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Al día siguiente Jennie despertó agradeciendo que su marido ya no estuviera en casa, era temprano, pero este ya se había ido al trabajo

Jennie estaba un poco más tranquila, por suerte su esposo no la había despertado para maltratarla de nuevo, eso era algo bueno, había empezado bien el día. Sin embargo no había mucho que hacer, más que la comida y mantener la casa organizada.

Entonces salió un momento para caminar y despejar su mente de todo lo que estaba pasando con su vida, tarde o temprano debía continuar, esto ya era una rutina para ella, cada mes los malos tratos regresaban, no era ninguna novedad, así que para llenarse de mejores energías decidió dar un paseo por el parque.

De un momento a otro el recuerdo de la chica de ayer regresó a ella y la culpa de haberla tratado mal también, la australiana fue amable y Jennie se arrepentía de haberla tratado de esa manera, entonces pensó en que tal vez podría encontrarla por el parque de nuevo y disculparse.

Caminó un poco más por los alrededores buscándola.

—¿Dónde estás, Rosé? —Jennie se preguntó mirando el panorama, ese nombre, no lo había olvidado, por supuesto que no, era tan fácil como para hacerlo.

Y habría seguido buscando si no fuera por el fuerte empujón que recibió, el cual casi la hizo caer. 

Casi, de no ser por los fuertes brazos que sujetaron su cintura.

—¿Jennie? ¿Eres tú? —Rosé preguntó intentando mirar el rostro de la chica a través de los lentes y cubrebocas que la contraria llevaba.

—Sí, yo...

—Lamento golpearte de nuevo, suelo mirar al piso mientras corro —Rosé la interrumpió disculpándose aún sin soltar la cintura de la menor.

A decir verdad, era cómodo tenerla así.

—Venía a disculparme, no quise tratarte mal ayer, tuve un mal día, pero no debí desquitarme contigo —Jennie aclaró agarrando los brazos de Roseanne para que esta soltara el abrazo en el que la tenía.

Y así lo hizo la mayor.

—Tranquila, es normal que tengamos días malos —Rosé animó.

—Entonces... ¿Me perdonas? —la menor preguntó algo impaciente.

—No —soltó Rosé con simpleza para seguir trotando y ejercitarse.

—¿No? —Jennie preguntó confundida comenzando a trotar a su lado —Pero, ¿Por qué?

—No creo que lo merezcas. —Rosé vaciló.

—Pero vine a disculparme, claro que lo merezco.

—Bueno. —Rosé se detuvo —Solo te perdonaré si aceptas desayunar conmigo.

—¿Qué?

—No tienes que pagar, solo acompáñame.

—No entiendo... —Jennie estaba realmente confundida.

—Te dije que era nueva por aquí, sería bueno conocer a alguien. —Rosé insistió.

A lo que Jennie asintió.

—Lo haría pero, hoy estoy algo ocupada.

—Entonces mañana. —Rosé volvió a insistir.

—Claro. —la coreana iba a irse, se había dado media vuelta para empezar a caminar pero sintió su mano ser tomada por la contraria.

—Espera, dame tu teléfono.

—¿Mi teléfono? —la coreana preguntó, cada vez la confusión era más grande.

—Si linda, es para ponernos en contacto y asegurarme de que no me vas a dejar plantada, deja de desconfiar tanto de mí. —Rosé extendió su mano para que Jennie le diera su celular.

Y cuando la contraria lo hizo esta agregó su número para después mandarse un puntito por kakaotalk.

—Listo, te veo mañana. —Rosé le devolvió su celular y continuó trotando por el parque. 

Jennie inconscientemente sonrió, ya le hacía falta una amiga.

El resto del día continuó algo extraño para Jennie, Kai la había ignorado por completo, ella no entendía porqué aquel hombre no la había golpeado o le había gritado aún.

Solo podía agradecer aquello.

Pero no debía confiarse, no era ninguna novedad que este la ignorara para despistarla y después la tomara por sorpresa atacandola de nuevo.

Así que con algo de desconfianza entró a la cama al lado de su esposo quien le daba la espalda para finalmente dormir.

Que sueños tan raros tuvo al ver a Roseanne en ellos, no paraba de pensar en como sería su encuentro de mañana. Definitivamente llevaba mucho tiempo sin salir con nadie ni convivir con alguien más que no fuese Kai y tal vez era eso lo que la mantenía tan ansiosa por mañana.

Tanto que incluso despertó antes que su marido, pero simplemente fingió que aún dormía para evitar interactuar con él por miedo y de esa manera esperó a que este se fuera.

Obviamente su esposo no tenía ni la más remota idea de los planes de Jennie, por supuesto que ella no se lo diría o de lo contrario se estaría arriesgando a mandar al caño su posible nueva amistad. Él no debía saber nada.

Cuando se aseguró de que estaba completamente sola en casa comenzó a vestirse con un conjunto más decente, quería lucir presentable para su salida de hoy, llevaba mucho sin hacer algo parecido.

Mientras continuaba preparándose un mensaje llegó a su teléfono.

"Hola linda, soy Rosé, ¿Despertaste ya?"

Ese mensaje la hizo sonreír, así que con los mejores ánimos respondió quedando en ver a Rosé en el parque.

Tomó en cuenta cada detalle, o al menos eso creía y sin más se dispuso a salir de casa con unos lentes y cubrebocas que pudieran cubrir el maltrato que recibía.

Siguió hablando con Rosé por mensaje mientras iba de camino al parque, ambas miraban su celular mientras se ponían de acuerdo en que parte del parque se verían hasta que por el descuido de mirar a la pantalla en sus manos chocaron de frente la una con la otra.

Y una risa se escapó de los labios de ambas al notar con quien se habían estrellado.

—Deberíamos dejar de toparnos así. —Rosé bromeó.

—Es tu culpa, siempre caminas sin cuidado. —Jennie también bromeó.

A lo que Rosé respondió con un rostro ofendido.

—Bueno, admito que lo fue los días anteriores, pero hoy también tuviste la culpa —se defendió la mayor y ambas volvieron a reír —¿Ya sabes qué quieres desayunar?

Ahm, creí que lo tenías todo planeado.

—Quería saber si tienes una comida o restaurante favorito.

—¿Por qué no me sorprendes? —Jennie pidió a lo que la contraria asintió.

No sabía de donde había sacado toda esa confianza para hablar con Rosé, hace mucho que no socializaba, pero por alguna extraña razón le era fácil abrirse con aquella extraña.

Así que dejando atrás todas sus dudas siguió a Rosé hasta un restaurante cercano de desayunos y dejó que la contraria ordenara por ella.

—Parece que conoces muy bien el menú de aquí —Jennie señaló al escuchar a Rosé ordenar el desayuno.

—Oh, por supuesto, he venido a este restaurante desde que me mudé.

—¿Desde que te mudaste a esta zona? —la menor preguntó.

—Desde que me mudé a este país, llevo casi tres semanas en Corea.

—Oh, tu coreano es muy bueno, ¿Habías venido antes? —preguntó mientras un plato de tostadas y mantequilla eran puestos en su mesa en lo que esperaban su desayuno.

—He visitado Corea en varias ocasiones, pero fue hasta ahora que decidí mudarme.

Jennie asintió quitándose el cubrebocas para probar las tostadas.

Pero un jadeo de asombro por parte de Rosé se lo impidió.

—¿Qué te pasó en la boca? Estás herida. —Rosé preguntó asustada al ver el labio roto de Jennie.

Y la contraria se maldijo mentalmente por haber olvidado el maquillaje.

—Yo... Ahm... Esto... —la menor no sabía que responder, no podía decir lo que realmente ocurría. 

Estaba entre la espada y la pared.


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