|06| Buscando pistas.

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El rostro de Neil me observaba desde el inicio de las escaleras. Su expresión denotaba rudeza y rabia acumulada, siendo sincera, daba miedo cuando hacía eso.

No tenía ganas de pelear con él y menos a estas horas de la mañana. Sólo quería sentarme en donde sea y darle de comer a mi estómago antes de que muriese de hambre. De pensar en una manzana se me hizo agua a la boca.

Aunque Neil parecía tener otras intenciones, notaba que se había dado cuenta de que no estuve hace horas.

Subí las escaleras de entrada hasta quedar frente a él y sin poder evitarlo, sonreí. Él me cogió con fuerza del brazo, me arrastró hasta adentro sin poder forcejear y me lanzó con brusquedad a un sillón. Lo observé confundida; tenía un leve dolor en la parte de dónde me agarró.

—¡¿Dónde mierda estabas, Madison?!

Su grito hizo eco por toda la Mansión, me removí nerviosa intentando no conectar la mirada con él. No después de lo que pasó anoche, no podía. Él no parecía estar satisfecho con mi reacción por lo que se acercó hasta arrodillarse frente a mi y me levantó el semblante para mirarlo.

Su tacto con mi piel quemaba. Aquellos ojos azules me desconcertaban de una manera que nada ni nadie podía hacerlo.

—No me gusta que salgas sin avisarme, Mad. — De un momento a otro su tono se suavizó. Acarició con el pulgar mi labio inferior. Tragué saliva

No quería caer en su encanto y volver a cometer el mismo error. Contra todo pronóstico, me alejé cortando el poco contacto que teníamos y me levanté del sillón.

Necesitaba saber muchas cosas, las dudas no salían de mi cabeza y el hecho de que él quizás tenga las respuestas a todo me ayudaba.

—Neil, tenemos que hablar.

Neil se recostó sobre el sillón grande y tapó su rostro con el antebrazo. Un silencio incómodo se formó en el ambiente, masajeé mis cienes y dando un suspiro procedí a hablar con claridad.

—¿Por qué atacaste ese día mi hogar?

—¿En serio quieres hablar sobre éste tema?

—Si.

Mí desición era firme. Retractarme no estaba en mis planes, el hecho de haber salido de mí hogar y estar en la casa de quién menos lo pensaba, estar bajo la mira de Ace Blue y cerca de un asiático loco que decía ser viajero; pero su apariencia demostraba saber muchas cosas.

El hecho de que mí vida haya dado un vuelco, que todo cambió y que muchas cosas no cerraban, me hacía doler la cabeza.

—No es asunto tuyo, Madison. Ni siquiera deberías meterte en peleas de grandes.

Él se levantó de su asiento y caminó, pasó por mí lado y sentí un leve escalofríos. Lo tomé del brazo, quería irse sin decirme algo.

Chocamos miradas, podía ver qué estaba enojado, yo sentía el desafío en mí cuerpo. No sé quedaría así sin más, a pesar de tener millones de años, Neil se veía en años humanos como una persona de 29. Por el contrario, yo sería la chica de 20 años.

—Ya que quieres que te avise todo lo que haga... — Susurré molesta.

—¿Qué?

—Me encargaré de saber que esconden, así que no te vas a meter en mis asuntos.

Cómo si el día no pudiera ser peor, Rachel apareció con una bandeja de comida en sus manos. Venía contenta, pero al notar mí cercanía con su novio no pudo ocultar tal disgusto.

En un arrebato soltó la bandeja en el suelo, todo lo que traía en ella se derramó y sus ojos no podían destilar más furia.

—¿Qué hacen? — Preguntó en un tono demandante. La chica estaba muy enojada, ella creía que yo era una amenaza. Y realmente quería llevarme lo más bien posible pero tampoco sería capaz de dejarme pisar por ella.

Si, ella había llegado mucho antes que yo, estoy segura de que mí presencia en la Mansión le disgustaba porque no era capaz de ocultarlo, no parecía estar acostumbrada a otra presencia femenina.

—Rachel, no empieces por favor. — Reprochó Neil, rodó los ojos y eso pareció enfurecerla más.

—¡Estoy cansada, Neil! — Ésta vez no ocultó su enojo. Me sentí una intrusa entre su discusión así que trate de salirme de la sala. El aire era muy incómodo.

Salí de la habitación de entrada, y corrí hasta la cocina. Aún podía percibir los gritos abrumadores de la pareja, otra vez el tema era yo. Últimamente me sentía muy famosa de tanto andar en la boca de los demás.

Pude ver a Judith pasando un plumero por los estantes, me acerqué a ella y palmee su hombro con cuidado.

—¿Qué puedo hacer por usted, señorita?— Murmuró con una sonrisa amable.

—No tengo nada en mi estómago desde anoche, ¿Puedo hacerme de comer algo?

—Deje le preparo yo.— Se ofreció y quise decirle que yo lo haría pero me frenó y sólo me dejó saber que de la cocina se encargaba ella. No lo dijo en un tono malo, sólo que ese era su trabajo.

—¿Neil vive sólo?

Indagué sentándome en una silla de cuero azul, apoyé los codos en la mesa y dejé caer mi semblante en mis manos. La vida de Neil Black me intrigaba demasiado, él no me decía nada y cada vez que quería preguntar sólo respondía cortante, tenía un límite.

La señora sonrió de nuevo y mientras preparaba algo, que no logré ver qué era, me respondió.

—Los señores Black desaparecieron hace bastante tiempo, nadie sabe que fue de ellos, ni los buscaron.

La curiosidad se instaló en mí al momento de saber eso. ¿Cómo alguien de la familia real desaparecia y nadie era capaz de buscarlos?. Ésto era extraño, me olía a gato encerrado.

—¿Por qué nunca los buscaron?

— Se supone que cuando alguien desaparece, hay que alertar a las demás familia reales. Y la participación tiene que ser de todas, pero ustedes no quisieron saber nada.

—¿De qué habla? — Pregunté anonadada.

Judith trajo hasta mi un plato con huevos revueltos, un poco de tocino y tostadas con aguacate. Luego fue en busca de dos tazas, a mí me dió una con zumo de durazno y ella bebió un ahumado café. Prefería café antes que zumo, pero no quise decirle nada por pena, además estaba más interesada en la conversación.

Le di un buen mordisco a mi tostada y pude sentir la alivies de mi estómago al consumir algo.

Se sentó frente a mi y me observó con cautela.

—Los Red denegaron la búsqueda, ustedes tienen más poder que todos nosotros.

—No puede ser cierto, a mis oídos jamás llegó la noticia. Yo hubiese insistido para buscarlos. Nunca me dijeron nada.—  Comenté avergonzada.

—Sé que serías capaz de hacerlo, pero tú abuelo es un ser despiadado.

Tenía razón, no podía negarlo porque él si era. Jamás se preocupó por algo más que no fuese su trasero, estaba segura de que su había una guerra, se salvaría él antes que a su propia mujer y familia.

—Lo lamento demasiado, en verdad.

—Neil por suerte tiene el soporte estable de sus dos hermanos, en gran parte de Kylian, el menor de los Black. Jace desertó por un tiempo, aún no ha venido a visitarnos.

Información valiosa. Judith era de gran ayuda para saber más acerca de todo lo que me rodeaba. Neil no hablaba conmigo sobre nada, pero sentía que no estaba siendo honesta con ella en lo absoluto. Judith parecía ser más madre que la mía y eso era un golpe en la moral.

—¿Dónde está Kylian?

—Él está en el último cuarto de la Mansión. No come aquí con Neil, todos tenemos que llevar su comida hasta ese piso. Nadie más que el señor Neil entró hasta la habitación, la comida se la dejamos en el piso de afuera.

Ésto me hacía aún más ruido.

La señora Judith bebió un sorbo de su café y la reposó en la mesa.

El ambiente estaba más tranquilo, los gritos ya no se oían. Seguramente se ocuparon con otros asuntos, de sólo pensarlo me disguste.

—Judith...

—Dígame.

—¿Usted conoce al viejo desertor?

Ella observó hacía todos lados, buscando alguna presencia.

—La leyenda dice que vive bajo la roca más grande, en la oscuridad del bosque, en donde nadie ha puesto un pié jamas.

—Eso no me ayuda en nada...

Cuestioné frunciendo las cejas.

—Él deja a la vista su ubicación cuando lo llaman.

—¿Cómo puedo contactarlo?

—Con un hechizo.

La observé con sumo cuidado, algo me decía que esa mujer sabía más de lo que aparentaba. Judith bebió otro sorbo de su café. ¿Un hechizo?. Hace años no escuchaba la palabra hechizo, los vampiros no nos relacionamos con brujas o hechiceros. Ellos son de otro mundo y las razas no se mezclaban.

—¿Cómo se hace el hechizo?

—Me temo que esa información no puedo darte, no me compete.

Judith observó por detrás mío y no hacía falta que me dé vuelta para saber que Neil estaba con nosotras. Su presencia podía sentirse sin siquiera mirar. Después de todo no quería verlo, así que dejé mí plato vacío en la mesa y me levanté, con la intención de irme.

—¿De qué hablaban?

—Mí señor, le estaba enseñando algunas recetas de cocina. — Habló por mí Judith.

—¿Y eso es un impedimento para hablarlo mientras estoy yo?— Dijo Neil, sabía que iba dirigido a mí, pero traté de no dirigirle una sóla mirada.

Agarré el plato con mis manos, bajo la atenta mirada de ambos, y lo llevé al fregadero. Prefería limpiarlo antes que verle a los ojos a ese idiota. En verdad que hoy deseaba tener algo de paz después de tanto, mis pensamientos tenían que estar en órden antes de seguir con mí investigación secreta.

—Madison.

Escuchar mí nombre salir de sus labios me causó un escalofrío.

—Judith, por favor vé a limpiar mí habitación. Rachel la dejó hecha un asco.

—Cómo ordene, mí señor.

A continuación sólo pude oír como la silla chirriaba y los pasos de la mujer saliendo de la cocina. Sentía una tensión que podía morderla con mis colmillos, terminé de secar lo que usé y escurrí mis manos con un trapo.

Neil se acercó hasta mí, quedando a centímetros de mí espalda. Trazo la piel de mí brazo con sus largos dedos, me quedé estática.

—¿Me haces la ley del hielo?

Traté de no dar ningún movimiento en falso, si lo hacía tendría contacto con él y eso era lo que menos deseaba ahora. Suspiré para sacar un poco la tensión de mí cuerpo.

—¿Qué deseas, Neil? — Hablé cansada.

—Creo que lo que acabas de hacer es el trabajo de Judith. No me gusta que desordenes lo que ya tiene control.

Bufé, ahora no podía ni lavar un maldito plato porque le molestaba. Comenzaba a fastidiarme eso de ser un mueble sin hacer nada. Era su casa sí, pero ahora también vivía aquí.

—Y yo creo que ya le diste suficiente trabajo a la pobre mujer diciéndole que vaya a ordenar la asquerosidad que habrás hecho en tu cuarto.

—Veo que no entiendes quien manda acá.

Su susurro mandó estragos en zonas donde nunca había sentido. Era un hijo de puta.

Neil cogió mí cintura, sus manos se enrollaron sobre ella con un poco de fuerza y me presionó contra la mesada. Podía sentirlo completo, estaba apoyándose contra mí. Mis mejillas se calentaron en segundos y el oxígeno no me llegaba a los pulmones.

—¿Crees que puedes mandarte sola, Mad?

—Soy lo suficientemente mayor como para hacerlo, Black.

Sus labios dejaron escapar una risita por lo bajo, su entrepierna se notaba que crecía a medida que tenía contacto con mí trasero.

A pesar de que tenía ganas de que me levantara y me follara como nunca encima de la mesa, me controlé y lo aparté de mí. Antes que sexo a lo bruto, necesitaba encontrar lo que buscaba.

—No te metas más conmigo, tienes una vida y yo estoy creando la mía. — Susurré muy cerca de sus labios, él se lamió los suyos mientras evitaba mis ojos.

Pude notar como su nuez de Adán pasaba saliva disimuladamente y ésta vez fui yo quién sonrió por la reacción. De reojo observé que Rachel nos miraba desde el umbral de la puerta, con odio dentro de sus ojos. Le sonreí con inocencia y bajo su atenta mirada, me puse de punta de pié hasta estar a la altura del cuello de Neil, pasé la lengua por el mismo y llegué al lóbulo de su oreja.

—Joder... — Se escapó de sus labios.

—Creo que te están esperando.

Sin nada más que agregar pasé por su lado y saludé a su novia, al parecer Rachel no logró aguantar porque rápidamente se fue de la sala.

—Hija de puta...

Neil habló con diversión y yo sólo le hice una reverencia.

—Con permiso, mí señor.

***

Luego de una larga ducha, en donde tallé mí piel para sacar toda suciedad del cuerpo, me tumbé en la cama pensando en todo lo ocurrido hasta ahora.

El giro drástico que dió mí vida fue un gran golpe para mí.

No sabía el por qué de la cosas pero algo de información recogí. Sabía que Neil ocultaba algo y no lo quería decir, todo a mí alrededor gritaba que pasaban cosas de las que no estaba enterada. Lo entendí con lo del sótano de mí casa, tal vez debía darme un tiempo para ir a ver de qué se trataba.

Había una rivalidad entre Neil Black y Ace Blue, lo supe cuando el jefe del Clan Blue me dijo que Neil mentía y que le pertenecía a él. No quería que pasara lo mismo que en el pasado, ¿A qué se refería?.

Por otro lado estaba aquel viajero, Seok, quién traía consigo misterios pero estaba dispuesto a ayudarme a cambio de lo mismo. Se notaba que no era ningún idiota, sus labios guardaban silencio, ¿Qué sabía con exactitud?. El hecho de que haya visto el collar de mi difunta amiga en sus manos me hizo pensar demasiadas cosas. No quería desmoronarme ahora que tenía una pista.

¿Y Judith?. Ella sabía también algo, por eso Neil parecía estar siempre con la señora. ¿Cómo supo lo del hechizo? ¿Por qué no quiso ayudarme cuando ya me lo había dicho todo?.

Tampoco tenía respuestas para la desaparición de los padres de Neil, eso era otra incógnita en mi mapa mental. La causa de la muerte de los White me tenía preocupada. ¿De verdad vivía bajo el mismo techo que el asesino de mi amiga?.

Ace, él dijo que me conocía desde antes, ¿Por qué nunca lo vi cerca?, soy buena para espiar.

Pero sobretodo, ¿Por qué desertó el hermano mayor de Neil?.

De pronto entre tantas preguntas se me vino a la cabeza una fugaz idea, algo descabellada pero que tal vez me daría resultados.

Un solo nombre. Un solo piso. Otra incógnita.

Y con ese nombre, caí rendida en los brazos de Morfeo. Perdiendome en los sueños.

Kylian Black.


XxxxxX

Notita de autora: ¡Holis! ¿Cómo están?, espero que bien y si no, que su día mejore pronto 🥺.

Hay muchas cosas por descubrir y muchos sentimientos que encontrar.

Madison, no caigas en el encanto de Neil 🤺.

¿Qué les pareció éste capítulo de hoy?
Dejen sus teorías aquí.

No olviden dejar su voto, ese que ayuda muchísimo a visibilizar la historia. Y esos comentarios que me hacen la vida, no seas LECTOR FANTASMA. ⭐✨

Sin más, nos leemos en el siguiente capítulo.

Besos, Nia 🤺

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