D I E C I S É I S

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JiMin suspiró con cansancio mientras veía a SeulGi a través del espejo secar su cabello recién decolorado. Era sábado, ella se había ofrecido a teñir su cabello de nuevo y aunque él no estaba seguro de eso, sabía que aquella era una táctica para distraerlo de lo que sea que estuviera molestando su cabeza y para que pudiera tener una tarde mínimamente decente. Cosas como esa era algo común entre los dos, no presionaban al contrario para que le contara sus problemas, más bien buscaban hacerlo sentirse cómodo hasta que el problema fuera lo suficientemente controlable en sus cabezas como para que quisieran un consuelo.

—Entonces... ¿rosado o azul? —preguntó ella una vez que todo el cabello de JiMin estuvo listo para comenzar a echar el tinte.

—¿Ambos? —la miró a través del espejo, tenía sus ojos cansados.

SeulGi hizo una mueca con los labios, pensando cómo quedaría la combinación. Comenzó a zumbar mientras caminaba alrededor del más joven, analizandolo de pies a cabeza mientras este se reía por las expresiones de su amiga.

—¿Quizás la mitad de azul y el otro rosado? —opinó ella.

—Voy a ser Cruella De Vil, pero gay —sonrió ladino, arrancándole una pequeña risa a la chica—. Mejor déjalo negro —dijo de repente, mirando el espejo con su cabeza ligeramente ladeada hacia la derecha como si estuviera imaginándose ese color en su cabeza.

—¿Seguro? —ella enarcó una ceja—. Después será jodidamente complicado quitarte ese color —sin embargo caminó hacia el lugar donde guardaba los tintes, ella misma se había hecho un cambio; haciendo un degradado de negro a rojo en su propio cabello largo.

—No sé si quiera teñirme pronto, además hace mucho que no tengo un color normal en mi cabeza —soltó mirando su reflejo con aburrimiento, ella se giró hacia donde estaba él y formó una mueca de preocupación—. Debería verme serio para mi carrera, ¿no?

—Kim JiSoo literalmente se rapó la cabeza, JiMin —dijo para apoyar su punto y JiMin rió por el recuerdo de haber visto a su compañera de esa manera—. Bien, lo de ella fue una crisis, pero a pesar de que seas un arcoíris andante, ¿a quién le importa? —decía mientras se acercaba a él y colocaba una de sus manos en su hombro, mirándolo con una sonrisa a través del espejo.

JiMin mantuvo su mirada en ella, devolviéndole la sonrisa de una manera no tan animada. Sin embargo, él estaba decidido; ya había recibido demasiados comentarios con respecto a su estilo y a pesar de que había muchas personas en la facultad de medicina con algunas otras cosas más notorias, él no estaba interesado en absoluto en ser el centro de atención... más de lo que ya era.

—Quiero negro —sonrió ladino, haciendo más una mueca que una sonrisa.

Ella suspiró y comenzó a desempaquetar el tinte, lamentándose mientras veía las instrucciones del envase; a pesar de que sabía qué hacer y cómo hacerlo quizás aquella era una táctica para darle el tiempo suficiente a JiMin de arrepentirse. Había conocido al chico con un hermoso cabello plateado con reflejos azules, ¿acaso ese chico trataba de esconderse?

Sin embargo, por más que la chica haya insistido en que no era una buena idea, el menor mantuvo su idea en pie y dejó que ella colocara el color negro sobre su cabello.

—Espero que a YoonGi le guste —ella comenzó, sin darse cuenta de la expresión de su amigo ya que estaba concentrada en la brocha—. Aún así, no te voy a negar de que el colo negro te queda sexy, si él no se derrite por ti seguro yo lo hago —se rió y lo miró, su expresión divertida desapareciendo en el segundo que vio los ojos llenos de dolor de su amigo—. ¿JiMin?

El menor tomó aire y cerró los ojos, tratando de contenerse lo mejor posible. No quería ponerse melancólico ahora que había logrado hacer algo fuera de su ajustada rutina, no quería estar así más tiempo.

