58. Mea culpa, mea culpa, mea máxima culpa.+

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Un corte, solo un pequeño corte en la cabeza, no más grande que la punta de un alfiler, un pequeño corte y sería justo lo que ellos deseaban: un recipiente de placer; no sonaba tan mal si lo pensaba bien; no dolor, no asco, no vergüenza, no rabia, no tristeza ni las interminables preguntas del porqué le están haciendo tanto mal siendo él inocente — o al menos así se consideraba él —, solo dormir, esperando, esperando y esperando hasta despertar de su letargo solo para ver a los cientos de ángeles bajando de las alturas, y Dios dandole la bienvenida a su santo reino, pero incluso si no hubiera Dios era preferible estar dormido 44 años que estar consiente y sentirlo todo. Gracias a Dios no era una mujer, esuche que el cortecito era usualmente usado en las mujeres, las ponían en coma gracias a ese cortecito y procuraban embarazarla hasta que las emorragias se las llevaran, al parecer era una practica común, poner a dormir a esas hermosas esclavas sexuales reproductoras, perdón, Novias como ellos tanto las llamaban y poner bebés una, y otra vez hasta que su cuerpo no tolerara una cesaria más, aunque a la mayoría no les hacian el corte, solo a dormir y las despertaban para inducir un parto natural. Supuso que si fuera mujer, si fuera como Haza esa sería su vida y por un momento estuvo tentado a provocarlos, a ser la mierdecilla pecadora que ellos tanto se esforzaban en hacerle creer que era y recibir el cortecito para dormir porque sabía que al despertar de su sueño vería a Dios, a su familia, a Katherina. Al final eso era todo lo que importaba, ¿no? La salvación.

Pero entonces se entero que aunque estuviera dormido usaban a los hombres para extraer su semilla y producir hijos, se suponía que era infertil pero tras lo sucedido con Roxelana no estaba tan seguro. Y Aidan no estaba dispuesto a darle ningún niño a UML, antes muerto que permitirlo, pero incluso muerto podrían arrancar su semilla de su cuerpo y preservarla. No había escapatoria. 

Waterboarding, más conocido como "La tortura del paño blanco", sonaba mal, pero era aún peor. Suponía que cualquier palabra que siguiera tras "tortura" la hacía sonar mal, "la tortura del patito", "la tortura del osito cariñosito", "la tortura de jalea de fresas", "la tortura del abrazo", "la tortura del corazón", "la tortura del pan integral", ¿Ven? Cualquier tipo de palabra sin importar su significado que prosiguiera a tortura se transformaba en algo aterrador, el limite era el cielo o la creatividad o tal vez la crueldad humana. Descubrió que algunas de ellas eran reales y de hecho de las favoritas de UML: "La tortura del osito cariñosito" consistía en rajar el estómago en diversos cortes, dependiendo de la gravedad de la ofensa cometida, entre más grave fuera más cortes y profundos serían, si la ofensa era tan grave se comenzaba a sacar los órganos estomacales a través de los cortes, no sin antes colocar una buena dosis de sal, no se tocaban los pulmones, tampoco el corazón y se inyectaba sangre para evitar la muerte, no podían permitir que muriera, no sin "aprender la lección", así en su próxima vida sería alguien justo y digno de trabajar al servicio de los elegidos por los dioses, ese era el trabajo de los gusanos, uno a uno un centenar de larvas eran colocadas en cada corte, cubriendo el espacio del órgano arrancado. Podía durar días, escucho que una vez incluso una semana, con los gusanos y escarabajos caminando bajo su piel, devorando su carne y las cosas que debían quedarse dentro de su cuerpo saludando alegremente a través de la profundidad de los cortes, irónicamente la mayoría moría por una infección que por el dolor en sí, aunque había otro porcentaje que terminaba falleciendo por inanición, ¿quién diría que sin el estómago tantos problemas podrían causarse? Aidan no sabía que el estómago pudiera ser tan grande y sin embargo logro pasar por aquél corte de unos cinco centímetros de largo y no sabía cuánto de profundo, parecía un tumor, un feto mal formado sangrante y lleno de porquería, descubrió que la última comida de esa persona cuyo nombre nunca supo ni le intereso fueron pan y chocolate, poco memorable para ser una última comida. Estaba seguro que de haber sabido que era su última comida habría buscado algo más elaborado, sofisticado y delicioso, no es que el pan y el chocolate fueron malos, en realidad a Aidan le encantaba comerlo, pero nunca lo escogería como ultima comida.

