Un nuevo comienzo

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—¡Hola! No te había visto aquí, ¿cuándo te mudaste?

Tara dejó en el piso las bolsas del supermercado que cargaba y se giró para contestarle a su vecina, una anciana de rostro amable.

—Sólo estaré unos días, vengo de vacaciones. —La mentira salió con facilidad de sus labios; había practicado todo lo que le podrían preguntar los vecinos del complejo de apartamentos.

—La playa es preciosa en esta época, deberías ir. —La anciana trató de acercarse, pero Tara retrocedió y recogió sus bolsas.

—Lo siento —se disculpó con una sonrisa—, traigo helado.

Tara entró a su apartamento y no bajó la guardia hasta que inspeccionó todo. Llevaba poco tiempo en este, así que sólo había una cama y un clóset para la ropa; lo más colorido era una cama roja para gatos. Colocó sus compras sobre la barra de la cocina y luego se dejó caer en su colchón, suspirando.

De seguro su vecina pensaba que era antipática y eso la frustraba. Hubo una vez en que Tara era alegre y conversaba con cualquiera que se lo permitiera, mas ahora sólo hablaba con su padre y esas pláticas estaban llenas de mentiras.

Su día a día estaba plagado de falsedades y sólo podía ser honesta con su gata, lo cual era un poco patético.

—¿Vodka? —preguntó, percatándose de que no había visto a la gata blanca.

No obtuvo respuesta y la volvió a llamar, poniéndose en pie y recorriendo de nuevo el apartamento.

¿Había dejado la puerta abierta? No, se había asegurado de ponerle seguro y cerrar las ventanas. Vodka era una gata de casa, nunca había salido sin su supervisión y podía pasarle algo malo. ¿Y si la habían atropellado? ¿O robado? ¿Y si estaba muerta?

No podía perderla, su madre se la había regalado antes de morir.

Escuchó un maullido y su corazón se aceleró.

Venía de una ventana, así que la abrió, asomándose a la escalera para incendios. Vodka estaba un par de pisos arriba, junto a la azotea, temblando de miedo.

—¿Qué haces ahí? Espera, voy por tí —dijo. Si no hablara con su gata, se habría vuelto loca tiempo atrás. O tal vez ya estaba loca y por eso le hablaba.

El animal maulló y Tara se coló por la ventana hacia la escalera de metal.

Su mente estaba nublada, quizá por el desvelo o la preocupación de que la gata se cayera, así que cuando terminó de subir la escalera, la abrazó, sin molestarse en mirar a su alrededor primero.

Escuchó un click y cuando volteó, el hombre al que había seguido la noche anterior le apuntaba con una pistola reluciente.

—Entra a la azotea, despacio.

Mientras daba un par de pasos hacia adelante, Tara analizó el lugar. La azotea empedrada no ofrecía ningún lugar para cubrirse y habían dos accesos, la escalera normal y la de incendios pero no lograría llegar a ninguna sin que le dispararan.

—Baja al gato.

Tara se agachó para depositarla en el suelo. Cuando sus manos tocaron el suelo lleno de guijarros, se iluminó su mente.

—¿Por qué me seguías ayer? —preguntó el hombre con acento italiano.

—¿Yo? —Se enderezó y sonrió coquetamente, enroscándose un mechón de pelo alrededor de un dedo—. Ay, es que te vi en una tienda y me dio pena hablarte porque eres muy guapo.

El hombre tenía un rostro que sólo una madre podría amar, por lo que, con mucha seguridad, ella era la primera persona que le decía eso. Cuando el otro frunció el ceño y bajó el arma unos centímetros, Tara le lanzó las piedras que recogió del suelo y que había disimulado dentro de su puño. Ella se agachó de inmediato y gracias a eso, aunque sonó un disparo, no le dio.

—¡Vodka, ataca!

La gata, tal y como habían entrenado, obedeció, saltando a la pierna del italiano y mordiéndolo. Escaló hasta su torso, rasguñando todo a su paso, para finalmente aferrarse a su cara.

Cuando él trató de golpear a Vodka con la pistola, Tara tomó el arma y forcejearon.

—¡Vodka, huye!

La gata brincó al suelo y se escabulló de la pelea.

Como el italiano era mucho más alto y corpulento, Tara le dio un rodillazo en la entrepierna, quitándole el arma cuando se dobló de dolor.

Ella retrocedió unos pasos hacia el centro de la azotea y le disparó en la rodilla, haciendo que cayera al piso con la cara enrojecida.

—Dame la información que quiero —dijo, a una distancia prudente. El cuerpo le temblaba por la adrenalina y el miedo, pero trató de ocultarlo.

—¡No me has hecho ninguna pregunta! —Se trató de poner en pie y ella disparó al suelo, provocando que piedras volaran.

—Manténte abajo —ordenó. Él obedeció, con los ojos llenos de miedo—: ¿Por dónde va a pasar la mercancía?

—¿Qué mercancía?

—No te hagas el tonto —Volvió a disparar al suelo y a apuntarle a la cabeza—. La nueva droga que estás metiendo al país.

—¡No sé, yo...! —El hombre soltó un grito ahogado cuando Tara le disparó en la otra pierna.

—¿Quieres que el siguiente sea en tus joyas reales o que te asesine? —Bajó un poco la pistola para apuntar a su entrepierna—. ¿Por dónde pasará y a quién se la venderán?

—¡Vale! ¡Te lo diré! —exclamó, alzando las manos en gesto apaciguador—. La mercancía llegará al puerto hoy en la noche, en "La Dama".

—Gracias —dijo Tara y entonces le disparó en la cabeza.

El cuerpo del hombre cayó al suelo y las piedras grises se mancharon de sangre.

Tara recogió a Vodka, escondida en la escalera, y regresó a su apartamento, marcando un número en su celular.

—Me dijo todo, hay que comenzar de cero, mover la mercancía por otra ruta y conseguir un nuevo comprador —informó por el dispositivo—. Y necesito limpieza en la azotea.

—Mierda —maldijo una voz del otro lado—. Bien hecho, comprobaste que él era el topo. Haré la transferencia cuando regreses a la base.

...

¡Hola, chicos!

Les dejo este relato y las especificaciones que me pidieron:

Máximo de palabras: 1,000

Género: Acción

Palabras que tenía que incluir: asesinato, pelea e información.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro