26. Lo mejor

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— Felicidades — dijo Roxelana —, lograste sobrevivir a tu primer trabajo con Valerio, siéntete orgulloso — añadió con voz pesimista —, no muchos pueden presumir de tal logro.

— Eres muy amable, pero fue todo gracias a Tyline, ella me dio un consejo que sin duda me sirvió de mucho.

— ¿Qué consejo? — pregunto la chica, acurrucándose entre los brazos de su novio. 

Como penitencia por haberlos hecho perder tanto tiempo Valerio hizo a Aidan limpiar todo el escenario solo, Tyline se ofreció a ayudar pero al parecer tenía escenas que escribir, pero Tony y Roxelana si se quedaron a su lado ayudando, lo cual fue una bendición ya que no sería capaz de levantar tan pesadas cajas sin herniarse en el intento.

— Que fingiera que no era yo, que era otra persona quien actuaba.

— Ah, el "muñeco" — la voz de Tony se perdió entre las caladas a su cigarrillo —, es un buen consejo, he de admitirlo, pero no a todos les fusionan, por eso es mejor usar la vieja confiable — levanto varias veces su cigarrillo, aquél olor puso mareado a Aidan, no entendía como alguien podría estar tan cerca de un olor así y aún más aspirarlo con tanta naturalidad, le recordaba el aroma a hierbas quemándose con caramelo y gasolina — ¿No quieres intentarlo? — pregunto extendiéndole el cigarro, aunque más que un cigarro era un porro, lo supo por el tono blanquecino de la envoltura. Aidan negó con la cabeza.

— No gracias.

— Típico — la voz de Roxelana paso de tranquila a un tanto exasperada —, los cristianos como siempre, se creen la ultima botella de agua del desierto.

— No es por eso — se defendió Aidan, aunque cierta parte si era por esa razón —, el aroma — respondió — me marea, no me gusta ese olor.

— Te entiendo, no me sorprendería que Tony se estuviera fumando cilantro ahí, es una mezcolanza de un montón de hierbas — rápidamente la chica rebusco algo en su bolso.

— ¡Oye! A mi me sirve, me gusta su aroma, ustedes son los que tienen el sentido del olfato jodido — la pelinegra le dio un amistoso codazo al musculoso muchacho, él solo empezó a reír mientras llenaba la coronilla de la chica con besos —. Me voy, tengo que trabajar — Tony envolvió con sus dedos las mejillas de Roxelana, dándole un tierno beso en los labios, aquello provoco una sonrisa en Aidan, el chico se llevo los dedos a los labios y se pregunto qué se sentiría ser besado con tanta devoción como la que sentía Tony por Rox, pero rápidamente aparto esos pensamientos, no queriendo evocar horribles recuerdos de besos no consensuados bajo la luz de la luna, en cambio se concentro en pensar en la forma en la que Roxelana parecía tolerar tan bien los besos de Tony, si fuera ella no podría recibir ni una caricia sin retorcerse, la barba del muchacho era demasiado prominente y con lo cosquilloso que Aidan era le sería imposible estar a un metro de él sin retorcerse como si lo estuviesen electrocutando, de solo pensarlo sentía un cosquilleo en la nuca —, si quieres invita a nuestro amigo de sexo dudoso a casa, llegaré hasta mañana.

— ¿Eh? — la muchacha se aferro a la cintura de su novio haciendo un puchero — ¿Me vas a dejar sola otra vez? Sabes lo mucho que odio cuando te vas por varios días seguidos.

— Lo siento, princesa, pero es un trabajo importante, si todo sale bien te compraré las botas que tanto querías — aquello ultimo lo susurro al oído de la chica, Aidan aparto la mirada, incapaz de contener los escalofríos que sentía, sin duda alguna Roxelana tenía nervios de acero por tolerar una barba en una zona tan sensible.

— ¡Amor! Eres maravilloso — dijo dándole un abrazo.

Tony se despidió de Roxelana con una oleada de besos y a Aidan con un abrazo que le hizo crujir hasta la conciencia, sus huesos tronaron en una sinfonía idílica mientras eran aprisionados por los grandes brazos del muchacho.

