#8: Navidad [✓]

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  Cristopher sale del auto, abre la puerta para que James salga y ayuda a bajar a Jill. El niño echa a correr hacia la entrada en lo que Cristopher levanta con sus dedos el rostro de Jill sujetándole suavemente la barbilla para verla a los ojos, aprovechando el momento de intimidad.

---Pequeña, todo irá de maravilla, mis padres son agradables y se llevarán muy bien.

  Jill asiente ligeramente ante las palabras de Cris. Suele sentirse de alguna forma más segura cuando él la llama así. Es como una especie de cristal protector al que se ha aferrado. Una vez escucha esas palabras se siente preparada para enfrentar lo que venga. Tal vez los libros de romance perfecto le han hecho daño, o tal vez solo es una romántica más que aún cree en el amor.

---Si son como tú me van a encantar.

  El chico sonríe, toma su mano y entrelaza sus dedos con los de ella. Luego caminan hacia la entrada donde James preciona insistentemente el timbre, como siempre.

  Unos minutos después la puerta se abre mostrando a una mujer que debe estar entre los cuarenta y muchos o los cincuenta y pocos. Una sonrisa muy parecida a la de Criss le ilumina el rostro y Jill deduce que se trata de su madre, aunque casi parece demasiado joven para serlo.

---Buenas noches abuela ---dice el pequeño rompiendo el inquietante silencio.

---Buenas noches James ---responde ella de forma animada, y lo cierto es que se parecen mucho, James parece una versión miniatura de ella, con los cachetes redondos, los ojos archivados y el pelo castaño.

Se inclina para besar su mejilla. Acto seguido se aparta de la entrada y el niño irrumpe en la estancia como si se le fuera la vida en ello.

---Buenas noches mamá.

---Hijo, se te extrañaba mucho en esta casa ---responde.

Lo envuelve en un caluroso abrazo bastante apretado. Es totalmente evidente el amor que siente por su hijo.

---Esta es Jill, mi novia ---dice rodeando con su brazo la cintura de la chica y atralléndola hacia él.

---Buenas noches Jill, soy Aida, me alegra tenerte aquí.

  La voz de su interlocutora es igual de calmada y alegre que la de su hijo, lo que le hace sentir un poco menos tensa.

---Buenas noches, me alegra haber podido venir.

  Acompaña sus palabras con una sonrisa y a pesar de estar muy nerviosa su voz es firme. Cortesía de la escuela de periodismo. Se ha acostumbrado a aparentar serenidad aunque sea de lo que menos disponponga.

---Pasen, aún no terminamos los preparativos, nos vienen bien manos extra ---dice la amable mujer rompiendo el hielo.

  Se aparta de la entrada y Cristopher vuelve a tomar la mano de la chica para entrar al lugar.

***

  La noche no tarda en llegar. Jill se encuentra sentada en uno de los muebles cerca del árbol de navidad desenvolviendo regalos junto a Cristopher. Mientras Cristina y Robert, su esposo, cuentan historias de la famila a James sentados en los escalones de la escalera ubicada en la primera planta de la casa de Aida y John Parker, los padres de Cristopher y Cristina. La estancia se encuentra adornada por un pequeño abeto que habían traído Cris y Robert en la tarde y habían decorado Cristina y Jill con algunas bolitas de colores hechas de cristal, luces, lazos, espumillones, y una gran estrella dorada en la cima del arbolito, en la base de este lucen unos cuantos regalos aún sin abrir, entre los que Martín, el hermanito de diez años de Robert elige uno para descubrir su contenido.

  El techo lo surcan algunos espumillones de diferentes colores sujetados en sus extremos por campanitas doradas con lazos rojos, en las paredes lucen brillantes guirnaldas de luz. Junto a la escalera se encuentra un muñeco de peluche con forma de Santa Claus de tamaño mediano y frente a él tres duendes navideños vistiendo trajes de colores, botas y gorritos con campanas.

  Aida, que ha prohibido totalmente la entrada a la que ha catalogado como "su cocina" a cualquiera ya fuera niño o adulto coloca los posuelos con dulces navideños sobre la mesa, cubierta por un mantel blanco y adornos rojos. Los pozuelos traen polvorones, uvas, turrones, dátiles, peladillas decoradas con pasta de azúcar y una fuente de aluminio sobre la que descansa plácidamente un apetitoso pavo al horno. Se escucha de fondo una alegre música característica de la fecha acompañada por las risas y las conversaciones de todos los presentes.

---El ambiente es muy animado en estas fechas, por eso las añoramos durante todo el año, son los pocos momentos en los que tenemos a toda la familia reunida otra vez ---dice John.

Mira de cariñosamente a Jill y se sienta junto a ella para desenvolver el resto de los regalos que han llegado de parientes lejanos o amigos.

---Entiendo, recuerdo las navidades en casa, solían ser divertidas, hace algunos años que no participo de celebraciones como estás con mi famila.

---¿Viven muy lejos?

---En Francia ---revela la chica con una sonrisa mientras recuerda el "Feliz Navidad" cantado en francés por su madre ---mi trabajo no me permite viajar muy a menudo, siempre tengo alguna reunión o algún reportaje surge de la nada.

---¿Eres periodista? ---pregunta bastante interesado en la conversación.

---Sí, también soy escritora, no tengo mucho tiempo libre.

---Seguro que no, esa es la mejor parte de la jubilación, nos deja tiempo libre.

---Papá, la confundes, no eres jubilado ---dice Cris uniéndose a la conversación y alzando una ceja.

---No lo soy hijo, pero pienso en el futuro, un día lo seré y tendré tiempo libre ---responde el señor Parker alzando las manos como si fuera algo obvio.

  Jill no puede evitar sonreír, definitivamente la familia es agradable. Aida ha sido muy amable desde el momento en que llegaron, John es bastante carismático y divertido, salta a la vista que quieren hacerla sentir una más de la familia. En ese insatante Jill cae en cuenta de algo muy importante que hasta el momento ha pasado por alto, ahora es oficialmente parte de esa famila, y parte de Cris cómo él es parte suya. Lo ha sido desde esa noche en la boda, o desde la noche en la playa, uno le pertenece al otro y no hay que prestar mucha atención para darse cuenta. Basta con ver el modo en que se miran, la forma en que hablan, su complicidad. Tal vez el destino sí existe, tal vez y solo tal vez Jill y Cristopher se han pertenecido desde siempre.

***

---¿Que te pareció? ---pregunta el muchacho mientras cierra la puerta de la que había sido su habitación de pequeño y lo sigue siendo siempre que visita a sus padres.

  El reloj marca las tres de la mañana, pero contrario a todo pronóstico no están agotados. La noche ha sido muy animada pero aún conservan toda la energía. Probablemente como efecto secundario de la navidad.

---Tu familia es muy linda ---dice como mirando al vacío ---me hace extrañar a la mía.

Se inclina luego de sentarse sobre la cama para deshacerse de los zapatos, comienzan a torturarle los pies.

---Te ves hermosa ---le recuerda Cris recorriéndola con la mirada mientras camina hacia ella.

---Tú también estás muy guapo ---responde intentando imitar el tono pícaro de él.

---¿Tienes sueño Jill, estás cansada? ---pregunta el chico con voz ronca y un matiz diferente a como hablaba hacia a penas unos segundos.

---No, no estoy cansada, no tengo sueño.

  Sus pensamientos se han vuelto ya de alguna forma inconexos para cuando comienza a sentir la proximidad del chico. Ese es el efecto que él causa en ella, cómo si le descolocara los sentidos. Jill se levanta para estar a su altura y sus cuerpos casi se rozan, sus labios se funden en un beso apasionado y cargado de deseo.

---He querido quitarte ese vestido desde que te lo vi puesto en casa.

---¿Y por qué no lo haces?

  Cuando él está cerca es como si experimentara una confianza que no sabe dónde esconde el resto del tiempo. Se siente cómoda y segura. Con Cris ella ha descubierto a una Jill que no conocía.

  Cristopher comienza a besarla al tiempo en que desliza la cremallera ubicada en el lateral del vestido para luego dejarlo caer al suelo. Su respiración es profunda y calmada, un ligero cosquilleo le recorre toda la parte baja del abdomen. Se siente exitado y siente la fuerza emanar de su cuerpo a pesar de que ella no puede notarlo debido a la delicadeza que le otorga a cada uno de sus movimientos. Con ayuda de la chica se deshace de la camisa. Su cuerpo se va descubriendo poco a poco haciendo agonizar como siempre la ya poca cordura de Jill. Ella desliza sus manos delicadamente desde el abdomen de Cris hasta llegar a su pecho dejando caer finalmente al suelo la camisa.

  La atrae hacia él sujetándola por las caderas y desplaza las manos a lo largo de su espalda hasta llegar al sostén que se une en cuestión de segundos al resto de la ropa ya en el suelo.

  Jill siente el cúmulo de calor en sus mejillas, ese que indica su incómodo sonrojo. No importa cuántas veces él la toque con esa vehemencia o cuántas veces esté mínimamente vestida frente a él, su cuerpo sigue respondiendo de la misma forma. Tampoco es como que eso le importe. Ya tendrá tiempo para pensar luego, ahora solo quiere sentir.

  Los besos poco a poco van aumentando de intensidad y el deseo ya es casi palpable incluso en el aire.
A Cristopher el corazón comienza a latirle con fuerza a pesar de no parecer agitado. Mientras él desabrocha su cinturon las manos de la chica de alguna forma cobran vida propia, ella misma desabotona la parte superior del pantalón y baja la cremayera. Siente una necesidad asfixiante de tocarlo, necesita verlo como él la está viendo a ella. Cris termina de bajar el pantalón, lo aparta a un lado con un movimiento de su pierna para que no estorbe y regresa sus manos al cuerpo de Jill. Se aferra a las nalgas de la chica y la atrae aún más hacia él uniendo sus cuerpos y fundiéndolos como si quisiera hacer de los dos uno solo.
Jill siente una presión en su bajo vientre y desplaza sus manos hasta allí.

  Antes no tenía experiencia alguna, la poca que de la que dispone en el momento la ha ganado con él. Está dispuesta a experimentar cosas nuevas con este chico, a su lado no se siente incómoda, ni cohibida, al contrario, la hace sentir segura, la hace sentir bien.

Cristopher siente la mano de Jill rodear su miembro ya erecto y en respuesta su existación y el deseo aumentan sobremanera, acompañados de esa sensación de presión, algo así como si fuera a explotar.

Un gemido ronco y ahogadose escapa de sus labios aumentando el interés de la chica por descubrir que otras sensaciones puede lograr en él.

  Las manos de Cris comienzan a seguir un camino ascendente por el lateral de las caderas de Jill contorneando su figura hasta alcanzar sus pechos, logrando en ella nuevamente ese sonrojo natural en respuesta a sus caricias. Muerde ligeramente su labio arrancándole un gemido de placer y alejándola cada vez más del límite de su cordura.

***

La puerta de la habitación se abre de imprevisto. A penas han logrado dormir unas tres horas. Cristopher que aún se encuentra entre dormido y despierto se incorpora de un salto quedando sentado en la cama junto a Jill, que se cubre con la sábana hasta el cuello sin levantarse. El corazón le late en cualquier parte excepto en donde debe ser. Voltea el rostro y nota una figura pequeña que los observa confundido e intentando entender por qué las caras feas con las que lo observan.

  La chica se incorpora aún totalmente cubierta solo por la tela turquesa que cubre también una gran parte del cuerpo de Cristopher y las palabras salien disparadas domo flechas de sus labios.

---¡Garçon idiot! ---grita Jill que como siempre libera a su francesa interior en esos momentos ---¡Joder Martín que me vas a matar! ---dice intentando controlar su respiración y recuperándose del susto.

  El silencio durante unos minutos se apodera de la estancia. Martín parece petrificado, no sabe si asustarse o reir. Lo que si es claro es que está confundido. Sale de la habitación sin decir una palabra y cierra la puerta tras él. Casi instantáneamente se escuchan unos golpes en la misma madera maciza.

  Jill se echa a reír y Cris responde reprimiendo una sonrisa.

---Puedes pasar Martín.

  El niño reaparece otra vez en la entrada y sus siguientes palabras hacen reír también a Cristopher.

---Llamé antes de entrar ---se defiende el pequeño.

---¿Pasa algo? ---pregunta la chica entre risas.

---La tía Aida dice que el desayuno está listo.

---Saldremos en unos minutos ---responde Cristopher.

  En un claro tono de sales ahora mismo o te mataré, aunque Martín no parece percibirlo.

---¿Están vestidos? ---pregunta entornando los ojos.

  Las mejillas de Jill adoptan un ligero tono carmesí y Cristopher le aventa la almohada al pequeño demonio ya que no puede levantarse y sacarlo el mismo del lugar, porque evidentemente no están vestidos. Martín sonríe y por fin sale de la habitación cerrando la puerta tras él.

---Pensaba que habías cerrado la puerta ---dice Jill.

  Aún sujeta la tela de la sábana a la altura de su cuello como si se le fuera a escapar.

---El seguro no funciona, lo noté en la noche pero no me interesaba mucho en ese momento.

---Martín es una versión más curiosa y demoníaca de James.

---Algo así ---responde Cris inclinándose sobre Jill para besarla, sus cuerpos aún se rosan bajo la tela.

  Una de las manos del chico comienza a ascender desde su vientre en dirección a su pecho. Tiene que hacer acopio de toda su cordura dispersa en alguna parte de su mente para volver a hablar.

---Cris, el desayuno ---dice con la respiración entrecortada. ---Y el seguro, no tenemos seguro ---esta vez suena más como un intento de convencerse a sí misma que de detenerlo a él.

---Tienes razón ---responde antes de besarla nuevamente y levantarse para caminar hacia el armario.

  Se envuelve en una toalla blanca, saca de su interior un jean de mezclilla y un polo de color oscuro, luego se va en dirección al baño del pasillo.

  Minutos después Jill escucha nuevamente unos golpes en la puerta, se incorpora aún envuelta en las sábanas y callendo en cuenta de que como no planeaban quedarse a dormir no ha traído más ropa, pero la celebración se había extendido mucho más de lo previsto.

---¿Quien es? ---pregunta rogando porque no sean Aida o John.

---Cristina ---le responde la voz alegre y animada de su cuñada.

---Pasa ---dice mucho más aliviada.

  Con Cristina ha desarrollado una linda relación de amistad.
La chica camina hasta la cama y se sienta junto a Jill. Echa una ojeada a la ropa que aún se encuentra desparramada en el suelo y se dirige a su cuñada.

---Parece que aquí la noche terminó más tarde.

---Eso parece ---responde ella sin ánimos de ocultarlo.

---Y apuesto a que no trajiste más ropa que esa.

---No, no pensaba quedarme.

---A menos que planees usar la ropa de Cristopher, o la de ayer que a pesar de que lucías genial no te lo voy a permitir porque usar el primero la misma ropa que el treinta y uno es de mala suerte, usarás algo mío.

---No es necesario Cristina, usaré la ropa de ayer, solo estaré aquí unas horas más.

---No no lo harás, eres la novia de mi hermano y eres mi amiga, usarás mi ropa y no es negociable.

---Yo... ---intenta quejarse Jill pero la chica a su lado la interrumpe.

---Tú vas a usar mi ropa, que bueno que estemos de acuerdo.

  Acto seguido sale disparada de la habitación para regresar casi en cuestión de segundos con un jean de tela oscura y una blusa de color amarillo pálido con tirantes anchos que acompañará con los zapatos de la noche.

  Cristopher regresa a la habitación con el cabello mojado y totalmente vestido cuando Jill que acaba de vestirse con una bata de dormir que ha encontrado en el armario toma la ropa que había traído Cristina y sale como una exhalación en dirección a las ducha. Necesita vestirse ya o nunca saldrían de la habitación.

  Los jeans le quedan algo desajustados a diferencia de la blusa que le va perfectamente. Se recoge el cabello en un moño y termina de ajustar el pequeño cierre de los zapatos estando ya de regreso en la habitación.

---No sabía que habías traído ropa para cambiarte ---dice Cristopher observándola detenidamente y entornando los ojos.

---Eso es porque no traje, esta es de Cristina, no me entalla.

---Te queda bien, vamos a desayunar.

  Ambas chicas se levantan y los tres van en dirección al comedor donde ya se encuentran todos los demás.
El resto del día va de maravilla, no puede ir mejor. La familia de Cris es de alguna forma la familia perfecta y él es el hombre perfecto. No hay nada más que pudiera haber deseado ella, a pesar de que lo bueno en el noventa y nueve coma nueve-nueve por ciento de los casos dura poco.

---¿Cómo durmieron anoche? ---indica Aida dándoles los buenos días.

---Muy bien ---responde Jill devolviéndole la sonrisa.

---Es una lástima que deban regresar tan temprano.

---No te preocupes mamá, tu preferida de tus hijos se queda hasta mañana.

---Quisieras responde Cristopher viéndola de reojo.

---Quisieras tú que no ---se queja Cristina en un típico berrinche de hermanos.

---La preferida ahora es esta preciosa de aquí ---revela Aida rodeando a Jill en un caluroso abrazo ---espero que vuelvan pronto por acá.

---No creas que te robarás a mi madre ---aclara Cristina sonriente cuando Jill se acerca para despedirse, acto seguido le regala también un caluroso abrazo.

  La pareja se dirige a la salida mientras madre e hija los siguen hasta la puerta y los ven alejarse en el auto.

---Me alegra que por fin tú hermano halla encontrado una buena chica.

---También a mí, ahora solo espero el día en que me regalen un hermoso sobrino ---suelta la chica haciendo un divertido gesto de mecer a un bebé invisible.

***


Glosario:

Garçon idiot (Niño tonto)

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