Final

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Un dulce canto se escuchaba en la habitación, el cual provenía de una voz no muy grave, pero tampoco demasiado aguda. Era cómodo para los oídos.

Por otro lado, en la cama, se escuchó un bostezo al igual que algunos huesos tronar al estirarse.

— Buenos días, cariño. —Saludó la joven -ahora- pelirroja, sonriéndole alegre a su pareja.

— Buenos días, Minari. —Saludó de igual forma la pelinegra.

La menor se acercó a la cama y besó el cabello oscuro de su novia con delicadeza, acariciando con una de sus manos la mejilla de esta.

— ¿Por qué estás tan alegre hoy? —Preguntó curiosa Nayeon.

— Pues, tal vez porque, al fin, Tzuyu me mandó un mensaje diciendo que Dahyun y ella son novias.

Im hizo una media sonrisa y soltó una risa corta. — Ya era hora. Como tres años tardaron para declararse a la otra.

La pareja se acomodó en la cama, abrazándose en silencio y con sonrisas sinceras.

— Nosotros también tardamos. —Dijo Mina recordando sus días antes de declararse.

— Lo de nosotros fue diferente. —Defendió la pelinegra, ocultando su cara en el hombro de su pareja. — ¿Qué habrá sido de Jihyo?

Mina suspiró. — No tengo ni la menor idea. Hace un año que no las vemos, ni a ella, ni a Sana. No entiendo; Tzu las vio sin problemas, y eso que ella ya llevaba tiempo en su actual cuerpo.

— Según ella, ambas recibieron un tipo de castigo por habernos cubierto en cosas fuera del contrato, además de nuestras faltas al inicio. Mientras que Sana volvió al mundo de los vivos sin un contrato de por medio, solo para pasar tiempo con Jihyo. Ambas rompieron las reglas. —Informó su novia. — Cuando dijo eso, tú te habías dormido.

— Oh, tiene sentido del porqué no lo recuerdo.

Nayeon salió de su escondite y miró a su pareja, la cual tenía la mirada perdida y se había introducido en un silencio absoluto.

— Hey, deben estar bien. Tranquila. —Tranquilizó mirándole a los ojos, dándole una leve sonrisita de labios. Mina asintió y atrajo nuevamente a Nayeon para abrazarla. — ¿No quieres ver películas o ir a comer fuera?

— Más tarde. Ahora solo quiero abrazarte. —Respondió Mina. Nayeon rodó los ojos sin ser vista, pero aun así sonrió mostrando sus dientecitos sinceramente. La pelirroja empezó a darle besitos en la cara a la mayor, ambas fundiéndose en un beso cálido.

Un año había pasado desde que se les había evaluado sobre el camino de sus vidas. Donde, por suerte, se les había permitido seguir en sus actuales cuerpos y vivir tranquilamente ya sin ser vigiladas ni con un contrato activo.

Al volver a la vida, ambas se permitieron seguir con sus tratamientos, los cuales hace unos meses habían terminado y ya podían caminar y manejar como si nada, sin sentir los nervios y el miedo dominar sus cuerpos.

Aparte de eso, ellas también habían decidido empezar su noviazgo con pequeñas citas y ambas se declararon a la otra de una manera más tranquila y romántica en comparación a la original.

Sus familiares aceptaron emocionados la noticia de su noviazgo, y es que era algo que esperaban desde mucho antes.

Oh, sus familiares... aunque sus madres ya sabían de sus nuevas vidas, los demás integrantes de sus familias no tenían mucho conocimiento de ello. Al principio costó que los demás se den cuenta, pero al cabo de un mes, la mayoría ya se había dado cuenta de que ahí estaban Minsang y Namgung.

En sí, todo había terminado bien.

Exceptuando el hecho de que, desde la vuelta a la vida, no habían visto a su guardiana. Era algo que debía pasar, ya que, esta había terminado su trabajo y no tenía nada más que hacer por ellas. Aun así, dolía un poquito no despertar por sus altos "¡Buenos días!" o sus comentarios aleatorios, los cuales nunca medían su daño.

Volviendo a la actualidad: Al momento de hacerse un poco más tarde, la pareja decidió quitarse sus pijamas finalmente y vestirse con ropa casual.

Decidieron ir a comer a un local de comida, el cual hace mucho no iban. Ahí comieron carne junto un poco de sopa.

Al momento de que subieron otra vez al auto, se fueron por el camino principal. Mala decisión, ya que esta calle estaba con una congestión vehicular.

Quedaron casi al final de las largas filas de autos esperando por el semáforo.

Esperaron tranquilamente tomando de sus bebidas, siendo un café caliente para Nayeon y una Coca-Cola para Mina.

Los autos empezaron a avanzar poco a poco, por ende, Mina dejó a un lado su bebida y empezó a manejar nuevamente como los demás.

A pesar de que había avanzado, antes de siquiera lograr cruzar, el semáforo rojo les hizo parar a varios vehículos nuevamente. Por suerte, ahora estaba en primer lugar de la fila y no último.

Son las veintidós horas con cuarenta y dos minutos. —Informó la señorita de la radio, seguido de una canción.

Escuchó el sonido de unas llantas rechinar por el lado derecho, donde un camión intentaba frenar de manera desesperada. El intento no funcionó de nada, ya que terminó impactando con los últimos autos que habían salido de la congestión de su lado.

Oh, mierda... —Murmuró Nayeon mirando impactada la escena frente a sus ojos. — C-Creo que debemos llamar a una ambulancia, ¿no? —Preguntó sin dejar de mirar los autos golpeados y, la mayoría, rotos.

— S-Sí, llama. —Contestó entregándole su celular a su novia. Im asintió y desbloqueó el celular, llamando de inmediato a una ambulancia.

El semáforo cambió a verde nuevamente, haciendo fruncir el ceño de Mina.

Buen momento para que cambie el semáforo. —Dijo bajo sarcásticamente.

Por obvias razones, nadie hizo caso al semáforo en verde y se mantuvieron en sus lugares, algunos saliendo de sus autos para acercarse al accidente y, otros, para avisarle a los demás conductores la situación por si no alcanzaban a ver.

En unos minutos, las ambulancias, policías y bomberos llegaron a la escena. Los policías pusieron orden e indicaron otro camino para salir de ese lugar. Los paramédicos y bomberos se ayudaron entre ellos para atender a las víctimas.

La pareja salió de ahí cuando se les indicó, cada una en un profundo silencio, pensado en si los muertos tendrían una segunda oportunidad como a ellas.

Ambas se sintieron tristes por lo ocurrido, ya que entendían perfectamente lo que era pasar un accidente así. Lo mínimo que podían desear era que se les otorgara una segunda oportunidad.

La historia se repetiría, solo que ellas no serían las protagonistas de esa nueva aventura. Ahora eran testigos de un accidente similar al de ellas.

La pareja se abrazó en el auto cuando llegaron al estacionamiento de su edificio, saliendo de a poco del impacto. Mina besó el cabello de Nayeon, y la mayor besó su mentón.

Únicamente se vieron sorprendidas, pero el miedo de antes o la ansiedad provocada como al inicio de sus segundas vidas, ya no estaba.

*: .. ..:*

La joven, ahora, pelinegra, se sentó tranquila en su silla. Esperó a que los nuevos muertos llegaran a su oficina, los cuales estaban siendo guiados por su pareja.

— Aquí están los nuevos, Ji. —Informó su novia desde la puerta recién abierta, dejando pasar a un par de chicos llorando desconsolados.

— Gracias, Sana. —Agradeció Jihyo. Sana le sonrió y le mandó un besito volador, saliendo de la oficina serenamente. — Bienvenidos al mundo de los guardianes, donde les daremos una nueva oportunidad de vida luego de su muerte sorpresiva. ¿Saben lo que les ocurrió? —Ambos asintieron. — Perfecto. Yo les puedo dar una nueva oportunidad de regresar al mundo de los vivos en un chasquido de dedos.

— ¿C-Cómo? —Preguntó uno de los chicos.

— En un chasquido de dedos, lo dije recién. —Contestó obvio Jihyo rodando los ojos. — Tremendo Deja Vu el que me acaban de dar. Como sea: Deben firmar el contrato y aceptar las nuevas condiciones que conllevan este. —Dijo entregándoles aquel papel donde estaban escritas las reglas junto a un lápiz.

— ¿No podrías decirnos esto con más tacto, imbécil? —Se quejó uno de ellos.

— No sé qué es eso. ¿Van a firmar o no? —Preguntó ya cansada. No soportaba las miradas que le miraban con odio, una la cual le estaba dedicando ese chico rubio desde que llegó entre lágrimas. Aunque sabía que era la persona con menos tacto entre sus compañeros. — Procuren leer las reglas para evitar quejas después.

— Haré lo que yo quiera, mocosa. Ya regrésanos a la vida. —Contestó nuevamente el rubio cruzándose de brazos.

Jihyo suspiró agotada, frotando su entrecejo con su dedo. — Como quieran. Bienvenidas a la vida de nuevo, Hirai Momo y Yoo Jeongyeon. Suerte, chicas.

— ¡¿Cómo que chicas?! —Gritaron al unísono ambos chicos, incluso el que se había mantenido callado, el cual se llamaba, ahora, Hirai Momo.

La guardiana se alzó de hombros y chasqueó sus dedos. Apenas las chicas desaparecieron, disfrutó el hermoso silencio.

La historia volvía a repetirse.

*: .. ..:*

Muchas gracias por todo el apoyo que le brindaron a esta adaptación 💖

Nos leemos en otras historias. 

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