo pero puede imaginar que está sonriendo, sus manos comienzan a acariciarla en acompasados movimientos que van de arriba a abajo dejándole encendida la piel por donde se deslizan sus dedos mientras besa su cuello suavemente. Logrando lo que para él se hace cada vez más y más sencillo, dejarla sin aliento.

---Cristopher ---dice sacando fuerzas de algún lugar recóndito de su cuerpo para lo que está a punto de decir, totalmente contrario a lo que ella misma quiere, pero sabe que es lo correcto ---. Si no lo hacemos la noche durará más.

  Durante unos minutos Cris continúa con su lenta y agradable tortura, luego la voltea para mirarla a los ojos, le sonríe y se decide a responder ---tienes razón, es una linda noche, no tiene que terminar aún, vámonos de aquí, esta es la boda más aburrida a la que he asistido.

---Estoy de acuerdo.

  Suben al auto y esta vez Cristopher toma el volante. Conduce hasta detenerse frente a una casa de unas dos plantas. Entran y caminan directo a las escaleras al fondo. Jill aún no sabe como reaccionar, cada mirada de Cristopher parece desnudarle el alma, le quema todo el cuerpo, él sin duda ha dejado un rastro ahí donde la ha tocado, es como si su cuerpo lo extrañara, parece como si le hubiera alborotado el sistema. Esos minutos no han sido suficientes para ella. Llegan a la segunda planta y Cris toma su mano para llevarla a otras escalera más atrás regresándola de sus ensoñaciones a la realidad.

---¿A dónde vamos?

---¿Te gusta la luna?

---Sí, ya te lo había dicho.

---Entonces deja de preguntar y confía en mí, vamos a un buen lugar.

  Ella confía en él, de eso está segura. Confía en él más de lo que ha confiado en cualquier persona antes, y está loca por eso ya que a penas lo conoce, pero lo hace, aún así algo dentro de ella le grita que todo está a punto de salirse de control. Tal vez solo son nervios, o tal vez no.

¿Y si él solo quiere una chica para pasar la noche? ¿Y si solo quiere sexo? ¿Y si ella no le importa en absoluto y él nunca ha estado en Marte? ¿Qué tal si solo es un hombre más común y corriente del planeta tierra?

---Jill ---la llama Cristopher logrando tener su atención. 

  Deja de pensar preguntas tontas y sin respuestas, o que tal vez no son tan tontas pero siguen sin tener respuestas para mirarlo.

---Cierra los ojos.

---¿Qué? ---pregunta notablemente sorprendida, todavía quedan algunas escaleras.

---Cierra los ojos ---Jill alza la vista y entrecierra los ojos.

---Sin trampas ---exige.

Esta vez obedece. Cierra totalmente los ojos y siente como sus manos la sujetan al rededor de la cintura para comenzar a indicarle el camino. Subien unas cuantas escaleras más, escucha el sonido de un cerrojo que se abre, luego el chirrido de unas bisagras. Caminan algunos pasos y vuelve a escuchar la voz de Cristopher que esta vez susurra muy cerca de su oido.

---Ya puedes abrir los ojos.

   Obedece al instante, la curiosidad parece carcomer sus entrañas. Se encuentran en la azotea del edificio, las luces de la ciudad en perfecta armonía con la oscuridad de la noche alumbrando la tierra parecen ser el complemento perfecto de la luna y las estrellas mientras brillan en el cielo. Es preciso, está segura de nunca haber visto nada igual. Le dedica a Cristopher una mirada brillante cargada de emoción y le sonríe, seda cuenta de que es más alto que ella y con aquellos tacones casi alcanza su tamaño, él le regala un giño y entonces sonríe todavía más, volviendo mirar el paisaje.

---Es maravilloso ---dice intentando canalizar en una palabra todo eso que siente ---tú definitivamente tienes que haber estado en Marte.

---¿En Marte?

---Sí, no me escuches, son cosas mías, no tienen sentido.

