Las clases sociales siempre han sido algo que me molesta mucho, jamás entendí el motivo del por qué un bonche de papeles con signos y números en ellos te define como persona, es muy estúpido, pero cómo me lo han dicho, nací en una cuna de oro, jamás tuve que pelear por algo que quisiera o trabajar para comprarlo, fui privilegiada.

Pero siempre que la veo a ella me hacía entender qué era pelear por lo que querías, me mostró que significa que tengas que sacrificar algo que tú amas para que todo mundo este contento y poder salir adelante, aprendí una gran lección de vida a su lado.

Jamás podre comprender que nos llevó a todo lo que pasa y nunca comprenderé que es lo que ocurre en nuestra vida que es tan diferente, un sube y baja de emociones del cual jamás me arrepentiré, es lo más hermoso y lindo que conozco, algo que el dinero nunca pudo comprar, aquella chica que me enseño los secretos de las calles de México, los lugares que frecuentamos y todo lo que escondían para mí.

Jamás quise tanto a alguien en mi vida como la quiero a ella, nunca podré salir de eso que siento por aquella chica de piel de bronce, sus dulces ojos color negro, su cabello lacio y castaño oscuro, siempre con sus gorras para cubrirse del sol o cuando patinaba sobre su amada tabla, como ella le dice a su patineta, me cautivo, a mí, a la reina de las escaramuzas.

Mi vida siempre fue perfecta cómo ya dije, tengo todo y nunca me ha faltado nada, pude dedicarme a mi gran pasión, la música regional mexicana y los eventos de charros, cumpliendo mi sueño, algo en lo que siempre me ha apoyado, jamás pensé que una persona me iba ayudar tanto en ello, ella ha sido mi cimiento incondicional todo el tiempo, es divina, mi cielo azul.

Lidia es mi fuerza para siempre seguir adelante, cuando monto un caballo, o salgo al escenario, pienso en su dulce cara, en aquellos ojos tan profundos y a la vez amorosos que me ven siempre como si fuera una luz al final del túnel, nunca cambiaría esa mirada por nada en el mundo.

Sus manos me llevan al paraíso, sus labios me hacen adicta a su néctar, aquel dulce aroma a lilas ocasiona que mi cerebro tenga un corto circuito, no puedo controlarme estando a lado de ella, es tan hermosa.

Y jamás me ha importado su situación, ella me ha mostrado que vale más que cualquier millonario snob, más que los de la alta sociedad que buscan solo quedar bien con los demás, pero ella no lo hace por eso, siempre ha hecho lo correcto y nunca titubea en mostrar cuando está en descontento con algo, es muy valiente.

¿Siempre fuiste tu mi camino?

Mi vida dio un giro de ciento ochenta grados cuando por primera vez la vi, nunca volverá a ser igual toda mi existencia, cuando aquellos ojos azabaches se postraron sobre los míos cafés, sentí por primera vez la calidez genuina de alguien. El ser humano más hermoso del mundo.

Su sonrisa que es equivalente al ojo de la tormenta, aquel pequeño fulgor antes de que todo se desate, esa mirada tan cálida que te lleva lo más cerca del sol sin quemar tus alas, cumpliendo el mito de Icaros, sin perder las alas, ella es quien me sostiene, quien me mueve y quien me ama, nunca me imaginaré una vida sin ella.

Es aquella dulce adicción que jamás te mata, ese paso al nirvana donde no conoces más que la felicidad y 'placer, aquel dulce placebo que me saca de la realidad y que me muestra que necesitas muy pocas cosas para estar contenta.

Y es así cómo todo inicia, en las aglomeradas calles de México, las cuales conocen nuestra historia de inicio al final.

Las aceras están bañadas con nuestras risas, nuestros dolores, nuestros miedos y, sobre todo, con nuestro amor.

Esta es nuestra historia, a través de prejuicios, odio y homofobia.