Capítulo 31: «Hola, Gabriel» 🦋

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Podría mentir si dijera que estaba siendo infeliz, porque no lo estaba siendo, todo estaba yendo demasiado bien. Mi hermana se encuentra mucho más comunicativa, pero a pesar de eso la he odio llorar a mi lado; yo fingía estar dormida, no quería que se sintiera incomoda, siempre le preguntaba cómo estaba y ella era sincera.

No mal, tampoco bien.

No había en este mundo alguien que entendiera en ese sentimiento más que yo. Lo había sentido, vivido y sobrevivido.

En aquella semana había conseguido un trabajo en una veterinaria, sí... en una jodida veterinaria. Nunca había convivido con animales de forma tan cercana y me agradaba con pasión aquello. Tenía a una compañera de casi la misma edad de mi hermana, tenía una jefa muy amable y compañía agradable.

Mi compañera llamada Mallory era alta, de piel morena y pelo largo. Una autentica chica que podría ser modelo, era hermosa, muy; su carisma y buena actitud podía compensar todo aquello que le podría hacer falta, había conectado con ella de tal forma que los días de labor parecían pasar en un santiamén.

Actualmente estaba llegando a casa, luego de una jornada agotadora, divertida y sobre todo llena de bajones. Estaba a punto de mudarme, lo había hecho con la mitad del alquiler anticipado, mi hermana ayudó en ello por lo que no fue tanta la carga; ella estaba a punto de terminar la secundaria y me agradaba que tuviera un lugar donde vivir, y que cuando llegase de la universidad también tuviese su espacio. Dos habitaciones, un baño, un espacio acogedor, ¿qué más podría pedir? Era perfecto.

Gayle no tenía idea de lo mucho que le agradecía y, aunque yo estaba de salida de su casa Elley estaba a punto de ocuparla por mí. Me gustaba que estuviesen juntas, era buena compañía, y así ninguna estaría sola si pasaba algo. Estaba claro que yo seguiría con ellas, claro, pero ahora tendría mi propio espacio.

Mi madre, quien me había arrebatado el que tenía desde que era pequeña no había aparecido. Y gracias a Dios.

—¡Llegué! —anuncié entrando al departamento y lo que me encontré fue muchos ojos fijos en mi persona.

—Hey.

Saludó mi hermana, pero yo tenía el ceño fruncido, ¿qué jodida mierda estaba pasando?

Gabriel me estaba mirando con una sonrisa, pero sus ojos estaban rojos, nunca había visto en él ese aspecto tan descuidado y vacío, nunca pensé que sus ojos miraran los míos como si todo se iría a la mierda.

¿Gaga? —susurré, pero lo que sentí fueron sus brazos rodeando mi cuerpo junto a sus sollozos.

—Murieron, cielo. Mis padres murieron —mi corazón se estrujo ante la agonía y el quiebre de su voz. Sus manos se aferraban de forma dolorosa a mi cuerpo y eso me quemaba lentamente, quería hacer algo, pero lo único que hice fue aferrarme más a él y llorar pasando mi mano sobre su pelo.

—Déjalo salir, estoy aquí cielo. Estoy aquí.

Solté. Abrí mis ojos y pude sentir como la mirada de Lucien y Leroy caía sobre nuestro afecto y familiaridad, sentí la rabia y los celos en sus miradas, en sus posturas y en como luchaban en no ir contra él alejándolo de mí. Mi hermana, Enzo y Howell estaba en silencio y Gayle simplemente miraba todo con total cautela. En la habitación solo se oían los sollozos de él, sus lamentos y mis lágrimas silenciosas que, aunque no eran por sus padres muertos, acompañaban al corazón vacío de mi mejor amigo.

Luego de que tuviésemos un espacio de desahogo para él, me explicó que había sido un accidente aéreo, el avión había explotado. Sus padres sí habían subido, había registros; traté de consolarlo con ello, con que es probable que no hayan subido, pero me cortó al instante.

Pensaba en él, pero a la vez pensaba en los dos hombres dueños de mi corazón que podía jurar estaban mirando a la puerta como si pudiesen ver a través de ella.

—Debo salir un momento, ¿estás bien con eso? —le sonreí.

—¿Estás con ellos, Maddox? —nos miramos con seriedad y asentí—. ¿Con los dos?

No tenía de qué avergonzarme, pero su mirada me estaba acuchillando, sentía que me estaba juzgando.

—Sí, Gabriel. Soy la chica que volvió locos a los Ayers. Soy su novia, su mujer, todo lo que ellos quieran —sentí la necesidad de decirlo, como si aquello fuese una confesión necesaria entre ambos.

—Debo irme entonces.

—Quédate.

Pero a pesar de mi petición él se levantó a punto de salir por la puerta, me interpuse quedando entre ella y él.

—Lo que mi corazón roto ha venido a buscar ha sido tomado por alguien más.

—¿Qué se supone que signifique eso, Gabriel? —cuestioné acercando mis manos a las suyas.

Mi interior quemaba en ese momento, sentía que estaba cayendo de picada sin siquiera una jodida red de seguridad, me sentía asustada, su aspecto me gritaba que estaba muy mal y que si hacía algo que lo hiriera más sería culpable de cualquier cosa mala que le pudiese pasar.

—Tú siempre lo has sabido todo, se suponía que éramos solo nosotros dos. Has cambiado, solías ir a casa, quedarte, dormir conmigo, mirarme con esos ojos que brillan ante cualquier cosa bonita, solías besarme, Maddox. Ahora soy Gabriel, el mejor amigo. Ya he dejado de ser el único en tu vida.

Sabía que no era amor lo que él sentía, pero en algún momento yo sentí algo similar al verlo con más chicas, al verlo con Melody.

—Nadie nunca te quitará ese puesto, te amo. Eres mi mejor amigo, mío. Si he cambiado es porque ahora tengo a más personas que requieren de mi en sus vidas, que me aman como tú me amas a mí y que quieren que yo les de eso que te doy a ti. Ellos son mi pareja, yo soy la suya, tú eres mi mejor amigo y yo soy tu persona. No pienses esas estupideces, me provocas violencia.

Su rostro se acercó al mío esperando una reacción negativa, pero yo seguía siendo la misma, él lo supo porque sonrió. Su frente se pegó a la mía seguido de su nariz.

—Podría matar porque me beses, para ignorar que mis jodidos padres maltratadores murieron, pero sé quiénes me matarían a mí.

No era tiempo para comentarios así, pero éramos así. Aunque yo sabía que hacía esos comentarios porque quería poner un filtro en lo que sentía, también sabía que se lloraría hasta más no poder al llegar a casa.

Cuando salimos del espacio encontramos a todo en la misma posición, lo único que diferenciaba el escenario es que ellos estaban frente a la puerta con total seriedad. Les sonreí y junto a Gabriel pasamos de ellos yendo a la puerta.

—¿Seguro estás bien? —le pregunté antes de que saliera por la puerta.

—Estoy calmado... creo que velar una caja vacía será menos doloroso —mi corazón se agitó y me abalancé sobre él una vez más.

—Quisiéramos saber si debemos salir para que tengan más privacidad —no pude evitar sonreír ante el comentario de Lucien.

—No se preocupe, cuñadito, la tuvimos —puse los ojos en blanco.

Suspiré cuando Gabriel salió por la puerta, pero me percaté de la mirada que le lanzó a Gayle, negué con la cabeza y me volteé enfrentando a los dos leones que estaban allí. Mi hermana y sus no sé qué estaban conversando en la sala, la cual estaba un poco alejada, aunque estaba en el mismo espacio, y Gayle escapó olímpicamente.

Sonreí meciendo mi cuerpo y mordí mi labio inferior en dirección a ellos.

—Hola —susurré acercándome a ellos y abrazándolos, ambos me acorralaron con sus cuerpos y dejé que mis labios fueran a los de Leroy—. Los he extrañado mucho.

—Nosotros también, nena. 



🦋

La mención de Mallory en el capítulo es a causa del libro que está en mi perfil 8Con amor, Mallory Rosé), quise hacerlo porque es interesante poner de infiltrados a los personajes en otras historias.

Gracias por leer. 🤍

Y... GRACIAS POR LAS 27K LECTURAAAAAAAAAAAS.

Siento mucho la perdida de aquellas personas especiales.

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