Cinque

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K.TH

-Te pasaste de la raya ¡Te juro que si algo le sucede a Jimin me las pagarás!-Gritó Taehyung a su primo, el cual le daba la espalda.

-Se lo merecía, ¿Quién se cree que es para hablarme en ese tono? ¡Y sobre todo golpearme! Espero que ahora esté muerto-Dijo con suma seriedad manteniendo esa mirada fría y sin vida.

El mayor iba a hablar pero los guardias entraron a la sala del trono, el pelinegro se volteó y los miró con una sonrisa cínica en el rostro.

-¿Y bien? ¿Lo mataron?-El pálido al decir aquello, su primo volteó a verlos.

-Se tiró de un barranco, señor-Habló uno de ellos, arrodillándose ante el Rey-Está muerto.

-¿¡Qué acaso son imbéciles?!-Gritó, asustándoles-¡¡Debieron traerme su cuerpo!! Muévanse y búsquenlo, algo me dice que no está muerto que sigue por ahí en algún lugar-Ellos asintieron con miedo y salieron de la sala, Taehyung inmediatamente fue detrás de ellos.

-¿Dónde lo dejaron?-Habló con tranquilidad el moreno.

-Cerca de la aldea Grancant-Respondió uno de ellos, haciendo una pequeña reverencia.

-Oh-Abrió los ojos asombrado y una sonrisa escapó de sus labios-No se preocupen, yo me encargaré de encontrarlo-Y se fue de allí, dejándolos más que confundidos.


Dos horas pasaron y Taehyung caminaba por el pueblo ya antes mencionado, algunos se escondían debido a que estos sabían que el moreno era primo del Rey Jeon. Y él preguntaba a algunos habitantes si habían visto a un chico de ojos azules con el cabello castaño, uno de ellos dijo que estaba en su casa. Pero aún no recobraba el conocimiento.

-¿Puede quedarse aquí hasta que despierte?-Acarició con sus dedos la cara del castaño con delicadeza mientras lo miraba atentamente.

-No se preocupe, él puede quedarse aquí el tiempo que sea necesario-Dijo el hombre colocando un trapo mojado en la frente de Jimin, el cual ardía en fiebre.

-Quisiera que cuando despertara lo mandara a visitar la aldea y... Háblele del antiguo palacio-Dijo con seriedad.

-¿Por qué el antiguo palacio? Sí el único que debe de entrar es nuestro príncipe y ahora Rey Park Jimin.

-No diga nada pero, él es el príncipe. Solo que el día de la masacre huyó y perdió la memoria, supongo que se golpeó la cabeza.

-Dios mío... ¿Por fin habrá justicia?-El moreno asintió-Haré lo que usted me pida.

-Ahora debo irme, por favor cuide de él hasta que despierte-Besó la mejilla del castaño, le regaló una sonrisa al señor y salió de la pequeña casa.

Cinco días transcurrieron, y el castaño empezó a abrir sus ojos lentamente. Al abrirlos completamente, miró a su alrededor notando que no estaba ni en el palacio y tampoco en su casa, dirigió su vista a la salida de la cabaña y allí entró el señor que lo a cuidado la última semana.

P.JM

-Disculpe...Pero, ¿Dónde estoy?-Quitó el trapo de su frente y se sentó en la cama con dificultad, las heridas de su cuerpo empezaron a doler.

-Lo encontré tirado al final de un precipicio, joven, por poco usted muere-El castaño le miró aún más que confundido ¿Por qué tanta formalidad?

-Ya lo recuerdo-Susurró-Muchas gracias por cuidar de mi todo el tiempo que estuve inconsciente, es usted una buena persona. Pero ahora debo irme-Se levantó de la cama y se aguantó del barandal de esta.

-¿Qué te parece si le das una visita a nuestra aldea? -El de ojos azules lo miro atentamente.

-¿Cree que deba?

-Claro, y ten cuidado con el antiguo palacio-El menor se asomó por la ventana y a la lejanía había un castillo, y sí, el techo estaba completamente destrozado.

El castaño asintió levemente y le regaló una sonrisa al mayor.

-Daré un recorrido por la aldea, una vez más, muchas gracias por cuidar de mi.

Hizo una reverencia, se colocó una camisa y a pasos lentos salió de la pequeña casa.

Los habitantes del pueblo lo miraban asombrados por el parecido que tenía a su antiguo rey de joven, otro susurraban cosas. Jimin solo desplazaba sus pies descalzos hasta aquel palacio. Al estar frente al castillo notó que la entrada estaba sellada con tablas de madera, las arrancó con sus manos y entró al lugar. Miró a sus alrededores confundido, todo se le hacía tan familiar que hasta en cierto punto le daba mucho miedo.

