LA ZONA PROHIBIDA

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Es domingo por la tarde y mis dos hermanos pequeños, Dino y Junior, están viendo dibujitos, lo sé porque oigo la televisión desde mi cuarto y Spencer, mi hermano el mayor, está hablando por teléfono con la que será su próxima novia, según él está claro.

Estoy viendo un video por YouTube para hacer grullas en papel, ya que mi idea es decorar mi nuevo cuarto con ellas, colocándolas. Y de la nada cuando ya estaba por la mitad del video, e iba haciendo tres grullas, este se tilda y la lámpara de mi cuarto se apaga y lo único que ilumina mi alrededor es el sol de la mañana que entra por la ventana.

Dejo por la mitad mis manualidades y abro la puerta de mi cuarto dispuesta a averiguar qué sucede. Bajo las escaleras y voy hacia la cocina.

—Papá... ¿Se fue la luz? —preguntó agarrándome de la mesa, unas cuantas uvas.

Él, sin despejar la vista de los fideos que esté removiendo en la hoya, me dice:

—Así es, creí que se había quemado el foco de luz cuando se apagó, pero al oír las quejas de esos dos en el comedor, entendí que se dio en toda la casa. —deja escapar un suspiro.

Se escuchan las llaves, pasar por la cerradura de la puerta y salgo rápido de la cocina, cuando ya estoy en el comedor, veo a mi madre tratando de separar a Dino (que estaba encima de Junior) que gritaba que deje de quejarse por todo. Ella lo coge de la parte de atrás de la camiseta y consigue apártalo del cuerpo debilucho y frágil de mi otro hermano.

— ¡Qué te he dicho de pelear con tu hermano, Dino! ¿Acaso quieres quedarte sin videojuegos, y sin tele por toda la semana? —levanta una ceja amenazante.

Mi hermano baja la cabeza, aunque hace una rabieta, para luego seguir justificándose.

—P-pero... ¡Mamá! ¡Con junior no se puede hacer nada! Si algo no le gusta, llora, si se asusta, también... Es un debilucho. —dice, sacándole la lengua al chico a su lado, quien ya estaba abrazando la cintura de la mujer.

— ¡Eso no es cierto!... ¡Mamá! —hace un puchero el otro.

Ella solo mueve la cabeza de un lado para el otro, dándose por vencida, y la acaricia la cabeza a Junior con ternura, ahí me doy cuenta de la bolsa del súper en el suelo, la agarró y la colocó en la mesa del comedor.

— Amor, claro que no es cierto, tú eres un niño muy valiente. Dino... solo quiere molestarte. —le lanza una mirada mordaz a su otro hijo—Si vuelve a decir esas cosas feas, tú solo cuéntamelas a mami y lo castigaré.

—Ma...

Empiezo a decir, pero me veo interrumpida, debido a que mi otro hermano, Spencer, corre saltando los escalones de dos en dos hasta llegar a donde estábamos; su rostro mostrando una expresión de desesperación y furia a la vez:

— ¡Maldita sea! ¿Por qué mierda se fue el internet? —exclama, alzando el celular como si lo fuera a arrojar contra alguno de nosotros. Dirige la mirada a Dino— ¿Eres el responsable de esto? Tú... ¡Eres una basura, ven aquí!

Spencer se lanza para atrapar a Dino, quien ya se ha ocultado detrás del sofá, y le grita que está loco, y que deje de culpar por todo. Mi madre, que ya se le está agotando un poco la paciencia que le queda, respira hondo.

— Spencer, deja de hacer tonterías ¡Y deja de maldecir! —Alza la voz.

Mi hermano mayor aprieta los puños, pero desiste de perseguir a Dino, y se sienta en el sofá, frunciendo el ceño.

—Chicos... Ahg...—Papa sale de la cocina, pasándose la mano por la cara, mientras la otra está ocupada por un trapo que utiliza para limpiar la mesa. — Que es este griterío... ¡Por dios!, es que no ven que su mamá está cansada de ir de acá para allá, toda la mañana. Deben sentirse agradecidos de tenerla, porque si no ustedes se morirían de hambre.

—Lo s-siento, ma... —se disculpa junior, con los ojos tristes.

— ¿Ya está el almuerzo? —Le pregunta ella a él, —Compre tomates, ya que estaban en oferta, y unas papas que el señor...

