Todo comenzó tan simplemente,
en un lugar, haciéndome la valiente
y corriendo tras tu hermosa lumbre,
y es que te vi a ti en la muchedumbre.
Te veía pasar con tu porte de estrella,
irradiando toda tu más pura belleza,
tan lejos te hallabas de mi puerta,
tan lejana eras conmigo, princesa...
Tantas veces anhelé besar tu piel,
tus ojitos cual sueños y desvelos
y tus labios tan míos, esos de miel,
donde tu oscuridad envuelve mi ser.
Aún después de todo este tiempo,
te he llevado tan, pero tan dentro,
que tu oscuridad aún sigue vigente,
considero que eres diferente a la gente.
No puedo decir que eras lo que yo quería,
porque en un principio no lo sabía,
no sabía qué era lo correcto en mi vida,
hasta que llegaste con toda tu armonía.
Me inundé en un mar infinito de emociones,
donde cada día, cada momento,
te dediqué mil poemas, escritos y canciones,
cada día era más fuerte el sentimiento.
Hemos vivenciado cada tormenta,
nos hemos estampado contra la arena,
cual ola que nos azota en lamentos, en pena,
en momentos de dura condena.
Cada lágrima, cada pelea y distancia,
solo aumentó esta fuerte añoranza,
y hoy en día mantengo esa constancia,
y el tiempo pasa y crece esta confianza.
Miento si te digo que te quiero,
miento si te digo que te amo,
miento si te expreso algo tan llano,
cuando por dentro siento tanto.
Estaré contigo hasta el final de mi vida,
cuando sea polvo y me mantenga aterida,
te prometo que te amaré sin medida,
hasta que sea tan solo cenizas.