Ch7: Memorias fotográficas y Pobreza II

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I

1933

—¿A dónde? —preguntaba el boletero.

—Da igual el lugar —le respondió.

—¿A... Lansing? —esperaba una respuesta concisa.

—Está bien —parecía perturbado.

Le dio su boleto con destino a la capital de Michigan, lo recibió sin agradecerle el servicio, dio media vuelta para abordar el tren porque estaba a tres minutos de que partiera.

Antes de subir, echó un vistazo a parte de su ciudad y lo que fue su vida en ese lugar. No era algo fácil, pero debía tomar ese rumbo. Ya no había un mundo, se sentía un traidor.

Y así fue como Liam tomó un tren para no volver a Royal Woods, para enterrar con una enorme tristeza y culpa por el pasado.

II

1968

Descendía del tren que lo hizo arribar a Royal Woods, se dirigió a un establecimiento en específico. Quería rentar un coche para lo que sería su estancia en su ciudad natal.

Recordaba cuando sus padres lo abandonaron a su suerte en su vieja granja. Recordaba cuando decidió unirse con ellos para no pasar la vida en solitario. Eran los huérfanos más felices. Se sentían en familia, a pesar de ser de distinta sangre.

Se dirigió a un viejo lugar que fue muy importante algún tiempo atrás, esperaba reconocer el lugar. Y al llegar, pudo percatarse que las cosas sí habían cambiado bastante. Aquellos lugares, que alguna vez albergaron a las personas más importantes de la ciudad y Estado, ahora solo eran un vago recuerdo. Muchos de ellos estaban cayéndose a pedazos y otros se habían vuelto negocios sin tanta importancia. Pero había uno en particular que iba a ver.

III

Un anciano, que se le dificultaba mucho el andar, atendía su negocio con tranquilidad. Servía la bebida a los clientes que aún seguían consumiendo en su restaurante.

El teléfono sonaba y procedió a contestar, era imposible creer cuando la persona le dijo su nombre, pero lo era. Procedió a despedir a sus comensales, les devolvió el dinero y cerró el negocio con dificultad. El paso del tiempo le atacaba sus articulaciones.

Una puerta trasera sonó y Flip fue con alegría a abrir la puerta. Lo veía y no lo creía.

—Liam... cuanto tiempo... —fue interrumpido.

—Aquí está —le daba una vieja llave—. Guárdala otra vez, por favor.

El entusiasmo de Flip se cortó por la actitud fría de su vieja amistad. Pero comenzaba a darse una idea de esa impresión que le dio.

—¿No me invitas un trago?

—Claro —respondió sin dejar de mostrar alegría. Iba a la barra a sacar una botella de whisky.

—Veo que no has cambiado nada, viejo. Sigues igual como cuando te conocí de pequeño.

—La prohibición terminó hace mucho, y con ello la prosperidad.

Liam caminó hacia una mesa para sentarse, dejó su maleta al lado. Flip sirvió la bebida en dos pequeños vasos. Ambos bebieron con paciencia, pero el muchacho de canas le dio algo más. Flip observaba y leía con detenimiento la carta.

—A mí también me dio una la sinagoga hace ocho meses porque iban a remover la tumba de mi hermana y cuñado, Shabat Shalom —decía Flip con pena y mirando arriba, pero recalcó algunas cosas de la carta—. ¿Warren Paige? ¿Quién es Warren Paige y por qué le llegó a él la carta? —le devolvía la carta.

—Soy yo —se levantó—. Allí el rabino me dio a conocer que las tumbas de Grant Greenman, Benjamin Stein, Rocky Spokeski y Chandler McCanberg fueron removidas para llevarlas a un cementerio en la ciudad de Hazeltucky —antes de guardar la carta dejaría en claro algo—. Me llegó hace una semana.

—¿Quién te la envió? —se preguntaba el anciano.

—No lo sé.

—¿Sigues metido en eso? Porque sí es así... es claro que ellos fueron —esperaba una respuesta concisa.

—No, pero es claro que el que me lo envió me quiso dar un mensaje.

—¿Cuál?

—Aunque estés en el culo del mundo, te puedo encontrar.

Liam dio un vistazo a todo el lugar, no pudo evitar notar que se había reducido el espacio.

—Estás peor que nunca, viejo.

—Tuve que vender una parte para solventar mis gastos.

—Pensé que tú te habías llevado el dinero del maletín.

—Y yo pensé que lo hiciste tú, Liam.

—No, el maletín estaba vacío.

—¿Y sabes quién fue?

—No, pero quiero averiguarlo también.

Flip lo acompañó a una vieja habitación, Liam reconoció esa estancia porque fue el lugar donde dormía con sus amigos cuando era alguien que transitaba la pubertad.

—Coloqué sus pertenencias aquí —dejó su maleta a un lado de la puerta.

Liam procedió a mirar las fotos que estaban colocada en la pared de esa habitación. Hubo una que le generó curiosidad.

—¿Qué es de tu sobrina Carol?

—Ella ahora es una diseñadora y actriz exitosa, desde hace mucho que ya no me visita, mejor dicho desde que sus padres murieron.

—Ella siempre parecía escalar más que los demás, y así fue —se mantenía mirando las fotos donde sale ella que alguna vez le pertenecieron a Benny—. En una carrera de caballos, se conoce a los ganadores en la puerta de salida, y también a los perdedores... —miró a Flip— ¿quién hubiera apostado por ti? —se refería a como terminó teniendo una gran época de esplendor.

—Yo lo hubiese apostado todo por ustedes —lo dijo siendo sincero.

—Y lo hubieras perdido —lo decía con resignación.

Flip procedía a salir, no obstante, necesitaba saber algo más de su viejo amigo. Era algo impensado por parte de él.

—Oye, niño... ¿qué has hecho todo este tiempo?

—Lo mismo que hice cuando me fui... acostarme temprano.

—Buenas noches, Liam.

—Buenas noches, Flip... y gracias.

Al escuchar el sonido de la puerta cerrándose, Liam se detuvo a mirar las demás fotos. Pudo ver a ellos cinco de adolescentes, a Carol, a la que fue el amor de su juventud que era Stella, Di Martino, Becky, Dana, Mollie y, en especial, una foto con sus amigos cuando aún el bar clandestino funcionaba.

La última foto lo dejó atrapado por la nostalgia de ese tiempo donde los cinco estaban juntos y no había indicio de lo que sucedería en un futuro. Y la nostalgia lo llevó a ese pasado que dejaba guardado de día y recordaba en las noches.

IV

1932

Grant se encontraba pensando en lo cruel que era el destino con ellos. Carol y Di Martino ya no estaban. Parecía que el tomar ese camino te quitaba parte de tu motivación y sentido de vivir.

Veía que su mejor amigo tomaba un camino del le aliviaba parte de ese sufrimiento. Cada vez que le preguntaba por lo que sucedió con Carol, solía ignorar y mantenerse absorbiendo el opio.

En los últimos días, Chandler, Rocky y él se están tomando las molestias de hacer el trabajo de todos. Contando que parecía que los que estaban en contra de la Ley seca podrían ganar y eso arruinaría parte de sus negocios.

Grant estaba en la cafetería sentado mirando al exterior por la ventana. Flip le había servido un café y no lo tocó, se sentía afligido por como las cosas se tornaban grises

Estaba claro que él estaba destinado a fracasar, no fue persistente como su mejor amigo, no fue directo cuando debía serlo. Ya nada de lo que pensara tendría sentido. Lo hecho, hecho está.

—Buenos días, ¿conoce a Grant Greenman? —preguntó una mujer pelirroja a Flip que estaba en la barra.

—¡¿Becky?!

—¡Grant!

La chica fue a abrazarlo, hace mucho que no se escribían. La pelirroja no pensó encontrarlo en la primera salida. Se había hospedado en un hotel cercano a la estación de trenes.

—¿Cuándo llegaste? ¿Qué te trae por aquí? —lo decía sin salir de la sorpresa.

—Por qué no me traes mejor una bebida primero —lo dijo con confianza.

—¡Por supuesto! —se le apreciaba muy alegre.

Becky y Grant hablaron gran parte de la mañana, le contó todo lo que hizo hasta ser un gánster en todas sus letras, obviamente no se sentía orgulloso, pero podía ser transparente con la mujer que hace años lo escuchó.

—No te puedo culpar... a veces tomamos un camino que no queremos... o a veces es lo único que queda... eres mi amigo, te comprendo —lo decía tomándole sus manos sobre la mesa.

—Pero ya hablamos de mí, háblame de ti —miraba su taza de café.

—¿Por dónde empezar? —miraba al exterior— La vida de la granja lo era todo para mí, recuerdo que recibí tu última carta hace cinco años, fue antes de que embargaran mi granja... tuve que irme porque eso era lo único que me quedaba de recuerdo de mis padres... tuve que dejar el lugar donde crecí y los conocí a ustedes para poder sobrevivir.

—Lo siento, Becky.

—Descuida. Fueron momentos en donde no sabía qué hacer... que rumbo tomar... todo me parecía extraño. Yo pensaba que las cosas podían ser eternas si las dejaba como estaban, pero a veces es necesario intervenir... es necesario poner de ti. Trabajé de muchas cosas, fui a lugares que nunca imaginé ir, estuve en un barco —notó cierto asombro por parte de Grant—. Lo sé, suena raro que una mujer esté con varios hombres por varios meses, pero una vez que conoces parte del mundo... ya nada es igual... bueno, los sentimientos quedan —lo miraba sonrojada.

—Aceptaste que no puede retroceder al pasado —lo decía sintiéndose menos.

—No, podemos retroceder al pasado, solo debemos usar nuestra mente que nos dará los recuerdos... sin embargo, cambiarlo es imposible —bebió de su taza.

Recordar viejos tiempos fue grato para ella, pero en realidad ella quería otra cosa.

—Grant, vine porque... —fue interrumpida por alguien que entraba.

—Amigo... —le dijo una cosa al oído— tenemos qu... —se percató de la mujer sentada frente a su amigo— ¿Becky?

—¿Eres Rocky? —se levantó para mirarlo de pies a cabezas— Cuánto has crecido, niño.

—Y tú no dejas de ser una mujer linda y encantadora. ¿Te quedarás en la ciudad aún? —preguntó con curiosidad.

—Por supuesto —respondió sonriente y mirando a Grant.

Rocky le dijo que fue agradable verla, pero que necesita llevarse al muchachote. Becky se quedó con ansias de poder hablar más con Chandler. Le dijo que casi siempre estaba a esta hora bebiendo café.

V

Benny caminaba ebrio y triste por las calles de Royal Woods a altas horas de la noche. No dejaba de pensar en la partida de Carol y lo animal que fue con ella.

Una prostituta que había tenido un mal día, caminaba con desánimo porque la mujer que le rentaba el departamento de mala muerte la fastidiaría por el pago atrasado de tres meses.

Un hombre atrapó a la prostituta por detrás, le quería robar lo que tuviera. La mujer gritó solo por un segundo porque el hombre le tapó la boca al instante. Se la estaba llevando a un callejón.

Antes de que el hombre procediera a rebuscar en toda su ropa y cuerpo, otro hombre de apariencia más joven noqueó al hombre. Se fue caminando de allí con lentitud.

—¡Oiga, señor! —la prostituta se levantó del piso para agradecerle.

Cuando salió del callejón pudo ver como el hombre se caía y golpeaba con el piso. Ella rápidamente fue a socorrerlo.

—¿Está bien?

—Carol... Carol... Carol... —lo decía en voz baja.

La muchacha no entendía que es lo que decía, pero si él la ayudó, ella también lo haría. No vivía tan lejos, pero iba a ser pesado subirlo.

Lo llevó a su pequeño cuarto con dificultad, lo acostó en su cama. Se quedó mirándolo con lástima porque se notaba en su rostro que estaba sufriendo.

—Carol...

—¿Carol? No, me llamo Mollie.

Benny se sentó en la cama y miró a la muchacha con remordimiento. La chica se sentía nerviosa por la mirada del hombre. Ya sabía a qué venía esa mirada.

—B-Bueno... por haberme ayudado le puedo rebajar mi tarifa —empezó a bajarse los tirantes de su sujetador.

Sin que ella lo prevea, Benny la tomó y le plantó un beso de desesperación. Ella en un inicio se sorprendió, pero... con el pasar de los segundos notó que no había pizca de lujuria.

Benny comenzó a acariciarla y acostarla con delicadeza, ella se quedó sorprendida, nunca un cliente la había tratado tan bien. Se dejó llevar un poco.

—Te llamaré Carol... solo por esta vez.

—C-Como desee...

La muchacha quedó sorprendida y encantada por el muchacho, por primera vez en su vida le habían hecho el amor. Nunca creyó que tal acto pudiera ser tan romántico y disfrutable para ella.

Ella se quedó acostada observando al muchacho al rostro, pudo ver como lloraba entre sueños. Y como repetía en voz baja ese nombre, aun después de llamarla varias veces durante el acto.

Benny, al despertar, se dio cuenta que estaba en un lugar que no conocía, vio a la muchacha acostada al lado de él y sintió pena. Recordó lo que le dijo en la noche, ahora se sentía alguien devastado totalmente. Nunca pensó que la despedida con Carol fuera de lo más horrible.

—¿Y-Ya se va?

—¿Cómo me dijiste que te llamas?

—Me llamo Mollie... aún estoy agradecida por salvarme de ese ladrón.

—No lo recuerdo bien... fue un gusto conocerte —le dejó un fajo de billetes—. Aquí está la paga, gracias.

La chica se sintió triste cuando el muchacho recogía su saco para irse, nunca en su vida había querido que un cliente se quedara unos momentos más. Realmente el muchacho la trató como a una mujer.

—¿Puedo venir a verte otra vez? —dijo antes de salir por la puerta.

—Por supuesto, aquí vivo —se sonrojó y sonrió al tener el interés de él.

—Nos vemos en otra ocasión, Mollie —sonrió de una manera sincera.

—¡Espere! ... ¿Cómo se llama usted? —no quería ser descortés y olvidarlo.

—Benjamin Stein, pero puedes decirme Benny —salió con tranquilidad y un poco menos triste.

La chica rubia oscura se sentía muy feliz, por primera vez se sentía muy enamorada. Aunque se decía que quizás eso solo era por estar agradecida por lo que hizo antes de que le hiciera el amor.

Benny nuevamente fue al fumadero de opio, ahora se sentía mal por Carol y por la chica que ha conocido. No saldría hasta casi una semana de ese lugar.

VII

Entraban al bar clandestino con lentitud, los trabajadores estaban limpiando y organizando las mesas junto a las sillas en ese momento. A Benny poco le importaba si desordenaba las cosas al caminar, Liam sí era cuidadoso.

Cuando entraron a la oficina vieron a Flip, Rocky, Liam, Grant, Chandler y a Dana. Esta última le sorprendió a Benny.

—¿Por fin? ¿Ya te cansaste de podrirte el cerebro? —Chandler le preguntó con sarcasmo.

—¿Qué quieres? —estaba sin humor.

—Mientras tú y Liam se la pasaban de lo más relajado en el teatro Zhau, nosotros hicimos el trabajo —sacó de una caja fuerte unos sobres—. Aquí está la parte de los dos.

—¿Eso es todo? —Benny seguía con su actitud apática.

—¡¿Todo?! La pasta se nos está yendo, necesitamos sacar más. Pero ustedes están ocupados con sus líos de faldas —se notaba muy enojado—. Cuando fue Grant y Rocky a sacarte dijeron que estabas muy drogado, y que no los reconocías.

—¡Sí! Él me decía: "Carol, Carol, Carol" —agregó Rocky con gracia.

—No sé que haya pasado entre tú y esa calienta pollas, pero las cosas se van a poner más serias —Chandler le daba un periódico.

Benny leyó la portada y decía que en los próximos meses la Prohibición será anulada y nuevamente regresaría el negocio de bebidas de manera formal. Grant se notaba muy molesto porque su mejor amigo se lo tomaba de manera relajada.

—Un tipo con el que solía pasar algunas noches me lo confirmó, no es sensacionalismo —agregaba Dana.

—¿Y ella? —Benny miraba a Chandler sin darle tanta importancia a la información.

—Yo estoy con Chandler, estoy en esto con ustedes —se acercaba a Chandler para besarlo.

—No sabía que eran novios, ¿se casaran? ¿Dónde será la luna de miel? ¿En una casa de putas? —se notaba mucho sarcasmo. Aunque Rocky se sintió incómodo por lo que dijo.

Chandler se notaba muy enojado por la falta de profesionalismo de sus amigos. Benny con la mirada le reclamó la intromisión de Dana.

—¡¿Qué?! ¡¿Quieres que la bote?! ¡Está bien! —tomó con fuerza a Dana del brazo—. ¡Largo, vete! ¡No vuelvas, maldita zorra! —lo decía con mucho enojo.

Dana se fue molesta de allí, tomó su cartera y salió. Eso sorprendió a todos allí. Chandler trataba de calmarse.

—Sé tratar a las mujeres —su sarcasmo hizo que todos se rieran.

Liam pudo notar cierto descontento por parte de Chandler desde hace días. Todo el tema del fin de la Ley seca lo tenía brumado porque el negocio se iría al caño. Tenían que reinventarse.

VIII

1968

Liam llegó en coche al cementerio de Hazeltucky donde habían trasladado los cuerpos de sus amigos. Se aparcó a un lado de la parte que daba a los mausoleos. Un hombre en la entrada le había preguntado a dónde iba para llevarle la llave.

Al caminar a la entrada, se paró a pocos metros de la puerta y pudo leer que en la parte superior del mausoleo decía: "Los más jóvenes también caerán bajo la espada".

—¿Pariente suyo? —el hombre estaba a su lado con la llave.

—Sí... su tío —respondió recordando viejos tiempos.

El hombre abrió con dificultad la puerta, Liam le dio unos dólares y procedió a entrar a ese lugar donde yacía parte de su pasado.

Cerró la puerta y vio que había cuatro lápidas colocadas de manera consecutiva. En ellas se podían leer los nombres de Grant Greenman, Benjamin Stein, Chandler McCanberg, Rocky Spokeski. Pero lo que lo dejó asombrado fue que, al lado de la puerta, hubiera una placa que decía: "Este sitio es un recuerdo de Liam Hunnicuttberg, su gran amigo".

Y también se percató que había una llave idéntica a la de los casilleros del tren. Pareciera que debía seguir las pistas de alguien que sabía mucho de él y sus amigos...

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