3. ¿Amigos?

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Aidan espero pacientemente a que ellos se fueran, pudo ver en sus rostros que esperaban que en cualquier momento él se retractará de su decisión de permanecer solo, pero al pasar los segundos, se hizo obvio de que su presencia no era requerida.

Puede que estuviese actuando como un idiota introvertido, pero Aidan no se sentía seguro, no sabía el porqué pero la mirada lasciva del chico junto a Roxelana lo asustaba, lo hacía sentir tan indefenso, tan solo, Aidan anhelo el cariño de un abrazo conocido, incluso un abrazo del doctor Stilinski lo haría sentir más tranquilo. Extrañaba a su familia y amigos, sus buenos amigos. Su hermana mayor Katherina solía bromear con que Aidan era Moisés y sus amigos la tribu de Israel, porque lo seguían a donde fuera, también bromeaba con que era adoptado, no tanto por la clásica broma de hermanos mayores a menores, sino porque su hermana gemela, Haza era una antisocial de primera, por eso únicamente se relacionaba con los miembros de su familia, todo lo contrario de el extrovertido de Aidan. Si bien el chico extrañaba a todos sus amigos existía uno en específico por el cual daría un riñón por ver: Daniel, Dan para los amigos, fue uno de los pocos que se abrió paso entre el fuerte muro que los gemelos habían puesto a su alrededor.  Aidan siempre fue sociable (hasta el incidente) pero también se enfocaba en pasar tiempo con su antisocial hermana y si eso significaba aislarse de vez en cuando que así fuera, aunque más que aislarse eran como unas mini vacaciones para regresar renovado al 100% y seguir haciendo felices a sus amigos. Aún así no era como si Aidan viera a cualquier desconocido y lo adoptará como su amigo, siempre era amistoso pero quisquilloso con aquellos a quienes llamaba "amigos" y confiaba plenamente en que esos amigos eran de verdad, eso sí, su madre tenía la insana creencia que todo desconocido de su edad era un amigo por conocer, por eso solía incitarlo a convivir con cualquier humano de edad similar, ciertamente esa forma de pensar fue erradicada gracias a los acontecimientos recientes. Literalmente fue gracias a su madre que Daniel obtuvo el valor de acercarse a ellos, según le contó el propio Dan, Evangeline lo vio observando cada tarde como jugaban en su patio trasero o delantero, en aquel entonces Dan se acababa de mudar a la ciudad, su padre era militar y esta era su nueva ubicación, pese a ser un niño muy sociable por alguna razón no podía simplemente ir, presentarse y hacerse amigo de su nuevo vecino, y Dan era demasiado tímido, cosa que cambió bajo la influencia de Aidan.

Dan relataba esa historia con los ojos brillantes como estrellas y refiriéndose a Evangeline como una heroína o algo similar: Dan, como siempre, estaba observando a los gemelos jugar, hasta que, Evangeline lo llamó, al principio Dan se asusto y salió corriendo a su casa, pero Evangeline lo persiguió y llamó a su puerta pidiéndole a la madre de Dan que le diera permiso de ir a jugar; al principio los gemelos estaban reacios a su presencia, pero Aidan, como siempre, acabó por acercarse primero e invitarlo a ser amigos. De niño Aidan siempre fue la clase de chico que intentaba a ser amigos, no con todo el mundo, pero si llevarse bien con todas las personas, pero toda su confianza y esperanza en las personas le fue arrebatada al igual que su inocencia, y todo en cuestión de una noche.

Aidan, mantuvo su mirada en el suelo, rogando para que se fueran y lo dejaran solo.

Finalmente Valerio, Roxelana, Tyline y el chico (gigante) que hundía grotescamente su rostro en el escote de Roxelana se fueron. Aidan se dio cuenta de que por algún motivo había contenido  su respiración durante todo el lapso en que esperaba a que ellos le dejarán, rápidamente sacudió sus manos intentando que el caos latente de sus pensamientos y emociones se calmaran, tenía la punta de los dedos congelados, su presión había bajado, pero...¿Por qué estaba tan nervioso? No, no todos en el mundo eran violadores deseosos de romperlo y corromperlo, ¿Una clase de psicosis? Quizás, eso explicaba el porqué de su repentino temor de conocer nuevas personas, siempre fue fácil para él hablar con otros, jamás fue tan tímido, mucho menos tuvo unas sensaciones tan aberrantes como las que tenia ahora, no entendía la razón tras esas sensaciones, pero tenia el controlable deseo de usar los cables de uno de los ventiladores que colgaban del papel tapiz de las paredes en su cuello, asfixiarse, sentir su cabeza a punto de explotar, temblar y dado el caso sentir como su cuello se rompía. 

Aidan sacudió su cabeza, como si así pudiera evitar esos pensamientos.

"No puedo ser tan egoísta"

Se dijo así mismo, recordando que esos pensamientos no traerían más que desgracia y dolor a su familia.

Aidan salió del salón de clases con la vista baja, se dirigió en pasos lentos a la cooperativa, no tenía mucha hambre, por eso opto por tomar un jugo natural o algo, odiaba esos líquidos llenos de azúcar y colorantes, los aborrecía. 

Al llegar a la cooperativa una fila asquerosamente larga lo sorprendió, de repente ya no tenía tanta sed. Rápidamente buscó con la mirada algún lugar vacío, encontrando una mesa completamente sola en el centro de la cafetería, se sentó allí con cuidado y agacho su cabeza en sus manos, pensó en sacar su celular y escuchar música un rato, pero sentía que en cualquier momento lo iban a robar, asi que por el bien de su limitado presupuesto lo dejo guardado en su mochila. Aidan suspiro con sus labios contra sus manos, la sensación de suavidad de las vendas que estaban atadas en sus muñecas hicieron que sus ojos se llenaran de lágrimas, se sentía tan culpable, había hecho a su familia preocuparse. Sin duda alguna se sentía como un maldito egoísta.  Pero pronto varias figuras se hicieron frente a él, sentándose a su lado o al frente, eran ellos: Valerio, Tyline, Roxelana y el gigante; Aidan los observo unos segundos, parecían estar inmersos en una conversación, por ello, sin la intención de incomodarlos se puso de pie y estuvo a punto de irse cuando una mano lo jalo, y forzó a caer sobre algo suave, al abrir los ojos lo primero que vio fue dos montañas de color rosado fosforescente, pasaron unos segundos hasta que Aidan notara que ese par de montañas con aroma a rosas sintéticas que colgaban sobre su rostro eran los pechos de Roxelana y él había caído en sus piernas.

Aidan no había estado tan cerca de unos pechos desde que tenía dos años y su madre lo desteto a la fuerza (cortesía de vinagre en cada seno), y realmente no le emocionaba volver a estar cerca de ellos, al menos no por el momento.

Al darse cuenta de la situación, intentó ponerse de pie, pero se sorprendió al notar como Roxelana le acariciaba tranquilamente la cabeza, como si esa situación fuera de lo más normal, Aidan rápidamente se puso de pie e intentó volver a irse, pero la mano del gigante casi lo hace caer de cara contra la mesa de hojalata oxidada. 

— ¿Por que te vas, preciosa? ¡Aquí cabemos todos!

— Es tan adorable — dijo Roxelana para abrazar a Aidan, empujando su rostro directamente a su escote.

Aidan se horrorizo, los únicos pechos que había tocado en su vida habían sido los de su madre cuando ella lo amamantaba y no sentía curiosidad por tocar otros pronto. Aidan se alejó de Roxelana observándola con una mezcla de sorpresa y miedo.

— ¡Ay! ¡ROXELANA! — grito Valerio haciendo asustar a  Aidan, que instintivamente miró al suelo y apretó sus manos —. ¡Ya asustaste a la nueva! — se burló Valerio moviendo su cabeza con sus enormes rizos negros ondeando por el viento, pero pronto su risa burlona desapareció al notar que Aidan estaba al borde del llanto —. Eres muy nerviosa, ¿No? — pregunto confundido.

El timbre interrumpió la "conversación" y el joven muchacho se fue tan rápido como si de un alma en pena se tratará, a veces Aidan se sentía como tal, quizás sí lo era y en realidad había muerto esa noche en el campamento, si tan solo no supiera que los muertos nada saben y nada sienten creería posible ser un espectro atormentado por una muerte trágica. 

Las siguientes horas transcurrieron con normalidad.

Pero en cada una de las horas se topó con algún miembro de ese extraño grupo por separado. La interacción más agradable que tuvo fue con Tyline, que solo le sonrió y no le hablo en toda la clase, la peor interacción la tuvo con el gigante que pesé a no dirigirle la palabra su mirada decía lo necesario, haciéndolo sentir incomodó.

Y nuevamente estaba solo.

La hora de la salida fue sorprendentemente más tranquila que la hora de entrada, pero eso poco o nada le importaba, estaba tratando de recordar dónde era la casa del doctor, pese a que él le había insistido en que podía manejar la situación e ir solo a casa, ahora solo deseaba que el doctor Stilinski apareciera en su flamante camioneta gris. Se arrepentía de todas sus decisiones. Desde apoyar la relación de Günther y Katherina hasta de su desayuno en la mañana. Y se odiaba con una pasión ferviente por eso.

— ¡Eye, linda! — el gigante se detuvo en una motocicleta frente a Aidan, con Roxelana en la parte trasera — ¿Quieres dar una vuelta? ¡Te llevo a casa si quieres!

Aidan bajo la mirada y negó.

— No gracias.

El gigante se mordió el labio.

— Este barrio es muy peligroso, podrían secuestrarte o robarte, ven, ¿sí? Te prometo llevarte a casa en una sola pieza — el gigante ladeo la cabeza, sin dejar de sonreír y sus manos hicieron rugir el motor de la motocicleta —, claro, a no ser que quieras algo más.

Como respuesta Roxelana le dio un fuerte golpe en la cabeza y enterró la punta de su tacón en el tobillo del gigante. 

— Ignoralo, solo es un calenturiento de mierda.

Aidan asintió y apretando un poco sus puños susurro:

— Soy un chico.

— ¿Eh? ¿Dijiste algo? — pregunto Roxelana tirando del cabello del gigante.

Aidan negó y Roxelana con el gigante siguieron su camino.

Aidan suspiro y apretó su mochila en su pecho, notando que a lo mejor y sí terminaría siendo robado, lo malo es que a parte del celular no tenía nada de valor y los ladrones hoy en día eran muy exigentes, sino tenias algo de buen valor, te matan. "Por favor, Dios, guiame sano y salvo a casa, por favor, te lo ruego, no permitas que me dañen, mi familia no podía soportar un incidente más" Poco a poco Aidan empezó a caminar y reconocer las casas por donde iba, estaba yendo por buen camino, pero su alegría duró poco al girar por una calle y encontrarse con una escena horrible.

Aterrado, se cubrió la boca con una mano.

— ¡¿Valerio?!

Aidan sintió su corazón caer a su estómago al ver que efectivamente, al chico que estaban masacrando a golpes un grupo de hombres era Valerio, quien se retorcía como una lombriz bajo el sol, Aidan cruzó la calle y se dirigió al grupo de jóvenes, entonces algunos notaron su presencia. Se miraron, sonrieron con malicia y se codearon entre sí.
Aidan intentó ignorarlos y con delicadeza tomó la cabeza de Valerio, y la recostó en sus piernas, sintiéndose asqueado de la situación que el pobre chico estaba experimentando. Valerio tenía el rostro golpeado y ensangrentado, estaba inconsciente.

Aidan miró a los bravucones, notando desconcertado de que el gigante estaba entre ellos y unos metros detrás, fumando un cigarrillo electrónico estaba Roxelana, que observaba todo con una sonrisa. Su confusión era más fuerte que su miedo. Se quedó de rodillas con Valerio ensangrentado en sus piernas, tratando de hacer cualquier cosa para ayudarlo.

— ¿Por qué le hacen esto? ¿Acaso no es su amigo?

El gigante se estremeció en carcajadas.

— ¿Yo? ¿Amigo de ese explotador? ¡Ja! ¡Ni aunque fuera el único otro macho en la tierra! Y eso que digamos que macho, macho, no es — respondió sin dejar de reír.

Aidan seguía confundido, en la escuela parecían cercanos, incluso amigos, quizás malinterpretó la situación, pero aún con eso no era excusa para masacrar así a alguien, más tomando en cuenta de la diferencia se tamaños y músculos.

— ¡Aún así eso no está bien!

El chico que estaba en medio era musculoso y media casi dos metros. Como respuesta a la desesperación de Aidan, se rió.

—  ¿Y? ¿Acaso conoces a esta maldita rata inmunda? — preguntó con un voz grave.

Aidan negó. ¿Era malo? ¿Había hecho algo malo? Aidan no lo conocía, pero se sentía culpable de dejar que algo le pasará, más si estaba en una situación así, con el rostro rojo de sangre.
Aidan se sintió abrumado, acababan de empujarlo con fuerza por detrás. Rápidamente giró su cuerpo evitando caer encima de Valerio y dañarlo aún peor, pero eso no evitó que las palmas de sus manos se rompieran al contacto con el concreto.

— ¡Que chica tan linda! — dijo otro agachándose frente a ella —. Su cuerpo es pequeño pero creó que nos soportará a todos.

Aidan abrió los ojos aterrado, ¿Iban...iban a violarlo?

— ¡Diablos, sí! — gimió otro acariciando su entrepierna — ¡Hace mucho que no estoy con alguien tan bonita!

De repente Aidan se sintió más débil que nunca, pero por alguna razón se aferró a Valerio cuando ellos se acercaron a él, quizás esperaba que Valerio despertará y lo defendiera, cosa estúpida, ya que esos cinco hombres sin contar al gigante habían acabado fácilmente con él.
Aidan cerró los ojos esperando las fuertes manos de los hombres rompiendo lo poco que quedaba de él y orando para que igualmente no recordará está vez.

— ¡Ey, ya basta! —  de un solo golpe el gigante derribo a sus ¿amigos? ¿compinches? Bueno, a esos otros gigantes de menor tamaño y musculatura que lo acompañaban — ¡No se atrevan a tocarla! — el gigante se agacho hasta quedar a la altura de Aidan y le extendió la mano —. Te dije que estas calles son peligrosas, vamos, levántate y lárgate.

— Que aburrido eres Anthony, nunca nos dejas divertirnos — se quejo uno de los chicos, Anthony como al parecer se llamaba el gigante soltó un resoplido girándose y estampando su enorme puño en la cara de su lacayo.

— ¡Ya basta, malditos! —  Roxelana empujó con una gran fuerza a los dos hombres, separándolos. Parecía preocupada, rápidamente le extendió su mano a Aidan, con gran pánico en su mirada, Aidan dudó en tomarla, pero al final lo hizo.

— Lo siento, de haber sabido que estabas aquí jamás habría permitido que te hicieran daño — Roxelana lo levantó con delicadeza del suelo y le acarició la cabeza con cariño —. Vete de aquí — Aidan miró a Valerio aún en el suelo rodeado por una mancha roja que crecía cada vez más, a una velocidad alarmante, Roxelana sonrió —. Descuida, yo lo cuidaré, aún no puedo dejar que muera.

<< Aún >> esas palabras resonaron en la mente de Aidan, ¿Valerio podría morir? ¿Qué fue lo que hizo para ser tratado así? Cientos de pensamientos pasaron por su mente, quiso quedarse y asegurarse de que Valerio estuviera bien, pero el miedo de ser forzado colectivamente fue mayor y rápidamente salió corriendo con su mochila en mano, giró un par de veces para asegurarse que no lo estuvieran siguiendo, lo único que vio fue a Anthony despidiéndose a la distancia, alzándose sobre los demás hombres, con su figura imponente y colorida. Aidan se odió así mismo por ser tan cobarde, pero mientras corría oraba suplicando que Valerio no muriera, no por su culpa.

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