---Tienes razón, no tiene sentido, pero quisiera que me ayudarás a entender sobre ti incluso lo que no tiene sentido.

  Jill sonríe, no puede evitarlo, su cuerpo se niega a obedecerla cuando está cerca de él, como si su corazón se estuviera rindiendo al. ¿Amor?

---Bueno, he vivido en la tierra toda mi vida y nunca había conocido a un chico como tú, así que supongo que debes venir de otro planeta, y me gusta Marte.

---Entiendo, eres especial Jill, me alegra mucho que nunca antes hayas conocido a nadie como yo, porque yo tampoco había conocido a nadie como tú, tal vez no pueda bajarte la luna pero intentaré hacer que te sientas como si estuvieras en ella.

  Sus rostros están tan cerca que pueden sentir sus respiraciones. La noche es fría pero definitivamente ellos no pueden notarlo, Cristopher desliza una mano tras la nunca de Jill y coloca la otra en su cadera.

La letra de la canción Best of me comienza a sonar. Jill sonríe y en el rostro de Cristopher casi puede leerse que su deseo más grande en ese preciso instante es aventar el teléfono desde ahí. Pero se calma porque obviamente no puede hacerlo.

---Debo contestar ---avisa sacando el móvil de la cartera.

---No contestes ---la respuesta de Cristopher casi parece una súplica, pero divertida.

  Jill echa una ojeada a la pantalla del teléfono y nota que la llamada es de su editora y amiga que probablemente la está buscando, salieron de la boda sin avisar.

---Es Mariana, debe estar preocupada.

---¿Mariana?

---Mi editora, la de la boda.

---Ah, esa Mariana.

  Se aleja de ella para darle privacidad y Jill descuelga la llamada.

---Más vale que tengas una muy buena razón para llamarme.

---¿En dónde estás? ---pregunta la voz del otro lado ignorando la amenaza.

---No tengo idea de en dónde, pero estoy con Cristopher, y estoy bien.

---Déjame adivinar, momento equivocado.

---Totalmente

---Pues en ese caso cuéntale al chico que yo te sugerí invitarlo, no quiero tener que mirar por encima del hombro cada vez que salga de casa, pon puntos a mi favor ---responde ahogando una risa.

---Está bien, le diré, pero no creo que sirva de mucho.

---No importa, contrataré seguridad, y ya debe volver a su departamento Cenicientas, se ha pasado de las doce, además Lía quiere explicaciones y yo quiero detalles, estaremos esperando.

---Volveré en unos minutos, pero Mariana, cómprate un vida propia y déjame vivir la mía en paz.

---Está bien princesa, yo también te quiero, sé que eso fue lo que quisiste decir.

  Jill sonríe, como no va a quererla, termina la llamada y se voltea hacia el muchacho que la observa fijamente.

---Ya debo volver ---dice sonrojándose ante la mirada de él.

---Sí, es tarde, pero la próxima vez deja el teléfono en casa por favor.

---Lo tendré en cuenta ---propone reprimiendo una sonrisa como si realmente fuera a planteárselo.

---Ve a casa, yo pediré un taxi.

---¿Me dirás en dónde estamos?

---Es un secreto.

---Está bien ---acepta ella sin insistir ---pero lo averiguaré un día, tengo que volver a disfrutar de esta vista.

  Acto seguido bajan las escaleras en dirección a su auto

***

   Lía se encuentra recostada al umbral de la puerta en la amplia habitación de su amiga. Mariana permanece tumbada sobre la cama y su cabeza reposa sobre las piernas de Jill que juguetea incesantemente con los risos rubios de su amiga mientras sonríe como la típica enamorada.

---A ver si entendí ---dice la que acaba de escuchar toda la historia desde el inicio y no está segura de estar entendiendo mucho.

---Conociste a Cristopher hace dos días en la playa, lo invitaste a una boda, la boda donde se besaron muy indiscretamente con cientos de testigos, es agradable, lindo, muy celoso. ¿Voy bien?

---Sí ---responde Jil que ahora trenza los cabellos de Mariana.

---Entonces, es Técnico de Emergencias en el mismo hospital en que trabajo y nunca antes lo había visto.

---No ---dice Jill interrumpiéndola ---vas mal, trabaja ahí veinticuatro por setenta y dos y es futbolista el resto del tiempo, hoy ganaron algo de un tal campeonato.

---Ha sí, Amir lo mencionó, el equipo de nuestro país ganó el partido de hoy, pero eso no es lo importante, a ninguna de las presentes nos interesa el fútbol.

---A mí sí ---aclara Jill mirando de reojo a Lía.

---A ti es a la que menos le importa de las tres, perfectamente te quedarías dormida viendo un partido de fútbol.

---Ahora me interesa ---le rectifica cruzándose de brazos como una niña pequeña.

---Bien, entonces, la pregunta del millón, no te acostaste con él porque Mariana te llamó y los interrumpió.

---Algo así, no iba a acostarme con él, no es de esos que solo piensan en la cama.

---Eso no lo sabes, lo conociste hace dos noches.

---¡Sí lo sé! ---exclama abriendo los brazos en señal de obviedad.

---Listo, ya tengo un diagnóstico ---responde Lía mientras camina hacia las chicas y Mariana se reincorpora para quedar sentada sobre la cama y escuchar el veredicto ---: Estás enamorada, tú enfermedad se llama amor.

---¿Estás segura?

---Totalmente, nunca me he equivocado en un diagnóstico.

---¿Y el tratamiento?

---Malas noticias, el tratamiento es Cristopher, pero está en falta.

  Las tres echan a reir y continúan hablando sobre lo que hablan las chicas cuando se juntan.

***

  Cristopher camina hacia su portatil, lo enciende y busca el bloc de La Luna, a penas ha amanecido pero ya debe haber hecho una nueva publicación. Se sienta frente a su escritorio y coloca sobre la mesa un recipiente con las galletas de chocolate que le había dejado Cristina antes de irse en la noche, la taza de porcelana con leche blanca y comienza a leer.

«El deseo es la más clara señal de que te gusta, pero cuando no lo puedes tener el deseo se vuelve incontenible, lo incontenible se vuelve imprescindible y lo imprescindible se hace parte de ti. De esa forma lo haces parte de ti como él es parte de tu deseo y tú eres parte suya. Es imposible saber de que están hechas las almas, pero cuando sientes lo incontenible sabes que tu alma y la suya están hechas de lo mismo.»

  Continúa mirando las letras unos minutos. Es casi increíble como esa chica que no conoce y se encuentra en algun lugar del mundo sabe referise siempre a lo que él está sintiendo.

  Echa una ojeada a la pantalla del teléfono que acaba de encenderse con una llamada entrante.

---Buenos días Matías. ¿Pasa algo?

---No, nada, solo quería saber cómo te fue.

---¿Cómo me fue?

---Sí Cris, con la periodista. ¿Disfrutaron la boda?

Cristopher sonríe recordando cada momento de la noche anterior y responde.

---Disfrutamos la boda.

---¿Y disfrutaron algo más?

---¿Cómo les fue en la fiesta?

---También les fue bien en otras cosas, esa es tu forma de decir sí, amigo, te conozco, de la fiesta no tengo idea, habían muchas periodistas y me marché unos minutos después de llegar con una de ellas.

---¿Y debo imaginar también que ni siquiera recuerdas su nombre?

---Sí lo recuerdo, es Sa-La-Marta, es Marta ---dice Matías luego de unos intentos fallidos.

---No te esfuerces Mat, se que no lo recuerdas, nunca lo recuerdas.

---¿Y eso que tiene que ver? Tengo su número que es lo importante.

---Matías, en este siglo a las chicas aún les importa que recuerden sus nombres.

---¿Estás seguro? Es que no estaba al tanto de eso.

Cristopher se echa a reír y bebe otro sorbo de leche.

---Pues ya lo sabes, te llamo después, a diferencia de ti tengo cosas importantes que hacer.

---Yo también tengo cosas importantes que hacer.

---¿Sí, cómo cuáles?

---Pues, yo... ---el silencio reina unos segundos y luego vuelve es escucharse la voz de Matías ---: no tengo que darte explicaciones de mi vida, no eres mi mamá.

---Eso pensé.

---Yo también soy un hombre ocupado don perfecto, no eres el único.

---Ya ya, no me des explicaciones de tu vida, no soy tu mamá.

---¿Quién iba a darte explicaciones?

  Cris sonríe y pone los ojos en blanco. Deja el teléfono en la mesa junto a la agenda de hojas amarillas y líneas azules donde hace unos días había escrito un recordatorio para no olvidar la salida que había planeado con los chicos a la disco. Hace tiempo que no salen todos juntos. Se termina el desayuno y comienza a vestirse para irse al gimnasio.

***

  La chica está sentada en la cama con el portátil sobre las piernas, revisa el correo para ver si tiene alguno sin leer pero está vacío. Lleva una hora y media mirando la panalla tratando de pensar algo para escribir en su novela, es como si su inspiración se hubiera ido de vacaciones. Cierra el documento y busca el reproductor de música. Selecciona la canción: "Culpable", un cover de Karen Méndez a la canción original de Sharif y Natos. Conecta los auriculares, se coloca los cascos y se recuesta. La música comienza a sonar en sus oídos tan alto que si pasara un tornado frente a ella no lograría escucharlo. Cierra los ojos y se pierde en esa letra que sabe de memoria pero nunca se cansa de escuchar.

  Culpable es lo que dice el veredicto, pero invicto en la derrota de un poema, mi problema es convivir con el conflicto de un corazón adicto a todo lo que quema...

  Las canciones continúan pasando una tras otra, mientras Jill las escucha perdida en la melodía y la letra, como si se identificara con cada una de ellas. El tintineo de la campanita resuena en sus oídos, un correo entrante. Abre los ojos, toma el portátil y busca el programa de correos, un e-mail de Lía marcado de urgente.

De: Lía Smith.
Fecha: 15 de octubre   13:24.
Para: jill Steven
Asunto: ¿Qué esperas?
¿A CASO NO PIENSAS ABRIR HOY LA PUERTA? Tienes cinco segundos para estar aquí, tenemos que ir de compras, esta noche saldremos a despejar un rato.
Lía Smith

Los ojos de la chica se abren como platos brillantes y risueños. No puede contener la risa ante las mayúsculas que parecen gritarle enojadas e inmediatamente se dispone a responder.

De: Jill Steven
Fecha: 15 de octubre    13:25.
Para: Lía Smith
Asunto: Escucho música
Lo siento, no sabía que estabas ahí, escuchaba música muy alto y no te pongas de mal humor. ¿Salir a despejar dónde exactamente?
Jill Steven. Periodista Informativa

  Su respuesta es casi inmediata, a penas ha pasado un minuto.

De: Lía Smith.
Fecha: 15 de octubre    13:26
Para: Jill Steven
Asunto: Da igual
Está bien, te perdono, pero ven a abrirme. AHORA. Iremos al bar de caraoque de siempre. Pero tenemos que comprar ropa nueva
Lía Smith

Jill le sonríe como tonta a la pantalla del portátil, está segura de que su amiga no le está contando todo, Lía odia ir de compras, además esta semana se suponía que pasaría todo el tiempo con Amir, luego él viajará y estará fuera todo el mes.

De: Jill Steven
Fecha: 15 de octubre    13:27.
Para: Lía Smith
Asunto: ¿Verdad o trampa?
¿Dónde está el truco Lía? ¿Cuál es la trampa? Ambas sabemos que odias las compras y que quieres pasar la noche con Amir. ¿Qué estás planeando y dónde entra Mariana en toda esta historia?
Jill Steven. Periodista Informativa

Jill espera la respuesta de Lía que esta vez tarda unos minutos, la clara señal de que hay algún truco oculto e intenta pensar una excusa. El problama está en lograr descubrirlo, pero ignorando el hecho, una noche en el bar no le vendría nada mal.

De: Lía Smith.

Fecha: 15 de octubre   13:30
Para: Jill Steven
Asunto: ¿Trampa?
No Jill, esta vez no hay trampa, Amir irá a ver la retransmitión del juego de ayer con Raphael, Mariana estará esperándonos frente al bar, tienes que ir. Ya no lo pienses más. ¡Y VEN A ABRIRME LA PUERTA!
Lía Smith

<A sí, la puerta> piensa la chica y se echa a reír ante la idea de Lía aún esperando fuera del departamento.

  Se levanta y echa a correr hacia la entrada. Casi se cae unas cuantas veces mientras baja la escalera. Abre la puerta, se encuentra con el rostro de Lía que entorna los ojos y la empuja para apartarla de en medio.

---¿Pensabas dejarme ahí toda la tarde? ---pregunta mientras se sienta en uno de los sillones de tapizado negro.

---No, solo unas cuantas horas más, pero tú y tus mayúsculas chillonas son irritantes.

   Camina hacia la cocina donde luce una cocina eléctrica blanca, un fregadero de mármol blanco con tres cubetas, el frigorífico, los muebles para almacén, los tres vértices del triángulo de trabajo, la encimera de madera maciza color cereza, un refrigerador con una pantalla de cristal líquido que sugiere qué tipos de comida deberían almacenarse a qué temperaturas y la fecha de caducidad de los productos almacenados, un horno de microondas y otros aparatos electrodomésticos finos y carísimos. Todos importados y un regalo de Amir cuando compró el departamento, según él para que empezara a gustarle el arte culinario, pero fracasaron en su misión porque sigue sin aprender a cocinar, solo lo básico y sus galletas preferidas. Vuelve a hablar mientras saca de uno de los muebles para almacén un paquete sellado con chispas de chocolate para hacer galletas.

---Sé que hay un truco en todo esto Lía ---. Regresa a la sala y le suelta el paquete sobre las piernas de su amiga. Luego se sienta en el asiento a su lado ---: para que me perdones por dejarte esperando ---dice indicándolo con un movimiento de su mano.

---No te preocupes Jill, será una linda noche ---responde Lía mientras saca algunas chispitas y se las lleva a la boca.

  Si hay algo que tienen ellas en común y salta a la vista de todos es su desbordante, insaciable e inigualable amor por el chocolate. Guarda el paquete en la cartera de material negro brillante a juego con el jean negro y la chaqueta beige que lleva y acompaña el conjunto de una blusa color café de tirantes finos y zapatillas deportivas grises. Se aparta del rostro algunos mechones que se le escapan del moño alto en el que se ha recogido el cabello castaño y se voltea hacia Jill.

---¿Irás a cambiarte o pretendes salir en pijama?

----Está bien, ya vuelvo, pero hay truco Lía, estás tan apurada que has ignorado el chocolate, eso o te has vuelto loca ---responde poniendo los ojos en blanco y levantándose de mala gana para caminar hacia la escalera.

---No lo ignoré, lo guardé para no tener que compartirlo contigo.

---Tiene sentido ---responde Jill trotando por los escalones.

  Lía sonríe satisfecha y escribe un mensaje de texto para informarle a Mariana que ha logrado convencer a Jill.

La chica se viste con un short azul de mezcilla, una blusa blanca de tirantes anchos, plataformas blancas de adornos dorados, el collar de perlas que le había regalado su madre hacía unas semanas y un poco de maquillaje. Se recoge el cabello en una pequeña coleta que daja sueltos algunos mechones. Pone en la cartera el teléfono, las llaves de la casa, las del auto, la tarjeta de crédito y algunos billetes en efectivo. Baja las escaleras y van en dirección a la cochera.

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