—Amor, los chicos hace una hora que desayunaron y Sarah se acaba de comer casi la mitad de un ramo de uvas, aunque no sé si aún le queda hambre, porque esta mañana desayuno bien. Spencer se hiso un sándwich con el pollo que sobró ayer... En fin, mi idea era hacer carne al horno, solo que... con este calor prender el horno... sería un infierno, y además, ahora que se fue la luz, el aire acondicionado tampoco funciona. Mejor preparamos algo sencillo, ¿te parece bien?

—Para serte sincera, para mí está bien... Ahora nada más quiero acostarme y descansar un rato, ya que hoy madrugué... Ahs, me duelen los pies. —comenta mientras deja la otra bolsa de compras en donde puse la primera. —Sarah, porque no llevas a Dino y a Junior a pasear, conoces el pueblo mejor que nosotros con esas salidas que das con tus amigos nuevos. Y sé con certeza que se van a aburrir aquí encerrados con este calor, además aún es temprano y si caminan por la sombra estarán bien, lleven botellas de agua, eso sí, están en la heladera.

— ¿¡Y porque se lo pides a ella, si yo soy el mayor!? —le cuestiona Spencer desde el sofá.

—Porque de ustedes cuatro, la más sensata y responsable es Sarah, y porque ni siquiera con 17 años puedo confiar en que no pierdas de vista a tú hermanitos por ponerte a hablar con cualquier chica que se te crucé en el camino, Spencer. ¿Lo entiendes no?

Papá, ya de regreso a la cocina, se ríe en carcajadas y mi hermano mayor se queja, subiendo enojado los escalones hasta su habitación y da un portazo, por lo cual ella lo regaña otra vez, antes de darme dinero por sí queríamos comprar algo para comer más tarde.

—Cuídense, sí... Y Dino, por favor, ponte una remera y tu Junior ponte una gorra para protegerte del sol... Sarah, ya lo sabes, pero no se separen ¿sí?, Y ustedes dos, no se porten mal con su hermana.

Después de esto, se encierra en su cuarto y seguramente a dormir una corta siesta, pero bien merecida. Cuando fui a cambiarme de ropa, (unos shorts y una camiseta corta) al regresar Junior, ya tenía puesta su gorra favorita; verde con formitas estampado de marinerito. Y Dino, ya estaba vestido, tomé mi mochila que había vaciado para esto mismo, y coloque las dos botellas congeladas de agua que retiré de la heladera.

—Hija, mamá, ya está muy cansada, así que iré a comprar velas... por si la luz no llega a regresar. Es común que en un pueblo viejo como lo es Blackwood se den estos tipos de cortes, o que algunos días falte el agua, aunque seguro lo arreglan enseguida—dice su padre, mientras saca la basura del tacho. —En fin, espero que la pasen lindo, prepararé algo para cuando vuelan...

—Gracias papá, —le da un beso en el cachete y se va.

Los chicos no se quedan quietos, y Dino sugiere que jugarán a las escondidas, Sarah acepta y se pone a contar contra el pabellón de una tienda.

Sale a su búsqueda: Junior se escondió cerca de un árbol y fue fácil de hallar, va de un lado para el otro en busca de su otro hermano... solo que no está por ningún lado.

—Jun... ¿Dónde se escondió él? —pregunté sin parecer demasiado desesperada.

Junior baja la cabeza y mira hacia la derecha, pensativo, con voz muy bajita, murmura:

— C-creo que... se fue hacia ese lado... pero...

Dirijo mis ojos hacia el punto al que señala y mi cabeza maldice a mi otro hermano.

— Vemos. Ese idiota ya verá. Justo ese sitio se decidió a ir... Ya me están colmando la paciencia.

Dino corrió hasta la parte prohibida del pueblo, ese lugar al que nadie se atreve a pisar. Van a buscarlo. Al alejarse de lo cotidiano, contempló las casas abandonadas, son como me las describieron y me las imagine. Todas deshechas y cada escombró en el suelo cuentan una pequeña historia.

A Dino lo habíamos encontrado jugando con un gato, este estaba durmiendo encima de una pila de madera podrida.

— ¡¿Dino?! — El niño se sobresalta y despacio voltea a verme con una sonrisa de disculpa. — ¡Porque mierda te alejaste así! Sabes que...

— Sí, sí... Lo sé, lo siento, hermanita. No fue mi idea alejarme tanto, pero sin darme cuenta mis pies me llevaron hacia aquí. Eh... bueno... ¿No es lindo este gatito? —alza el animal y me los muestra más de cerca, suspiró.

Lo agarró y le acarició la cabecita, hasta que se cansó y decidió bajarse de mis brazos. Junior me tomó de la mano, mientras noto que sus rodillas tiemblan un poco. Debe estar asustado, supongo.

—Deberíamos...—empiezo a decir, pero me veo interrumpida por Dino.

— ¿Podemos ir a explorar? Si estás con nosotros... no habrá ningún problema —Por mi cara, se dio cuenta de que dudaba y agregó: — ¿No te da curiosidad saber qué hay aquí?

—P-pero... ¿Y los fantasmas de esas historias que nos contaron Agus y los demás? —dice Junior oculto detrás de mí.

Tiene miedo, eso era de esperarse, no se lo ve cómodo en este sitio... Quizás lo mejor será regresar, no quiero crear ningún trauma y mucho menos que por esta pequeña travesía él no pueda dormir tranquilo por la noche.

— Chicos, lo mejor será regresar...

— ¡No! ¿Por qué? ¿Por qué él es un miedoso? —Dino miró a su mellizo enojado. — Ja, al final, Micaela, tenía razón... ¡Eres un miedoso!

Junior sale de detrás de mí y encara a su hermano.

—¡Eso no es c-cierto! —asegura, pero su voz tiembla. — No tengo miedo de estar aquí... Para de mentir, Dino.

—¡Yo no estoy...!

— ¡Bien! Esto acaba aquí, y no quiero verlos pelear otra vez, o le diré a mamá que se la pasaron discutiendo todo el rato, eh.

Ambos se miraron fijamente; Dino le saco la lengua y junior solo lo ignoro y me tomo de la mano de nuevo.

Paseamos por los alrededores y no sé si ver parte de este pueblo destruido sea muy educativo o sano para unos niños de 7 años... Sin embargo, los dos parces ilesos, así qué no me haré mucho la cabeza con eso.

—Sarah, ¿podemos entrar ahí? —Dino señaló un pequeño edificio con muchos desechos en las paredes ya viejas por el paso del tiempo y todo el techo estaba quemado. —Me da curiosidad, ¿a qué tú también quieres entrar no, Junior?

El mencionado solo, un poco temeroso, asiente con la cabeza como si al abrir la boca se delatase así mismo. Casi me río cuando, aun su mano entrelazada con la mía, me obliga a ir hacia esa escuela abandonada. Los sigo.

Al ingresar por la puerta (si es que esa cosa se puede llamar así), que prácticamente se derrumbó al correrla, y por instinto tome a Dino y lo lleve hacia atrás de mí, junto a Junior, para que todo el polvo que se levantó del suelo no le diera en los ojos. Enseguida comencé a toser, y no podía detenerme. Saqué de la mochila una botella de agua y me debí hasta la mitad.

Dino me dio unas palmaditas en la espalda antes de pasar por delante y observar el lugar de adentro; junior me pregunto si estaba bien, antes de seguirlo con timidez.

Trago saliva y guardo la bebida, para así hacerle compañía dentro. Quedó cerca de la entrada, ya que me cuesta dar un paso más... mi corazón se parte al ver un montón de libros dispersos y todas sus hojas quemadas. También un estante en donde, supongo, se dejaban las mochilas, porque hay dos que están deshechas y ahora se volvieron inútiles porque, en su tiempo, le pertenecieron a dos pequeños.

— Hermana...—Volteo a ver a Junior cerca de un pizarrón verde. Que ya está muy borroso, pero aun así se nota, que lleva escrito con tiza la fecha del lamentable suceso. El último día que todos esos niños pudieron asistir a clases aquí. Esa es la fecha. 20 de abril de 2017— ¿Fue hace tanto?

—Al parecer sí, Jun.

—¿Sarah, tú sabes que fue lo paso aquí? —inquiere, Dino, agachándose en suelo paso, tomar una pulsera de cuencas, que perdió a su dueño. —Le he preguntado a algunas personas, pero... no les gusta hablar de eso... Ufff... Nadie me cuenta qué pasó en realidad.

