65. Un globo a punto de explotar.

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— No sabía que conducías — apoyo su cabeza contra la ventana, mirando las gotas de lluvia deslizarse por el vidrio empañado. Tyline soltó una risita nerviosa.

— Hay muchas cosas de mí que no sabes.

— Me alegra que lo menciones — se sentó erguido, mirando hacia el frente, los autos parecían un montón de manchas sin sentido, pero no supo discernir si era por la lluvia y por las lágrimas en sus ojos que se rehusaba a derramar, le sorprendía no haberse deshidratado de tanto llorar —. Puedes empezar — Tyline aparto la mirada de la carretera, apretó sus dedos en el volante, mirándolo nerviosa.

— ¿Empezar qué?

— A contarme.

— ¿Sobre qué? — aparto la mirada, si chocaba el auto con esa camioneta familiar, ¿Morirían o Aidan perdería la memoria? Acelero, valía la pena intentar.

— Sobre todo, lo de Valerio, la secta y...— hizo una pausa, tomando fuerzas que no sabía que aún tenía — de Günther — desacelero, pero no perdió de vista la camioneta, si la conversación se ponía mal ya sabía qué hacer.

— Soy una especie de..."hija prodiga" — comenzó a explicar —.Mis padres eran de la secta y murieron cuando yo era pequeña, me encontraron y por años viví sin saber quién era o de dónde venía, pero gracias a diversos rastreos de sangre descubrí quién soy en realidad — no podía decirle simplemente que no tenía historia, nombre ni identidad, tampoco podía decirle que prácticamente no existía, eso sería demasiado patético y ser Tyline traía ventajas, como una jugosa herencia y un buen estatus, por ejemplo —. UML tiende a hacer rastreos genéticos en busca de hijos de desertores de la secta o de personas desparecidas, tienen trabajadores en los diversos laboratorios y hospitales del mundo, me encontraron gracias a eso y entre en el programa de reintegración, pero nunca me gusto, no soy una loca psicópata, ¿sabes? — trato de sonar relajada, pero Aidan no dejaba de mirarla mal.

— ¿Y por qué sigues ahí?

— Porque no tengo nada más qué hacer, no tengo amigos, familia, nada — eso era verdad —. Me quede por temor a estar sola — cierto —, además de que sería peligroso si simplemente desaparezco — mentira, era capaz de desaparecer sin dejar rastro en un par de minutos.

Aidan la miro con horror.

— ¿Tienes esclavos? — de inmediato negó.

— No, solo voy a UML durante las campañas de reintegración, pero nunca participo.

— Sabes cómo es allá, ¿y aún así te quedas? Son niños, por Dios, son niños Tyline — escondió su rostro entre sus manos, encogiéndose ante los recuerdos que lo martirizaban — ¡Son niños, por el amor de Dios! — la miro como si fuera un monstruo y ella se sintió como tal, porque lo era, mientras todo el mundo era feliz a su alrededor ella solo fingía, fingía ser alguien más, fingía amar cuando en realidad no podía sentir nada, solo un vacío en su cuerpo sin nada que ofrecer, quizás por eso toleraba tan bien lo vivido en UML, para ella eran iguales, eran idénticos, carnes, solo carnes, solo vaginas, solo penes, solo bocas y otros lugares para obtener placer, no eran personas, no pensaban, no sentían, no tenían identidad, historia. Eran como ella. Reemplazables. Pero ella amaba, ella sentía, ella pensaba. Freno de golpe al darse cuenta de ello.

— Aidan — la voz salió estrangulada de su garganta. Era como ellos, ellos eran como ella. Sentían, pensaban, amaban, odiaban. No eran carnes, eran personas. Eran personas. Eran personas. Eran personas —. Yo...— quiero morir. Miro la carretera, inundada por la lluvia, recostó su cabeza en el asiento. Eran personas.

— Dios mío bendito — sollozo Aidan, mordiéndose los dedos — ¡Eran niños, Tyline! ¡Eran niños! — se acurruco en el asiento, mientras golpeaba su cabeza contra el tablero

<<Mi niño.>>

La voz de Günther resonó en su cabeza, haciéndolo estremecer. Su pecho temblaba, su corazón al borde de explotar, cerró los ojos pero al hacerlo la imagen de Katherina muerta aparecía en su mente.

<<— Dame eso — ordenó Katherina extendiendo la mano.

— ¿Qué?

— El pastel, tonto.

— No, yo lo llevo — respondió el niño aferrándose al recipiente —, así lo mantengo calientito.

— Dámelo para que pueda votarlo lejos antes de llegar a la casa amarilla.>>

Oh, Dios, nunca debimos ir a la casa amarilla gruesas lagrimas bajaban por sus mejillas, agarro su pecho con ambas manos, como si su corazón intentara salirse de su carne —. Jehová Santísimo, Rey de reyes, Señor de señores, ¿Por qué, Dios? ¿Por qué? ¿Por qué? — comenzó a mecerse, su cabeza flotaba, su piel se caía a pedazos y nuevamente era violado — ¿Por qué, Jehová Santo? ¿Por qué? ¿Por qué fuimos a la casa amarilla?

Dios no lo permitió. No lo permitió. Ellos lo hicieron.

— Aidan, yo...lo siento — miro su rostro en el espejo, rojo, su cara estaba roja, se tocó las mejillas, estaban mojadas, su rostro estaba deformado, su reflejo deformado en una mueca de angustia, ¿cómo no lo vio antes? ¿Cómo no miro sus ojos y se dio cuenta de que eran personas? Sus almas...el dolor, ¿Cómo no vio sus almas? —. Lo siento — volvió a decir, Aidan se sacudía violentamente, golpeando sus manos contra su cabeza. Tyline nada pudo hacer. Salió del auto, dejando que la lluvia la mojara mientras escuchaba los sollozos de Aidan.

Claro que eran personas, gritaban cuando los golpeaban, lloraban cuando los motilaban. Se recostó contra la puerta, su falda se mojó, sintió la lluvia empapando su espalda. Cerró los ojos y vio sus rostros, sus ojos, el miedo, la agonía en su mirada. Apretó sus dedos y miro al cielo, ¿la indiferencia tendría perdón? Pensó entonces en todo lo vivido, en todas las vidas vividas, en los nombres, las familias. Jadeo. ¿Cómo pudo vivir tantos años así?

<<— Hola, ¿Estás perdido? — el muchacho apartó la vista de los niños y miró a Aidan, a penas sus ojos oscuros lo vieron el rostro del muchacho cambió por completo, parecía asombrado y feliz, algo en esa mirada le causó confianza a Aidan.

— Eh...no...— respondió nervioso sin perder esa expresión de sorpresa y por alguna razón las mejillas del muchacho se tiñeron de rosado, eso le causó gracia al niño, nunca había visto a alguien sonrojarse en la vida real.

— Entonces, ¿Qué haces aquí? — no era usual que personas de su estatus social estuvieran en esa clase de barrios, menos en una escuela pública.

El muchacho se enderezó sin apartar la vista del niño.

— ¿Te molesto?>>

— Debí decirle que sí, debí alejarlo, ¡Dios mío! ¿Por qué no me pude ir simplemente a casa? — comenzó a toser, la falta de aire le quemaba la garganta.

Dios...perdón. Yo no quería, te juró que no quería.

Cerro los ojos, dejando que las gotas de lluvia se filtraran por sus parpados, nunca quiso verlo, apartaba la mirada cada vez que pasaba, pero el pensamiento estaba ahí, en lo profundo de su mente como una conmoción cerebral. Si tan solo hubiera obedecido, si se hubiera ido a casa, si no fuera un niño desobediente nada malo habría pasado.

Sus pequeñas manos estaban llenas de sangre inocente.

Tyline los veía, el recuerdo de sus últimos momentos suplicando por una ayuda que jamás llego y se vio a sí misma, a la niña que le negaron ser.
La indiferencia podía ser el peor de los crímenes y también era un horrible pecado, ¿Dios entendería que no podía hacer nada? Pero, ¿realmente no podía hacer nada o solo no quería hacerlo? Regreso al auto, se sentó y el asiento se empapo. No vio la camioneta por ningún lugar y tampoco se atrevió a mirar a Aidan, podía sentirlo sacudirse.

<<— Tu tía te ha vendido, Aidan.>>

— ¡Por favor, Jesucristo, no! — golpeaba sus oídos, no quería escuchar, no quería sentir, no quería recordar. No quería vivir...

Al menos no así.

<<— No me mires así, te lo ruego. Lo hice por ti, todo por ti.>>

— ¿¡Dónde estabas, Dios!? ¡¿Dónde estabas mientras me violaban?! — gritaba desesperado.

Estaba en la cruz, muriendo para que tu pudieras vivir.

Y estuvo siempre ahí, cuando Katherina murió, cuando despertó en el hospital, cuando Haza lo llamaba, en la sonrisa burlona de Dan. Siempre estuvo ahí y siempre lo estaría.

— ¿Quieres ir con Dan? — encendió el auto y la lluvia comenzó a parar — Contéstame — él la hacía sentir amor, pero también dolor. Era la primera vez que se sentía así y no le gustaba, lo miro de reojo, pensando en sí debería abrir la puerta y empujarlo del auto para arrollarlo tal, y como el padre de Dan había hecho, pero el solo pensamiento la hizo sentir como si se el agua en su rostro se convirtiera en ácido y se le cayera la piel.

Miro la carretera mojada y no pudo más. Freno de golpe y el repentino movimiento disparo a Aidan hacia adelante, pero ella lo intercepto en sus brazos, lo envolvió como deseaba hacerlo con todos los niños que ignoro.

No supo por qué pero se acurruco en sus brazos mojados, en busca de protección, le costaba respirar, le dolía respirar.

— No puedo...— chillo, temblando —...no puedo respirar...no puedo...— sentía sus pulmones al borde del colapso — Oh...Dios — duele...


— Respira — le susurro ella al oído. Tyline enredo sus manos en las hondas de su pelo, acariciando su espalda, Aidan jadeo en busca de aire mientras ella lo arrullaba —, aquí estoy, estoy contigo, Aidan y nunca te dejaré — susurraba ella —. No fue tu culpa, Aidan, tu no pediste ser violado, tu no pediste que tu tía fuera una enferma.

Respirar dejo de doler tanto y por primera vez sonrío, realmente sonrío, una sonrisa feliz, de alivio, de vida. Estaba feliz de estar vivo, él no quería morir, Aidan quería vivir y ahora podría hacerlo conociendo la verdad, estaba feliz de estar vivo, de saber que no era su culpa, no lo era y nunca lo fue, de que Katherina estuviera muerta y nunca tendría que saber la verdad de su tía.

Aidan abrió los ojos, todo estaba oscuro con la excepción de una tenue luz entrando por la puerta. Se sentía mareado pero sorprendentemente ligero, casi como si fuera a salir volando, se enderezo, con una mano en el pecho, sintiendo su corazón.

No era su culpa, nunca lo fue y nunca lo sería. No provoco a Günther, Alma lo vendió a él e incluso sin Günther nada habría cambiado, ella lo habría vendido de cualquier forma, a cualquier hombre o mujer.

Ser violado no fue su culpa.

La muerte de Katherina no era su culpa.

Saberlo lo hizo sentir como si hubiera renacido de nuevo.
Se levantó, caminando fuera de la habitación, siguiendo la luz que venía de la planta baja.

— ¡Rogelio! ¡Gracias a Dios estás aquí! — Dan se acercó cojeando para abrazarlo, pero el muchacho retrocedió, no porque no quisiera ser tocado, sujeto a Dan del mentón, observando el inmenso moretón que cubría la mitad de su rostro.

— ¿Qué te paso? — miro nervioso a Tyline que aún sostenía la base para maquillaje entre sus dedos, bufó molesta, si Dan no se la hubiera pasado moviéndose por las cosquillas que le daba la brocha en su piel ya habrían cubierto todas las heridas.

— Se cayó — se apresuró a decir la chica —, sabes cómo es Dan, si no rompe algo, se rompe a sí mismo — se recostó sobre Dan, asegurándose de apretar el hombro dislocado del muchacho quien no tuvo más remedio que soportar el dolor en silencio.

— ¿Y cómo se cayó?

— Me resbale en el hospital cuando visitaba al doctor — se encogió de hombros, aprovechando para liberarse de Tyline —, muchas escaleras para alguien con torpeza crónica — esperaba que la mentira de Tyline fuera lo suficientemente creíble como para que no hiciera preguntas demás.

Aidan supo al instante que estaba mintiendo pero en un lugar de insistir e insistir decidió darle algo a que él le hubiera gustado que le dieran: tiempo; se sentó en silencio, sabiendo que cuando Dan estuviera listo le diría lo que pasó en realidad.

— ¿Y...ahora qué? — fue Dan quien rompió el silencio.

— Entonces — Aidan respiro profundamente, buscando las palabras correctas —, mi tío no sabe nada de lo que paso, ¿verdad? — ambos asintieron.

— Él cree que has estado viviendo con la tía Alma, pero no te preocupes, ya pensaremos en qué decir.

— No creo que sea tan fácil, ¿Y si vuelve? — Tyline y Dan intercambiaron miradas.

— Ella no volverá, Ady — la chica tomo su mano, entrelazándola con dulzura —, lo prometo.

— ¿Cómo lo sabes? — aparto su mano — Ella, Willa y el resto de locos de UML van a venir por mí — se encogió en la silla, sintiendo el temor calándole el alma —, van a venir por mí — repitió, como si quisiera hacérselo entender a sí mismo, pero su mente no conectaba con su cuerpo y no se sentía cómo se debería sentir al saber que podía ser puesto en estado vegetal para ser violado el resto de su vida. No sentía nada.

— Eso no pasará — Tyline volvió a mirar a Dan, pensando en qué decir. No puedo, él no lo soportaría —. Ella no volverá.

— ¿Cómo podrías saberlo?

— Willa se enojó con ella, al parecer estaba haciendo cosas a sus espaldas y ella decidió castigarla, ya imaginaras como son los castigos en UML — confesar un asesinato no era una buena forma de comenzar una relación.

— ¿Esta...muerta? — Tyline y Dan intercambiaron miradas, podían librarlo de esa culpa que sabían que inevitablemente sentiría y lo hicieron.

— Es imposible saberlo — el moreno se rasco el puente de la nariz, escarbando en la cascara que se formó encima de una de sus muchas cortadas que obtuvo al impactar de cara con el suelo —, puede estar muerta, una bala en la cabeza y todo termino, pero solo sabemos que está desaparecida — o eso fue lo que Tyline le conto.

— Ahora, solo debemos pensar en qué decirle al doctor Stilinski cuando vuelva y la perra haya desaparecido de la faz de la tierra — Tyline jugueteo nerviosamente con sus dedos, pensando las opciones —, la policía se va a involucrar, de eso no hay duda, pero...

— ¡No! — se apresuró a decir Aidan — ¡Nadie debe saberlo!

— Ady...

— No...¡No! ¡Nadie puede saberlo!

— Pero, Aidan...ella te violó — intervino Dan indignado —, ¡Ella te violó y te vendió a cientos de pedófilos! ¡Entre ellos el que mató a tú hermana!

— No, mamá...no, nadie puede saberlo — si ya se culpaba por no haberlo protegido durante la masacre, ahora sin duda enloquecería —. Mamá no lo soportaría, no soportaría saber que su amiga de la infancia le hizo semejantes abominaciones a su hijo — miro sus manos, las cicatrices en sus muñecas, nunca volvería a usar pulseras —. Nadie...nadie debe enterarse de esto, ni Haza ni mis padres, tampoco Ada.

— Pero, Aidan...

— Ellos no lo soportarán, no podrán...no podrán vivir sabiendo que mataron a su hija sólo porque su hijo fue lo suficientemente ciego como para no notar los sentimientos de otro varón — Tyline tomo su mano, mirándolo preocupada.

— No fue tú culpa, Aidan.

A veces estaba seguro de que no, otras la culpa lo abrumaba, era como el mar, las olas de culpa venían pero también se iban.

— Quizás sí, quizás no. Sinceramente no lo sé — se puso de pie, mirando la casa de su tía a través de la ventana —. Lo único que sé es que nadie puede saberlo — tomo aire, buscando sus zapatos —, una vez se sepa que Alma no volverá vendrán a su casa, estoy seguro de que tiene las fotografías con las que me prostituyo en su casa, necesito eliminar cualquier prueba.

— ¿Estás...estás seguro? — Dan se puso de pie, cojeando hasta quedar a su lado — Aidan...

— ¿De qué va a servir que todos los sepan? De nada servirá mostrar..."eso" — le costaba incluso decirlo.

— Es cierto — dijo Tyline —, la policía no hará nada, porque hay varios funcionarios de alto rango involucrados en la red de tráfico de UML — eso y que no quería que sus superiores se enteraran de que se estaba enamorando de quien debía ser solo un señuelo.

— No quiero empezar de cero — confeso, mirando la casa de Alma como si fuera una casa del horror y de cierto modo así era —, no quiero tener que...decirles a mis padres como fui violado una y otra, y otra vez, no quiero que mis hermanas entren a mi habitación a media noche para abrazarme mientras lloran, no quiero, no quiero, no quiero — miro a Dan, luego a Tyline —, por favor, no me obliguen a empezar todo de nuevo — suplico.

Dan miro a Tyline pero ella no lo miraba a él, sus ojos estaban fijos en Aidan, pero luego viajaron a la casa.

Caminaron a pasos lentos — y cojeando, en caso de Dan — hacia la casa, llegaron al pórtico y sacaron una llave de debajo de la maseta junto a la entrada, abrieron la puerta y entraron, pero Aidan fue incapaz de dar un paso más allá del pórtico.

— ¿Aidan? — Tyline se detuvo a medio entrar, sus ojos cayeron en los temblorosos dedos del chico, asintiendo — Será mejor que te quedes aquí, Dan y yo buscaremos cualquier prueba de lo sucedido — le dio un golpe en el pecho a Dan para que la siguiera que lo hizo doblarse y morderse los labios porque, en realidad, no tenía piel en esa zona, solo cascara frágil y parches de carne viva cubiertas por vendas.

Aidan permaneció fuera de la casa, esperando, solo esperando, no supo cuánto paso pero su rostro se desencajo cuando vio a Tyline y Dan tratando torpemente de ocultar cuatro bolsas grandes, y tres cajas repletas de lo que parecían CDs.

— ¿Todo eso...es de...? — pregunto palideciendo.

Se acercó a las cajas y sostuvo un CD en sus manos, ahí, dentro de ese trozo de plástico estaba un video donde su alma era asesinada y su cuerpo torturado. En esas cajas y en esas bolsas estaba toda una vida de abusos.

— Faltan más — confeso Dan —, Rogelio, será mejor que nos esperes en el auto — no quería que viera más, cada bolsa y caja que sacaban contenía un pedazo de su destrozada alma, de su dignidad y humanidad de las cuales fue cruelmente despojado.

El muchacho obedeció, sentándose en el auto de Tyline, metió su rostro entre sus piernas cuando los vio acercarse, estuvieron casi 10 minutos tratando de meterlo todo en el baúl y en los asientos traseros, se enderezo una vez sintió a Tyline sentarse en el asiento del conductor y a Dan estrujarse en los asientos traseros.

— Bien, la pregunta del millón: ¿Cómo nos deshacemos de esto?

— Quemarlo — respondió Aidan sin dudar.

— Tengo un bidón de gasolina, bueno, varios en mi apartamento y mi apartamento queda yendo hacia una playa poco frecuentada, podemos hacerlo ahí — propuso la chica.

— Perfecto.

Condujeron en silencio, Aidan podía sentir las miradas de Dan y Tyline sobre él, pero no le importo, solo podía pensar en que conocería el mar, en los CDs, en las bolsas, en que podría recoger caracolas y en que conocería el mar.

Llegaron a la playa, todo estaba tranquilo y el mar era gris, muy gris, tan gris como lo sería el cemento o la tumba en donde enterrarían a Alma si es que la enterraban. Sumergió sus pies en la arena, el viento sacudió su cabello, miro a su alrededor, al horizonte, a todos los lugares pero por más que busco no pudo encontrarlo.

— ¿Dónde está el mar azul que me prometieron? — se giró, viendo el momento justo donde terminaban de descargarlo todo.

Dan busco leña, Tyline las roció de gasolina y Aidan sostuvo el fosforo, miro la flama, ardiente y pequeña, tan frágil, pero luchando contra los vientos implacables del mar, luego observo los CDs, las grandes bolsas de basura y vio una niñez arrebatada. Tomo aire, retrocediendo.

— No puedo hacer esto solo...— pero unas fuertes manos lo sostuvieron, impidiendo que escapara como a veces sus recuerdos escapaban de su mente.

— No estás solo — dijo Tyline, tomando su mano, esa con la que sostenía el fosforo.

— No tienes que hacer esto solo, Ady — Dan poso su mano magullada en el hombro del chico, tratando de comprender cómo un cuerpo tan pequeño podía albergar tanta fortaleza y valentía — y nunca estarás solo, Aidan, lo prometo.

Tomo aire, dando un paso al frente, observo una última vez lo que nunca debió existir. Dejo caer el fosforo sobre los troncos bañados en gasolina y el fuego comenzó a consumirlo todo, incluida la culpa, a la tía Alma y a lo que Aidan pensó fue una infancia feliz pero en realidad era una plagada de abusos, y maltratos. También le dijo adiós a su cuerpo, porque sabía que Dios le daría uno nuevo, uno limpio, uno puro, uno sin cicatrices.

Adiós, Alma.

Adiós, Günther.

Ahora eran un sueño distante, un lejano recuerdo de lo que alguna vez fueron días de felicidad plena pero ahora sabía que eran solo una niebla que ocultaba algo más grotesco de lo que alguna vez pudo imaginar. Aidan suspiro, dejando sus hombros caer, observando como la pequeña hoguera que habían hecho se apagaba gracias al crecimiento repentino de la marea. Se recostó en la arena mojada, mirando al cielo, Dan y Tyline se recostaron a su lado, pero ellos no miraban el cielo, lo miraban a él. Cerro los ojos y al abrirlo vio como el oscuro firmamento comenzaba a teñirse de cálidos colores, naranja, amarillo y rojo, era de día, un hermoso día, su pecho se inflo, como un globo y tomo una gran bocanada de aire, sintió sus pulmones llenarse. Estaba respirando, solo respirando.

Adiós, Kat.

FIN.

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