5. Por las unas líneas

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

<<¡Eres un inútil! ¡Un bueno para nada! ¡Un fracaso!>> Por unas líneas, por unas malditas líneas rectas no había sacado la nota máxima. Ya era bastante malo, pero sumándole el hecho de haber tenido que hacer un examen en grupo el cual salió mal, todo por culpa de su compañero que no sabía fraccionar lo hacía sentir peor. Todos los días al despertar tenía que recordarse así mismo que su familia dependía de él, de nadie más que de él.

Sus padres eran campesinos y no podía existir trabajo más desagradecido que el trabajo de campo: pasar meses cuidando día y noche la tierra para asegurarse que los cultivos crecieran de forma correcta, de 40 semillas que se sembraron solo 20 o menos suelen germinar y pasar días enteros recogiendo los frutos cosechados; tener que despertarse en la madrugada no era fácil, tener que trabajar hasta que sus dedos se rompieran tampoco y que todo fuera a veces por menos que una miseria era agónicamente desalentador; su madre trabajaba esporádicamente vendiendo productos de revistas para mujeres o limpiando casas, cada día al llamarlo le recordaban que todas sus esperanzas de un futuro mejor estaban puestas en él.  Sus padres habían ido a la universidad pero de poco o nada les había servido más allá de tener otra opción para decorar las paredes de tabla de su hogar, Nico temía con toda su alma terminar así.

La única forma de no terminar de esa forma según lo dicho por sus padres era sacando las mejores de las calificaciones y siendo la criatura más lamebotas del mundo, quizás siendo así sus profesores le dieran alguna clase de recomendación para algún trabajo con buena paga, y si las cosas seguían así no lograría sus objetivos.

Sus manos pálidas descendieron hasta su carpeta y la punta de sus dedos acarició el caucho blanco que unía ambas partes de plástico de su carpeta, por un momento su mente divago y recordó lo doloroso que era cuando sus amigos se molestaban mutuamente quitándole el plástico a la carpeta y usándolo para golpearse unos a otros. Una idea se instaló de lleno en su mente. ¿Qué suele hacer una persona cuando ve a otra auto lastimándose? Intenta detenerlo, claro, calmarlo y saber el motivo de su actuar tan singular. Nico azotó el caucho del plástico en sus muñecas, al mirar hacía abajo notó las marcas de latigazos y un poco de sangre, esperaba a que la maestra lo viera lastimándose y se acercará para calmarlo, quizás al ver el estado de su brazo su corazón se apiadaría y le subiría la nota, solo necesitaba un punto más, solo un punto más, pero pronto otras posibilidades se formaron en su mente: llamaría a sus padres y le contaría lo que estaba haciendo, todo gracias a que aún era menor de edad. Al instante guardó sus manos debajo de su pecho, evitando así que alguien más notará las heridas que él mismo se había autoinfligido, espero pacientemente a que la profesora diera la indicación para salir del salón, a penas lo hizo Nico se dirigió al baño cual bala y dejó que el agua fría calmara el dolor de su piel: su piel estaba roja y algo flácida, con pequeños hundimientos donde el caucho había impactado, sin duda tendría una herida dolorosa por un buen tiempo.
El muchacho se concentró en limpiar su herida agradecido por haber llevado suéter que subiera sus brazos y evitar así.

— ¿Te sientes mejor? Ya no estás tan pálido como la última vez que te vi — Nico se quedo congelado con su brazo debajo del agua y levantó la cabeza sobresaltado apartando su mirada de su herida autoinflingida —. Perdona, no era mi intención asustarte, solo que...— una sonrisa de angustia disimulada se formó en el rostro del muchacho, Nico se sintió mal, ¿tanto se había preocupado aquél buen extraño? — la última vez que te vi parecías tan débil que no pude evitar preocuparme — Nico analizó al muchacho a través del espejo, era caucásico, de cabellera rubia y ojos azules, cuando era niño pensaba que esa clase de personas solo existían en las películas y televisión, cuánta no fue su decepción cuando noto lo cantidad de personas que existían así en el mundo, ojala un día reunieran a todas las personas rubias y de ojos azules, y los hicieran pelear a muerte para que aquella combinación no fuera tan común —. ¿Te sientes mejor? — el par de zafiros azules que componían su mirada viajaron hasta el lavamanos, donde estaba el brazo de Nico, recibiendo el constante flujo de agua fría sobre las heridas, el muchacho rubio notó la zona sonrosada en la piel pálida de Nico — ¿Qué tienes ahí? — el muchacho intento acercarse a Nico, pero él, al notar sus intenciones cerro la llave del agua y con el brazo todavía mojado lo oculto detrás de su espalda, no quería mojar la manga de su suéter, no existía mayor incomodidad que la ropa mojada secándose encima suyo y aún tendría muchas clases por afrontar ese día — ¿Estás herido? Déjame ver — temiendo de que realmente fuera una mordida el angustiado chico rubio avanzó unos pasos hacía Nico, pero él sin más opción ocultó su herida debajo de la manga, poniéndose rojo por la vergüenza acumulada de sus dos encuentros.

— Es...¡Estoy bien! Gracias por preocuparte y te pido perdón si te cause alguna clase de problema — se disculpó Nico con la cabeza gacha.

El peli castaño tomo su mochila e intento irse, pero al pasar al lado de su rescatador este lo detuvo con una sola mano, haciendo que los hilos del suéter se clavaran en la húmeda carne, la mano del chico se cerro sobre la muñeca de Nico y la levantó, con su otra mano le bajo la manga húmeda dejando al descubierto el brazo con sus heridas.

— ¿Quién te hizo esto? — exigió saber. Nico enmudeció — ¿Quién te hizo esto? — repitió el chico, esta vez con un tono más demandante, de repente su rostro se volvió de piedra y contrajo en una mueca de seriedad — ¿Cómo te lastimaste?

Nico retorció su brazo hasta que por fin el chico lo liberó e intento irse pero el rubio se interpuso, el muchacho era tan grande que le cortaba el paso por completo, supuso que era del norte del continente, allí todos tenían complejo de salvadores.

— Yo...— las palabras simplemente se negaron a salir de su boca y su cerebro trabajaba a mil por segundo al intentar procesar alguna mentira decente que inventar para salvarse de la humillación.

— ¿Quién te lastimó? — repitió ajustando su agarre en los hombros de Nico, el herido y suicida chico fue incapaz de mirarlo, y solo se dedico a juguetear con sus dedos, mirando lo roja y hundida que estaba la piel de su brazo —. Responde — exigió el intenso samaritano.

— ¿Por qué te importa? — era realmente extraño que un desconocido fuera tan insistente con el bienestar de otro desconocido, simplemente era raro ver a alguien tan preocupado por el bienestar ajeno.

El intenso samaritano pareció desconcertado ante la pregunta, Nico aprovechó la oportunidad y se liberó del agarre del chico, logrando salir apresurado del baño.

— ¡Espera! ¿A dónde vas? ¡Si alguien te esta lastimando puedo ayudarte! — el chico intentó seguirlo pero Nico corrió escaleras abajo, sin importarle cuanto se lastimaba los tobillos en el proceso.

— ¡Gracias por todo! ¡Eres muy buena persona!

Corrió lo más rápido que podía, estaba realmente avergonzado, no sabía el nombre de esa persona pero ya lo había visto vulnerable en dos ocasiones.

Más calmado pero no menos avergonzado Nico se dirigió al salón de tutorías con Izan, se sentó en la primera silla y lo esperó pacientemente, con las piernas cruzadas de los nervios, ¿cómo es que siempre se encontraba al mismo chico en situaciones tan embarazosas? Nico recostó su cabeza sobre sus brazos, analizando su herida, a lo mejor y el amable desconocido ya sabría lo que había pasado, y pensaba que era patético. Es algo que él pensaba de si mismo, ¿qué detenía a otros de hacer lo mismo?

— Mi colón, ¿Qué te paso en el brazo? — Nico se enderezo alarmado y volvió a dejar que la húmeda manga ocultará su herida.

— Nada — mintió, pero Izan no le creyó, Nico se preocupo al notar la misma mirada interrogativa que tenía el amable desconocido, pero para su alivio Izan solo asintió y saco su material de clase.

— ¿Hiciste los ejercicios que te dejé? 

— Sí — Nico le entregó su cuaderno de apuntes al moreno, quien los analizaba como si de una lengua nueva se tratará.

— Muy bien, estás mejorando, pero sigues cometiendo un par de errores, nada grave pero si importantes — los ojos de Nico brillaron de felicidad ante tal halago, eso significaba que sí estaba aprendiendo —. Muy bien, te voy a poner unos ejercicios y los resuelves ya mismo para corregir los errores que cometes — Nico asintió feliz y tomó su lápiz para escribir los ejercicios que estaban en el libro, los ojos del chico estaban fijos en la hoja de papel frente a él cuando sintió una mano sobre su hombro, era Izan, que estaba peligrosamente cerca de su rostro —. Quiero pedirte disculpas por lo mal que te trate en nuestro primer encuentro, no fue justo para ti, solo pensé en mi cansancio pero jamás me detuve a pensar en que quizás era la única opción que tenías para venir a las tutorías, no considere tú horario o demás, lo lamento.

Nico asintió sorprendido, Izan no parecía ser la clase de chico que se disculpa o algo así, parecía ser la clase de persona ruda que nunca admite un error, al parecer el equivocado era Nico.

El moreno se sentó a su lado y con paciencia le explicó sus fallos, y a ciertos, el chico castaño lo miro conteniendo el aliento, Izan era la clase de muchacho que captaba la atención de todos, era de una belleza exótica e hipnótica y aunque al principio a Nico le dio miedo su rudeza, Izan resultaba no ser tan malo como Nico pensaba, desde hacía un tiempo era más amable con él y eso le agradaba, quizás porque ahora no pedía tutorías tan de mañana, quizás en realidad Izan era amable y solo estaba teniendo un mal día, Nico no lo sabía, pero realmente esperaba que el chico de rastas fuera amable, a Nico le agradaba mucho Izan, demasiado.





Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro