Durante mucho tiempo Aidan creyó que había conocido a Günther Vodja en una tarde en su escuela, pero ahora, que hacía un esfuerzo sobrehumano para recordar su juventud se dio cuenta de que en realidad ya lo conocía desde hacía mucho tiempo. Lo había conocido cuando acompaño a su hermana mayor, Katherina, a su trabajo, en una tienda de helados surtidos y algunas otras clases de dulces fríos. Ahora lo recordaba bien, era un niño cuando lo conoció. Günther simplemente vino es busca de un helado, de chocolate con nueces, ¿O fue de vainilla? Aidan no lo recordaba, pero lo que si recordaba eran sus cálidas palabras y su rostro sonriendo, completamente encantador, Aidan jamás notó la forma en la que Günther lo miro, quizás si lo hizo pero su mente infantil no pudo procesar el significado de esa mirada. 

Ahora sí lo sabia.

Y deseaba con toda su alma jamás haber descubierto el significado de esa mirada.