—Terminamos —soltó, luego hizo una mueca ligera de arrepentimiento—. Bueno, no estábamos en algo como tal... no sé qué éramos —ella lo miró con comprensión mientras JiMin trataba de ordenar los pensamientos en su cabeza—. Él intentó hacerlo serio, pero me asusté...

—¿Por qué te asustaste? —preguntó con cautela.

JiMin se mantuvo callado un par de segundos.

—No creo que pueda cumplir con sus estándares —confesó, por primera vez, en voz alta.

—¿Cuáles estándares? —ella enarcó una ceja, un poco sorprendida—. ¿Acaso te dijo...?

—No, no me dijo nada, sólo... es algo que sé, ¿bien? —la miró, ella no lucía muy convencida pero lo dejó hablar—. Él es un hombre y yo soy un niño, ¿qué le puedo dar yo además de problemas? No he terminado mi carrera y tengo trabajos de mierda, tampoco puedo esperar que él me mantenga... —suspiró—. YoonGi es jodidamente dulce, pero no íbamos a lograr nada.

—¿Estás seguro? —preguntó ella sin intenciones de presionarlo, no estaba en absoluto convencida con aquella explicación.

—Lo estoy, es incluso gracioso imaginarlo —ahora su voz sonaba un poco dolida, ella no lo detuvo—. Yo no debería tener expectativas más allá de las que me tocan, YoonGi está literalmente fuera de todos mis límites.

SeulGi suspiró con un aire de cansancio mientras miraba el cabello de JiMin, se sentía un poco decepcionada, pero no iba a culpar al contrario por pensar de esa manera sobre sí mismo, después de todo aquel pensamiento de auto-desprecio tenía un origen no realmente muy lindo.

—Bien, voy a terminar de teñir tu cabello y luego me explicaras por qué todo eso que acabas de decir suena como un discurso preparado —el menor la miró con duda—. ¿Realmente eso es lo que sientes? ¿Tanta lógica hay en tu pensamiento? Si es así, ¿por qué estás tan triste, cariño? —esta vez, él se quedó callado sin ser capaz de responder a eso—. No tienes que decir nada por ahora, vamos a darle una pausa.

JiMin apretó sus labios y bajó un poco su mirada, sintiéndose un poco extraño de repente. ¿No se oía honesto? Claro que lo era, él estaba explicando todo como ocurría y así eran las cosas, no había más ni menos.

Ambos se sumieron en un silencio tranquilo mientras su cabello estaba siendo teñido. JiMin se puso a pensar en otras maneras de explicar su punto para que SeulGi entendiera lo que quería decir, porque sabía que había tomado la decisión correcta por muy dolorosa que fuera y estaba completamente seguro de que YoonGi para este punto, lo habría superado, porque el hombre era alguien ocupado con una vida como para pensar en alguien para nada indispensable como lo era JiMin.

Sabía que YoonGi estaría bien.

YoonGi trató lo mejor posible en hacer una rutina de baño decente después de haber pasado prácticamente toda la mañana en cama mirando el techo como el pobre hombre miserable que era; se afeitó, se duchó, lavó bien su cabello y su cuerpo, pero a pesar de haber estado listo y fresco, sentía que no había ninguna diferencia en su expresión, mucho menos en el aura de muerte que lo rodeaba.

Hizo una mueca frente al espejo mientras se miraba a sí mismo.

—Horrible —dijo en alto mientras soltaba un suspiro, y salió del baño para ir a vestirse.

Bostezó con cansancio y mientras tomaba las llaves de su auto miró el pequeño anillo sobre la mesa de la cocina; lo había dejado ahí cuando regresó a casa y no había querido tocarlo de nuevo porque no estaba seguro de cuánto tiempo se mantendría lamentándose la próxima vez que lo hiciera. Él no estaba de humor para sentirse aún más triste.

Colocó su mano sobre la cadena que tenía en su cuello y formó una mueca con sus labios, dio un paso hacia la mesa, se quitó la cadena y la pasó a través del pequeño anillo antes de colocarla en su cuello de nuevo. Miró con duda el pequeño accesorio entonces, lo analizó un par de segundos antes de sacar su celular de su bolsillo. Quizás debería decirle a JiMin que le devolvería el anillo de una vez por todas, porque ya habían pasado dos días mientras él trataba de decidir qué hacer con él, pero antes de tocar el icono de llamada, se detuvo y se mordió el interior de la mejilla.

