55. Por un par de millones +

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Coco brilla de una manera lenta y amigable, conmigo como su fiel ayudante, ven conmigo y déjame abrazarte, antes de que por fin el eterno sueño por fin te atrape...

Coco brilla de una manera lenta y amable, con sus ojos grandes cual fiel alce. Blanca nieve, blanco pelaje que sin espanto abrazo hasta que me calme. Lengua mojada, larga y constante que con un ladrido me convierte en su fiel ayudante. Patas peludas, cuatro son, que corriendo mi vida mejoro. Junto a la ventana espero encontrarte y tal vez una cosa o dos yo pueda enseñarte. Croquetas como y con los ratones gozo, mientras bailo con mi amigo el oso revolcándolos en el lodo. A veces puedo bailar, otras ladrar y alegremente en las noches maullar. Cierro los ojos atentamente, esperando a que en tus brazos me encuentre y de las frías calles me alejen, para que tú cálido corazón mi cuerpo caliente y de comida me llene. Esperare pacientemente a que llegues y tal vez una o dos cosas yo te enseñe. Junto al camino como tu buen juguete. No te tardes, por favor, porque el hambre por fin me abrumo y el sueño me consumió, lucharé contra el sueño valientemente, esperando que un día por mí regreses y del camino lejos me lleves, para volver a casa y asi nunca me dejes. Te espero atenta, pequeña farsante, a que de mi te acuerdes y vengas a rescatarme. Para poder cuidarte del monstruo que ronda por ahí. No busques más debajo de la cama, porque yo estoy aquí y lejos del monstruo te haré feliz. A tu lado espero que tú me encuentres y dancemos juntos alegremente. Mientras tanto junto al camino te espero con mis ojos brillantes cual fiel alce, tratando de no dormir pues sé que tú promesa vas a cumplir y volver por mí. No te tardes por favor.


Pero no volvió. Coco era una invención, una mascota que su mente creo para ayudarlo a escapar del dolor. Una idea, una historia, un juego en el cual su mente viajaba cada vez que Günther su cuerpo violaba. Ese era el cuento que escribió cuando era pequeño, un cuento infantil sobre una mascota mágica llamada Coco que podía convertirse desde un gato narcotraficante hasta un hámster pacifista. Ahora lo recordaba todo: el premio, el cuento, el millar de adolescentes saludándolo por ser tan "chiquito y lindo", su tía diciéndole que le daría un helado, el bosque oscuro y la sensación de ser desgarrado. Tan solo tenía 4 años, se sentía orgulloso por haber escrito una historia a base de un sueño con sus crayones favoritos y de ganar teniendo como contrincantes niños con dos dígitos como edad. Sostuvo su premio — un pedazo de papel sin valor con letras doradas que él durante años creyó que era oro pero un día descubrió para su decepción que era solo era marcador con tonos metálicos — e inflo su pecho con orgullo posando para todas las fotos que le pudieran tomar como recuerdo y regalo para sus padres, su tía y él iban cantando una canción, su boca estaba fría, empapada del cremoso helado de vainilla tamaño familiar que ya llevaba comido más de la mitad y entonces el auto se desvió, en vez de seguir la carretera transitada por donde llegaron a la premiación ella se desvió. <<Un atajo>> le había dicho, pero él no vio nada malo en ello, estaba demasiado concentrado en engullir los trozos de helado que se derretían entre sus deditos que no pensó en nada malo cuando el auto comenzó a moverse a través de una desolada carretera, mucho menos cuando llegaron a una casa en medio de la nada ni tampoco cuando ella le dio de beber un batido de chocolate que no sabía como el chocolate debía saber.

¿Cómo podría haberlo hecho? Mientras la infusión para hacerlo dormir hacia efecto Aidan estaba sentado observando con emoción el bosque imaginando que hadas de todos los colores salían de entre las hojas de los árboles, danzando junto a juguetón fauno que tocaba la flauta el ritmo del viento y cuando un hombre llego, un desconocido de ojos verdes y mirada fría llego a la casa no pensó en nada malo, siguió imaginando que las ninfas del bosque le colocaban una corona en la cabeza y lo declaraban su príncipe, y protector de los bosques.

¿Es él? — pregunto Wallace, mirando al niño sentado frente a una ventana, Alma asintió.

Lo es y es virgen, puedes comprobarlo, por eso su valor es tan alto — el inmenso hombre dejo su abrigo a un lado y se acercó a pasos lentos al niño, poso una de sus grandes manos en el diminuto hombro del pequeño, haciéndolo girar sobre sus talones para verlo, los ojos de Wallace brillaron al observar esa carita tan inocente y pequeña, con ojos celestes que comenzaban a entrecerrarse por el sueño, acaricio con sus dedos su boquita rosada y el deseo de poseerlo se instauro en cada hueso de su piel.

— No creo poder entrar por completo, es muy pequeño — lo tomo entre sus brazos y él se estiro para enrollarse como un gato alrededor de su cuello, Wallace se sorprendió por tal atrevimiento, pero Alma ya le había comentado que él era un "niño especial" y vaya que lo era, no esperaba menos de alguien que valía 10 veces su peso en oro —, podría romperlo.

Solo usa el lubricante que compre, le dolerá cuando despierte, pero vivirá.

— ¿Segura?
— a penas y si le llegaba a las rodillas, temía que en el momento en que yaciese en él terminaría por romperlo, paso sus manos por las redondas mejillas del niño, rojas, rojas como un par de rosas florecidas. Su virilidad lo mataría, era capaz de partirlo en dos, si a sus muchas mujeres las dejaba adoloridas por días, ¿qué podía esperar de un niño tan pequeño? Podía envolverlo casi por completo con una sola mano. Tan pequeño. Según Alma el niño debía tener un par de años menos que su hijo, pero Günther nunca fue tan pequeño — ¿Qué edad tiene?

— Cuatro — dijo la mujer sin pestañear, no pudo evitar sonreír, Wallace lo sostenía con tanto cuidado, con una delicadeza abismal, como si fuera un muñeco de porcelana que cuidar.

— Lo romperé — intento colocarlo sobre la cama, pero él se mantuvo aferrado a él, sus minúsculas manos cerradas como un par de candados sobre sus ropajes, le recordó a su hijo cuando era un recién nacido, Günther tenía la manía de aferrarse a los pechos de las nodrizas como si su vida dependiera de ello y se lanzaba como un dardo en busca de cualquier indicio de leche, sin importarle si era hombre, mujer o una pared —. Es demasiado pequeño — Alma rodó los ojos.

— Si no lo quieres solo dilo — la mujer extendió las manos para arrebatárselo de los brazos —, tengo muchos interesados en un virgencito como él — Wallace lo mantuvo bajo el abrazo asfixiante de sus manos.

No. Lo quiero — declaro con seriedad.

Le dio la espalda a Alma y con la criatura en brazos lo llevo a una de las habitaciones de la casa, lo recostó en la cama y de inmediato el niño se hizo un ovillo mientras dormitaba, cerró la puerta y comenzó a despojarse de las prendas, también a él, se sorprendió al notar un pañal pero recordó que Alma le comento que aún no sabía ir solo al baño por lo que podría tener una que otra sorpresa, pero eso poco importaba, no cuando se tenía una criatura tan grácil y tierna a disposición completa. A pasos apresurados se metió con él a la cama, sus manos comenzaron a recorrer su cuerpo, su piel pálida y perlada, sus frágiles curvas.

Papá...— dijo entre sueños, Wallace se inclinó para besarlo, tendría que usar más su lengua, consciente de que un niño tan pequeño no podría mojarse por si mismo. Jadeo una vez sobrepaso los límites de la dignidad, moralidad y virginidad, el pequeño se retorció todavía entre sueños y la sangre se deslizo.

Todo está bien, pequeño — le susurro contra el oído sintiendo como si estuviera dentro del cielo.

Su mente vagaba en una nube, en libertad lejos de su ultrajado cuerpo. Alma lo miraba, tratando de adivinar los pensamientos del chico a quien amaba con tanta intensidad que su corazón dolía a mares viéndolo tan quieto y silencioso, como un muñeco. Una vez, entre los muchos pensamientos de media noche llegando a la madrugada, embriagándose entre pensamientos tan confusos como sus sentimientos Aidan se dio cuenta que muy probable existieran personas que solo conocerían el sufrimiento durante toda su vida, un sufrimiento perpetuo que solo con la muerte podría haber menguado, el dolor en su cadera y las vendas cubriendo la mordedura de su cuello fueron un recuerdo de que al menos él pudo haber conocido la felicidad antes de la agonía, ahora que su mente por fin lo liberaba de los confinamientos de los recuerdos podía estar seguro que aunque le esperaba una vida de dolor y abuso al menos fue feliz una vez, una lejana vez. Dudaba que muchos de los niños que en esos días había conocido hubieran tenido tal oportunidad. Una vida en donde el dolor fuera todo lo que podían sentir.

Solo soy un muñeco, un agujero que debe ser llenado porque estoy vacío, nací vacío y moriré corrompido.

Se sentía desvalido, vacío, se abrazó a si mismo preguntándose si todas esas imágenes borrosas que danzaban como abrazador fuego extinguiendo su cordura eran reales, de ser así su mente le forzó a olvidar cosas que lo pudieron salvar. De haber sabido, ¡De haberlo recordado nada de eso habría pasado! Si tan solo hubiera podido recordar las cosas horribles que le hicieron desde pequeño tanto sufrimiento se podría haber evitado.

Era un muñeco feliz en una repisa de cristal viendo a los otros muñecos desde la seguridad del cristal, pero el cristal se rompió y ahora estoy atrapado en un mundo nuevo, y extraño, peligroso para un muñeco como yo.


¿Por qué? ¿Por qué su mente lo traiciono de esa forma tan vil? ¿Por qué lo hizo olvidar lo que lo pudo salvar? De haberlo sabido no habría corrido a brazos de Günther tantas veces, de haberlo sabido...Alma...miró de reojo a la mujer y por primera vez no vio a su amada tía, solo a un monstruo con forma de mujer.

Maldita sea, Adán, ¿Por qué tuviste que dejar sola a Eva? Yo podría estar feliz volando entre los mundos, danzando con la luna y sentado en el regazo de Dios, pero por tu culpa estoy aquí.

Hay personas cuyos destinos están marcados por la grandeza y luego estaban las personas como Aidan, cuyo mayor deseo era llegar en medio de un prado de algún bosque desconocido e irse a dormir para jamás despertar, ¿por qué la vida no podía ser así? ¿Por qué no podían aparecer cientos de ninfas y declararlo rey de los bosques? Solo quería estar atrapado en una burbuja de perpetua felicidad sin nada más que temer o añorar.

— ¿Realmente envenene a Roxelana? — su voz sonó como si un trozo de lija le estuviera rompiendo la garganta desde adentro, lloró en completo silencio y se tragó sus gritos porque de no haberlo hecho...bueno, no quería pensar en ello, ya era demasiado tormentoso pensar en todas las cosas que pudieron o no ser y en Roxelana, expulsando lo que pudo o no ser su única oportunidad de ser padre de sangre alguna vez, aunque no podía dejar de sonreír al saber que lo que pudo o no ser un niño ya no tendría que ser.

Libre de preocupaciones. Libre de pecado. No conoció el dolor, tampoco la felicidad, pero aún más importante: jamás vivió; de solo recordarlo Aidan temblaba de alegría, al menos así estaba a salvo de mujeres como Alma y Willa. Soltó un suspiro aliviada en el momento en que su sobrino le dirigió la palabra, golpeteo la mesa, tratando de indicarle que se acercara, pero él permaneció sentado en el rincón, ignorando los platillos seductoramente expuestos en la mesa.

— Hubiera deseado que sí, estaba segura de que si colocaba las flores cerca de ti las usarías como adorno para el pastel, pero me fallaste, incluso cuando te pedí explícitamente que decorarás el pastel no lo hiciste con las flores — logró colocar gotas de su infusión especial en el pastel con la esperanza de que Hogde comience un poco, aquella crema era tan esponjosa como letal —, tuve que drogarte y colocarte a dormir, luego agregue las flores a la mezcla, se suponía que Roxelana debía morir, pero la chica es tan alta que por error no calcule el suficiente veneno para acabar con su vida, acabe con su bastardo, eso ya es algo.

— Gracias — dijo recostando la cabeza en la mesa, Alma lo miró confundida.

— ¿Por qué?

— Por salvar a lo que pudo ser un niño de este mundo tan cruel — su mirada era filosa, genuinamente aterradora, como si de repente nada importara y eso su dolor calmara — ¿Fuiste tú quien me vendió a Günther? Me refiero a...¿él me violo a los cuatro años? ¿Él fue mi primer abusador? — no podía dejar de pensar en ese hombre y en lo parecido que era a Günther, pero era imposible, demasiado mayor y aún más grande que él, aunque en especial carecía de esa mirada azul oscura que tanto lo caracterizaba.

— No, cuando llego Günther tú ya no eras virgen — confeso la mujer con la mirada baja —, te vendí a un par de personas antes de él, Wallace entre ellos, el padre de Günther — explico la mujer, recordaba cuando diseño meticulosamente un catálogo para que pudieran llevarle un muñeco o una muñeca que pudiera satisfacer al heredero de los Vodja, incluyo a Aidan en aquél catálogo, pero solo porque Wallace ya lo había usado, fue una auténtica sorpresa que tanto padre como hijo tuvieran gustos tan similares —. Günther se enamoró de ti cuando te conoció en la heladería, luego reconoció tu foto en el menú de niños que podrían satisfacerlo. Entonces me pago para que él fuera tu único cliente.

— ¿Tú le diste mi dirección? — no podía ser una coincidencia que Günther se hubiera mudado exactamente a la misma calle que él, menos a su casa soñada.

— Sí — admitió apartando la mirada —, le dije que comprara la casa amarilla, esa que tanto te gustaba. Fui yo quien lo guío a ti, para que algún día pudieras ser feliz con él — Aidan hundió su rostro entre sus manos, no quería, realmente no quería comprender todo lo que estaba pasando—. En UML los colores matrimoniales dependen de la familia — estaba segura de que rompería a llorar y Alma no deseaba que Willa lo castigara, por eso se apresuró a distraerlo, aunque él ya no tuviera más lagrimas que derramar —, como tú vas a ser parte de una de las familias más poderosas y serás el esposo legal del heredero Vodja usaras su color tradicional: rojo; el rojo será el color de tu traje de bodas y con el iniciara una etapa de felicidad, y prosperidad en tu vida

— Fuiste tú, ¿verdad? — Alma se sintió ligeramente molesta cuando él la ignoro de manera tan deliberada, pero se contuvo.

— ¿Yo qué?

— ¿Fuiste tú quien me violo por primera vez? — sintió como si una corriente eléctrica golpeara simultáneamente su cuerpo por todas partes, ¿lo recordaba? Era demasiado pequeño y ni siquiera pudo ponérsela dura por lo que se limitó a lamerlo.

—Solo te hice hombre — murmuro en voz baja.

— ¿Hacerme hombre? ¡Tenía 4 años! Era un bebé...

— Mejor que lo haya hecho yo que alguna putilla de tu iglesia, deberías antes estar agradecido que una mujer madura que te ama te haya tomado, en lugar de alguna muchachita que te hubiera roto el corazón en pedazos — en el momento en que las palabras abandonaron sus labios se arrepintió de haberlas dicho —. Lo siento, sé que es duro para ti, pero con el tiempo todo será mejor — tomo uno de los platos extendidos en la mesa, tratando de acercarlo a su adorado sobrino —, anda, come algo, sé que este te gusta.

— No tengo hambre.

— Entiendo, no sueles comer tan temprano en la mañana, pero necesitas hacerlo, aún estas bajo de peso.

Aidan se cruzó de brazos, le costó mucho entenderlo pero ahora que le idea había germinado simplemente no podía dejar de pensar en ello: Günther lo amaba, lo amaba en su retorcida manera pero lo hacía; no podían dañarlo físicamente, aquellos castigos solo estaban centrados en dañarlo de una manera que no dejara marca física alguna, si lo que entendió era correcto Günther era el heredero de una familia extremadamente poderosa, tanto que solo estaba debajo de la familia Zaragoza Villanelle, entonces, ¿qué podía temer? No iban a matarlo, eso estaba claro, podían torturarlo pero para ser honesto poco o nada le importaba y si intentaban dañar a su familia lo primero que haría una vez estuviera en brazos de Günther tras hacer un numerito de "chico enamorado" sería contarle lo mal que fue tratado, y todo el daño que le hicieron. No conocía bien a Günther pero al menos en ese aspecto estaba seguro que no iba a fallarle, cada vez que lo veía llorar o ligeramente asustado era como si lo estuvieran matando poco a poco, le causo un enorme placer, casi una sonrisa darse cuenta de ese poder, Günther lo amaba, la clase de amor que necesita más de una "a" para describirlo, él loamaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaba, tanto que estaba seguro que con un par de lágrimas podría convencerlo de deshacerse de Alma y tal vez también de Willa, ya mato por él una vez, ¿por qué no otra vez? Paso toda la noche en vela pensando en ello, en estar en los brazos de Günther llorando aterrado mientras le gritaba a todo pulmón las atrocidades que tuvo que sufrir mientras era preparado para él. Casi podía ver los ojos oscuros de quien a parte de su abusador, se convertiría en su esposo brillando en cólera.

Podía sentirlo, sus brazos fuertes y destructivos transformarse en un par de alas cuando lo rodearan en su abrazo protector, se acorrucaría contra su pecho temblando y entre gritos le rogaría su protección, luego caminaría con él hacia el altar o hacia donde sea que caminaran las personas de UML en una boda, tendría tiempo para descubrirlo, pero esperaba que como regalo de bodas pudiera encontrar un par de cabezas cercenadas en una bonita caja de regalo. Ya estaba haciendo la lista y por el momento esa estaba siendo encabezada por Alma, seguida muy de cerca por Willa, aunque trataba de no hacerse ilusiones, no sabía si en UML la sangre era de gran importancia y dudaba que la espléndida mujer se dejase matar sin luchar, pero estaba seguro que en poco tiempo podría poner a Günther en contra de Willa, para su fortuna Günther era el único de su generación, el primer nieto, el primer sobrino y el único todo, por ello y según las tradiciones que pudo escuchar era considerado como una especie de dios en la tierra, y sus deseos debían ser complacidos, ¿Y si de repente Günther deseaba causar una masacre con todos aquellos que tan cruelmente trataron a su amado como basura? A lo mejor y una vez lo viera regresar, con su tersa piel y su cabello dorado cubierto de sangre ofreciéndole los cuerpos de sus abusadores como prueba de su amor por él, tal vez podría hasta llegar a amarlo.

— No tengo hambre — repitió Aidan con mayor firmeza.

— Deberás hacer un esfuerzo, sigues estando en los huesos — Alma le entrego con una sonrisa el plato de huevos revueltos con espinaca y ajo, como si nada hubiera pasado —, necesitas verte bien para Günther y él enloquecerá si te ve en esta condición tan deplorable — tomo una cucharada e hizo los mismos gestos y balbuceos que utilizaba cuando él se negaba a comer de pequeño, la cuchara sobrevoló los aires rumbo a su objetivo: la boca de Aidan y él la aparto de un manotazo; Alma lo miro sorprendida, se puso pálida y por primera vez comprendido que había perdido a su niño, pero se negaba a aceptarlo. Trato de disimular su dolor apretando su mano y mirando a uno de los sirvientes —, trae comida china — se giró y lo miro con una gran sonrisa pícara —, te gusta la comida china, ¿verdad? Siempre te peleabas por las lumpias con Haza.

— No es necesario, ya dije que no tengo hambre — se inclinó sobre la mesa y Alma retrocedió, sus ojos lo observaron y se estremeció al no ver nada en él, nada de esa inocencia, de esa picardía, astucia y alegría que tanto lo caracterizaba —, no comeré, tía Alma.

— Parece que tenemos a un pequeño rebelde por aquí — Willa miro a uno de los sirvientes que de inmediato se colocó detrás de Aidan y tiró de su silla, haciéndolo levantar —, ya que no tienes hambre, ¿por qué no vamos a jugar? — dijo Willa tomándolo gentilmente de los hombros —. Por suerte para ti tenemos una cancha inmensa que puede servirnos para jugar un rato — lo guio a través de unos largos pasillos, tan largos que para el chico no eran nada prácticos hasta llegar a una enorme cúpula que se extendía por lo que parecían kilómetros de longitud —. Veo que por fin te has dado cuenta de tu poder — Willa lo miro con orgullo, trazando líneas con sus puntiagudas uñas en los hombros del muchacho —, eso es bueno, pero ahora que abriste los ojos es momento de enseñarte que las acciones tienen consecuencias.

— ¿Van a castigarme? — Aidan se burló —. Si lo hacen haré que Günther los haga pagar por todo lo que me hicieron.

— Eres inteligente, ahora veo que debajo de ese hermoso rostro se oculta un diminuto monstruo — era como verse a si misma a su edad, si fuera un chico desnutrido y bajito, claro, entonces serían iguales, era como verse en un diminuto y minúsculo espejo —. Pero tienes razón en algo, si te dañamos mi sobrino no descansará hasta matarnos, pero no debes preocuparte, no te tocaremos ni un solo cabello — Willa asintió con la cabeza y una fila de chicos, y chicas de su edad entraron, se mordió los labios conteniendo su incomodidad al verlos, estaban golpeados, magullados y a un chico le colgaba un ojo de su cuenca, se arrastraban como podían, tan cansados de gritar como de luchar —, estos, son nuevas adquisiciones, como tu tendrán la oportunidad sagrada de complacer a las nuevas generaciones de Un Mundo Libre, las ligas juveniles son ansiosas y están pasando por pleno despertar sexual lo cual conlleva mucha curiosidad, el trabajo de ellos será saciarla — Willa se giró y lo miro a los ojos —, pero para eso no se necesitan extremidades, ¿verdad? — fue entonces cuando uniformados entraron, sosteniendo diversos artilugios que parecían meticulosamente creados para provocar la peor de las torturas posibles, murmullos aterradores hicieron eco en el lugar, asustados los chicos y chicas comenzaron a llorar, suplicar, negar o pelear fue entonces que Aidan se dio cuenta que no entendía lo que decían, al mirarlos bien entendió que eran de todas partes del mundo. Willa se acercó a una de las chicas, la tomo del mentón y la examino, al ver una marca en su cuello hizo un gesto de asco y la soltó, repitió la misma acción con tres chicas y dos chicos, luego hizo que dos uniformados se llevaran a dos de las chicas y a un solo chico —, que los lleven a uno de los pueblos, serán buenos conyugues y siendo tan jóvenes podrán ser moldeados si se tiene una buena mano, el resto — Willa se cruzó de brazos, su cabello rubio ondeo al igual que la falda de su vestido azul oscuro con negro como un par de alas, parecía un ángel y sin embargo era capaz de cometer las mismas calamidades de los demonios — serán muñecos — sonrío como si hubiera dicho la mejor noticia del mundo — o no, eso depende de ti — se giró y con una sola mirada les dio las indicaciones necesarias. Uno de los chicos intento salir corriendo, pero antes de siquiera lograr avanzar fue tomado del cuello y levantado como si fuera un simple muñeco, era un muchacho grande y alto pero con tan solo un movimiento su brazo fue cortado, soltó un grito aterrador y de un movimiento el uniformado lo coloco sobre una mesa de madera, de inmediato un par más lo sujeto mientras seguían cortando y cortando, cinco más fueron arrastrados hacia las mesas —. Tú estás protegido — dijo Willa observando con indiferencias como brazos y piernas rodaban por el suelo, suelo que hacia segundos era blanco pero ahora se había vuelto rojo cual carmín —, no podemos dañarte, Aidan, pero ellos pagarán por tu desobediencia — otra puerta se abrió y un grupo más de chicos de su edad fue arrastrada adentro, esta vez fueron colocados en una plataforma y frente a ellos estaban cuerdas con nudos perfectamente hechos para romper cuellos, pero ese nuevo grupo era distinto, ninguno luchaba, no como el primero que incluso sin sus brazos y piernas seguían retorciéndose intentando escapar, aquél segundo grupo solo permanecía mirando al suelo, quietos, ni siquiera parecían estar respirando —, al igual que tu ellos fueron rebeldes e hicieron sentir tristes a sus parejas — Willa se paseó altivamente frente a ellos, una verdugo ansiosa por ejecutar la sentencia —, adulterio, desobediencia y no tomar con la seriedad necesaria su sagrada labor — hizo un gesto y pesas fueron colocadas en los tobillos, esferas de hierro con cadenas como en las películas, el sonido sordo del metal golpeando al suelo opaco los gritos y quejidos. Nuevamente Willa con solo una mirada dio las ordenes necesarias: las cuerdas fueron colocadas en el cuello, las manos atadas a la espalda y la plataforma se desvaneció bajo sus pies —, esto es lo que pasa cuando haces las cosas mal, cuando no tomas con seriedad el camino que los dioses han escogido para ti.

— Basta — rogó Aidan viéndolos retorcerse y sus cuellos estirarse, sus lenguas serpenteaban fuera de sus bocas mientras sus cuellos se estiraban más y más —, deténgase — Willa sonrió mordiendo el borde de su uña y otra pesa más fue atada a sus tobillos — ¡Basta ya! — pero ya era tarde, el crujido de sus cuellos hizo a Aidan girarse aterrado.

— Míralos — ordeno Willa —, mira lo que causa la desobediencia.

— Willa, es demasiado — murmuro Alma, ella también estaba de espaldas, no queriendo presenciar la escena.

— Debe aprender que las acciones tienen consecuencias — se inclinó sobre él, ella era tan alta y se alzaba como una criatura tan bella como mortal —, míralos — se cubrió los oídos negándose a escuchar los chillidos de cuerpos destrozados — ¡Míralos! — ordeno ella tomándolo de los hombros.

— ¡Detén esto! — rogó cubriendo sus oídos.

— ¿Por qué? ¿Por qué debería detener un castigo ejemplar? ¿No dice tu deidad invisible que si su ojo izquierdo lo hace pecar, debe arrancarlo? — y sin dudarlo ambos ojos de una chica fueron atravesados por clavos —. Dije el izquierdo, ¡No ambos! — los reprendió la mujer. La piel de sus cuellos se estiraron a medida que las pesas eran colocadas en sus tobillos, Aidan cerro sus ojos no sin antes ver los cuerpos desprenderse de las cabezas, el crujido lo hizo caer al suelo, justo donde uno de los globos oculares rodo, lo aplasto con la mano y retrocedió alterado limpiando los rastros de su piel —. Tú estás protegido, pero eso ya lo sabes, ¿no? — Willa se arrodillo a su lado, acunándolo contra su pecho y acariciando su cabeza observando los cuerpos destrozados extendidos por todo el lugar —. No podemos dañarte, pero hay muchos que a diferencia de ti son desechables — lo tomo con fuerza de las mejillas, haciéndolo mirar a otro grupo tembloroso que entraba a la cancha —, ahora, dime, ¿serás un niño bueno?

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