8- La verdad y tus palabras.

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               La verdad y tus palabras. Too Bad (Nickelback)

8- La verdad y tus palabras.

ERIK

Tan sólo habían pasado dieciséis días, pero sentía que habían transcurrido tres meses desde lo ocurrido en el bar y en la puerta de la comisaría a la mañana siguiente.

Durante todos los días fui a clase, escuché en todas las materias y fingí no estar mirando hacia Gina a cada momento, aunque Karen solía darme patadas por debajo de la mesa de vez en cuando, para que me centrara en lo que decía el profesor.

Gina llevaba dieciséis días sin ni siquiera mirarme en clase, mucho menos dirigirme la palabra.

Los primeros días de la semana, John no apareció por clase, pero finalmente terminó volviendo; haciéndome incluso menos caso que Gina.
Por su mirada, que nunca se cruzaba con la mía y su extraño intento de pasar desapercibido, supe que John había aprendido la lección. Eso era lo que ocurría cuando un niño pijo y borracho pasaba una noche entera en un calabozo junto a algunos delincuentes de verdad.

El timbre sonó y el profesor de literatura se levantó de su silla y salió de la sala rápidamente. Ahora teníamos unos minutos libres, tras tres horas de clase.

Karen se sentó sobre mi mesa.

—¿Quieres ir a fumar? —me preguntó.

Yo negué con la cabeza mientras mi vista se desviaba a Gina, que hablaba con Claire en la fila de delante, a unos metros de mí.
Llevaba el brillante cabello rojo recogido en una coleta y una camiseta negra que dejaba su espalda al descubierto.
Creo que nunca había visto que una chica fuera tan perfecta sin ser consciente de ello.

—¡Erik! —la voz de Karen me sacó de mi ensoñación.

—¿Qué pasa? —dije, prestándole atención a mi amiga.

—¡Vamos a la calle! Todo el mundo se está yendo… —protestó—, ¿qué demonios estás miran…?

Sólo bastó que se diera la vuelta un segundo para que se percatara de que estaba mirando a Gina. Se bajó de la mesa, sentándose a mi lado.

Con un aire casi maternal me acarició el cabello unos segundos.

—Ay, Erik… Estás coladito por una chica que también lo está por ti —susurró—. ¿Dónde está el problema?

Me aclaré la garganta con aire molesto.
No era la primera vez que Karen me decía que le gustaba a Gina, pero no lo creía. Me negaba a creerlo.
Sé que físicamente soy extrañamente atractivo para casi todas las chicas, no puedo negar que en otras ocasiones me he aprovechado de eso para salirme con la mía, pero sólo era eso, confusa fascinación momentánea por mí.
En cuanto una chica me conocía de verdad y salía conmigo durante más de una semana, terminaba dejándome por alguno de mis amigos o llorando y gritándome por cualquier estupidez cada vez que tenía ocasión.

Simplemente, las mujeres no parecían soportarme… e imagino que yo nunca había querido ser soportado por una. Mi vida en Washington era muy diferente. No había tiempo para algo más rápido que dos polvos en cualquier parte, y siempre me había dado igual.

Por un segundo me imaginé cómo serían esos “dos polvos” con Gina, y la imagen de ella, con el cabello rojo despeinado y su piel desnuda mientras me besaba lentamente en los labios fue demasiado realista. Parpadeé rápidamente para quitarme eso de la cabeza.

—No digas bobadas —le insté a Karen—. No le gusto ni quiero gustarle. Me importa una mierda.

Ella se rió sarcásticamente.

—Mírala —me instó—. Pobre Gina. Parece que no se entera de nada y además sólo se junta con imbéciles. Ahora mismo cree que está hablando con su mejor amiga cuando, en realidad, lleva dos años acostándose con su novio y ocultándoselo porque, al parecer, disfrutan riéndose de ella. Y para colmo, el chico que le gusta le ha dicho que no quiere volver a acercársele.

Fruncí el ceño.

—¿Y tú qué sabes?

—Lo sé todo, Erik. Soy una chica y además me gusta observar —respondió Karen—. Me gustaría hacer algo, la pelirroja es simpática, pero me temo que yo no tengo nada que ver en esto…

¿Estaba insinuando que debería ser yo quien hablara con ella sobre el asunto de John y Claire?

En ese momento nos llegó la conversación que las dos chicas estaban teniendo, prácticamente sin reparar en nuestra presencia.

—Deberías volver con John, Gin. Vas a quedarte sola si no lo haces —dijo Claire.

Gina se llevó la mano al pecho, ofendida, y habló en voz más alta.

—¡Ni siquiera he pedido tu opinión, Claire! ¿Acaso no viste cómo me trató la otra noche?

—Estaba borracho —la rubia le intentó restar importancia—. Y además estabas con ese… ¿Cómo esperas que se ponga John?

—No espero que se ponga de ninguna manera. Él ya no tiene nada que ver conmigo.

—Te estás portando de una forma muy egoísta, Gin. Estás siendo muy infantil.

Karen y yo observábamos la escena, atónitos.
Al instante siguiente, la voz de Gina sonó dolida.

—No entiendo por qué siempre te pones de su lado, Claire. John ha sido un capullo conmigo y aun así siempre lo defiendes.

Claire se levantó de la silla, molesta.

—John ha hecho lo que ha podido, no le has dejado más opciones.

Y sin decir nada más, se fue de la clase.

En ese momento, Gin miró hacia atrás y pareció sorprendida al vernos; como si no se hubiera dado cuenta de que Karen y yo nos habíamos quedado allí.
La muchacha comenzó a enrojecer y, finalmente, se giró en su silla, mirando hacia delante.

Karen se levantó de nuevo y caminó hacia la puerta.

—¿Sabes, Erik? Voy a traerte un bocadillo. Apuesto a que tienes hambre —balbuceó—. ¿Por qué no vas haciendo eso que hemos comentado?

No esperó que yo respondiera nada; al instante siguiente, la muy traidora se fue, dejándonos a Gina y a mí completamente solos.

Quizás era el momento de hacer algo…

Con todo el valor que fui capaz de reunir, me levanté de la silla y me acerqué hasta donde se encontraba Gina.

—Hola —murmuré.

Ella frunció los labios, en un gesto casi imperceptible.

—¿Quieres algo?

Estaba enfadada, y no me extrañaba. Llevaba sin hablarle dos semanas y ahora parecía que sólo lo estaba haciendo por pena.

—Quería… decirte que no te preocupes por lo que acaba de pasar con Claire.

—No me preocupo.

Lo dijo sin mirarme. Yo la observaba desde arriba, así que decidí sentarme a su lado para quedar un poco más a su altura.

—Gina… quizás yo no soy el indicado para decirte esto…

Por fin atraje su atención, porque la muchacha alzó los ojos hacia mí y se quedó mirándome fijamente. Mi mente volvió a gritar que era perfecta y de nuevo me atacó el oscuro pensamiento de tenerla desnuda, bajo mi cuerpo, respirando el olor de su piel y sintiendo su cabello rojo cosquilleándome.

Abrí la boca, pero no fui capaz de dejar que las palabras surgieran por ella. ¿Cómo le dices a una persona que su novio la ha engañado con su mejor amiga? Quise echarme atrás, maldiciendo a Karen.

—¿Qué? ¿Vas a decirme que no estoy siendo lo suficientemente invisible para ti?

Me molestó su acusación. ¿Invisible? ¡Ella era lo único que podía mirar en esa maldita clase durante seis horas al día! Y después, por la noche, salía a recorrer la calle en la que vivíamos con la esperanza de verla por “casualidad”. Pero ningún día había sucedido.

—No sabes lo que dices.

—¿Qué vas a decirme, Erik? Creía que ya me habías dejado totalmente claro que tú y yo no tenemos nada de lo que hablar, y que…

Tragué saliva y volví a mirarla.

—Tu amiga Claire… tiene un rollo con John —lo solté de golpe, interrumpiéndola.

Tardó unos segundos en asimilar lo que acababa de decir.

—¿Cómo? —dijo al fin—. Pero, no puede ser. Ellos casi no se han visto estos días, John no ha venido mucho a clase y, y… —su voz se apagó.

—No te estoy hablando sólo de ahora. Llevan juntos… años.

Gin se llevó los dedos a los labios, sorprendida, con los ojos muy abiertos. Alcé la mano, queriendo rozar su mejilla, o acariciar su pelo. Incluso quise estrecharla entre mis brazos un momento. Pero no lo hice. Bajé la mano rápidamente, antes de permitirme tocarla.

Tras casi un minuto, volvió a centrar su mirada en mí.

—¿Podrías dejarme sola, por favor?

Asentí levemente con la cabeza y me levanté, volviendo a alejarme de ella. Cuando estaba casi en la puerta, Gina volvió a hablarme.

—¿Sabes qué? —dijo—. Ahora encajan muchas cosas.

Sin hablar abrí la puerta y abandoné la clase, sin poder quitarme de la cabeza el absurdo pensamiento de que debería haberme quedado allí con Gina.

Pero eso habría sido estúpido, ¿verdad?

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<3

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