Capítulo 4 : Volver a empezar

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De pronto una luz los cegó por completo, haciendo que todo se tornara oscuro. Xavier abrió lentamente los ojos. Su mente se encontraba todavía nublada por la confusión y el dolor.

La luz del intenso sol se filtraba a través de las ventanas, iluminando el interior del auto de una manera surrealista.
Todo parecía distorsionado, cómo si estuviera viendo el mundo a través de un prisma fracturado.

Intentó moverse, pero un dolor punzante recorrió su cuerpo recordándole la brutalidad del accidente. Vio a su lado buscando a Stella, pero no había rastro de ella.

Con un esfuerzo doloroso, Xavier logró liberarse de su cinturón de seguridad y se arrastró hacia la abertura que alguna vez fue la ventana. El aire cálido no tardó en golpear su rostro mientras emergía del auto volcado, sus sentidos inundados por el olor a combustible quemado.

Atrapado en el caos y la confusión, intentaba desesperadamente buscar a Stella al rededor del auto destrozado. Hasta que la vio a unos metros tirada en el piso y completamente inconsciente, corrió hacia ella; a medida que se acercaba, sus manos temblaban.

Un charco de sangre cubría el piso mientras él la sacudía suavemente con su voz llena de angustia, llamando su nombre una y otra vez en un intento de despertarla.


—¡Stella despierta! ¡Por favor, despierta!—gritaba Xavier.

Su voz se tornó desesperada al notar que no había respuesta; sus ojos buscaban cualquier señal de vida en el rostro pálido y apagado de su prometida, pero no hubo movimiento alguno, no hubo signos de vida.

Pues ya era demasiado tarde, la había perdido, así en un instante. Un grito ahogado se escapó de los labios de Xavier mientras la realidad se hundía en su mente con la fuerza de un peso aplastante; Stella había muerto, y no había nada que él pudiera hacer para salvarla.

—¡No no! ¡No puede ser! ¡Por favor, cariño, despierta!—gritaba desesperadamente, con su voz entrecortada y llena de angustia.


Sus palabras eran llenas de negación mientras se aferraba al cuerpo inerte de quién fue el amo de su vida, pero el silencio era ensordecedor y el mundo pareció detenerse en el fatídico momento en que se dio cuenta de que ella ya no estaba allí.

Con el corazón roto y los ojos llenos de lágrimas, Xavier se desplomó junto al auto destrozado. Su mente giraba con dolor y tristeza al mismo tiempo que enfrentaba la realidad de su pérdida.


Debería enfrentarse a la realidad de un futuro sin la mujer que amaba y sentía como si una parte de él mismo hubiera muerto junto con ella, dejándolo sólo en un mundo sin amor ni sueños.


Mykonos - Grecia

6 meses después del accidente.

Después de meses de luchar con el peso de la pérdida de su prometida y las pesadillas que la acompañaban. Xavier había decidido dejar atrás su vida anterior y embarcarse en una nueva aventura en Grecia.

Recordó las largas conversaciones con su futura esposa, en las que ella le expresaba su deseo de abrir una cafetería en aquel sitio cuando se casaran. Así que con mucho esfuerzo decidió cumplir su sueño, inaugurando una cafetería en la pintoresca isla, buscando un nuevo comienzo y la oportunidad de sanar las heridas que lo habían atormentado durante tanto tiempo.

—Lo hicimos mi vida. — Susurró con una sonrisa satisfactoria, viendo el frente de la cafetería de paredes blancas y marcos azules, rodeada de flores rojas, mientras se secaba las lágrimas que caían de sus ojos.

Pero incluso en medio de la belleza de su nuevo entorno, las sombras del pasado seguían acechando en las profundidades de su mente. Recordándole los fantasmas que aún lo perseguían.

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