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El auto estaba estacionado en el estacionamiento del departamento. Gracias a Jihyo que había usado sus poderes a favor, no había ningún auto en el aparcamiento.

— No puedo creer que esté haciendo esto. —Dijo Jihyo con los brazos cruzados apoyada de una pared del gran lugar vacío.

Seguía sin poder creer que haya pinchado los neumáticos de la mayoría de los autos y que a los demás les haya arruinado alguno que otro motor, por ende, todos llamaron a mecánicos que se llevaron los coches.

— Yo diciéndoles que no hagan delitos, pero ahí voy yo arriesgando mi trabajo en el cielo con delitos por ustedes —Hizo una mueca. — Si cuando termine el tiempo de prueba no me dan una buena calificación, les juro que vengo y las mato. —Frunció su ceño haciendo un mohín. Lo último dicho por Jihyo llamó la atención del par de chicas.

— ¿Tiempo de prueba? —Preguntó Mina. Esa pregunta solo hizo que su cuidadora soltara un suspiro frustrada.

— Realmente no leyeron el contrato. —Pasó sus manos por su cara. — El contrato es de un año, lo que significa que por un año estarán a prueba. Si logran aprobar ya estarán completamente vivas, y en el caso contrario, morirán. —Se alzó de hombros.

— Espera, ¿Cómo podemos pasar la prueba? —Preguntó esta vez Nayeon.

— Cumpliendo las reglas que ponían en el contrato. —Dijo de forma obvia, como si estuviera diciendo lo más claro del mundo. — ¿Pueden empezar ya? Yo vigilaré mientras.

Mina apretó las llaves que estaban en sus manos, mordió su labio inferior y abrió la puerta del auto, sentándose en el asiento del conductor. Por otro lado, Nayeon abrió la puerta de copiloto ocultando su nerviosismo.

Ambas cerraron las puertas al estar ya dentro del vehículo. Tomaron aire preparándose para lo que venía al girar la llave que estaba en su lugar con un llavero de pingüino colgando.

— Bien, puedo hacer esto, ¿cierto? —Preguntó Mina esperando una respuesta afirmativa de Nayeon. La pelinegra asintió segura mirándola.

— Puedes hacerlo, confío en ti. —Mina asintió mirando al frente. Apretó con fuerza el volante y tragó fuerte. Giró la llave y el auto prendió listo para empezar la práctica.

El vehículo empezó a avanzar de a poco, lentamente. Mina relamía sus labios nerviosos, no quería ni imaginarse cuando tuvieran que practicar en la calle.

— Eso, ahora daremos la vuelta completa al estacionamiento, ¿lista? —Habló Nayeon. Mina asintió.

Mordió su labio inferior mientras giraba el volante para empezar a dar la vuelta en el estacionamiento. El auto fue dándola de forma lenta.

Al completar todas las vueltas que tuvo que dar para volver a donde estaban antes, Mina suspiró aliviada. — ¡Bien! Lo hiciste, Mina. —Felicitó la pelinegra. — Vamos, puedes hacer otra, ¿no? —La rubia asintió. Con más confianza, fue aumentando la velocidad solo un poco, tampoco de forma exagerada.

Estuvieron como dos horas dando vueltas en el estacionamiento, y aunque Nayeon ya estaba mareada de tantos giros, decidió seguir sentada ahí hasta que Mina logró dar una vuelta con una velocidad normal.

— ¿Lo hice? —Y aunque lo preguntó en voz alta, era más una pregunta para sí misma. — ¡Lo hice! —Alzó los brazos, emocionada.

— Sabía que lo lograrías. —Le sonrió Nayeon. Se sorprendió al ser abrazada por la rubia.

— Gracias, unnie. —Nayeon sonrió enternecida correspondiendo el abrazo.

Se separaron al sentir unos golpes en la ventana del lado del copiloto. Nayeon bajó el vidrio. — No es por interrumpir, pero hay alguien que las está mirando. —Avisó Jihyo apuntando a la chica que estaba en la puerta del estacionamiento. Mina reconoció de inmediato a su mejor amiga, Tzuyu, y una pregunta se le pasó por la mente: ¿Qué hacía aquí?

La castaña se encaminó a ellas, y el par que estaba en el auto salieron. — Hace mucho que no les veía —Miró a Mina. — Minsang, —Y esta vez miró a la pelinegra. — Namgung. —Ambas jóvenes se sorprendieron, al igual que Jihyo.

— Uy, su amiga sabe cosas... es rara. —Dijo como si nada. Mina y Nayeon la miraron mal. — Tranquilas, ella no me puede ver ni escuchar a no ser que yo lo permita. Estoy en modo invisible. —Sonrió arrogantemente.

— Oh, sí que puedo escucharte y verte, Jihyo. —Miró fijamente a Jihyo, la cual ahora sí que estaba sorprendida.

— Ay, mamá. —Exclamó con miedo la de ojos grandes.

*: .. ..:*

Nayeon puso un vaso de agua frente a Tzuyu. Esta le agradeció con un movimiento de cabeza.

Todas se habían ido al departamento para hablar de lo sucedido, más cuando Tzuyu podía ver a Jihyo, cuando se suponía que no era posible ya que solo las personas que murieron y tuvieron una segunda oportunidad la podrían llegar a ver.

— ¿Cómo es que sabes quiénes somos? —Preguntó Mina sorprendida.

— No, lo más importante es, ¡¿Cómo es que me puedes ver?! —Dijo exaltada Jihyo.

Tzuyu sacó de su bolsillo un papel de periódico, lo desdobló mostrando una noticia de un accidente aéreo además de unas fotos con las víctimas.

— Fue cuando tenía catorce años, iba con mi familia en ese avión. —Apuntó la foto de una niña de nombre "Seo Haesun" de catorce años quien salía en las fotos de los que murieron en ese accidente. — Esa era yo.

Las otras que estaban en la sala asintieron comprendiendo. — Espera, ¿pero cómo te diste cuenta que éramos nosotros? —Preguntó Nayeon esta vez.

— De la nada Dahyun te da un puesto muy importante, como si te conociera de hace mucho. Y a Mina le habla con total confianza. Lo pude comprobar ahora al ver a Jihyo. —Dijo simple.

Jihyo frunció el ceño. — ¿Cómo siquiera sabes mi nombre?

— Ah, Sana habla mucho de ti. —Im y Myoui miraron curiosas y burlonas a Jihyo, la cual se había puesto raramente nerviosa.

— ¿Quién es, Jihyo? —Preguntó burlona Nayeon.

— De seguro es su novia. —Le siguió el juego Mina.

— E-Es una colega. —Dijo de forma nerviosa. — ¿Por qué siquiera sigue cuidándote? Ya pasó hace años tu muerte, ¿no?

— Decidió "venir a verme" justo cuando ustedes volvieron a la vida. —Jihyo rodó los ojos. Bien que conocía a su colega.

— Esa tonta. —Se cruzó de brazos con un mohín.

El celular de Tzuyu empezó a sonar, dejando a la vista el nombre de su cuidadora y la que le volvió a la vida. — Bueno, es hora de irme. Bienvenidas a la vida, chicas. —Se levantó de su asiento y les palmeó la espalda a ambas dándoles la bienvenida.

Viéndole el lado positivo, era una menos a quien demostrarle que habían vuelto de la muerte. 

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