Diez

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—No era lo que imaginé. —MinHo frunció el ceño con seriedad.

—A mí me gusta —la baja risa de KiBum hizo al moreno acentuar más el ceño, el sonido de una cuchara chocar contra un tazón era lo único que se lograba oír—, por si no sabías, me gusta el cereal con leche.

—¡Yo quería hacerte una cena elegante! —explotó como era habitual en él, señalando en el acto el plato de cereal para después mirar hacia su desastre, uno que implicaba una cocina totalmente sucia— ¡Cena elegante no significa cereal con leche!

Y KiBum solo se pudo reír por la actitud ajena que a sus ojos se veía como una rabieta digna de un niño.

Choi se había propuesto sorprender a su rubio con una glamurosa cena, había comprado exquisitos filetes T-Bone para presentarlo junto a una aromática ensalada caliente de brócoli, zanahoria y puré condimentada con sal y pimienta, adjunto a eso había seleccionado un delicioso postre, un simple crème brûlée que a su parecer era demasiado fácil, tanto que hasta su propio hijo lo podría hacer.

No contó con su nula experiencia, pues el resultado fue desastroso, carbonizó la carne, quemó la crema del postre, dejó crudas las verduras y lo único que se logró salvar fue la sal y pimienta, dejando con eso a un muy furioso MinHo porque no era lo que esperaba para su rubio.

KiBum por su parte se sintió enternecido puesto que nunca habían cocinado para él, no de esa forma y aunque el resultado fue un desastre, su corazón se sintió cálido y feliz de ver las expresiones en su moreno, haciéndolo amar más.

—Mañana lo hacemos juntos y fingiré que no sé nada. —Expresó concluyendo su plato de cereal.

—¡No es justo!

—Lo es, vamos cariño que la primera vez cocinando no es fácil, me pasó lo mismo y como tal debo enseñarte a cocinar o al menos a que sepas hervir agua, en un futuro no quiero que le des a los niños leche cortada o agua hirviendo y sin fórmula.

MinHo rió, negó lentamente mientras tomaba una de las manos ajenas para acariciarle con suavidad.

—¿Estás bien con el cereal?

—Tranquilo, no tardo en empezar con las náuseas matutinas y si ceno como habitualmente lo hacía sería un desastre para mí, el baño y mi trabajo.

La pareja se trasladó al sofá, MinHo posó las piernas de su amado sobre las suyas para observarle mejor, saber que existía la presencia de un bebé le había alegrado tanto que aún no podía desaparecer la sonrisa de su rostro, por ende haría todo lo posible para consentir al rubio.

—Háblame de ti —pidió con voz casi infantil—, a cambio te hablo de mis relaciones amorosas.

—¡Oye! —tras darle un pequeño empujón por el hombro, se relajó y recostó contra el respaldo— no hay mucho que contar sobre mí, nací en Seúl, mi papá era piloto y mi madre arquitecta, ya que provenían de familias adineradas no existía problema alguno con la economía, así que nací en cuna de oro —relajó las piernas al sentir las manos morenas contra sus muslos, continuó un segundo después—, solían viajar juntos, solo que una día ellos ya no volvieron y yo me quedé esperando su regreso bajo el cuidado de mi tía.

—Lo siento mucho.

—No hay nada que sentir MinHo, no siento tristeza por ello, pasó por algo, actualmente no me duele su falta, estoy bien, disfrutaron lo suficiente —el rubio se encogió de hombros con suavidad—, junto con mi tía nos mudamos aquí, después nació WooHyun y bueno, te sabes el desenlace de mi vida laboral.

—La laboral sí pero la personal no.

—Estudié aquí y después gracias a la universidad fui transferido a Milán donde cursé los dos últimos años, me hubiese quedado y establecido ahí pero ¿sabes qué pasó? me fue negado aquello solo porque según mi coordinador debía empezar en mi lugar de nacimiento y bueno, fue ahí cuando tuve que buscar a alguien para que me metiera en el mundo de la moda en Corea.

MinHo guardó silencio mientras escuchaba la historia, no negaba del amor que le tenía al rubio pero había ocasiones en las que se planteaba la forma de ser ajena, anteriormente él se había casado con TaeMin porque llegó a quererlo, sin embargo KiBum no hizo lo mismo y eso demostraba que si se lo proponía, carecía de empatía y humanidad para lograr sus objetivos, cosa que en lugar de asustarle solo le causó más curiosidad y anhelo.

