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— No, Yoon, hoy no puedo. —Volvió a negar. JiMin llevaba negando habitualmente las propuestas de YoonGi a empezar a practicar volver a manejar.

— ¿No? A ver, ¿Cuál es tu excusa ahora? —Se cruzó de brazos cansado.

— H-Hay mucho trabajo que hacer. —Se intentó excusar, pero había que ser sinceros; Se le daba fatal mentir.

— ¿Mucho? JiMin, la cafetería está vacía. —JiMin miró a su alrededor. Era cierto, aún no había algún cliente. Para suerte del pelirubio, la campanita sonó anunciando la llegada de un cliente que venía de la mano con un niño parecido al adulto, siendo el hijo de este.

— ¡Ah! Ya no. —Sonrió victorioso encaminándose a la mesa donde estaban los clientes.— Buenos días, ¿En qué puedo ayudarlos? —YoonGi solo rodó los ojos.

Mientras llegaba algún que otro cliente, el pelinegro iba entregando los pedidos, y cuando el cliente ya se iba, limpiaba la mesa que había sido ocupada, terminando caminando de nuevo detrás del mostrador.

La campana volvió a sonar. El sonido particular de los tacones se acercó a las sillas frente al mostrador. YoonGi dirigió su mirada a la mujer frente a él, poniéndose tenso de inmediato al ver que era su madre.

Aun así, nervioso y tenso, decidió tomar su pedido.— Buenos días, ¿Puedo ayudarle? —La mujer asintió con una leve sonrisa, sin apartar su mirada del joven chico frente a ella.

— Un café Amaretto con un trozo de pastel de frambuesas. —Dijo de forma calmada. La mirada de la mujer sobre Yoongi lo ponía nervioso. Era como si estuviera buscando respuestas.

Se volteó preparando el café, poniendo la cantidad perfecta de canela sobre la crema al terminar la bebida. En un plato puso un trozo de pastel de frambuesa, terminando el pedido. Puso el café y el trozo de pastel frente a la mujer, quien recibió gustosa todo.

— Gracias. —Dijo la mujer empezando a sacar un trozo pequeño del pastel con el tenedor, llevándoselo a la boca y disgustando el rico sabor. Cuando tomó un sorbo del café, miró de nuevo al joven de forma curiosa.— Se parece mucho a mi hija, es como si fuera ella en forma de hombre, como... si nunca hubiera muerto. —YoonGi agrandó sus ojos sorprendido. La señora Kim negó con una sonrisa divertida, pero nostálgica.— De seguro ahora piensa que estoy loca.

El pelinegro negó de inmediato, sonriendo para tranquilizar a su madre.— No, está bien. —Suspirando rodeó el mostrador, sentándose al lado de la mujer que miraba atenta.— Cuénteme, ¿Cómo era su hija? —La mujer sonrió encantada, decidida a hablar.

— Era unca chica muy linda, con un carácter fuerte y que muy pocos llegaban a entender. —Al ver la expresión confusa del joven, decidió especificar mejor.— Es que se veía como una chica fría, incluso algunos pensaban que era como esas chicas malas y rebeldes, pero ella no era del todo así. YonHye era introvertida, tímida, y aunque no solía decir un "te quiero", lo demostraba con pequeñas acciones que muy pocos llegaban a darse cuenta. —Su sonrisa no se iba en ningún momento.— Solo cinco personas la conocían realmente y se daban cuenta de esos detalles: Su hermano mayor, su mejor amigo Hoseok, su compañera de apartamento JiNeul, su padre y yo. Aunque, entre nosotros... —Se acercó a YoonGi, bajando la voz como si estuviera a punto de contar un secreto.— Creo que le gustaba JiNeul, porque siempre actuaba de forma distinta con ella. —Suspiró alejándose.

El pelinegro abrió su boca sorprendido nuevamente, y sin poder controlarlo, sus mejillas se fueron calentando y poniéndose rojas junto a sus orejas.

— Estoy segura que estaba enamorada de JiNeul, pero nunca me lo dijo. —Hizo una mueca tomando de su café de forma calmada. Por otro lado, YoonGi no podía con la vergüenza.— Niña tonta, ¿por qué nunca me dijo? —Frunció su ceño, arrugando su nariz de paso.

— Quizás estaba confundida. —Volvió a tener la atención de su madre.— Tal vez no estaba segura de lo que sentía por su amiga. —Confesó de forma indirecta. YoungMi, la señora Kim, asintió comprensiva.

— Ya no puedo preguntarle. —Posó su mirada en su café. Su sonrisa se desvaneció y una expresión triste le reinó.— Murió hace tres meses, ya casi cuatro. —Iba a decir algo, pero una voz dulce y alegre le interrumpió.

— ¡Señora Kim! ¿Qué hace por acá? —Dijo sonriendo JiMin. Miró la expresión confundida de la señora y el rostro de pánico de YoonGi.

Se dio cuenta de lo que dijo y en la situación en la que estaban. Y es que a veces se le olvidaba que sus familiares aun no sabían lo que les había pasado.

— ¿Cómo sabe quién soy? —JiMin tragó tenso y nervioso.

— Es que, solemos aprendernos el nombre de nuestros clientes. —Sonrió de forma nerviosa, rascando su nuca.

La mujer miró a ambos chicos confundida.— Dios, realmente se parecen a YonHye y JiNeul. ¿Es posible que hayan vuelto a la vida en otros cuerpos? —Preguntó a la nada. JiMin y YoonGi se miraron sin saber que responder o hacer. Al ver las expresiones raras de los jóvenes, YoungMi negó de nuevo con su cabeza divertida, suspirando.— Creo que he estado viendo demasiado ese dorama, ¿Cómo era que se llamaba? ¡Cierto! "Come Back Mister", es muy bueno, deberían verlo. —JiMin miró confundido a la mujer, mientras que a YoonGi no le sorprendía la actitud peculiar de su madre.

Entre conversaciones, YoungMi terminó su café y pastel, pagando y dejando propina en la mesa al despedirse.

Justo cuando la señora Kim iba saliendo, Hoseok entró a la cafetería listo para empezar su turno. YoonGi decidido tomó las llaves del auto que JiMin guardaba siempre en uno de sus bolsillos, lo tomó firme del brazo y tomó las cosas de ambos.— ¿A dónde vamos? —Preguntó JiMin confundido.

— A manejar, es ahora o nunca. —El pelirubio mordió su labio inferior nervioso, pero la postura firme y confiada de YoonGi le transmitió un poco de seguridad.

Aunque, estaba un poco confundido con los inesperados ánimos por parte de su mayor; YoonGi y la señora Kim eran tan parecidos.

Como fuera, ya era el momento de ir superando uno de sus miedos luego del accidente. 

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