🍁Thirsty Palm Spot 🍁

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Capítulo 18
P.O.V. Omnipresente
Calle Elk, Bar Thirsty Palm Spot;; 9:09pm
2018;; 6 de Abril

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El gélido aliento de Clockwork se expandió en una nube grisácea al escapar de sus labios.

Aquella nube formada por el humo de un pesado cigarro viendo el ocaso de su corta vida, la colilla poco a poco fue incinerada con fuego viejo como el mismo. Inhalaba del nauseabundo objeto colocado entre sus dedos cubiertos de dos guantes negros y lo dejaba escapar por sus labios cuál secreto en una caja fuerte, la caja siendo su oscura mente.

Había estado pensando en lo mismo los últimos días, una idea que se arrastraba por su cerebro como una larva, un parásito infestando su corazón, comiéndola viva... ¿Porqué? ¿Porqué de todas las personas, de todos sus problemas...relacionarse era uno de ellos?

¿Alguna vez le explicaron de amor? ¿Acaso alguna vez lo sintió?

Cerró sus ojos con esa pesadez que se criaba en el fondo de su estómago haciéndola recargar los hombros hacia la pared de ladrillos perteneciente a aquel bar viejo. Cuando sus ojos se enfocaron en el cielo estrellado -cortesía de una lámpara defectuosa- sus sentidos se agudizaron, la sensación del cigarro, del narcótico recorriendo su cuerpo hasta sus pulmones le hicieron recordar cuál viejo amigo una memoria de su infancia, uno de los tesoros ocultos que aún resguarda; su primer cigarrillo.

 Su madre yacía ebria en la isla de la cocina, miraba con ojos muertos hacia la mesa, observaba el grisáceo cuarzo falso que componía su fachada, aquellos ojos reflejando un plano y extenso vacío dentro de ella incluso ese color azulado que poseían pareció transformarse en un triste gris con el paso de los años. Natalie cumplía sus 14 recientes pues el mismo rumbo de su madre; esa etapa donde todo fue cuesta abajo apenas empezaba para la pequeña Nat, unos años antes del nacimiento de Clockwork, cuando aún había un grano de empatía por su madre que se resguardó después de que esta mayor, con ojeras cargando con sus penas y cabellos blancos que pintaban sus años la invitaron a pasar algo de sus lamentables momentos a su lado.

"Natalie, ven aquí" la llamó, y la menor en un impulso de su corazón la obedeció, prestaba atención a su lenguaje corporal como se encorvaba sacando una caja de cigarros de un cajón, sus manos. Un par de extremidades delicadamente esculpidas, con dedos finos y alargados que se entrelazan como ramas desnudas. La piel que las recubre parece adherirse a los huesos, revelando la estructura ósea subyacente con una elegancia espectral. Cada articulación se contornea con una suavidad frágil, y las uñas translúcidas se extienden como pétalos desgastados por el tiempo. Le ofreció dicho objeto pequeño de textura de papel, que le causó curiosidad pues observaba la forma del material como estaba envuelto y ya emanaba un olor fuerte, siempre llamó su atención como las cajas de cigarros le advertían de los peligros de fumar, las incontables víctimas que arrebataba de una vida normal debido a la adicción, pero en su cabeza era como se suponía que debía de suceder, en algún punto su madre también tendría cáncer del pulmón y hablaría por medio de una electrolaringe.

La madre, con gestos pausados y una solemnidad que apenas ocultaba una resignación palpable, alargó su mano hacia un encendedor de un verde jade apagado, reposando sobre la superficie gastada de la mesa. Sus dedos, que parecían esculpidos por la misma melancolía que envolvía la habitación, se cerraron alrededor del encendedor con una delicadeza casi ceremonial. El objeto, desgastado por el tiempo y el uso repetido, parecía contener en su superficie los rastros de incontables momentos de reflexión y consuelo. Con un movimiento firme pero cargado de un peso invisible, su madre presionó el botón de ignición, desatando una pequeña llama titilante que bailaba con una fragilidad efímera. El chisporroteo apenas perceptible resonó en el silencio de la habitación, como un eco lejano de la batalla que libraba contra sus propios demonios. Y entonces, con una exhalación lenta y pesada, acercó el fuego al extremo del cigarro, permitiendo que la combustión comenzara con una lentitud dolorosa.

Tan lento como suena, cada acción en su casa era aquello, cada minuto, momento, evento, cicatriz parecían suceder a paso suave que el tiempo cobraba con su crueldad de nuevo, podría decirse que era personal hasta cierto punto, el tiempo sucedía con calma para que Natalie sufriera más de su tempestad poco a poco, grieta tras grieta.

Pero volviendo a la Clockwork actual quién se deshizo del silencioso veneno entre sus dedos tirando este al suelo y pisarlo con su bota, aún mantenía aquella acción como un leve gesto de el supuesto "amor maternal".

"Tal vez no pude enseñarte a ser una mujer... pero puedo enseñarte a fumar"

¿De verdad se trataba de eso? La tortura de sus ideas sería eterna si nunca podía dejar de cuestionar su pasado, una y otra vez tenía que tratarse de ¿Porqué? El porqué las cosas habían sucedido como tuvieron que hacerlo. Pero fuera de eso, el tema actual volvía a su madre.
Entonces era un gesto de ¿cariño? ¿De pena? Pero algo era seguro, si le estaba enseñando a tener un futuro tan gris y nublado como el de ella; no era amor.

Por se hacía un nudo en la cabeza hasta que doliera, Toby había sido cálido... cálido como el fuego de su casa en llamas, un fuego que consumía parte por parte y no se detenía ni con la pesada lluvia nocturna, pues de todos modos sabía que Toby era un experto en el área, y con honestidad le gustaba esa sensación de calor, en sus secos labios se formaba una sonrisa cuando pensaba en sus tontas formas de retarla, nunca le tuvo miedo a una acuchillada en las costillas de parte suya.

Clockwork comenzó a caminar al costado de aquella calle por la entrada del bar. Él sabía lo que se sentía, claro que los ciclos de trauma se repiten, el abusado se hace abusador, pero entonces no tenía derecho a ser tan...

Un toque.

Sus pasos se detuvieron abruptos el suave toque en su hombro arrancó a Natalie de sus pensamientos sombríos, haciéndola girar con la esperanza efímera de encontrarse con la sonrisa familiar del castaño. En su mente, había anhelado el consuelo de su compañía en medio de la oscuridad que amenazaba con envolverla. Pero en lugar de la cálida mirada de Toby, se encontró con los ojos fríos y calculadores de un extraño, cuya presencia resonaba con una hostilidad que helaba su sangre. El reconocimiento instantáneo le golpeó como un puñetazo en el estómago, haciéndola retroceder instintivamente. El rostro del desconocido estaba marcado por la crudeza de la vida en las calles, con cicatrices que contaban historias de violencia y traición. En un instante, la ilusión de seguridad que había construido se desvaneció, reemplazada por una sensación de peligro inminente que amenazaba con devorarla. En el caos de su mente, un nombre resonó con un eco ominoso: Tú.

Y en cuanto su mano se dirigió a la empuñadura de su cuchillo dentro de su chaqueta para sacarlo de su funda, fue detenida más allá de su velocidad del brazo por alguien proviniendo del lado contrario que amenazaba con el mismo aura gélido y violento de quién ya atentaba contra su integridad. La chica no dudó de sus habilidades, poseía más fuerza que ambos y no sería la primera vez que se enfrentara a un dúo, pero sus planes dieron a desperdicio en cuanto más supuestos compañeros la rodearon como si las sombras los hubieran invocado, en ese momento supo por sí misma que estaba jodida.

—Muchas agallas para estar mostrando tu culo por acá de nuevo —reclamó quien la tenía de un hombro. En un movimiento brusco y tosco nada propio de agilidad hizo que la soltara, más bien como un reproche, una señal de "No me toques".  Sabía que se había metido con mucha gente peligrosa, claro no a su nivel pero por ahí algún dueño de terrenos y líneas de tráfico, contactos, cadenas de criminalidad, mafias, no era secreto que se buscaba problemas por su propia ímpetu, sólo que ahora la cuestión era recordar quiénes eran o para quién trabajaban, es difícil mantener seguimiento de que le debes a quién -si es que hay algo que pagar- cuando todos te odian, y claro, eres buscado por la policía.

—¿Y ahora qué? ¿Qué quieren? —preguntó Clockwork, aunque su propio prejuicio le indicaba que rodearla de esa manera no tenía propósito ni caso, también querría calcular la gravedad del asunto, probablemente sólo unos cuántos dólares que tomó prestados eran exigidos. Eso hasta que analizando a cada uno de los en total siete hombres que le miraban amenazante observó a través de una de las camisas abiertas de uno, tres puntos en el pecho como cicatriz, entonces lo supo.

"Ohh... shit" —Pensó, golpeándose mentalmente, hasta ella debía admitir que se pasó esa vez, esto estaba bien merecido pero no era día para morir. Su auto decepción fué visible cuando suspiró pesadamente y cerró levemente los ojos, arregló su compostura tratando de notarse relajada.

—Claro... claro eh... ¿Cómo está el chico? Ya saben ¿Su cráneo? —Intentó simpatizar haciendo pistolitas con los dedos como soporte para aliviar la tensión, hasta hizo su mayor esfuerzo por sonar empática.

—Muerto.

—Por supuesto —Murmuró en voz baja carraspeando la garganta —Lo superarán, además agradezcan que estoy de muy buen humor hoy o se estarían uniendo a su valiente compatriota, que descanse en paz —Brillante personalidad, tal vez por eso su boca le traía más problemas que sus acciones.

En respuesta rodearon a la asesina con una determinación implacable. Sus manos, ávidas de control, se cerraron sobre ella con una fuerza que parecía desafiar la misma gravedad. A pesar de su resistencia, cada agarre era como una cadena que la arrastraba hacia la impotencia, y pronto se vio atrapada en un torbellino que la volvía indefensa. Ella luchaba con una ferocidad salvaje, sus músculos tensos como alambres de acero bajo la piel, pero el número abrumador de sus captores pronto la superó. Cada intento de liberarse era sofocado por el peso combinado de sus adversarios, cuyos rostros distorsionados por la determinación reflejaban una crueldad sin límites.

Natalie buscaba una salida de cualquier forma u otra, era inútil, gritaría si no fuera por su orgullo de no hacerla verse inferior o tan jodida como lo estaba en ese momento, mucho menos porque ¿Qué persona en su sano juicio la salvaría? En todo caso, los criminales le estaban haciendo un favor a miles de familias desconsoladas, a la policía, a los difuntos Ouellette...

El inconfundible sonido del hacha de Toby cortó el aire cargado de tensión. De entre las sombras, emergió su figura, un guardián en armadura improvisada, con el hacha reluciendo amenazante bajo la luz intermitente de la luna. Su rostro, cubierto con sus googles y bosal, irradiaba un misterio inquebrantable mientras avanzaba con pasos decididos hacia el tumulto de hombres que asaltaban a Clockwork. O tal ves esto sólo era ella  romantizando el hecho de que él mismo usó la técnica de "apuñalar primero, preguntar después" ya que sus ataques fueron tan grotescos como película de snuff hogareña.


Cuando el grupo de compañeros de crimen bajaron la guardia, ella se soltó de su agarre para empuñar su propia arma y hacer su parte en este trabajo en equipo, el acero encontraba su objetivo con una ferocidad implacable, cortando a través de la carne y el hueso con una facilidad macabra.

Apenas lograron debilitar o bien matar a la mitad, no se molestaron en confirmar sus muertes ya que salieron ambos fugados de ahí en cuanto ella le tomó de la mano y metió carrera cuál caballo. La situación podía compararse a meterse con las crías de un oso pardo, ellos no eran el problema si no la madre, y la osa aquí eran los superiores que estaban al acecho para terminar el trabajo con Natalie.

Habían corrido unas millas por la acerca cuando balas de pistola y disparos sonaron detrás de ellos, haciendo que se refugiaran detrás de una pared de ladrillo en obra negra, donde debían prepararse agachados sin perder tiempo, o al menos pedir explicaciones.

—¡Enserio! —Natalie dijo entre un grito susurrante queriendo golpear al castaño, estaba aparentemente enojada por que él la salvara, esto siendo razonablemente confuso para el castaño —¡¿De donde putas apareces siempre?! —Le  proporcionó golpes en el pecho no letales.

—¡¿Siempre tan grose-se-ser-sera-sera?! ¡¿Ni un "gracias Toby"?! —se defendió el castaño entre tics nerviosos.

—¡No! ¡Esto sólo confirma las sospechas de que me sigues!... ¡Ahora sólo vámonos porque tú y yo no vamos a poder con ellos, y en cuanto estemos en el bosque te patearé el culo! —Le señaló feroz con un dedo, esa misma ira se reflejaba en su ojo, el cuál si tuviera filo hubiera cortado a Toby desde un inicio, pero claro, es una de las cosas que él amaba de ella.

Emprendieron marcha apresurada mientras los sonidos de más balazos y autos encendidos acechaban como una niebla maldita que los condenaría al arrastrarse al paso hasta sus víctimas. —¡Y esto te va a traer un problema con tu jefe cum sock! —Reprochó en su huída la chica, sin querer exponiendo su sincera preocupación por ahogar al chico en sus situaciones de riesgo.

—¡Cállate! —Natalie giró la cabeza sumamente ofendida por lo que él se atrevía a gritarle, si bien se lo merecía, a veces ella de verdad tenía que aprender a cerrar la boca, o no estarían en la situación en primer lugar, pero problema de Toby no era, eso es lo que la terca Clockwork trataba de convencerse.

—¿Y esos tipos porqué te siguen? —retomó su charla el castaño, a lo que sin mucho detalle ella contestó

—Eh, digamos que hubo apuestas, pérdidas, y tal vez apuñalé a uno de ellos con un tenedor, y al hijo de su jefe en la cabeza...

La noche estaba impregnada con un aura de peligro, sus siluetas se recortaban contra el oscuro horizonte mientras los motores rugían y los disparos resonaban en el aire. Con la adrenalina surgiendo como un torrente de fuego en sus venas, Toby y Clockwork se lanzaron al vacío de la oscuridad, con cada paso llevándolos más lejos de los peligros que los perseguían.Los autos rugientes los acechaban como bestias hambrientas, cada bala silbando cerca de ellos como una advertencia mortal. Pero Toby y Clockwork eran más que simples presas; eran depredadores en su propio derecho, ágiles y astutos, con una conexión que trascendía las palabras. Juntos, se movían con una sincronización casi telepática, esquivando los vehículos enemigos con una combinación de agilidad y astucia.

Cuando los autos se cerraban, giraban en esquinas cerradas como serpientes esquivando el golpe de un cazador. Toby se lanzaba hacia adelante, utilizando su fuerza y velocidad para abrir camino a través del laberinto urbano, mientras que Clockwork, ágil como una sombra, se deslizaba por callejones estrechos y pasajes oscuros, siempre un paso adelante de sus perseguidores.

Finalmente, alcanzaron el borde de la ciudad, donde el resplandor de las luces de la carretera se extendía como un faro en la noche. Sin vacilar, se adentraron en la oscuridad del bosque, donde el susurro de las hojas y el crujido de las ramas bajo sus pies eran su única compañía. A pesar de que unos pocos hombres se aventuraron tras ellos a pie, su determinación ardiente los impulsaba hacia adelante, corriendo como el viento a través de la maleza densa y retorcida, hacia la seguridad que aguardaba más allá de la espesura del bosque.


Corrieron con todo lo que sus ya debilitados alientos pudieron dar, pero aquello no significaba que bajaron la velocidad, al contrario, se intercambiaban miradas robadas que se retaban entre sí a dominar su ahora campo, era una competencia que sólo alcanzaron a decirse con señalamientos sutiles como sonrisas. Toby tomando la delantera cuando decidió trepar cual mono hacia la copa de un árbol.

—¡Que movimiento más tonto! —Le gritó Clockwork quién siguió corriendo y en poco tiempo se tragó sus palabras cuando irónicamente el chico se abría paso más rápido entre el bosque saltando de rama en rama, yendo alto, bajando, por las hojas que lo envolvían cual abrazo cálido, conocía ese bosque como la palma de su mano, para Toby tenía tanta vida como cualquier otro ser, y Schwarzwald lo había tratado como familia.

Desde hace unos minutos habían perdido a los atacantes detrás, haciendo un escape perfecto, pero ninguno de los dos lo había notado, estaban tan inmersos en su propia competición que seguían por claros, jugando a cacería para ver quién cedía al terreno primero. Escalofríos recorrían la espalda de Clockwork ante la idea del proxy acechando por los árboles ya que hasta cierto punto lo perdió de vista y aunque intentó tomar ventaja de su agudo oído el sigilo de Toby era más predominante. 

Se detuvo mirando alrededor entre las copas, no, no lo identificaba pero sentía esa presencia, esa presencia que ya no podía negar como nervios y emoción, era Toby y siempre sería Toby en sus talones siguiéndola en cada paso para iluminar sus días, para hacerla reír y tal vez no hacerla sentir como una completa ajena al mundo, quién la hacía pertenecer y relajarse de ser una faceta de ira dentro y quien le abrió las puertas para darse cuenta de que no toda la humanidad dentro de ella estaba muerta... si no que, Toby la hacía sentir viva.

Respiraba agitada anhelando verlo de nuevo, una sonrisa inevitable cruzaba su cara más real que la que cicatrizaban sus labios, hasta que entonces fué sorprendida por detrás, Toby tacleándola al suelo y colocándose de forma torpe totalmente encima de ella. Clockwork yacía con la espalda al suelo, sus piernas reposando igualmente entre las de Toby, que estaba casi en cuatro extremidades sosteniéndose de sus brazos para no aplicar todo su peso sobre la caja torácica de la asesina.

Estaban más cerca que nunca.

Sus respiraciones chocaban.