—Ahora háblame de ti.

—¿De mí?

—Debe ser justo, no me casaré con un desconocido —sonrió acariciando la mejilla ajena.

—Un desconocido con el que tienes dos hijos —alardeó orgulloso antes de darle un fugaz beso—, bueno, supongo que tampoco hay mucha magia en mi vida, estudié la carrera de cultura física y deporte, dado que mi padre en ese entonces era el director técnico de Incheon, me fue fácil acceder al estadio.

—¿No vivías en la capital?

—No, soy de Incehon.

—¡Que sexy!

El moreno carcajeó ante la frase empleada, continuó el masaje de piernas mientras charlaba.

—Entré al FC Seúl con buenas recomendaciones y hasta ahora me mantengo en pie razón por la cual no me rindo y sigo insistente en volverme director técnico, como mi padre.

—Con esto sabemos que tu deber es el deporte y no la cocina —el rubio no perdió oportunidad en burlarse de nueva cuenta—, que bueno que llegué a tiempo.

—¡No te burles!

Y la casa terminó llenándose de risas; producto de una feliz pareja que disfrutaba un momento sin sentir la limitación del tiempo, para cuando llegó la hora, se acostaron en la suave cama siendo KiBum el primero en rendirse al sueño puesto que ahora sabía la causa de su cansancio y como tal un muy consentidor MinHo lo hizo dormir a base de mimos y palabras bonitas.

Pasada la medianoche, el celular del moreno comenzó a vibrar insistentemente, la mano cansina y masculina salió de entre las mantas para azotarse contra la mesa de noche donde tomó el aparato y gruñó por haber interrumpido su sueño.

—¿Qué?

—¡MinHo buenos días! —la cantarina voz de JinKi hizo al moreno cerrar los ojos con fastidio— ¿aun durmiendo? ¿no piensas trabajar?

—No jodas, son las —separó el móvil para ver la hora y volvió a gruñir—, dos de la mañana aquí ¿no puedes joder después?

—¡Oh lo siento mucho! Había olvidado el cambio de horario —tras un corto suspiro de disculpa interrogó de nuevo— ¿cómo está KiBum?

El moreno rodó los ojos hasta ver a su amado profundamente dormido, con el cabello revuelto y las manos ocultas dentro de la almohada, lucía tan adorable que la sonrisa fue inevitable.

—Durmiendo...

—¿Cómo sabes que duerme?

—¡JinKi por favor! ¡Todos aquí en Londres dormimos a esta hora, creo obvio que él hace lo mismo! —contestar de mala gana causó que del otro lado de la línea un avergonzado JinKi se golpeara la frente por su pregunta— voy a dormir, hablamos después.

—¡Espera MinHo!

—¿Mh?

—¿Has visto a KiBum? Desde que está allá no me ha hablado y tampoco responde ni mis llamadas ni mis mensajes, estoy preocupado.

—Sinceramente no lo he visto, he estado ocupado con este asunto de ChangMin que cuando salgo de juntas ya es noche, sumando que no sé dónde vive ni donde trabaja.

Un suspiro se oyó del otro lado de la línea; JinKi se sentía tan abandonado por su esposo que le fue inevitable sentirse decepcionado.

—Gracias MinHo, intentaré llamarlo más tarde.

—Suerte en ello.

Y colgó. Depositó el celular en la mesa de noche y se volvió a acomodar, se sentía mal por JinKi pero no era motivo suficiente como para liberar a KiBum u obligarle a marcarle a quien legalmente era su esposo, por otro lado la llamada de su cuñado sirvió para que se acordara de TaeMin quien por suerte no le había hablado y era mejor así para no invocarlo y tenerlo pegado al celular todo el tiempo. Con aquello en mente se volvió a sumergir en sueños, lejos de los hermanos Lee y cerca de su familia.


▒•••▒


—¿Y lo amas? —WooHyun caminó a la par de un concentrado KiBum.

—Por supuesto que sí.

—Te envidio, lo he visto solo en las noticias más no en persona ¿Cuándo lo presentarás a mamá?

—Cuando tú, yo y él estemos libres de trabajo —pese a dar una explicación relajada, la mirada y mano del rubio se deslizaban sin descanso sobre el boceto—, listo, así debe quedar, ahora que se confeccione, la modelo debe ser de altura media y no tan delgada, cuando la tengas quiero verla para hacerle ajustes a la prenda.

WooHyun frunció los labios, su primo pese a decir que estaba enamorado, presentaba nulas características de tal situación, se comportaba tan frívolo y distante que se preguntaba si así era con el supuesto Choi MinHo, KiBum desde la niñez había sido así pero esperaba que con el amor fuese a cambiar un poco, sin embargo veía que no sería así ya que en palabras de su primo, mostrar algún signo de felicidad era signo de debilidad puesto que no deseaba que aquello que le hacía una persona real se esfumara debido a terceras personas o situaciones, por lo que se limitaba a mostrarse inexpresivo y claro, con aquella característica tan especial que le hacía único; aquella lengua filosa que usaba sin dudar para atacar intencional o para hacerlo hasta matar.

—¡Querido KiBum, si tan solo te mostraras más abierto ante el amor!

—Soy abierto al amor, amo a MinHo, seremos padres y eso me hace feliz pero no lo expresaré públicamente, no aún...

Y concluyendo con aquellas palabras, el primo del rubio prefirió volver a su labor de supervisar los preparativos para abrir la primera tienda, una que llevaría la marca «MK» a todo el mundo.

Por la tarde y cuando el ánimo de KiBum se encontraba más estable y sin tanta presión, su celular vibró anunciando que quien llamaba sería tan insistente que no se quedaría feliz hasta haber obtenido al menos una respuesta. Con esfuerzo sobre humano, el rubio hizo de su voz lo más suave posible.

—JinKi.

—¡KiBum! ¡Dios, te he extrañado mucho! ¡No sabes cómo me siento sin ti!

—Con libertad.

—¡No digas eso! Sin ti me siento tan vacío, infeliz y sin vida, es como mirar un arcoíris sin admirar sus colores porque te sientes tan triste que ni siquiera logras darle color.

—Oh.

—¿Cómo has estado?

—Cansado —y aquello no era mentira, en verdad se sentía agotado física y mentalmente— ¿cómo está YooGeun?

—¿No preguntarás cómo estoy yo?

El diseñador cerró los ojos y masajeó el puente de su nariz, ¿acaso eran una pareja de adolescentes donde se hacían preguntas estúpidas? ¿Acaso JinKi era la novia colegiala caprichosa deseosa de escuchar respuestas forzadas a preguntas estúpidas?

—¿Cómo estás? —cuestionó evitando hacer notoria su molestia.

—Extrañándote.

—JinKi...

—Es la verdad, te he extrañado, dormir solo no es muy agradable para mí, incluso TaeMin se siente del mismo modo.

—¿También me extraña?

—¡No! ¡A ti no, me refiero a MinHo!

—Ya veo —jugueteó con su lápiz de carbón—, ¿responderás ahora a mi pregunta sobre YooGeun?

—Él está bien, ya puede caminar mejor, cuando corre da pequeños saltos, es tan adorable.

—Dale todos los besos posibles de mi parte, no sabes cómo extraño a mi pequeño.

—¿A tu esposo no lo extrañas?

—También —sonó tan cortante que decidió cambiar el tema—, por cierto ¿ya viste a donde nos vamos a ir de vacaciones?

—¿Qué tal Jejú?

JeJú quedaba relativamente cerca, en avión sería máximo una hora lo que supondría menos náuseas y molestias en el transcurso, aunque sabía que por el calor sería inevitable sentirse débil pero no importaba, pondría de pretexto el sentirse deshidratado para poder pasársela en el camastro tomando deliciosa agua de coco.

—Me parece perfecto cariño, estaré ansioso de esas vacaciones.

—¿De verdad?

—¡Por supuesto que sí! —Estaba por gritar que eran el adiós, pero se contuvo y en su lugar se despidió animadamente del mayor.

JinKi por su parte, sintió su corazón latir con fuerza al escuchar el entusiasmo de su esposo, era extraño oírlo así sin embargo no arruinaría el ánimo ajeno solo por sus preguntas tontas, al colgar solo pudo suspirar y girar en su silla.

—¡Estoy feliz JongHyun! Mi pequeño KiBum está tan emocionado por las vacaciones que deseo el tiempo pase ya para irnos a divertir en familia.

—Me alegra verte de esa forma. —El hombre de cabello negro sonrió al mayor, aunque realmente esa sonrisa fuese falsa y presenciar la felicidad ajena fuese un martirio para él.

Si JinKi era feliz, él también trataría de serlo, aunque no fuese así. 



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