₃₉

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Taehyung.

Cuando entré a mi penthouse, no esperé encontrar las las luces prendidas. El sonido de la batidora proveniente de la cocina me acompañó al fruncir el entrecejo con extrañeza. Observé el living, quedándome impresionado con la organización, no veo botellas de soju vacías, ni camisetas sobre los muebles, ni cajas de pizza en la mesita de centro. Dejé las llaves de mi auto en el recibidor y me encaminé al ruido sin ser nada cuteloso, no me asustaba lo que pudiera encontrar.

Frente a la encimera, encuentro a una mujer joven, me da la espalda y al parecer prepara algo de comer. Por el uniforme que lleva deduzco que es una empleada, y cuando me nota y voltea a verme, su rostro me parece conocido.

-¿Hola?- dije perdido.

-Oh. Señor Taehyung.- me hace una corta reverencia

-Mi madre está aquí ¿no?- hablo, entendiendo varias cosas.

-Sí, se encuentra en su habitación.- afirmó educadamente.

-Bien, continúa con lo que hacías.- dije para luego alejarme de ahí e ir a mi habitación al otro lado del departamento.

La puerta estaba entreabierta así que solo tuve que empujar para abrirla. Mi madre yacía sentada sobre la cama, no consigo verle el rostro, pero casi que puedo imaginar su expresión mientras mira la foto enmarcada que tengo en mi mesita de noche. El retiñir de las bisagras le avisaron de mi llegada, lo que le hizo voltear. Se levantó de inmediato al notarme y yo cerré la puerta detrás de mí.

-Ya estás aquí.

-¿Trajiste a tu empleada en serio?- dije, sonando involuntariamente seco.

-Sí. Lo dices como si tuviese algo de malo.- levantó una ceja.

-No es eso. Solo no era necesario.- respondí mirándola.

-No seas grosero, Taehyung, trato de ayudarte.- bufó- Esta casa estaba patas arriba, Kirah lleva toda la tarde ordenando.

-Sigue siendo mi casa, mamá. Soy yo quien único vive aquí, por eso vivo como quiero, hago lo que quiero, cuando quiero, porque no le molesto a nadie.- me defendí con mala cara, dedicándome a quitarme el abrigo del traje.

Tras unos minutos de silencio, escuché su suspiro  cansado, y el tacón de sus sofisticados zapatos repiqueteando contra el suelo me dijo que me se acercaba. Le atendí cuando sentí su presencia a mi lado, bajando la mirada porque su estatura era notoriamente infieror a la mía. Ella colocó sus manos en mis hombros, y odié la consternación en su mirada, estoy un poco harto de que me mire así.

-¿Cómo estas?

-Estoy bien.- mi respuesta llegó tardía, y estaba seguro de que no fui ni un poco creíble.- ¿Por qué estas aquí? Te he dicho millones de veces que no vengas.- sujeto sus manos cuando quiere llevarlas a mis mejillas, logrando con sutileza que me deje de tocar.

-Quería ver que estuvieras bien.- responde

-Lo estoy, ¿vale?. Estoy bien- me señalé.

Mi madre tomó otro suspiro, desahuciada.- No vine solo por eso. También quiero hablarte sobre algo.

La miré atento cuando la oí decir eso.

-Ve a ducharte primero- no me dejó hablar- , te esperaré para cenar juntos.- y me pasó por al lado, saliendo de la habitación.

Sin otra opción fui a bañarme, safándome los primeros botones de la camisa de camino al baño. Salgo al cabo de unos minutos y me visto con una de mis cómodas pijamas. Me hunté algo de loción y en unos minutos más, ya estábamos en la mesa mientras la empleada colocaba para nosotros lo preparado. Mamá la despachó permitiéndole irse a su hogar dándole su merecido pago por las horas extras, y entonces sí nos quedamos solos a comer.

Estuvimos escuchando únicamente el sonido de los cubiertos los primeros instantes, hasta que el silencio fue roto por la femenina y madura voz de mi progenitora.

-Bien, debo decirte esto, porque eres lo único que tengo en el mundo, y porque además eres mi hijo.

-Si vas a sermonearme-

-No.- me interrumpe, lo que me insta a prestarle mi absoluta atención-. No es por ahí por donde voy

Vi como soltaba los cubiertos que sostenía y seguidamente se limpiaba las comisuras de la boca con su servilleta.

-Estoy... estoy iniciando una relación.- soltó, poniéndome el rostro de mil colores.

-¿Una relación?- enarco una ceja con escepticismo.

-Exacto.- afirma-. Ya ha pasado un tiempo desde lo de tu padre, sabes que sufrí, como tú, ambos la pasamos mal, pero con mucho sacrificio me recompuse. He encontrado a alguien y. . .

-Mamá, mamá, mamá- la frené, su argumento me estaba dando dolor de cabeza.- ¿Qué diablos? ¿De verdad estás diciéndome todo esto?- le dedico mi mirada más incrédula, ella solo guarda silencio.- ¿Tiene sentido que me hagas saberlo? - reí grotescamente- ¿Acaso esperas que lo acepte, que esté de acuerdo?

-Pero hijo...

-Nada de peros mamá.- la interrumpo-. Jamás aceptaré que tengas nada con nadie, ¿qué te sucede?, ¿perdiste la cabeza?

Mi madre sopla, molesta.- ¿Por qué?, ¿por qué no, hijo?

-Porque no.- respondí secamente, mirando a otro lado- no necesitas a nadie, ya me tienes a mí, yo soy y seré el único hombre en tu vida.

-¿A ti?- repitió- ¿Te tengo a ti, Taehyung? Estas siendo malditamente egoísta. Tú nunca estás. Hace mucho tiempo que no estás para mí.

-Eso no es verdad.

-Es verdad.- me contradijo.- Trato de acercarme a ti, viendo que solo nos tenemos el uno al otro, pero no haces más que cerrarte en banda, no aceptas mi compañía, no quieres a nadie cerca.- mis manos se cierran haciéndose puños, tal vez porque todas esas verdades me causan impotencia.- Llevo demasiado sintiéndome sola, Taehyung, y ahora me siento querida. Yo a diferencia de ti no vivo por vivir, no quiero pasarla amargada y sola el resto de mi vida.

-¿Qué me estas queriendo decir?- la encaré.

-Que no estoy pidiéndote permiso, solo lo estoy comentando contigo. - echó la silla hacia atrás y se puso de pie-, lo que significa que haré lo que quiera.

Mi mirada se torna de advertencia.- Si lo haces... si te enrredas con ese tipo no vuelvas a buscarme.

Ella me otea, descolocada por lo que imponía lo que acababa de decirle-Tae...

-Sí, mamá.- me pongo de pie de igual forma-. O tu hijo, o tu noviecito de mierda.- sentencié, echando la silla hacia adelante ruidosamente.- Elige.

Vi a detalle como su rostro bajó por completo, su tristeza fue visible, había decepción también. Agachó la cabeza, y se quitó la servilleta del cuello para ponerla en la mesa.

-Realmente no te reconozco.- murmuró luego de algunos segundos.

Asimismo, se dirigió al living a por sus cosas. Se enganchó el bolso en el hombro y entendí que se iría.

-¿Es todo?, ¿no dirás nada más?.

-No, me marcho.- Me miró desde su sitio, sosteniendo el haza de su bolsa. Se limpió el rostro con el dorso de la mano, y yo, a duras penas, discerní sus ojos aguados.

¿Por qué pongo tan sensible a la gente?

Mi madre caminó hasta la salida. Agarró la manija de la puerta, y se fue sin mirar atrás siquiera un instante, dejándome con la mandíbula apretada.

Giré sobre mis talones y di fuertes pisadas hasta la botella de whisky sobre el buró que divide la sala y la cocina. Cogí un vaso de cristal de la vitrina y me serví del líquido. Me doy un trago con el que el caro whisky baja por mi garganta livianamente. Me siento de mala gana en el sofá de pelusa que tengo al lado mientras sujeto mi bebida con mi mano anillada. Alcanzo el control de los altavoces en la mesita de centro y le quito la pausa a la música, subiendo el volumen a todo lo que daba. Me bebí lo que restaba en el vaso, volviendo a llenarlo.

Pero me levanté y me acerqué al gavetero que se hallaba bajo el vistoso plasma que cuelga en la pared de granito paralela a mí, en donde recordaba haber dejado un pequeño nailon con mi adorado polvo, droga. Lo cierto es que tengo un poco por todos lados, de milagro la chica que limpió hoy no encontró nada con lo que mi madre se hubiese escandalizado, pues aunque ya está penosamente al tanto de que su hijo se mete mierdas para drogarse; entendiblemente no se acostumbra a la idea. Hallé lo que buscaba y lo tomé, llevándomelo de vuelta al sofá. Esparcí el contenido en la mesita de centro y pegué la nariz al cristal para aspirar el polvo blanquecino.

Me enderecé y estrujé mi nariz, inspirando profundo, dispuesto a dejar que la heroína me nublara los sentidos. Me tumé bocarriba sobre el sofá y cerré mis ojos, sintiendo la relajación adentrarse a mi cuerpo.

Me encanta esta sensación.

Tn.

Inglaterra/Londres

-Parece que si es grave despues de todo.- señaló el doctor Gilbert a mi lado.

-¡Código azul!

Para cuando despegué la mirada del informe médico, alarmada por el grito, vi a la enfermera de turno avanzar hacia mí trotando.

-¡Doctota, perdemos al paciente de la 103!

-Stella y Nicki, acompáñenme, necesito que me asistan.- le hablé a los chicos que se encontraban en su labores en sus cubículos junto a otras enfermeras y asistentes de enfermería.- Doctor-

-Vamos, iré también.- dijo decidido, acomodándose el estetoscopio en el cuello.

Dejé lo que tenía en manos sobre el mostrador y así nos dirigimos a la habitación. Al llegar el pitido del computador llenaba la habitación. Noté que estaban safadas las mangueras de oxígeno y abrí los ojos como platos.

-¿¡Qué sucedió aquí?!- pregunté mientras nos aproximábamos a la camilla en donde yace el señor inconsciente.

-¡Estaba así cuando entré hace un minuto!- contestó Jehna en lo que yo rápidamente bajaba la talanquera de la camilla para tener mas acceso.

-Aún podemos hacer algo.- comunicó Gilbert, tocándole la yugular al paciente.

Uní mis manos y las llevé a su tórax , comprimiendo los centímetros necesarios hacia abajo con todas mis fuerzas una y otra vez con el único propósito de revivir su corazón, pero la línea horizontal en el computador seguía como mismo. Se me iban algunos quejidos por la fuerza aplicada, mi flequillo inoportuno colgándome delante de los ojos.

-Venga, venga...!

-Espera, permíteme hacerlo.- Nick me apartó e hizo el intento. Stella por otra parte ayudaba con el oxígeno artificial a través de la bolsa autoinflable.

-Necesitamos reanimación.- dije al ver que no lográbamos nada.

Nicki se apresuró en arrastrar la mesa de reanimación hasta mí, mientras Gilbert y Stella despejaban dejándome hacer mi trabajo.

Coloqué En el pecho desnudo del paciente y otra un poco mas abajo del centro del pecho, haciendo que el cuerpo reaccionara con la descarga eléctrica.

-Recarga a 130- ordené, siendo obedecida por Nicki al instante.

Me giré otra vez, posicionando los aparatos de la misma forma que antes, recibiendo la misma reacción.

-Mierda.- maldije en coreano.

-140- pido, repitiendo el proceso cuando me recargan los aparatos nuevamente.

El paciente siguió inconsciente, sin reaccionar a la última descarga eléctrica que acaba de recibir. Me quedé quieta, respirando agitadamente, sabiendo a conciencia que sería en vano hacer algo más. Miré al doctor Gilbert y él observó su reloj de pulsera.

-Hora de muerte: 8:13 a.m.

(...)

Jack.

Visualizo a Tn junto a las barandillas del balcón de la cafetería y no dudo en acercarme, arreglándome la ropa con superficialidad.

-¿Tomando un descanso?- le hablo cuando llego, ella me mira, disimulando la sopresa de verme.

-Sí.- murmura breve, bajando la mirada mientras el viento le despeina un poco, la oteo sin tapujos, pensando en lo dichoso que sería si pudiese tocar esos apetecibles labios.

Me descubrí mirándole el escote, y me pregunté por qué siempre acabo mirando hacia ahí, ni siquiera revela tanto, pero mi mente perversa maximiza las cosas. Reaccioné cuando Tn cruzó los brazos sobre su pecho, cerrando la bata de modo que tapara. Me miró incómoda ,y me habló:

-¿Supo lo de la habitación 103? Las mangueras de oxigeno fueron zafadas.- me dijo, tan linda y profesional como siempre.- Alguien tuvo que allanar la habitación y hacerlo. Tendría que iniciarse una investigación, ¿no?.

-Claro, ya estamos resolviendo ese problema. Y no te preocupes, estas absorta de culpa.- le sonreí cortamente.

-Bueno.- murmuró.

-¿Almorzaste ya?- pregunto al cabo de un minuto en silencio.

-Uhm, no, no tengo hambre todavía.- me contestó.

-¿Cómo que no? Ya es hora de almuerzo.- dije.

-Pues...

-Yo tampoco como nada aún. Podríamos almorzar juntos. De hecho podemos ir a mi casa y que mi criada nos prepare algo rápido. Tenemos tiempo, y yo vivo a diez minutos en auto.- digo, viéndola girarse de lleno a mí con el "no" en la boca.- Debes estar cansada de comerte la comida que dan aquí.

-Yo...no, l-la verdad no me parece bien, señ...

-Vamos, linda, no me menosprecies.- toqué su pelo y luego puse mi mano en su hombro haciéndola callar y mirarme nerviosa- ¿Que dices, vienes?

-E-está bien...

Graciasxleer ❤

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