11: ¿Alucinación o realidad?

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Alice

Despierto en la cama de Asthur, él no está. Ni siquiera sé cuándo llegué aquí. Debí haberme quedado dormida después de haber llorado tanto. Me levanto del colchón y cuando salgo del cuarto, lo veo en su mesa de investigación. Se encuentra observando el microscopio. Estoy segura de que examina mi sangre.

Al acercarme, me siento a su lado. Se ve distante, pues me ignora por completo. Quizás no debí haber dicho esas cosas raras ayer. Me cuestiono si hice bien en contarle. Lo que me provoca dudar de lo mucho que me costó admitir de que estoy cuerda. Han metido tanto en mi cabeza de que tengo algo malo, que creer que me encuentro en una constante alucinación parece lo más factible. No obstante, ese es el camino fácil. Mi realidad es esta: lo sobrenatural existe, pertenezco a los llamados condenados y tengo a un demonio en frente de mí.

No estoy loca.

―Sobre lo que dije ayer, nosotros... ―Trago saliva―. No hay que tomárselo literal, en referencia al destino y eso. No estamos conectados ni nada, solo... sé que necesito tu ayuda. Ignora lo que parecía una confesión de amor. ―Mis mejillas arden.

Repasé mis palabras, y aunque no lo dije con esa intención, si suena como algo romántico.

Asthur me sigue ignorando.

―Eh... ¿Me escuchaste? ―pregunto, avergonzada.

―Lo que sea ―contesta y sigue con lo suyo.

―Asthur ―insisto.

Aleja la cara del lente del microscopio y se me queda observando por bastante tiempo. Tiene una mirada penetrante. Ojalá poder percibir sus pensamientos como él puede hacerlo con los míos. Qué envidia.

―Ve al cuarto, estoy ocupado ―ordena.

Miro la sangre.

―¿Qué quieres averiguar?

―Ve al cuarto ―repite.

Trago saliva y suspiro.

―Bien.

Ni me mandó a limpiar. Me empiezo a inquietar, algo no va bien, pero no puedo averiguarlo. Me levanto, entonces me dirijo a la habitación sin poner más objeción sobre el asunto. ¿Tengo tanta desconfianza o es una corazonada? Hay un mal presentimiento en todo esto.

Asthur

Me reúno con Zijo en el bosque. Varios árboles alejados de la casa. No quiero que nadie escuche nuestra conversación ni que él se acerque a la cabaña. Al menos hasta que tome una decisión sobre esto.

―¡Al fin, hombre! ―grita el rubio de rulos―. ¿Por qué no contestas mis llamadas? Me traerás problemas con el clan Trido.

Enarco una ceja.

―Así que te dignas a decir cuál es el clan. ―Me cruzo de brazos.

Se carcajea.

―Bueno, algo de información debo de darte para que me atiendas, te conozco.

―Al grano ―digo sin titubear―. ¿Qué quieren de Alice?

―Tema suyo, no puedo decirte, quizás también la quieras y me traería problemas con la transacción.

―Debo decir que tiene un aroma exquisito. ―Sonrío.

Se alarma.

―¡Wo! No te la comiste, ¿cierto?

―No ―digo serio.

―Entonces apúrate a entregarla que pensarán que tienes comida podrida. ―Se ríe.

―¿Sabes? Me gusta mucho ―lo provoco, aunque en el fondo quizás sea verdad―. Creo que, sin ningún incentivo, no me da la gana de cederla.

―Asthur, no te humilles solo, me estás asustando.

―No me humillo, la carne todavía está fresca. ―Vuelvo al gesto serio.

―Me has mentido muchas veces. ―Chasquea los dedos―. Pero esta parece verdad.

Enarco una ceja.

―¿Disculpa?

Sonríe, tranquilo.

―Fingiré que no pareces enamorado si me entregas a la chica.

¿Enamorado? ¿Yo? ¡¿Qué bobada es esa?!

―Qué asco. ―Presiono los dientes.

―Te lo juro, amigo, lo noto. Déjame ayudarte con tu problema. Dame a la chica y lo olvidaremos para siempre. Como si nunca hubiera existido.

Trago saliva, al estar nervioso, pues tiene tanta razón. Es la mejor forma de olvidar todo esto. Recibiré mi pago y me sacaré un tema de encima.

―Yo... ―Hago una pausa―. Te la entregaré.

―Serás bien recompensado, Trido paga exuberantes recompensas, te darán más de lo que has pedido. ―Camina atrás de un árbol y me lanza un bolso―. El elemento de tu arma, ahora dame a la muchacha.

Alice

Oigo la puerta, entonces espío desde el cuarto. Asthur entra con un hombre más, aunque no creo que sea una de sus víctimas. Parece acompañarlo, no es su comida.

―¡Alice! ―me llama y me sobresalto.

Salgo de la habitación, luego me les acerco, despacio.

―¿Sí?

Tengo miedo, el mal presentimiento crece y mi corazón palpita rápido, algo no está bien.

―Él es Zijo, lo acompañarás.

―Me vendiste ―afirmo con impacto.

―¡Ay, es muy bonita! ―declara el rubio―. Maguer, el líder de Trido, estará encantado de conocerte. ―No le respondo, así que vuelve a hablar, pero esta vez se dirige a Asthur―. ¿Se va a resistir? ¿Por qué la tienes suelta?

―Es una humana, no hace gran cosa ―aclara el pelinegro.

―¡¡Asthur!! ―Reacciono y lo agarro de la chaqueta, luego chillo―. ¡¡No me entregues, estoy bien aquí!! ¿Es por qué escapé? Te juro que no fue mi intención, hay algo que falla en mí, pero prometo que voy a controlar lo que maneja mi instinto desde mi ojo. ―Alzo la voz mientras empiezo a llorar―. ¡¡Lo voy a intentar con todas mis fuerzas!!

Él ni me mira.

―Acompáñalo ―insiste con su orden.

Dejo de gritar, respirando con agitación, entonces me suelto, despacio, y retrocedo, miro al tal Zijo, preocupada.

―Está bien, vámonos.

―¡Ah, es obediente! ―exclama encantado el rubio―. No te preocupes, todos los humanos sufren algunas veces, es parte de su existencia.

Es gracioso, no veo ni un solo rastro de empatía en este demonio. Incluso a pesar de que habla con mucho carisma. Aunque no puedo quejarme, Asthur tampoco la tiene, solo fui engañada por una ilusión perversa de mi mente.

Quizás deba volver a creer que estoy loca y olvidarme por completo de que esta es la realidad.  

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Saludos, Vivi.

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