Se hablaron entre sonrisas honestas, bajo la suave luz filtrada entre las hojas del dosel del bosque, los cuerpos de ambos se encontraban entrelazados en un abrazo íntimo. Sostenía su mirada con una mezcla de diversión y ternura en sus ojos. Por un momento, el aire vibraba con la emoción palpable del momento compartido, una chispa de complicidad que danzaba entre ellos como un fuego recién encendido.

Las risas suaves se desvanecieron lentamente, dando paso a un silencio cargado de promesas no dichas. En la penumbra del bosque, sus miradas se encontraron en un instante de conexión profunda, donde el tiempo parecía detenerse y el mundo entero se desvanecía a su alrededor. En ese momento, cada detalle de sus cuerpos, cada latido de sus corazones, tal vez incluso el reloj de Clockwork, parecía sincronizarse en perfecta armonía.

Se acercaron lentamente, como dos imanes irresistiblemente atraídos el uno hacia el otro. Sus labios se encontraron en un beso que trascendía lo físico, una fusión de almas que se manifestaba en un torbellino de emociones desatadas. Cada roce, cada suspiro compartido, era una declaración silenciosa de un amor que crecía en lo más profundo de sus seres.

El momento del beso fue como un destello en la oscuridad, una chispa de emoción que iluminó brevemente la noche. Los labios de Clockwork se encontraron con los de Toby en un instante de conexión palpable, un susurro suave en medio del caos que los rodeaba. Pero para la chica, ese instante fue más que un simple gesto; fue un destello de verdad que cortó a través de las barreras que había construido alrededor de su corazón.

Sin embargo, la sorpresa la inundó como una ola repentina, y se separó abruptamente del beso como si hubiera sido quemada. Los ojos de Clockwork se abrieron con incredulidad, su respiración entrecortada mientras su mente luchaba por procesar lo que acababa de suceder. El miedo y la confusión se entrelazaban en su interior, una tormenta de emociones que amenazaba con abrumarla.

Toby, por su parte, estaba desconcertado por la reacción. Sus ojos reflejaban su sorpresa y confusión mientras la observaba retroceder, como si hubiera visto un fantasma. Quería preguntar qué estaba mal, quería entender por qué ella estaba tan perturbada, pero las palabras se le atragantaron en la garganta, incapaces de encontrar su camino hacia el exterior.

—¡¿Huh?! —Exclamó incredula la pobre chica, observando a Toby atentamente —No, no tú... ¡Mierda!

En ese momento de silencio tenso, los dos se encontraron atrapados en un laberinto de emociones sin resolver, cada uno luchando con sus propios demonios internos. Y mientras la noche envolvía su mundo en un abrazo oscuro, el susurro del viento llevaba consigo el eco de un amor que se negaba a ser silenciado.

—Lo siento... Clock... Clockwork yo lo siento tanto —murmuró finalmente, su voz cargada de pesar y sinceridad. Cada palabra resonaba con el peso de su arrepentimiento, como si llevara el peso de su culpa sobre sus hombros. —No debería haberme dejado llevar así. No quería hacer que te sintieras incómoda.

—¡No! —Dijo ella firmemente acomodando su chaqueta y levantarse del suelo rápidamente —No... no pasa nada, es... a veces sucede entre amigos ¿No? ¡Sólo olvidémoslo! —Limpió la tierra de sus pantalones y tomó el cuchillo que había caído de sus bolsillos.

A medida que las palabras de disculpa escapaban de sus labios, Toby sintió cómo un nudo de angustia se formaba en su pecho. A pesar de su intento de reparar el daño causado, una sensación de vacío lo envolvía, como si un abismo se hubiera abierto bajo sus pies y lo hubiera arrastrado hacia la oscuridad.

La mirada de Clockwork, cargada de confusión y dolor, lo perseguía como una sombra, alimentando sus propias dudas y temores. ¿Significaba realmente algo para ella, o había sido solo un error, un momento de debilidad en medio del caos? La pregunta resonaba en su mente como un eco insistente, llenándolo de una sensación de desolación que amenazaba con ahogarlo.

A pesar de sus esfuerzos por mantener la compostura, Toby sintió que una oleada de emociones lo abrumaba, amenazando con romper la frágil fachada que había construido a su alrededor. La sensación de no ser suficiente, de no significar nada para la persona que más le importaba, lo envolvía como una niebla fría, nublando su visión y oscureciendo su corazón.

—...Debería-

—Irme, si, es buena idea. —Expresó Clockwork fríamente sin mirarle a los ojos, no podía, estaba tan abrumada e inundada de pensamientos que no sentía su cerebro respirar, apresuró a darse la vuelta metiendo marcha inmediata en otra dirección.

—Adiós Toby

Se despidió vagamente para desaparecer entre la oscuridad

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