Claro, papá y mamá no conversarán de un tema tan delicado con dos niños de primaria. A mí ya me contaron todo a detalle. No sé si debería hablar, no obstante, cuando ambos me observan así, me hacen pensar, ¿por qué no? Se van a enterar de todas formas y es mejor saciar su curiosidad.

—Bueno... fue un incendio masivo y aun al día de hoy, nos sabe muy bien que lo inicio, pero casi destroza todo Blackwood. Por suerte no hubo muchos heridos, la gran parte fue evacuada a tiempo, aun así... Es una lástima, que aun después de años, esta parte se halla quedado estancada en el tiempo.

— ¿Qué significa: "se haya quedado estancada en el tiempo"?—pregunta Junior, levantando una ceja.

A veces me olvido que los dos tienen 7 años nada más y yo 15.

— Pues que, a pesar de que hoy estamos en el 2023, nada ha cambiado de sitio, todo sigue igual desde hace casi 6 años...—comentó, pasando un dedo sobre un pupitre y cuando lo retiro, noto lo sucio que estaba. — Es como si el tiempo no hubiese transcurrido aquí, a eso me refería.

Él asiente con la cabeza, y decido que es mejor salir de aquí, ya vimos suficiente. Tomo de la mano Junior y Dino nos sigue en silencio por detrás, de reojo veo que se ha puesto la pulsara que rescato, le queda algo suelta y sin que me pida se la ajuste al tamaño de la muñeca cuando estamos afuera.

—Chicos, ahora sí... —Se ve interrumpida por lo que capta la atención de sus ojos. — Guau... que...

— ¿Qué, qué ves? —murmura Dino.

Ambos voltean y observan lo mismo que yo: Un edificio antiguo construido por ladrillos rojizos con una enorme vitrina rota que tenía escrito: LIBRERÍA. Su puerta es básica, pero es adorable la campanita dorada que suena cuando, sin pensarlo mucho, decidí pasar por esa puerta y mis dos cómplices en esta aventura me siguen.

— ¡AHHH...!

Junior salta para atrás gritando, cuando ve una rata a lo lejos, quien sale corriendo a su escondite. Me río junto a mi otro hermano.

—N-no es gracioso...—sus orejas están coloradas. —Sarah, vámonos... ¡Puede haber más de esas!

—Jun, acabamos de entrar... Mira, sé que tiene miedo, pero anímate, quizás encuentres algo que te guste, ve a explorar...

—Y grita si necesitas ayuda, ¿sí? —agrega Dino, con una sonrisa malintencionada.

Contemplamos todo, Dino desempolvo un libro que al abrirlo las páginas se convierten en castillos y bosques plegables, hasta hay flechitas que cuando las levantas hacen que aparezcan animales o personajes del cuento.

— ¿No es grandioso? —pregunta y veo en sus ojos un brillo especial. Lo cierra y lo vuelve abrir, las imágenes se elevan. —No sabía que existían libros así...

—Son Libros pop-up, así se les dice, aunque también los llaman libros plegables, ¿te gustan?

Mi hermano no respondió enseguida, pero lo hizo.

—No son la gran cosa, pero no están tan mal... supongo.

Aunque trate de negarlo, a él le acabó gustando y finjo que no lo veo cuando toma dos libros del mismo estilo, uno de dragones y otro de animales de la selva. Junior solo observa cada espacio del local con expresión de angustia, y hasta chilla cuando sin querer tirar al suelo una pila de diarios antiguos y acaba estornudando por el polvo que levantó en el aire.

— ¡Junior! ¿Estás bien? —corro hasta donde está y tomó su carita. — ¿No te lastimaste?

—No, pero...

— Agh, qué fastidio eres, deja de ser tan torpe. —se queja Dino.

—¡Oye, no le hables así! No es para tanto. —Mi hermanito se suena la nariz contra mi blusa y me abraza. —Ya, ya... Solo diviértete, ve a pasear... con cuidado, por favor.

Me hace caso y sigue su propio recorrido.

Mientras echaba un vistazo con atención a los estantes, pienso que a simple vista nadie pensaría que este lugar es enorme, deba la fachada de ser un espacio pequeño, pero al ingresar te das cuenta de que no. Tiene una primera planta en la que hay una vieja mesa con una caja de registradora oxidada y polvorienta. A lo lejos hay una escalera en forma de caracol que te llevará a la segunda planta que es ahí, donde se da la magia, estantes, varias hileras de estantes, contra la pared, uno al lado del otro, casi un laberinto de ellos.

Este es mi lugar seguro.

Y me parece sorprendente que a pesar de que todo afuera está en ruinas: carteles de las tiendas destrozadas, perros y gatos rondando por los desechos... es un lugar muy sucio. En cambio, la biblioteca por fuera solo tenía rota, la vidriera de la entrada y la puerta del local, tenía manchas leves de quemaduras y de humedad, a pesar de eso, estaba todo intacto. Era como si el incendio nunca hubiese llegado hasta ahí, cosa que se me hace extraña.

En un instante ya había perdido de vista a los dos niños, aunque eso no me preocupo porque estaban cerca y si alguno me necesitaba lanzaría un grito e iría a su rescate, (esperaba eso por parte de Junior).

Cogí un libro que era bastante pesado y tenía los bordes de las hojas doradas, cosa que me fascino. La caligrafía utilizada en la portada (que era verde musgo con un dibujo de una corona brillante, atravesada por una flecha que en la punta tenía forma de corazón) era preciosa y en verdad las letras plateadas se complementaban con una delicadeza en el diseño.

Nunca había visto un libro así de espectacular. Las portadas de los que tenía en su casa, eran tan simples: los protagonistas besándose, o peor aún, una ilustración cualquiera, que cuando acababa el libro, no tenía sentido alguno la portada con la historia del libro. Además, cuántos libros en verdad son grandiosos, tienen portadas malísimas y nadie lo lee por eso.

Sin darme cuenta, me quedé acariciando la tapa dura, apreciando cada detalle y quizás estaba tan concentrada, que no me fijé en quién se había posicionado a mi derecha, espiando en silencio lo que hacía. Y me llevé una mano al pecho, ahogando un grito sordo, al notar que Dino estaba ahí.

—¡Mierda, qué susto me has dado!

Solo sonríe con maldad, típica en él.

— ¿Cómo se llama ese libro?

—Deberías practicar tu lectura, a tu edad yo ya sabía leer de corrido, así que...—le lanzó una mirada de reproche y le respondo su pregunta: — El príncipe de las bestias, así se llama. Quizás me lo lleve...

Oigo a mi otro hermano gritar como si la vida se le fuera en ese grito. Intercambio una mirada con Dino y dejó el libro por ahí y voy, siguiendo mi instinto de hermana mayor... Lo encuentro a Junior, arrinconado contra un estante y frente a él la rata más gorda y fea que vi jamás. Peor que la que nos encontramos en la entrada. Hasta le faltaba un ojo a esta (la rata pirata) y los observaba como si quisiera saltar encima de alguno de los tres para mordernos.

Me temblaban las manos, tragando saliva, cojo un tomo de diccionario y se lo aviente a la rata. Esta huyó hacia Dino, por suerte alejándose de Junior, quien ya tenía bañado sus mejillas de lágrimas. Dino solo le hizo frente, como el niño valiente que es (e imitando a mí), agarró otro libro, esté menos pesado, y le atinó en la cabeza al animal, asi logró desorientarla. Aproveche esto para tomar de la mano a junior y de la otra a Dino, quien antes se agachó para llevarse los dos libros pop-up que tanto le habían gustado, abrasados contra su pecho.

Al salir respiramos hondo los tres. Mi corazón estaba casi por salirse del cuerpo. Por pedido de Junior, quien ya había dejado de llorar, regresamos a casa.

Al salir respiraron hondo los tres, y el corazón estaba casi por salirse del cuerpo. Por pedido de Junior, quien ya había dejado de llorar, volvieron a casa.

— ¿Tú qué quieres comer Jun.? —preguntó, intentando cambiar el ambiente.

—Eh, ¿una hamburguesa?

—Ya comimos eso ayer. —dice Dino.

—Pues... ¿Arroz con atún? —intensa de nuevo junior.

—Arrgh, qué asco, ¿¡Atún!?—exclama el otro, arrugando la nariz.

—¿A ver y tú qué prefieres? —intervengo yo.

—¿No es obvio?, pizza. Casi nunca comemos porque alguien dice que es alérgico al queso, cosa que es una tontería. —cometa mirando de reojo a Jun.

—¡¿Acaso quieres que me muera?! Cada vez que, como queso, acabo enfermo. Y...

— Chicos, cálmensen. Mejor decidiremos en casa, seguro que papá tiene preparado algo rico. —logro decir.

Dino solo lo criticaba con cada cosa que decía de Junior, y acabaron discutiendo todo el viaje de regreso a casa. Fue agotador tener que meterme. Al llegar a la entrada, los freno cuando quieren entrar y les pido, que por favor, no le digan nada de esta aventura a mamá. Seguro, si se entera, los va a dejar sin televisión a ellos y a mí sin el celular, juran que no abrirán la boca y entramos.

Enseguida subo al cuarto, ya había vuelto la luz por suerte. Me siento en el escritorio y entre al grupo de wasap (de solo tres personas, yo, Lily, Jake) y pongo para tener videollamada:

Lily estaba practicando hacer una trenza cosida con su espejo enfrente cuando atendió la llamada. No pensaba decírselo, pero... no le quedó muy bien, hasta el delineado no ayudaba, también está practicando para hacérselo bien.

— ¡Hola, Sarah! —acercándose a la cámara del celular.

— Hola, Ly. ¿Mañana irás con ese look? —rogaba, que no se me escapara la risa y ella me dijera que no.

— Es que aún no me convence. ¿Me quedo bien? Este es el cuarto intento...

—Pues... este... ehm...

No sé cómo decirle que no, quedo como un arbusto alborotado, porque su pelo es rizado.

— Sarah, no te la va a decir por qué es demasiado buena... —Aparece en la pantalla el rostro de mi amigo, con una mueca divertida. —, pero te ves muy ridícula con esas dos líneas que salen al costado de tus ojos y ese peinado no ayuda mucho ¿sabes? ¡Ha, ya sé!, ¿practicando para Halloween, no?

— Ja, qué chistoso. ¿Y tú? Pareces salido de una sesión de stripper ¿cómo te fue, eh?—le recrimina Lily, cogiendo unas toallas para borrarse el delineado. — Mira, no te pagaremos, si eso es lo que buscas apareciendo semidesnudo frente a la cámara, ¿bien? Busca otra fuente de ingresos.

—Ya quisieras que baile para ti. —bufa Jake, tapándose con la sábana de su cama. Seguro que lo despertamos de la siesta de la tarde que siempre se da. —Ahora tengo una pequeña duda, ¿cómo es que esta niña sabe siquiera qué significa ser stripper, eh?

— Pues te lo diría, pero eso sería demasiada información para una cabeza tan mal pensada como la tuya.

— Yo creo que "el mal pensado" de los dos, es otro. —dice sugerente mientras le sonríe.

Intento no reírme, pero se me escapa una risita, que provoca que ella me lance una mirada de advertencia.

—Sí, claro. —rueda los ojos, Lily. —No soy yo quien busca una nueva novia cada vez que se aburre de la que tiene...

Jake la mira con enojo en sus ojos, pero se contiene y no dice nada más. Puede que admita, muy por dentro, que mi amiga tiene razón, en esa parte. Jake no es la definición de "mujeriego" no obstante, tampoco es un santo, por así decirlo. Si es cierto, que cada semana tiene una nueva chica a su lado, pero no llegan a formalizar... no siempre. Muy pocas le duran más de tres meses. Y siempre es él, él se equivoca, sin embargo, jamás lo admitiría, por eso mete de excusa que se aburre, y esa es siempre la razón por la que terminan. Nosotras sabemos que él no es malo, solo puede llegar a ser muy insensible, ya que no sabe identificar la emociones de los demás. A no ser que se lo digan de frente.

Aun así, lo queremos y es nuestro amigo, por más defectos que tenga.

—Ey, ya termínenla, no los llame para que se la pasen discutiendo entre sí, ¿Okey? —Los dos se quedan callados y me prestan atención. Respiro hondo. —Fui a la parte prohibida del pueblo—Ambos empiezan a hablar al mismo tiempo, pide silencio otra vez. —Junto a mis hermanitos descubrí una hermosa biblioteca con miles de libros, y chicos, es en serio quede flechada de uno en particular, pero Junior... digamos que tuvo un extraño encuentro con una rata y me lo olvido ahí.

—Mierda, que aventura la tuya... ¿Cómo es que nunca se me ocurrió ir hacia esa parte? —se reprocha Jake, bastante intrigado con la historia. — ¿Y tuviste algún encuentro paranormal, quitando ese momento con la rata?

—Tú, y tus estupideces de nuevo. —se queja Lily, peinándose su cabello con crema para formar sus rulos.

—Estás bastante calmada... pensé que te alterarías más al enterarte. —admito, un poco sorprendida.

Ella se detiene y cierra el pote de crema, sonríe como si estuviera a punto de soltar algo que nos dejará boquiabiertos.

—Bueno, eso es porque...—hace una pausa y se mira las uñas. —Ya fui a la parte "prohibida" de Blackwood, por así decirlo.

—¿Y cuándo dices que pasó eso? —la interrumpe, Jake, irónico.

— ¿Conoces a Robín? Ese morocho que tiene unos ojazos y va a quinto contigo. Te lo habrás topado algún día...

—Sí, sé quién es. Ve al punto, Lily. —pide, frunciendo el ceño.

—Que sí, ten paciencia. Pues, Robín y yo salimos a finales del año pasado. Me invitó a pasar el rato con sus amigos una tarde, le pedí permiso a mi mamá y él me pasó a recoger. No sé cómo se dio todo, pero acabamos retando a un chico del grupo a ir a ese sitio, y para comprobar que cumpliera el reto, junto a Robín fuimos. Ahí vimos cómo era ese lugar, aunque no pasó nada interesante... ni nada paranormal, siento decepcionarte Jake.

—No, no, repite eso. —le exige mi amigo— ¿Saliste con Robín Thompson? Y me echas en cara que salgo con muchas... ¿Cuándo él, según muchas fuentes, se acostó con la profesora de literatura para aprobar su materia? No te entiendo, lo intentó, de verdad que sí... pero te haces la santa y luego sales con cosas como esta. Te contradices todo el tiempo.

—Si me guiara por todos los rumores, qué hay por ahí, ni siquiera estaría hablándote ahora, ¿lo sabes, no? Así que no te creas en posición de juzgar con quien salgo o no, porque Robín fue unos de los mejores novios que he tenido.

— Si fue tan buen novio como dices, ¿por qué mierda terminaron, eh?

—¡BASTA, MALDITA SEA! —grito, exaltada. Esto ya me está sacando de quicio, parezco invisible en esta conversión. — Primero que todo, Jake ¿y a ti que te importa porque cortaron ellos dos?, ni que estuvieras celoso o algo así. Deja de buscar pleitos. Y tú, Lily, no le des rienda a sus provocaciones... Ufff, trato de decirles a ambos algo importante y lo único que hacen es ignorarme por completo e intentar ganarle al otro en ese juego suyo, que ni yo entiendo. Así que cayesen de una buena vez, porque si no voy a salir de esta videollamada y se van a quedar con la duda.

— Bien... —responden al mismo tiempo, cosa que no ayuda.

— Les propongo si se animan a ir conmigo hasta allá, y así poder tomar ese libro. No es que no pueda ir yo sola... —admito, rascándome la nuca. —, pero no sé... me pareció un buen plan.

Jake, aceptó enseguida, ya que a él le fascina el misterio, las casas abandonadas y las pelis de terror. La que fue más difícil de convencer fue a Lily, que aunque no es para nada miedosa, si es muy disciplinada con sus estudios y mañana es lunes, lo que significa que después de clases debe ir a clases particulares de inglés.

—Ly, una vez que faltes no pasará nada. Además, inventaremos una excusa como que... eh, tenemos un trabajo grupal que lleva nota y lo debemos entregar sí o si al día siguiente. Es imposible que tu madre se niegue, lo sé muy bien.

—Mhm... Está bien...—accede, un poco dudosa.

Nos pusimos de acuerdo y mañana al finalizar las clases le diremos a nuestros padres que deben hacer un trabajo grupal y que seguramente nos vamos a tardar. Decidimos que el "supuesto" lugar de estudios será en casa de Jake, ya que sus padres nunca están, cosa que, según él, es algo genial. Por supuesto, todo esto acabará haciendo una mentira piadosa, puesto que iremos a explorar esa misteriosa biblioteca.

Ya quiero volver a ver ese libro y quizás, logre leer el prólogo. ... Y tal vez hasta me sorprenda lo que lleve escrito esas páginas viejas...

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