Pero realmente pocos comen sabiendo que "esa" sería la última comida, Aidan no lo pensó, no pensó que aquellos huevos revueltos con panquecitos sería su última comida. ¿Panques de avena? Asco. Si fueran de plátano estaría bien, ¿pero de avena? Casi deseaba pedirles que se detuvieran y lo dejara ir a comer algo distinto, quizás un poco de brócoli hervido, amaba el brócoli hervido, pero no podía pensar mucho, no con aquél líquido cayendo constantemente en su rostro. Gota a gota comenzaba a maquinar posibles salidas poco ortodoxas, Dios lo perdonaría, ¿Verdad? Suicidio por desesperación, ¿era eso un pecado? No, Dios iba a perdonarlo, si podía perdonar a un asesino, a un pedófilo podría perdonarlo a él, ¿verdad? ¿Verdad? ¿¡VERDAD!? Al principio fue agua salada, no sabía si era de mar o solo agua con sal, pero le ardían los ojos, podía sentir la sal en sus labios y cuando se filtró en su nariz sintió como si se le quemara en cerebro desde adentro. Lo colocaron en una trampilla inclinada, sus piernas suspendidas en el aire, sus tobillos sujetados por un par de cadenas, su cabeza hacia abajo, instintivamente pensó que su castigo sería ser nuevamente violado, ¿Qué más iba a pensar? Piernas separadas, sin ropa interior, el asunto era demasiado obvio, <<Que falta de creatividad>>, pensó, pero ahora sabía que a los habitantes de UML les sobraba creatividad, al menos en ese ámbito.

Luego la suave sensación de un trapo siendo colocado en su rostro y entonces sucedió. Primero fue agua salada, un constante chorro que se filtraba por cada agujero de su rostro, sus ojos ardían, su nariz se inundaba, su boca se contorsionaba tratando de tragar los litros constantes, los chorros venían de todas partes y en todo momento. No podía moverse, no podía respirar. Con cada movimiento más agua aparecía y sus ataduras se enredaban más en la carne de su cuerpo. Siguió el agua fría, tan helada que se desmayó por un momento, una corriente eléctrica chamuscando todo su cuerpo, en ese punto no podía pensar, tan solo temblar y rogarle a Dios que lo matara de una maldita vez. Ahora la podredumbre llenaba su rostro, el olor lo delato, la orina filtrándose por todas partes, al mismo tiempo, cubeta tras cubeta, podía escuchar el sonido metálico cuando las dejaban caer. Luego el agua fría otra vez.

— ¿Satisfecho? — pregunto Willa, pavoneándose por la habitación, con su elaborado vestido azul rey siendo el único color del lugar, Aidan no creía posible que pudiera existir una habitación tan blanca, pero allí estaba, tan blanca que le ardían los ojos si miraba demasiado o tal vez era por el agua salada o tal vez por la orina o tal vez por el agua fría. No sabía, solo sabía que no podía ver nada más allá de figuras amorfas. Sombras saltarinas de una pared a otra, saltando como el eco que producía su sangre circulando en sus venas, podía esucharlo, su sangre en sus venas, el latir de su corazón, incluso el sonido de su cabello secandose. Willa Vodja olía a...amor, a seducción, a feminidad, a flores, a sangre, vino y a sexo, olía igual que Günther sin el toque de excesiva pulcritud, dulce de los caramelos que le daba ni al sol por las mañanas. Era dificil contener el vomito, pero le dolía tanto la garganta que si lo hacia se le destrozaría, por lo que solo pudo tolerar el olor —. No te preocupes, volverás a ver pronto, es solo algo temporal — Willa se llevó las manos detrás de la espalda, sentía sus brazos rígidos, los guantes de cuero eran hermosos pero también evocaban la sensación de estar siendo sujetada, algo que le gustaba, no tanto por la sensación en si, más bien por la familiaridad de la misma, pensaba que todos se sentían así con algo, un abrazo, un beso, un aroma, incluso las mujeres golpeadas por sus maridos debían añorar el dolor de esos golpes por la sensación de familiaridad —, lávate, iremos hacer una visita, tu querida tía ha de querer verte.

