Confianza

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No hay peores mentiras que las que nos decimos a nosotros mismos. Saber que tu propio cerebro puede jugarte trucos y engañarte solo para evitar el dolor de la verdad es aterrador.

«Al final, ni siquiera puedes confiar en ti mismo....»

—Tengo muchas esperanzas puestas en ti, 37-SX4.

No recuerdo cuántas veces la doctora Alpha-4 ha dicho lo mismo con una sonrisa en los labios, sobre todo cuando logro superar mis propios límites, por más que duela...

«Dichosa virtud...».

Normalmente nada importa, pero hoy eso, especialmente eso, mucho menos. Ahora lo único que importa es encontrar una salida de este laberinto mientras los gusanos blancos me persiguen.

—37-SX4, detente —dice la imagen onirográfica de la doctora —. No tenemos por qué pasar por todo esto....

Podría decir que está preocupada por la expresión de su rostro, pero sus ojos están muertos, aun en la imagen digital.

Atravieso el cuerpo ilusorio y me encuentro de frente con tres gusanos blancos apuntándome con sus armas. Por culpa de los cascos no puedo ver sus ojos, pero no necesito ver para saber. Todo mi cuerpo está gritando, y mis poderes se activan más por instinto que por voluntad.

Disparan sin avisar, pero yo estoy preparada:

«Byrninkuptr»,

Mi voz es un grito desesperado que impulsa la magia con más fuerza de lo normal. Las balas anti-mágicas se tuercen en el aire y se destruyen. No puedo negar que el sonido de los cuellos de los gusanos partiéndose me produce placer....

De pronto, una voz... otra voz... una familiar....

—¡Tengo miedo! —dice.

—¡Ella no! —no puedo dejar de gritar.

Grito y lloro; mis ojos arden como nunca.

—Rahel —la doctora finalmente dice mi nombre—, por favor, detente...

Su voz rebotando dentro de mi cerebro como un eco fantasmal y doloroso me hace volver a gritar:

—¡Ya basta! —suplico mientras me aprieto la cabeza y vuelvo a huir—. ¡YA BASTA!

—Hermana, por favor...

Es ella otra vez, suplicándome. No quiero creer, pero... debo creer...

—¡NO A ELLA, NO A LUCÍA! —grito desesperada para que la doctora me escuche—: ¡ES SOLO UNA NIÑA, ES SOLO UNA NIÑA!

Alpha-4 responde:

—Si te detienes ahora mismo y entras en razón... te prometo que la niña estará bien.

Pero esa última frase no la escucho en mi cabeza, sino a mis espaldas. Cuando me giro, puedo verla caminando en mi dirección con Lucia tomada de la mano.

—Me rindo —sollozo antes de caer de rodillas; de inmediato dos gusanos se acercan a mí y me inyectan algo en el cuello—: Me... rindo.

—Otra vez al laboratorio de reproducción —ordena la doctora.

Los guardias comienzan a arrastrarme.

Por un instante mis ojos se encontraron con los de la pequeña Lucia, y pude ver el miedo en ellos. ¿Será real? ¿O será otra mentira construida en mi cabeza? No puedo huir a su miedo, profundo como la noche, tanto como mi propia oscuridad, y con mis últimas fuerzas, resguardandome en la esperanza de no saber la respuesta a mi pregunta, trato de enviarle un pensamiento como si ella fuera un recipiente de mí misma:

«No ames, no confíes...», arrojo al destino.

Quizás algún día sepa si estuve equivocada...

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