¿Era una buena idea encontrarse de nuevo? ¿Quizás terminaría peor que como ya estaban? ¿Quizás volverían a enredarse entre las sábanas pretendiendo que la última semana no había ocurrido? Él no podría soportar una opción como esa, a pesar de que su corazón deseaba con todas sus fuerzas poder estar con JiMin de nuevo, no podía dejarse llevar por ese único deseo.

Volvió a guardar su celular y dejó el collar en su cuello, finalmente saliendo de su casa.

Era sábado por lo que tenía día libre y por más que hubiera querido quedarse en casa a dejarse morir un poco más, NamJoon realmente había insistido con que era necesario que respirara un poco de aire fresco, por lo que ahora estaba de camino hacía la casa de HoSeok. El hombre había insistido en que fuera a almorzar, su novia había querido cocinar algo para todos, por lo que hizo un esfuerzo de ir con ellos.

—¡Yoon! —él sonrió cuando Yong lo abrazó una vez abrió la puerta.

—Hola, ¿cómo te sientes? —le preguntó mientras correspondía a su abrazo—. NamJoon me contó que te sentiste mal hace poco.

—Ah, sólo fueron un poco de náuseas, ahora ya estoy mejor —hizo un ademán con su mano mientras cerraba la puerta—. Espero que hayas llegado con hambre, HoSeok está realmente emocionado con hacer su famosa carne a la parrilla.

—Pues, comeré, pero no estoy seguro de que me quede mucho tiempo —le dijo y ella lo miró con empatía—. Te lo digo a ti porque sé que tú no harás un escándalo, bien ahí enana —le dio un par de palmaditas en la cabeza mientras ella le daba un golpecito en el hombro.

—Tonto, anda al patio de una vez —le dio un par de empujocitos para que terminara de entrar a la casa y no se quedara en la entrada.

A pesar de que YoonGi ya se lo esperaba, cuando salió al patio trasero y vio a las parejas de ambos estar ahí (y bueno, la de HoSeok vivía con él, no podía hacer mucho contra eso) igualmente se sintió un poco extraño. Sabía que ellos no tenían una mala intención detrás de eso, eran básicamente una familia, pero lo que menos necesitaba en ese momento era que le recordaran lo solo que estaba.

Sin embargo simplemente suspiró y se acercó al grupo que conversaba alegremente un poco alejados de la parrilla encendida.

—Hey —saludó con flojera, colocándose los lentes de sol que descansaban en su camisa.

—Estoy sorprendido —vio a NamJoon mirarlo desde el asiento en donde estaba, una sonrisa tranquila en su rostro—, pensé que no vendrías.

—No puedo evitarlos toda la vida, se que no pueden vivir sin mí —sonrió ladino, sus ánimos normales no estaban ahí, pero al menos lo estaba intentando y aquello era suficiente para NamJoon.

—Claro que no podemos vivir sin ti —HoSeok rodeó su hombro, mirándolo con ojos tristes—. Lo siento por lo del otro día, si quieres pegarme hazlo —cerró los ojos como si esperara un golpe.

—¿Estás borracho? —enarcó una ceja.

—¡No! —lo miró con indignación—. Aún no —guiñó—. Soy quien debe cocinar así que debo permanecer sobrio un poco más.

—Es mejor que ni siquiera pienses en emborracharte porque hay un niño aquí —esa fue la voz de su novia, mirándolo con una ceja alzada y con sus brazos cruzados tratando de verse un poco intimidante.

—¡Exactamente! —apoyó SeokJin.

HoSeok le sonrió como un niño que acababa de ser atrapado y se alejó un par de pasos, dejando su cerveza sobre la mesa que habían colocado en el patio. Yong sólo le dio un golpecito en la cabeza como una advertencia extra. YoonGi rió por lo bajo y luego miró a SeokJin, acercándose a él con una expresión amable, sentándose a su lado.

—Hola YoonGi —SeokJin comenzó—, veo que te has puesto guapo.

—Es para que estos tontos no me molesten —se encogió de hombros mientras tomaba una cerveza de la hielera que reposaba en el centro de la mesa y la abría. Le dio una nueva mirada a SeokJin y vio como Jeong se asomaba desde su puesto, un envase de leche de banana entre sus manos—. Hola, mocoso —le sonrió al niño, pero este hizo una mueca de desconfianza—. ¿Hum? ¿Qué sucede? —el menor volteó su cara hacia otro lado, levantando su mentón para ignorarlo.

YoonGi enarcó una ceja y miró a SeokJin a quien se le colorearon las mejillas por el comportamiento del niño.

—Uh... lo siento, no sé por qué de repente reaccionó así —se disculpó con una sonrisa nerviosa.

—Quizás está molesto por la vez del hospital —se encogió de hombros—, aunque le compré un helado, no debería olvidarse de eso —aquello lo dijo un poco alto para que el niño escuchara.

—¡Eso fue antes! —le reprochó el niño aún sin mirarlo, YoonGi ahora estaba un poco más confundido y SeokJin suspiró, inclinándose hacía Jeong para preguntarle qué sucedía.

YoonGi realmente trató de pretender que no había escuchado las razones del niño para reaccionar de esa manera, realmente habría querido escuchar mal porque la frase «él hizo llorar a JiMin Hyung» ahora hacía eco en su cabeza. Quiso ignorarlo, tomó un poco más de su cerveza y suspiró, mirando hacia NamJoon cuando este se levantó a ayudar a HoSeok. No se iba a amargar el momento, no ahora, mucho menos por el pensamiento de un triste JiMin llorando frente a los niños.

Casi se quiso reír, ¿él lo había hecho llorar? JiMin había sido quien lo rechazó.

Con una mueca un poco más enojada, se levantó de su puesto directo al reproductor de música y buscó alguna canción que lo distrajera antes de tomarse lo que quedaba de su cerveza. Apretó el pequeño anillo con su mano libre y se replanteó la idea de devolverlo.

Después de que el cabello de JiMin estuviera listo, SeulGi le dio un espacio en su cama para que se sentara. Ella había considerado como una buena táctica el poner en pausa el tema un momento, primero por el hecho de que no se podía conversar de manera seria con el menor lleno de químicos en la cabeza y segundo porque prefería darle tiempo a JiMin de organizar sus pensamientos; ella sabía a la perfección lo mucho que le costaba explicarse, al menos lo dejaría preparar un discurso convincente.

Sin embargo, JiMin no lo logró.

Él seguía enfrascado en la idea de que había hecho lo correcto, alegando que no llegaba a los estándares del hombre y repitiendo una y otra vez la misma oración, sólo que con palabras diferentes. Ella entendió entonces que aquello era simple y llanamente la percepción de JiMin, él lo veía de esa manera, él estaba tan seguro de que no merecía a alguien como YoonGi en su vida que no podía ver más allá de sus propios intereses y ella estaba un poco frustrada ahora.

—JiMin —lo detuvo, después del incesante discurso repetido—. Sé que te sientes muy confundido ahora y de que crees haber tomado una buena decisión, pero, ¿no crees que hay algo más?

El menor la miró confundido.

—¿Algo más? ¿Qué otra cosa podría haber? —ahora se mordisqueó los labios intrigado por la pregunta de su amiga y repasando mentalmente todas las cosas que había dicho, como si sintiera que estaba olvidado algo importante y esperando no haberlo hecho, porque realmente estaba seguro de que le había dicho todo sobre lo que había ocurrido con YoonGi.

—Lo que quiero decir es que siento que estás escondiéndote en la idea de que tomaste una buena decisión y en la excusa de que no encajas en la vida de YoonGi, pero realmente no escuché en ningún momento qué quieres realmente—dijo con calma, el contrario frunció un poco sus cejas y miró hacia sus manos, jugando con sus pulgares con nerviosismo—. ¿Qué habrías querido hacer?

Él suspiró tembloroso.

—Ya te lo dije...

—¿Realmente querías terminar todo con YoonGi? —ella enarcó una ceja—. Si hubiese sido así lo habrías hecho hace mucho tiempo ya, ni siquiera habrías salido con él en primer lugar, ¿no te parece?

—Sólo... él y yo nos acostamos y sólo éramos... eso —apretó un poco sus labios, bajando la mirada con pena.

—¿En serio? ¿Sólo lo querías para acostarte con él? —inquirió un poco insistente ahora, esperando ver una reacción diferente y la consiguió cuando vio al otro cubrirse el rostro mientras soltaba un aire de frustración—. YoonGi te pidió hacerlo serio, te pidió ser algo más, ¿qué querías decirle realmente?

JiMin suspiró tembloroso, sintiéndose culpable por sus propios deseos. Él no debería sentirse de esa manera por alguien que ni siquiera podía alcanzar.

—Él sólo estaba confundido conmigo... yo no puedo darle lo que él...

—JiMin, ¿qué crees que él quería?

—Él quiere a alguien con quien formar una familia, alguien para tener una relación seria y con quien pueda contar siempre —dijo tan seguro que ella no pareció dudar de eso—. Sin embargo él y yo sólo nos acostamos, él no sabe nada sobre mi, ni sobre mi vida, él no tiene idea de lo... jodidamente difícil que...

SeulGi colocó su mano sobre el hombro de su amigo, apoyándolo porque sabía que pensar en su situación no era fácil. A pesar de ser su mejor amiga no sabía todos los detalles, JiMin solía ocultar las cosas que vivía constantemente y sabía que necesitaba a alguien con quien sentirse lo suficientemente tranquilo como para bajar la guardia.

—¿No quieres que YoonGi conozca todo sobre ti? —preguntó con cautela al ver al otro callarse.

—No soy la persona que él necesita, estoy lleno de problemas y de dudas, soy demasiado joven y él es muy mayor para ser mi novio —sorbió su nariz, ella enarcó una ceja viéndolo suspirar—. Supongo que esa es una excusa horrible...

—Lo es —sonrió suavemente.

—Tengo miedo, Gigi —le dijo con su voz aletargada por el inminente llanto—. Voy a arruinarlo, sé que lo haré... —de repente se rió suavemente con lástima—. Ya lo hice, lo alejé de mí... no creo que él quiera volver a hablarme —suspiró, pero sonó más como un gemido lastimero—. Siempre arruino estas cosas... por eso simplemente es mejor revolcarse y listo —cubrió su rostro nuevamente.

—Cariño, no tiene nada de malo lanzarse al vacío de vez en cuando —le dijo con calma, acariciando su espalda mientras se sentaba más cerca de él. JiMin inclinó su cabeza sobre el hombro de ella, mirando hacia el suelo con melancolía—. Sé que estás lleno de dudas, y sé que este es un consejo muy cliché, pero no sabrás si funcionará hasta que lo intentes, JiMinnie.

Él suspiró.

—Igual si quisiera no podría intentarlo ya, él ya no va a hablarme —murmuró.

—Puedes hacer un último intento —comenzó ella—, llámalo y explícale, búscalo y dile qué sucedió, dile cómo te sientes, quizás tengas otra oportunidad —le sonrió con cariño cuando él la miró.

—No creo que sea tan sencillo —frunció sus cejas en dolor.

—Pero no hay que hacerlo más difícil —ella ladeó un poco su cabeza, acariciando ahora el cabello de JiMin y besando suavemente su frente con un aire maternal—. ¿Qué quieres decirle a YoonGi? —repitió la pregunta que había sido ignorada hacía unos minutos—. ¿Qué sientes por él?

JiMin suspiró, sintiéndose repentinamente aterrado por sus pensamientos.

«Lo quiero, lo quiero, lo quiero tanto».

—Lo extraño —fue lo único que dijo, ella asintió, considerando que aquello era algo por donde empezar.

—Hazle saber eso —aconsejó.

Eventualmente, JiMin regresó a su casa cuando se hizo tarde. La conversación con SeulGi lo hizo abrir heridas que estaba tratando de cerrar, y lo hizo pensar ahora en cosas que realmente no había considerado. ¿Qué quería él? ¿Podía pensar en algo que no fueran los pensamientos de las demás personas? ¿Debía poner lo que él quería sobre lo que era correcto? Sentía que era incorrecto, sentía que no se lo merecía, ¿cómo iba a merecerlo? ¿Alguien como él? ¿Un chico que escapó de casa y que ahora, como perro con la cola entre las patas, trataba de arreglar su dañada relación con sus padres?

Sus padres habían tenido razón en no buscarlo, él no lo merecía, él no era un erudito como sus padres, ni le gustaban las mismas cosas, él no quería estudiar alguna carrera con buena fama, él ni siquiera podía ver sangre sin asquearse. Ellos siempre lo consideraron como una decepción a pesar de que no se lo dijeran, él lo sabía, lo veía en sus ojos y en sus palabras, por eso huyó.

Recuerda sus ojos decepcionados cuando les dijo que realmente no quería estudiar medicina, recuerda el escándalo que montaron cuando les dijo que no quería ser novio de ChanYeol, recuerda cuando les dijo lo mal que los estaba dejando frente a la familia del muchacho y recuerda con angustia como su padre le dijo que no iba a lograr nada bueno en su vida, tomando esas decisiones de mierda.

Haberse inscrito en la universidad de medicina había sido un acto de desesperación, extrañaba a sus padres a pesar de todo, él quería poder hacer algo al respecto y realmente esperó que ellos estuvieran felices, realmente quería que lo miraran con sonrisas y le dijeran lo orgullosos que estaban de él.

Nada de eso pasó sin embargo, simplemente lo llamaron para decirle que había tomado una buena decisión y desde entonces no volvieron a hacer acto de presencia. Pero él seguía ahí, siendo impulsado por aquello, siguiendo una carrera que no le gustaba mientras esperaba que su celular sonara.

Justo entonces, de hecho, su celular resonó. Él lo miró y su corazón dio un vuelvo al ver el nombre de Min YoonGi brillar en la pantalla. Por un segundo se preguntó por qué no había borrado su número antes y supuso que había sido por simple debilidad y por el deseo oculto de que este volviera a llamarlo.

Descolgó, con duda, y lo acercó a su oreja.

¿Hola? —escuchó la voz ronca del otro lado, sus ojos picaron y se sentía tan nervioso de repente. Su cara hirvió y sus piernas temblaron—. ¿JiMin?

—Sí —dijo un poco más alto de lo que quería—. Sí... soy yo... Hola YoonGi... —apretó sus labios, sentándose sobre su cama.

Hola... —JiMin no podía sentirse más tenso y tenía la sensación de que el contrario estaba igual—. Lo siento por llamarte a esta hora, pero... uh... creo que olvidaste tu anillo en mi auto y no lo quiero tener conmigo.

El menor bajó la mirada, sus ojos picando con ganas de llorar.

—Uh, bueno... —trató de controlar su respiración—. Puedes hacer lo que quieras con él, tíralo si quieres —formó una mueca con los labios.

No, quiero devolvértelo —dijo seriamente, el corazón de JiMin latió un poco más rápido con la idea de ver al hombre de nuevo—. ¿Mañana te parece bien? Sólo pasaré por tu casa y te lo daré.

JiMin pensó entonces que muy dentro del mayor, debía haber algo que también tuviera ganas de verlo, porque él podía darle el anillo a NamJoon, eventualmente se lo daría a SeokJin y llegaría a sus manos. Si YoonGi quisiera evitarlo a toda costa, habría tomado la opción más sencilla, por lo que JiMin pensó que tendría una oportunidad.

—Está bien —sonrió ligeramente—. Mañana sería perfecto.

Bien.

—Bien, hasta entonces —murmuró, sin saber realmente cómo despedirse.

Hasta entonces —respondió un par de segundos después y colgó la llamada.

JiMin sintió que el aire volvía a su cuerpo y se dejó caer sobre la cama, sus ojos cargados de lágrimas y su corazón latiendo como si hubiese corrido una maratón. ¿Por qué tenía que ser tan débil con el hombre? Todo sería mucho más fácil si pudiera superarlo rápido, pero él no quería, sólo quería abrazarlo y no soltarlo jamás. Esperaba con todo su corazón poder tener las agallas suficientes para decirle a YoonGi todo lo que pasaba por su cabeza y así arreglar las cosas.

Sinceramente, no creía poder soportar otro golpe a su corazón. 

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