Seguía viva. La puta de mierda seguía viva. La maldita pedófila que le había jodido la existencia desde antes de nacer seguía viva. Conectada a una máquina, pero viva. Aidan se acurruco más en el rincón, su cabello goteaba algo, no supo qué, bien podría ser agua salada, agua fría, orina, sus propias lagrimas o su saliva, esperaba que si iba a sufrir otro castigo fuera el definitivo, fuera "ese" el que lo liberara de aquél tormento, comenzaba a creer que Dios lo olvido, ¿cómo podría acordarse de él? Entre tantos rostros, tantas plegarias cualquiera se olvidaría, no lo culpaba pero tampoco le agradecía.

— ¿Qué pensaste que iba a pasar? — pregunto Willa con una ligera sonrisa, su larga trenza rojiza caía grácilmente por su espalda, sus tacones hicieron eco mientras se movía por la habitación, si ese niño no fuera tan valioso le habría abierto la cabeza, diseccionando su cerebro para descubrir qué pensaba, tenía mucha, muchísima curiosidad por saber qué le hizo pensar que envenenar a Alma valdría la pena, ¿venganza? Resultaba decepcionante si la única motivación tras aquél crimen fuera la vana e insulsa venganza — ¿Qué ibas a ser ejecutado? — se echó a reír al escucharlo sollozar, estaba ronco, la orina no era buena para la garganta, menos el agua salada. Se paró frente a él, si no estuviera cubierto de tanta porquería lo habría tomado de la barbilla, pero no quería ensuciar sus guantes —. Te lo he dicho un centenar de veces, eres valioso y no morirás, ¿por qué es tan difícil entender? Günther dijo que eras inteligente, ahora veo que se equivocó — se giró observando a los criados encargados de la tarea de limpiarlo, no tenían ojos por lo que no podrían codiciar la piel del joven, reglas de Wallace, al parecer nadie podría ver el secreto oculto entre los pliegues húmedos y apretados de la carne de Aidan, pertenecían a Günther, a nadie más —. Trata de apresurarte, luego iremos a dar un paseo, eso te ayudara a recuperar la vista con mayor facilidad.

— Willa — era como si su garganta hubiera sido raspada con una lija o un tenedor desde adentro, cada palabra era un martirio. La mujer detuvo su caminar y lo miro curiosa, incluso cubierto de inmundicia, con los ojos tan rojos como un drogadicto que inhala hasta los trozos de una llanta seguía viéndose bonito, tan bonito. Se le hizo agua la boca al mirarlo, le recordaba a alguien, alguien de tiempos pasados, tiempos mejores.

Aidan tomo fuerzas de donde no tenía, Tyline estaba allí, en donde fuera que estuvieran, estaba allí, podría ser una salvación...o una perdición, aún no estaba seguro pero iba a aferrarse a cualquier atisbo de esperanza, incluso si era falsa, ¿No es eso lo que mantiene cuerdos a los humanos? La esperanza podía hacer cosas maravillosas, mantener vivo a un moribundo, ayudar a encontrar el camino en medio de un bosque frondoso y aparentemente desconocido, mantenerse a flote en la inmensidad del océano, pero Aidan esperaba algo diferente, ansiaba que su esperanza le ayudara a encontrar algo, lo que fuera, una daga, un cuchillo, una punta de un lápiz, cualquier cosa que pudiese ser clavado en el cuello de Alma estaría bien, no era exigente, gracias a Maud sabía que parte cortar. Añoraba ponerlo en práctica pronto, incluso si Tyline resultaba ser una más de la interminable lista de sus abusadores, se conformaba con que Alma no respirara más. Un monstruo más, un monstruo menos, ¿qué más daba? Solo quería verla muerta, estaría feliz de encontrarse con ella en el infierno.

— ¿Qué?

— ¿Cómo fue? — se arrastró un poco, no tenía fuerzas para moverse, pero quería ver el rostro de la mujer, aunque todo lo que pudo ver fue una serie de sombras de colores sin forma.

— ¿"Cómo fue" qué?

— Cuando la planta hizo efecto — dejo caer su cabeza sobre el suelo, era como si su cuerpo no fuera suyo, como si solo se pudiera mover con el permiso de alguien, de Günther. Willa lo miro con curiosidad.

— ¿Realmente quieres saber? — le dolía el cuerpo, pero más le dolía hablar.