Subió unas pequeñas escaleras y al hacerlo, frente a él estaba algo muy grande, lo tapaba una gran sábana blanca pero tenían manchas rojas, las cuales eran la sangre de toda su familia. Dudó si quitar la sábana unos segundos y al sentirse lo suficientemente seguro quitó aquello, encontrándose con una gran pintura de la familia Park.

En esta, había un niño de cabellos castaños con los ojos azules, este estaba sentado en las piernas de su madre. La cual tenía el cabello largo y rubio, y su padre, el cabello castaño y unos ojos azules intensos. Con sus dedos delineó al pequeño niño y un Flashback vino a él.

❲ ✿ ❳

-Algún día todo esto será tuyo, mi adorado hijo. Debes reinar con paciencia y cariño a tus súbditos-Dijo el Rey, acariciando la cabellera castaña de su hijo-Serás el heredero después de mi, confío en ti ¿sí?

-¡Seré el mejor rey que Grancant haya tenido después usted, padre!-Sonrió emocionado, mirando el jardín.

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El castaño se alejó de la pintura ahora con lágrimas en sus ojos, ahora lo recordaba todo, el día de su cumpleaños número ocho el Reino de los Jeon le había arrebatado todo lo que tenía. Cayó al piso de rodillas y rompió el llanto, dolía tanto porque ahora debía levantar aquel reino solo, sin ayuda de nadie y debía declararle la guerra al chico que amaba con toda su alma. Jeon Jungkook, porque sí, los sentimientos que alguna vez tuvo por él cuando estaban pequeños habían revivido. A pesar de que este le haya echo la vida imposible.

Tapó su rostro y el llanto incrementó hasta el punto de sentirse sin aire, no supo cuánto tiempo pasó pero sintió una mano apoyarse en su hombro. Alzó la mirada y era Taehyung, quién ahora miraba aquella pintura con nostalgia.

-Algún día debías recordar quién eras, pequeño-Se colocó frente a él, se arrodilló para así poder secar las lágrimas del castaño.

-¿Tú sabías todo esto, Taehyungie?-Sorbió por la nariz mirando al mayor a los ojos, este asintió.

-No siempre lo supe, un día te vi en el bosque y cuando te hable tú no sabías quien era-Hizo una pequeña pausa, ahora el menor miraba la pintura de su familia.

-¿Tú eras aquel chico? Ya veo porque te me hacías tan conocido-Presionó sus labios-¿Y por qué no dijiste nada? ¿Acaso no ves como esta pobre gente está muriendo de hambre? Y todo porque su Rey estuvo escondido por muchos años.

-Lo hice para protegerte, porque querían asesinarte. Todo lo hice pensando en tu bienestar.

-¿Protegerme de Jungkook?-El contrario asintió.

-Yo te ayudaré a levantar este reino, y me encargaré de que aprendas todo lo que conlleva ser Rey-Ambos se levantaron del suelo, y el menor nuevamente se acercó a la pintura-Para que así el gobierno de mi primo caiga de una maldita vez.

-Daré lo mejor de mi, aunque me duela demasiado porque tú sabes cuánto quiero a Jungkook. Debo asesinarlo, recuerdo perfectamente lo que leí en unas escrituras.

Taehyung borró la sonrisa de su rostro y ahora miraba al menor con cierta tristeza.

-Una cosa más, antes de empezar con el entrenamiento debes quedarte aquí, sin salir.

-Haré lo que sea necesario, ¿Cuando empezamos?-Frunció el ceño al ver la corona de su padre en el suelo, con sangre seca a sus alrededores. La tomó entre sus manos y sin el mínimo asco se la colocó, ahora dirigió la mirada hacia el moreno esperando una respuesta de su parte.

-Esta noche, te dejaré solo unas horas para que veas todo el palacio, todo lo que alguna vez tuviste.

El castaño asintió y empezó a subir otras escaleras que que daban a su izquierda, estás llevaban a las habitaciones. Al ver la puerta de su habitación la reconoció inmediatamente y entró a esta, estaba completamente desordenada y parecía que se habían robado todo. Miró a los alrededores y una pequeña caja musical llamó su atención, uno de los tantos regalos que Jungkook le había hecho.

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-Kookie, está muy hermosa ¿Dónde la conseguiste?

-Mamá la compró por mi, puedes escuchar su melodía todas las noches para que te ayude a dormir y pensarás en mi siempre-Sonrió y las mejillas contrarias se sonrojaron.

-Eres muy lindo conmigo, creo que te quiero-Se abalanzó sobre sus brazos, irradiando felicidad.

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-¿Matarte? Eso haré-Murmuró, mientras que con sus dedos acariciaba la decoración dorada de la caja musical-Perdóname.

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