Ocho

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Unas manos delgadas y de dedos pequeños se abrazaron a la musculosa espalda para avanzar hacia el frente deteniéndose en los pectorales bien formados; pronto Choi sintió como la nariz de su esposo reposaba contra uno de sus omoplatos y aspiraba con fuerza.

—Hueles al hombre de mi vida.

—TaeMin, suéltame —cortó posando las manos sobre las ajenas para separarlas y así alejarse del toque—, no estoy de humor.

El menor bajó la vista al notar el trato de su esposo, mordió apenas con levedad el interior de su mejilla; deseaba ser amado de nuevo, con la misma intensidad que Choi había mostrado al inicio. Ahora esa imagen solo era el vago recuerdo de lo que alguna vez le amó.

—¿Me amas? —se atrevió a cuestionar— ¿Aún me amas MinHo?

—No tengo tiempo para responder eso, mi equipaje está casi listo y no me puedo permitir el olvidar algo aquí solo porque al niño le surgieron dudas estúpidas.

El corazón del pelinegro se rompió por las palabras, confirmando con ello que el moreno ya no le amaba. Se limitó a sonreír intentando no hacer notar su dolor, fue así que avanzó hasta colocarse a lado de su esposo, tomó una de las camisas de la percha y comenzó a doblarla con sumo cuidado.

—Siempre tan elegante —musitó colocándola cerca de las manos de Choi para que la guardara en la maleta—, tan siquiera antes de que te vayas, déjame intentarlo una vez más.

—¿El qué?

—Embarazarme.

MinHo se abstuvo de gritarle y explotar, se guardó fielmente el decirle la verdad, que no lo amaba, que posiblemente nunca lo amó y que con quien deseaba tener hijos solamente era con su amado rubio, su cuñado, el amor de su vida, su KiBum; así mismo se tragó las palabras, aquellas que posiblemente serían una tortuosa lluvia de dagas para el menor, se sentía tan despiadado como su amante que aquello fue lo que le hizo detenerse porque de los dos, él era la calma y el antídoto.

—TaeMin —dijo cuándo pensó bien sus futuras acciones— lo has intentado por cuatro años y no ha funcionado, ¿acaso no crees que eres estéril?

La mirada dolida del menor fue ignorada por Choi, quien se concentró en terminar de guardar su ropa, aquellas palabras que él mismo se repetía dolían en la boca de quien amaba.

—Pero ¿y si tú eres él del problema?

MinHo se mordió la lengua evitando mostrarle con orgullo la foto de YooGeun, en su lugar encaró al joven y arqueó una ceja dejando expuesta su molestia.

—Por favor, solo intentémoslo, te irás tres semanas y no sé qué haré sin ti.

—TaeMin, nunca has sido alguien dependiente de mí.

—Es que —calló un momento—, siento que ya no me amas.

—¿Y teniendo sexo significa para ti que te amo?

—Es hacer el amor... —musitó tan quedo que por un segundo Choi dudó de lo oído.

—¿Estarás feliz si lo hacemos?

—Sí.

TaeMin bajó la cabeza, triste y decepcionado por sentir que había fallado como esposo al no poder darle un hijo a su amado, por primera vez en veintiocho años se sintió tan pisoteado y desmoralizado que sentía que su vida carecía de un sentido positivo, incluso ahora sentía que ya no existía amor en la relación por la cual se esmeraba tanto, incluso se propuso aprender a cocinar para el alto con tal de hacerlo feliz, pero había fallado antes de siquiera intentarlo.

Por otro lado, MinHo solo frunció el ceño y negó, no podía fallarle a KiBum al acostarse con alguien que no era él, era infidelidad, engaño y repulsivo, no negaba que TaeMin tenía un cuerpo bonito pero carecía de curvas, de carne, carecía de todo lo que el diseñador tenía y ese era el problema, TaeMin no era KiBum y como tal, no se permitía engañarlo de esa forma.

—Escucha, necesito hacer una llamada pero al regresar podríamos llegar a un acuerdo.

¿Acuerdo?

¿Hacer el amor era para MinHo un acuerdo solamente?

El menor cerró los ojos y se sentó en la cama, posó sus manos en su cabeza y estrujó con ello su cabello, ya no tenía sentido luchar por alguien que no se esmeraba en fingir felicidad, vaya, envidiaba la relación de su hermano puesto que KiBum pese a ser indiferente y carecer de sonrisa, no era tajante ni se alejaba del toque de su hermano, al contrario, a veces era él quien sujetaba las manos ajenas para relucir las argollas de matrimonio, ¿por qué MinHo no podía hacer eso?

Pocos minutos después, regresó un ligeramente relajado moreno, al menos ya no mostraba las facciones duras ni el ceño fruncido, parecía fresco y hasta feliz, ver esos cambios en él era tan extraño que era agobiante porque ocasionaba que ya no quisiera acercarse.

—Arréglate, iremos a cenar.

—Pero...

—Tenía una última junta con el director, la cancelé por ti —se atrevió a esbozar una sonrisa, una que contagió al menor—, así que ve a cambiarte de ropa.

—¡MinHo! ¿Por eso estabas de mal humor? —sin previo aviso se abrazó al cuerpo fornido sintiendo un poco de paz en su corazón.

—Así es Minnie —mintió manteniendo la sonrisa—, anda, ve que disfrutaremos nuestra última noche.

—Te amo tanto MinHo.

Y el nombrado solo guardó silencio sin poder corresponder las palabras ajenas, en su lugar separó con suavidad el cuerpo contrario para incitarle a cambiarse de ropa. Después de haber hablado fugazmente con KiBum, le dio la solución a su problema: Embriagar a TaeMin y hacerle creer que habían tenido relaciones sexuales.

Fue así como esa misma noche, el matrimonio Choi cenó en un exclusivo restaurante de mariscos, acompañaron cada comida con un vino diferente hasta que al final el moreno ordenó una botella de brandy solo para celebrar el estar casado con Lee TaeMin.

—En verdad no me interesa tener hijos —soltó un relajado Choi mientras apreciaba a su acompañante.

—Pero he visto como miras a YooGeun, he visto lo feliz que eres y eso me hace sentir culpable porque en todo este tiempo no hemos podido ser padres —tomó con calma su copa de brandy, esperaba no caer presa del alcohol ya que no tenía tan buena tolerancia—, me siento mal por ello.

—Sh, lo mejor es disfrutar nuestro matrimonio en solitario —rellenó de nueva cuenta la copa de cuello corto del menor—, estamos bien así.

—Es que...

—Nada, es más ¿por qué no a mi regreso nos vamos de viaje una semana? —Aprovecharía aquello como un adiós puesto que había planeado con KiBum tener unas vacaciones con sus parejas antes de darles el adiós— ¿Qué tal irnos a Japón? O incluso a Suiza ¿qué no deseabas ir a esquiar?

TaeMin parpadeó, tomó con calma sintiéndose cada vez más relajado, habían pasado ya por tres copas de diferentes vinos y ahora probar el brandy le hacían sentir liviano y atolondrado.

—Esquiar, vamos a esquiar —dijo con entusiasmo—, y beberemos café irlandés, sí.

MinHo bebió con calma, contuvo una sonrisa al ver a su esposo cada vez más ebrio, por lo que solo necesitaba esperar a que el alcohol hiciera efecto; y mientras eso pasaba, en su mente solo podía pensar en las compras que debía hacer para remodelar su hogar en Londres, también en las juntas que tenía que ir y sobre todo en empezar a sentirse cada vez más un director técnico casado con el mejor diseñador de Corea.

A la media noche, Choi cargaba a un meloso y semi durmiente TaeMin, ni siquiera se molestó en prender las luces, solo se encaminó hacia la habitación donde acostó al menor y con total calma le desvistió para solo cubrirlo con el edredón matrimonial.

—Que buena noche. —Fue lo último que dijo antes de cerrar la puerta e irse a dormir a su habitación, una que aseguró por dentro para tener unas cuantas horas de sueño antes de partir a Londres.


▒•••▒


—Siento haber llegado sin avisar —TaeMin tomó con timidez su taza de café—, me sentía solo sin MinHo.

—Eres bienvenido. —KiBum picoteó su fruta.

—Lo extrañaré tanto, se fue dándome un beso en la frente, se fue sin voltear a verme.

El rubio apenas y suspiró, cansado de escuchar a su cuñado, observó a su esposo quien asentía empático con su hermano, bueno era normal, después de todo eran hermanos que se preocupaban, solo que últimamente encontraba sus acciones más insoportables.

—Volverá, quizá solo es estrés, no se va de vacaciones, recuerda que lleva a uno de los mejores jugadores del país a Londres, eso no debe ser fácil —animó JinKi con esa sonrisa que le caracterizaba—, mi KiBum también está estresado pero es fuerte y lo tolera.

El nombrado contuvo el rodar los ojos, aceptaba que sin maquillaje se veía más pálido y ojeroso de lo normal pero es que no encontraba el descanso adecuado no solo por pensar en su marca de ropa, también por pensar en estar con Choi durmiendo entre sus brazos.

—Tienes razón, KiBum luce mal pero sabe cómo ocultar las imperfecciones de su rostro, el estrés sí que consume a la persona.

«Con mis imperfecciones y estrés MinHo me ama» Pensó el rubio al darle un trago a su café.

—Para mí siempre estará hermoso. —Sonrió JinKi.

—Gracias cariño, eso me halaga. —Esbozó una corta sonrisa antes de volver a retomar su desayuno.

KiBum ignoró la charla de los hermanos, él se sumergió en su móvil para textear con su primo y empezar a organizar su agenda electrónica, confiaba en que su secretaria hiciera un buen trabajo y que Hyeri, su segunda al mando, mantuviese todo en control siendo tan perfeccionista como él.

Después de concluir su desayuno, dejó que los hermanos siguieran charlando, él tenía mayores ocupaciones como el estar escuchando los deprimentes lamentos de un joven dependiente de alguien que no lo amaba; una hora después, abandonó su hogar para ir directo a su lugar de trabajo, sin MinHo sería aburrido incluso comer en sus restaurantes favoritos.

Entre preparativos y charlas, entre supervisiones de producción y revisiones de bocetos, su tiempo se fue y para cuando salió a comer, se sorprendió de ver a su esposo de pie en la recepción, ¿acaso habían acordado verse? no, él no recordaba ello.

—Cariño —fingió una sonrisa mientras se acercaba— ¿qué haces aquí? no te esperaba.

—Decidí pasar por ti para comer juntos ¿o estás con otros planes?

—No, vamos a comer, he estado tan ocupado que hasta había olvidado mi horario.

JinKi le observó sonriente, tomó su mano y avanzaron hacia la salida; no fue necesario ir en auto puesto que el restaurante estaba cerca, al ver al rubio bajo la presión del trabajo, decidió llevarlo a comer algo típico ya que había visto que anteriormente comía sin problema algo que antes no aborrecía pero prefería pasar de ello.

—¿Dónde te quedarás?

—En mi casa —KiBum observó cómo colocaban los primeros platillos— que alegría, pediste bulgogi.

—Un plato solo para ti —animó a la espera de su orden— ¿vives lejos de la casa de MinHo?

—No sé ni me interesa saber dónde vive él.

—Posiblemente hasta sean vecinos.

KiBum soltó un bufido mientras comía su delicioso platillo, tras pasar bocado y beber un poco de agua, colocó los palillos en su lugar para cruzarse de brazos.

—¿Por qué el afán de meterlo en la conversación?

—Le debes una disculpa por cómo te comportaste antes con él, las palabras que dijiste fueron muy grotescas.

—Las palabras que yo diga, sean grotescas o no, son sinceras —mintió concentrándose en fingir ser el cuñado odioso—, no le pediré una disculpa a alguien que no me interesa en ningún ámbito, ni personal ni laboral.

—KiBum... —JinKi suspiró cansino— ¿qué te hizo él para merecer tal trato?

—Existe y si me permites, estoy disfrutando muy bien de mi comida como para que me arruines este momento.

El mayor bajó los hombros, era imposible ablandar el corazón de su esposo, cuando se empeñaba en detestar a alguien lo hacía notar sin importarle nada, era algo que en parte le hacía sentir confiado puesto que KiBum era alguien que no ocultaba nada y clara prueba era el odio sin motivo hacia su cuñado.

Solo esperaba que MinHo no tuviese problemas con él si acataba sus órdenes de seguirlo a todos lados siendo una sombra.



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