— Sí...por favor, dime, ¿cómo fue? — Willa tomo aire y levanto la falda de su vestido, sentándose de piernas cruzadas a un metro de él, si no estuviera tan sucio lo había recostado en los pliegues de su falda como lo hizo con él alguna vez.

— Hermoso — respondió Willa mirándolo, una ligera sonrisa se formó en las comisuras de sus labios, la sonrisa de Aidan hizo que algo, algo debajo del abdomen, algo entre las piernas dejara escapar un cosquilleo —. Se puso pálida, la saliva le caía a cantaros de la boca, no respiraba, sus manos aleteaban como un ave herida y luego cayó al suelo — se quitó el guante de su mano derecha y con la punta de su dedo índice todo uno de sus negros cabellos, ondulado, una honda perfecta, cubierta de orina pero perfecta, tal y como la de él, se preguntó si en su estado natural, limpio y sin suciedad olería igual a él —. Fue un espectáculo digno de ver.

— Me habría gustado verlo — susurro sonriendo, no tenía fuerzas para imaginar, por ello trato de recordar las palabras para hacerlo una vez se sintiera mejor.

— Ojala lo hubieras visto — aparto la mano y volvió a ocultarla bajo el guante, pensó en cortar la punta de su dedo, la punta contaminada, pero valía la pena, ensuciarse por él sí valía la pena —. Aidan, por favor, basta ya, basta de luchar, matar a Alma no cambiará nada, hay cientos de mujeres como ella, miles, billones, mujeres que incluso tienen hijos solo para entregarlos a nosotros, una más, una menos, nada cambiara — se recostó en el suelo frente a él, a un metro de distancia, tratando que sus ojos celestes la miraran —. Cada día nacen cientos de personas, millones, billones y de esa inmensidad de gente más de la mitad es como Alma, sino peor, te lo pido, deja de luchar — ¿por qué lo estaba protegiendo? No era él, no era él, no era él.

— Lo sé — admitió Aidan y una lagrima surco su mejilla —, pero igualmente lo quise hacer.

— Es algo hipócrita, ¿No crees? ¿Acaso tú Dios no manda a perdonar? Perdónala a ella, "Benditos sean los sumisos, porque ellos será el reino de los cielos", ¿No es eso lo que dice tu extraño libro negro? ¿No habla sobre poner la otra mejilla cuando les hacen el mal? — <<No es él, no es él, Willa, deja de defenderlo, no intentes protegerlo, no es él, no es Owen>> pero no pudo, ella sabía en el fondo de su corazón que él sería feliz allí, podría hacer de UML un hogar, tener una familia, si tan solo dejara de luchar —. Cumple tus creencias, Aidan, ¿No mandan los 10 mandamientos a no matar? Y tú estuviste a punto de asesinar a una mujer, ¿quieres irte al infierno de tu deidad invisible?

— Dios me perdonara — dijo con seguridad —, sé que Él lo hará, perdonaría por ese pecado porque sería en defensa propia, Dios sabe que si acabo con la vida de alguien sería por desesperación — recordaba estar sentado en el regazo de su padre mientras él tejía, miraban la televisión, las noticas informaban de una mujer que asesino a su esposo cuando él intento matarla, su cabecita se giró como un resorte y le pregunto a su padre si ella iría al infierno por matar, se veía tan triste en la televisión, magullada y su cara monstruosamente hinchada por los golpes que él le daba <<No, cabrita>> respondió mientras las agujas seguían sonando <<Fue en defensa propia, Dios jamás castigaría a alguien que mato luchando por su vida>> trato de enderezarse y ahora era Willa quien estaba en el suelo —. Ella no es inocente, Dios no me castigaría porque nunca he matado a nadie inocente y nunca mataré a nadie inocente — los ojos de Willa brillaron.

— ¿Estás seguro? — la mujer se levantó, de nuevo esa actitud mortalmente encantadora se adueñó de ella —. Ellos te van a limpiar — señalo con la cabeza a un tres hombres con los ojos, oídos y boca cocida —, nos vemos abajo, no hagas nada estúpido, ¿quieres? Al menos por una hora.

Lo asearon y una vez volvió a oler decente — porque jamás volvería a sentirse decente — fue llevado donde Willa, llevaba una capa elegante, esa como de las películas victorianas de alto presupuesto o que usaban las esposas de políticos ultra religiosos que defendían a capa y espada a la familia cuando detrás la puerta trataban de convencer a su amante de abortar o sencillamente la desaparecían.