— Vaya, alguien esta viejo — murmuro mientras seguía agitando su mano despidiendo a su novio.

— No estoy viejo, estoy crocante — se defendió Aidan — ¿Y en qué trabaja Tony? — se apresuro a cambiar el tema, no queriendo que su delgadez saliera como posible charla — ¿Es normal que se vaya muchos días?

— Algo así, trabaja de mecánico, generalmente en proyectos simples y pequeños, como personalizar motocicletas, cambios de aceite, reparar autos y cosas así, pero a veces le encargan reparar algunos camiones de carga y soldar algunas cosas, puede ser un trabajo muy estresante.

— ¿Eso es legal? ¿Tony no es menor de edad?

— Lo es, pero el subsidio del gobierno sigue siendo el mismo de hace unos 10 años y el costo de vida ha subido continuamente, no es viable vivir con solo ese ingreso — explico, retocando el brillo labial rojizo en su boca de corazón —. Dios, como amo este tono y sabe delicioso, a cereza, ¿quieres probar? — pregunto juguetonamente, pero el chico la ignoro. 

— ¿Puedo preguntar porqué...?

— ¿"Nuestros padres no nos mantienen"? — se relamío los labios pensativamente, Aidan supuso que saboreando el sabor a cereza de su labial — Bueno, técnicamente tú nos expusiste algo tan privado como tu abuso, así que...sí, ¿Por qué no? — dejo de caminar y se sentó en una banca del parque, el chico la siguió y trato de mantener el contacto visual mientras ella luchaba por cubrir sus muslos con su diminuto vestido vino tinto — ¿Por dónde empezar? — Roxelana movió rítmicamente el pie, pensando detenidamente que detalles se sentía cómoda en compartir y cuales no, finalmente decidió ser lo más general posible —. Había una vez...— Aidan levanto las cejas divertido.

— ¿"En un reino muy lejano"? — trato de seguir la historia.

— A ver, a ver, a ver, ¿Quién esta narrando esto? ¿Tu o yo?

— Tu — respondió algo avergonzado.

— Resulto ser sabio el muchacho, entonces guarda silencio y escucha.

<<Había una vez, en un pequeño pueblo lleno de color y vida, una niña que amaba el rosa y la purpurina una niña llena de luz y alegría, siempre lista para explorar el mundo que la rodeaba.

En su casa, sin embargo, las cosas no siempre eran tan brillantes. Su madre había traído a un hombre a su vida, un hombre que parecía tener una sombra muy larga. Esta sombra parecía seguir a la niña por toda la casa, haciendo que los rincones brillantes parecieran un poco más oscuros. Continuamente el hombre comentaba ciertas cosas que a la niña la hacían sentir muy triste y confundida: el tamaño de su cintura, sus piernas, su busto y sus labios no eran propios para una niña de su edad, si bien la madre de la niña decía que era bueno que se hubiese desarrollado antes la mirada lasciva del hombre no dejaba a la pequeña descansar en paz.

Pero entonces, un día, apareció un caballero en una motocicleta. Este caballero, con su casco brillante y su risa contagiosa, parecía llevar consigo un rayo de sol. Le compraba helados a la niña y la llevaba a pasear por el pueblo en su reluciente corcel que era una motocicleta de antaño cuyos motores rugían como un feroz dragón, pero pese a su horrible sonido, ella no tenía miedo, no porque su caballero estaba con ella, haciendo que los días grises parecieran un poco más coloridos.

Una noche, la sombra en la casa de la niña pareció crecer aún más. Asustada pero decidida, decidió que era hora de buscar la luz. Así que escapó de su casa y corrió hacia el único lugar donde se sentía segura: junto a su caballero.

El caballero la acogió con los brazos abiertos y prometió mantenerla a salvo. Desde aquel día, la niña ya no se sintió sola. Había encontrado a alguien que la valoraba y la amaba tal como era.>>

— Y así, la niña y su caballero vivieron muchas aventuras juntos, enfrentando cada desafío con valentía y amor. Aunque la vida no siempre fue fácil para ellos, siempre encontraron la manera de superar los obstáculos juntos. Y para la niña, esa luz era su caballero en la motocicleta. Fin — dijo haciendo un dramático movimiento con las manos, como si cortara algo — ¿Estás llorando?

— Perdón — dijo Aidan limpiando sus lagrimas —, es una linda historia, Rox.

— Sí, pero es una historia de fé, esperanza y polvo de hadas, no para que llores — para la muchacha era una de las historias más románticas de la vida.

— Entonces, ¿Eso te paso? ¿Escapaste de tu casa porque tu padrastro te abuso?

— No, le hubiera cortado el pene antes de que siquiera me tocara, pero se notaba a leguas que quería cogerme, me desarrolle muy temprano, ya tenía curvas de una mujer a los 13 años y el tipo ni siquiera disimulaba sus ganas de follarme, escape antes de que actuara en consecuencia.

— ¿Y tu madre? ¿No hizo nada al respecto? — al chico le resultaba horroroso que una madre no hiciera nada para proteger a sus hijos, su propia madre daría la vida y más por él.

— Claro que lo hizo: me acuso de intentar seducir a su marido con todas las vecinas que encontró, dijo que yo era una prepago que seducía hombres por diversión — volvió a relamerse los labios, ahora Aidan sí quería probarlos —. No te preocupes, no eres el único que ha pasado por algo así — los dedos de Roxelana acariciaron las mejillas de Aidan, descendiendo hasta sus rosados labios —, sé que lo que se siente que te griten "puta" a la cara.

— ¿Y Tony? — pregunto sonrojado, apartándose un poco, las caricias de Roxelana lo ponían nervioso — ¿Él tampoco vive con sus padres?

— No, una mujer debajo de un puente fue lo más cercano que tuvo a una madre y un limpia brisas lo más cercano que tuvo a un padre, no sabe nada de su familia de sangre, era indigente a los 5 años y se ganaba la vida limosneando, finalmente llego a un taller y el dueño se apiado y lo contrato, ha estado trabajando allí desde entonces.

— Por eso las manos de Tony siempre están ásperas — razono. 

— Exacto, pese a ello esas ásperas manos dan los mejores abrazos y las más exquisitas caricias del mundo entero — suspiro levantando los brazos como si pudiera ocultar todo el mundo en ellos —. Es el mejor novio del mundo, me compra cosas, me cuida y me da todo lo que le pido — se encogió de brazos, con mirada soñadora —, es el mejor novio de la tierra.

— Que lindo, ha de ser muy hermoso tener a alguien que cuide tanto de ti — admitió algo celoso, era algo que había empezado a desear con fervor, alguien que lo mantuviera en una cajita de cristal sano y salvo del resto del mundo, lo protegiera y lo amará con cada fibra de su ser.

— Lo es, mi mamá decía que iba a comer mierda cuando me fuera a vivir con Tony y que me iba a dejar preñada al mes, me abandonaría y volvería rogando ayuda — la chica hizo pistola como si la mujer que la dio a luz estuviera frente a ella —, no solo Tony usa condón cada vez que estamos juntos, me apoya y cuida, ni siquiera me deja trabajar — Roxelana levanto sus manos mostrando sus uñas tan bien cuidadas y pintadas —, dice que mis manos son demasiado bonitas como para dañarlas con duro trabajo, lo amo y sin él no sé qué sería de mí — confeso, pero lo cierto es que Roxelana sí lo sabía, sin Tony estaría en una bolsa, quizás en muchas bolsas, dejada en la intemperie, como el resto de mujeres codiciadas y posteriormente asesinadas. Pero no era algo en lo que lo gustara pensar a menudo. La chica parpadeo un par de veces, intentando que sus pestañas postizas evitaran que sus lágrimas salieran, fue entonces cuando sus ojos se posaron en las pulseras de Aidan —. Que lindas — exclamo tomando la muñeca del chico — ¿Puedo probarme una? — vacilantemente acepto, quitándose una de metal con varios dijes con letras de sus amigos y familiares, eran dijes de metal con piedrecillas de fantasía, Katherina solía molestarlo porque era "muy femenina", pero el niño no lo entendía, él solo veía algo bonito ¿Por qué todo lo lindo y dulce tenía que ser "femenino"? ¿Acaso los hombres no podían tener algo brillante sin que se considerara "femenino"? En cualquier caso si lograba ir al cielo Dios mismo le daría una corona llena de estrellas y las estrellas eran brillantes, así que allí arriba nadie podría criticarlo por usar su pulsera. La muchacha sonrío extendiendo la mano, viendo la forma en la que la pulsera le lucía, a decir verdad, Tony tenía razón, Roxelana poseía la clase de manos en las que cualquier joya mataría por estar: suaves y delicadas, con uñas bien cuidadas y pulidas — ¡Es hermosa! ¿Dónde la compraste? Le pediré a Tony una igual.

— No sé, mi tía me la regalo por mi cumpleaños y le anexó los dijes por cada visita que nos hacía — el muchacho no pudo evitar sonreír, le había dado la pulsera cuando era muy pequeño y cada visita ella escondía una cajita con el nuevo dije en alguna parte de la casa: el dije de la "A" de Ada los escondió en una maseta, el de "E" de Evangline lo escondió en el escritorio de su madre, la "O" de Owen entre los gabinetes de la cocina; con la "D" de Dan hubo un incidente, cada dije venía con un acertijo para poder encontrarlo, el de Dan su acertijo decía <<Volando, volando vas a seguir soñando>>, inocentemente Alma creyó que su sobrino correría debajo de la cama, misma que fingía con Dan que era una nave espacial y viajaban entre los planetas, jamás pensó que el niño se lo tomaría tan literal y se subiría al techo. Menos mal era una casa de un solo piso.

— ¿Qué significan esas letras?

— Son las iniciales de mis amigos y familiares.

— ¿Qué significa la "H"?

— Es por mi hermana melliza: Hazael.

— Hazael — repitió Roxelana saboreando cada silaba —, es un hermoso nombre — luego levanto otro dije — ¿Y este? — Aidan se tensó al notar el dije que sostenía su compañera de reparto, la "G" seguía ahí.

— Günther — respondió sin vacilar, aquél nombre que tanto había amado le resultaba extraño ahora entre sus labios, pero no sintió el asco que debería sentir.

— ¿Tu hermano? — pregunto curiosa, admirando la pulsera.

— No — dijo mirando al suelo —, mi abusador — de inmediato Roxelana se tensó —. Éramos amigos, como recordarás — explico el chico, Tyline ya había escrito una escena de su amistad con el hombre sin piedad lo violo y la ensayaron antes de terminar las grabaciones —. No recordaba que seguía ahí — la chica dudó unos segundos, antes de tomar el dije con fuerza y arrancarlo de la pulsera — ¡Espera! ¿Qué estás...? — pero antes de que pudiese hacer algo la joven ya había tirado el dije a la basura.

Aquello provoco en Aidan una extraña sensación, casi de desolación, aquél dije era especial, por varias razones: una de ellas que tenía un aroma peculiar, a hierba buena porque una vez lo dejo caer en la crema de manos que su padre usaba tras lavar los platos para no resecar sus manos; otra porque recordaba con cariño la vez en la que Ada se lo trago si querer y tuvieron que llevarla al hospital para inducirle el vómito, y recuperarlo; pero en especial por el dueño de la inicial. No se sentía listo para dejarlo ir, pero no tuvo el valor para regresarlo a buscar.

Los ojos de Roxelana cayeron entonces en aquella zona descubierta donde había estado la pulsera, cicatrices de blancura espeluznante de cortadas fantasmales se extendían por su piel. Las uñas acrílicas de la muchacha recorrieron lo ancho y largo de la cicatrices visibles, Aidan se estremeció y su boca se llenó de agua con anticipación, una parte de él solo quería que aquellas uñas se clavaran en sus cicatrices y le desgarraran la carne.

— ¿Qué pensaste cuando lo hiciste? — pregunto curiosa, trazando todavía el contorno de las marcas con las uñas.

— La verdad no lo pensé, solo lo hice, tuve una idea y...me pareció que sería bueno ejecutarla, ya sabes...hacer realidad esa idea.

— ¿Qué idea fue esa?

— De que era mejor hacerlo antes de cambiar de opinión, ¿Sabe? Pensé mucho en eso, yo...era...soy un recordatorio constante de lo que pasó y pensé que...no sería justo que mi familia tuviera que recordarlo todo, todo el tiempo, pensé...que lo mejor sería dejar de existir. Así ellos podrían olvidar y sanar, con el tiempo me olvidarían, así también iban a olvidar aquél día. Sólo pensé que era lo mejor para ellos...para todos, un trato muy justo, ¿No cree? — se cubrió el rostro avergonzado por haber confesado tal cosa —. No pensé, simplemente quería dejar de pensar y el dolor me nubla el pensamiento, yo solo...quería dejar de pensar.

Roxelana permaneció en silencio un segundo, sus uñas abandonaron las cicatrices y Aidan casi protesto por dejar de sentir es hormigueo de anticipación que sentía en la piel cada vez que estaba a punto de cortarse. La muchacha rebusco algo en su bolso, era pequeño, pero sorprendentemente espacioso, supuso que era como el bolso de Hermione y fácilmente podría caber un elefante en tan pequeño espacio. Sostuvo entre sus manos dos pequeños cilindros y le ofreció uno al chico.

— Yo tengo algo parecido, pero menos doloroso y más seguro — lo encendió con un encendedor en forma de corazón, tardo un par de segundos en comprender que era un cigarrillo.

— No, gracias.

— Vamos, no es como el de Tony, son solo un par de hierbas — le dio una calada a su cigarrillo y escupió el humo al rostro de Aidan, el chico se asustó un poco pero se sorprendió al percatarse que el aroma no era ni remotamente similar, era más agradable y menos fuerte. El aroma le recordó a un manantial termal con hojas de menta —. No pienses, solo hazlo — le ofreció mientras encendía el otro cigarro y se lo ponía a Aidan en los labios.

Había escuchado historias sobre las alucinaciones que podían provocar ciertas sustancias, pensó que sería una exageración, en realidad no, todo en lo que podía pensar era en eso "Dejar de pensar". Sabía que estaba mal, pero siempre considero que tenía una buena fuerza de voluntad, <<Solo una vez>> se dijo a si mismo e inhalo el humo del cigarrillo. No tosió, ni sintió sus pulmones quemándose como lo había imaginado, solo podía sentir las nubes danzando entre sus dientes y garganta.

— ¿Ves? — Roxelana le dio otra calada a su cigarrillo, dejando salir el humo de poco en poco, mentalmente pensó que si hubiese un premio a la persona que fumara más elegante ese sin duda sería para la chica, parecía salida de una película antigua y el humo bailando a su alrededor la hacía ver aún más atemporal —. Puede que te sientas algo extraño, como si tu piel fuera de caucho y las nubes bailen slam, pero todo estará bien.

Se sentaron de brazos cruzados sin decir nada, solo fumando, en total silencio. Aidan esperaba algo, sentirse diferente, quizás adormecido o siquiera cosquillas pero nada pasó.

— ¿Cuánto tiempo tardaré en ver a las nubes bailando slam? — pregunto algo impaciente.

Roxelana se encogió de hombros.

— Depende de ti, cada cuerpo es único.

— No quiero esperar tanto — confeso frustrado — ¿No tienes algo más fuerte? — la muchacha lo miro sorprendida, antes de rebuscar nuevamente en su bolso, le extendió otro porro, esta vez envuelto en un papel del color del tinto, su aroma era extraño, como si fuera manzanilla pero a la vez no.

— Es un poco fuerte, tómatelo con calma.

Aconsejo ella. 

Ladeo la cabeza mientras daba su primera calada, inhalo el humo y esta vez sí sintió un leve cosquilleo en su interior, aunque no supo discernir si fue por la emoción o por el humo en sí. Recostó su cabeza contra el espaldar de la banca y respiro profundamente.

— Vamos — se dijo a sí mismo, pasando saliva —, vamos, quiero irme — espero unos segundos más, con los ojos cerrados, esperando algo, que su cuerpo se adormeciera o algo, pero nada paso —. Lo siento, Rox, pero ¿No tendrás algo más rapi...? — se quedó sin habla en el momento en que sintió sus manos hormiguear, levanto los dedos y perdió el aliento viendo como poco a poco su piel comenzaba a ceder.

Como si fuese pintura o cera de alguna vela sucumbiendo ante el calor del fuego poco a poco su piel comenzó a corroerse, vio su carne, vio sus músculos, los huesos y todo aquello debajo de la capa de epidermis que cubría su cuerpo. Sus labios se sintieron pesados mientras caían lejos de su cuerpo al igual que sus parpados. En menos de lo que hubiese esperado yacía solo siendo huesos, sin un corazón latiendo en su pecho. Se abrazó a sí mismo, escuchando el crujir de sus dientes contra su cráneo vacío, jamás pensó que ser un esqueleto fuese tan frío, pero así era, se sentía frío, ligero y vacío, pero la sensación le resulto tan agradable como la vida misma. Era extraño sentir su garganta vacía, sin llantos que contener ni pensamientos internos que esconder. Respiro aliviado por primera vez, mientras la realidad se disolvía como agua entre sus dedos el chico sintió el frío calarle con aún más fuerza sus delgaduchos huesos, todo estaba oscuro, solo un inmenso azul glaciar a su alrededor, pero al mirar mejor se dio cuenta de que eran ojos: cientos de ojos de un azul tan oscuro como el océano mismo mirándolo de todas partes al mismo tiempo.

Con cada parpadeo sus huesos fueron cubiertos, primero los músculos, luego la carne y finalmente la piel cubrió su esqueleto. Jadeo ocultando su rostro entre sus manos, no queriendo ser visto, no por esos ojos. Sintió la tierra debajo de su piel, el aroma delicioso de los pinos, levanto los ojos y se halló ahora en un bosque, abrió la boca para gritar, pero ningún sonido salió de sus labios.

No quiero estar aquí, no quiero estar aquí, ¡Por favor! ¡No quiero estar aquí!


<<Ponle unas cadenas, a veces patea, pero es hermoso y su cuerpo lo vale>>
¿Eh? ¿Qué cadenas? ¿Qué cuerpo lo valía? Aterrorizado se ocultó entre las raíces de un árbol, pero pronto fue encontrado, la nariz rosada, sus manchas blancas, y negras lo hicieron sentirse como en casa. Coco. Estiro sus manos para acariciar su pelaje y sollozo contra su cuello, calmándose con sus ronroneos.

— No quiero estar aquí — repitió contra el pelaje del animal —, quiero irme a casa, pero ya no sé dónde está mi casa — abrazo con más fuerza a Coco, pero sin importar lo mucho que lo apretó su cuerpo no se rompió —, quiero irme con Kat.

Se levantó de la banca y camino hasta el tambo de la basura, tenía cientos de envases y bolsas para excremento de perro a su alrededor, y ahí, sobre varias latas de refresco yacía el dije, cubierto por un líquido pegajoso. No estoy listo para dejarte ir. Cerró los ojos sintiendo unos labios sobre su frente, las esencias florales hicieron temblar su corazón, vio parpados verdes, de un verde brillante y labios morados que seguían besándolo. Levanto los ojos del dije y miro cientos de dedos debajo de su piel, tocando su carne, sus músculos, sus pulmones, una boca lamiendo su cerebro un par de dedos rompiendo su corazón, lo tocaban desde adentro. Lo rompían desde adentro. En todas partes, de todos los lugares, en cada momento.

Nunca supo si recogió o no aquél dije, solo sabía que se sentía mejor y por primera vez en mucho tiempo Aidan se sintió vivo. 

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