— Te tomaste tu tiempo — empezaron a caminar, Aidan metió las manos en los bolsillos del pantalón ancho que llevaba, al menos lo dejaban vestir con ropa holgada, eso era bueno —. Mira, intento ayudarte — el guante Willa estaba casi tan frío como los hielos que dejaron caer sobre su rostro cuando lo tomo del hombro, podía sentir la helada sensación incluso encima del suéter —, sé lo que se siente, Aidan, yo también luche — Willa bajo el cuello de su vestido, mostrando lo que parecían ser marcas de un collar de unión —, luche por mucho tiempo, deseaba ser la reina de este mundo, fuerte e independiente, hasta que me dí cuenta de lo hermoso que es entregarse, que puede ser maravilloso ser un objeto, si eres un objeto no debes pensar, no debes preocuparte por ir a trabajar, por las deudas, la enfermedad, tu amo piensa por ti, tu amo te cuida y vela por ti, te mantienen en una linda burbuja de la cual nunca deseas salir — un nudo se formó en su estómago, recordando la gravedad de su error —. Yo cometí el error de salir de esa burbuja y no hay día en el que no me arrepienta de haberla hecho explotar — su padre, su adorado padre, el mismo padre que la abrazaba antes de dormir, que la besaba cuando estaba asustada, que movió cielo y tierra para conseguirle una langosta azul, nunca volvió a recuperar a ese padre una vez rompió la burbuja, ¿qué era tener sexo con él? ¿Qué era ofrecer su vagina para su placer a cambio de la protección y el amor que solo un padre podía dar? —, una vez rota la burbuja no se puede arreglar, ¿sabes? Aún estás a tiempo, abraza esa burbuja, deja de pelear, no hay nada más maravilloso que saber que alguien daría todo por ti, mataría por ti y destruiría el mundo por verte feliz, no hay nada más placentero que ser amado, Aidan.

— ¿Crees que esto es amor? — Willa bajo la cabeza antes de mirar hacia una dirección, cuando Aidan lo hizo sintió un vacío en el estómago, eran cuerpos, diminutos cuerpos colgados del balcón de una hermosa mansión. Niños. Sin duda eran niños.

— Esperaba traerte a esta casa una vez estuvieras casado, pero nuestras circunstancias han cambiado — abrió sus manos como las alas de un cisne, señalando la inmensidad blanca de la casa y los cuerpos colgantes en ella —. Mira lo que hiciste — Willa tomo aire y empujo a Aidan hacia la mansión, pero él no se movió.

— ¿Qué?

— Dijiste que no habías matado a alguien inocente, pues te equivocas, todos ellos — Willa señalo los cuerpos como si fueran una obra de arte que debía ser meticulosamente admirada —, cada uno de ellos murió por tu culpa.

— Mentira — Aidan negó, tratando de retroceder, pero los guardaespaldas de Willa no le dieron ese placer — ¡Yo no los mate!

— Oh, claro que lo hiciste — Willa se mordió los labios, mirando los cuerpos, algunos más pequeños que otros, pero niños al fin y al cabo —, mataste a todos ellos, los violaste, torturaste y mataste a todos, ¿sabes por qué? Porque no te quisiste entregar a él, fuiste desalmado, cruel, le rompiste el corazón — uno de los guardias tomo uno de los cuerpos, todos tenían la cabeza cubierta por un costal de tela y al quitarlo Aidan supo de que hablaba su verdugo de oscura mirada: ojos celestes, mejillas redondas, cabello negro en hondas —. Antes de ti Günther nunca fue violento, pero por tu causa, todos estos niños murieron torturados — Aidan cayó de rodillas, eran tantos. Tantos, todos colgando sobre el balcón. Algunos no debían tener más de siete años —. Lo hiciste, Aidan, los mataste, si tan solo abrieras tu corazón el dolor de Günther podría saciarse y nadie más moriría — Willa alzó su falda y se sentó de rodillas frente a Aidan, sin importarle el frío suelo carcomiendo su piel —. Míralos, Aidan — él negó, enterrando su cabeza entre sus manos —, míralos — ordeno, le hizo una señal a sus guardaespaldas y ellos lo sujetaron, haciéndolo subir la cabeza, pero él no abrió los ojos —. Mira la magnitud de tu pecado, Aidan — las caricias de Willa fueron dulces, casi tanto que las que alguna vez fueron las de Günther, abrió lentamente los ojos. 44, eran 44 cuerpos, todos niños, todos asesinados, violados y torturados hasta morir, algunos les faltaban partes del cuerpo — ¿Sabes cuál fue el pecado de ellos? Sí, no ser exactamente como tú, puede que físicamente se parecieran, pero la más mínima diferencia — negó con la cabeza, recordando la forma desesperada en la que intento reemplazarlo, pero ninguno era lo suficientemente bueno, lo suficientemente perfecto, ¿por qué conformarse con una imitación? Era un hijo de los dioses, debía ser amado y adorado, una copia imperfecta no era digna de él — y Günther no pudo soportarlo, tanto dolor, los corazones rotos pueden ser peligrosos, ¿sabes? — Willa acaricio sus mejillas, depositando un gentil beso en sus labios — ¿De quién es la culpa, Aidan?

— ¿Eh?

— Dime, ¿quién los mato? — Aidan los miro, eran tan pequeños. Los había matado, a todos y cada uno de ellos, no los torturo ni violo, pero su sangre estaba en sus manos.

Esos meses que estuvieron separados, cada vez que él le dijo algo malo. Cuando se supo que golpeaba a Katherina. Siempre pensó que la única sangre en sus manos era la de su hermana, pero ahora lo veía con claridad, estaban rojas, sus manos estaban tan rojas que no podía ver su piel entre tanta sangre.

— Yo lo hice — su respuesta fue un jadeo, una respiración tan liberadora como la verdad.

— Lo hiciste, tú los mataste, dime, Aidan, ¿quieres ver más cuerpos colgando de esta casa? — negó con tanta fuerza que por un momento pensó que su cuello se rompió —. Muy bien, ¿y qué vas a hacer para evitarlo? — trago saliva y cerró los ojos, ocultando su rostro en el pecho de Willa.

Dios, perdóname, perdón, hice algo malo.

Abrió los ojos y levanto la vista, los cuerpos seguían ahí, un recuerdo tangible de la gravedad de su pecado.

Hice algo malo, algo muy malo, tente al hombre equivocado.


— Seré bueno, seré bueno — ahora lo veía con claridad, veía la verdad. Todos tenían razón, él estaba equivocado. Dicen que cuando todo el mundo es el problema lo más probable es que el problema seas tú, ahora Aidan lo entendía, lo entendía a la perfección.

Ahora lo entiendo, este es mi castigo, Dios, tu no me has desamparado, solo me estas castigando, lo merezco.

Llegaron a la habitación de Alma, estaba dormida, una maquina al lado de su cama, tenía luces verdes, rojas y amarillas, a Aidan le gustaron las luces verdes y amarillas, olía a medicamento, a hospital y hierva buena, el suero goteaba, era lindo el sonido del suero goteando. También olía los vestigios del sudor y de la saliva que derramo al caer, también olía a limpieza, supuso que la bañaron antes de entubarla, lo hicieron con tanta rapidez que olvidaron limpiarla por completo, olía a mierda, cremosa y sin forma, liquida, por los problemas intestinales y a vagina sin lavar, recordaba ese aroma de sus hermanas cuando volvían de hacer ejercicio, sudorosas y enojonas, pero ella le causo una repugnancia que casi lo hizo gritar.

— En Un Mundo Libre no se reza como tal, se canta, trata de cantarle un poco, quizás así despierte — Willa le dio un último beso y salió de la habitación.

Aidan se acercó lentamente a la cama y se sentó al lado de su tía Alma, tomando su mano áspera y reseca por los días inconsciente.

— Lo siento, tía, perdón.

Mi culpa, mi culpa, mi culpa.


Todo esto es mi culpa.

Dios sabía lo que había en su alma, lo sabía y por eso lo castigaba, porque era un pecador que merecía tal sentencia. Dios sabe, Dios oye, Dios ve. Vio su pecado y por eso decidía castigarlo, Günther no era su verdugo, era su ángel purificador, su justiciero que lo ayudaría a dejar lejos esa vida de pecado.

— Aún en el mundo existe belleza — comenzó a cantar —, que alegra la vida y nos hace soñar, encantos por toda la naturaleza, donde cualquier ser humano, desearía estar...

Ese era el mejor lugar del mundo, el lugar donde podría expiar sus pecados, tentó a un hombre y debía pagar las consecuencias.

Mi culpa. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro