Crisis existencial🕰

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Nora no contestaba el móvil. Seguía sin dirigirme la palabra después de nuestra conversación de la mañana.

Estaba a punto de abandonar la facultad cuando escuché una voz familiar a mis espaldas.

—¡Claudia!

Me giré para encontrarme con la persona con la que menos quería toparme en ese momento: el tutor de mi tesis de licenciatura. Alerta de spoiler: de esa no salía con vida.

—¡Ah! ¿Cómo está? —pregunté con mi último resquicio de inocencia.

—¿Que cómo estoy? —Enarcó una ceja. Debería dejar de hacer ese gesto, porque ya tiene una más alta que la otra—. ¿Cómo está tu tesis? Recuerda que la entrega es dentro de dos semanas.

A los tutores les encanta "recordarte" las cosas obvias.

—Ya casi la termino —evoqué la mentira "más antigua de la historia" del estudiante universitario.

Me miró con escepticismo. Por supuesto que no me creía.

—Entonces, envíame hoy el adelanto del capítulo final.

—Está bien —acepté el desafío, tratando de sostener su mirada inquisitiva.

Estaba a punto de huir de una muerte segura cuando mi verdugo me volvió a interpelar. Claramente el "profesor Snape" no me dejaría escapar invicta.

—Claudia —su tono de voz se tornó más serio, si es que eso era posible—, ¿qué piensas hacer cuando te gradúes?

La pregunta me desestabilizó. No es raro que un profesor quiera saber dónde piensas trabajar. Solo que, como todas las decisiones importantes en mi vida, trataba de desterrarla de mis pensamientos hasta su llegada inminente.

—La próxima semana es la elección de plazas laborales —me advirtió.

Esta vez, la obviedad hizo que se me encogiera el estómago. Tenía que darle una respuesta en aquel momento, así que ignoré los susurros de mi mente, y en su lugar, escuché a mi corazón:

—Quiero trabajar en una editorial. —Era una verdad a medias.

—Eso sería muy bueno —aprobó, aunque la expresión de su rostro no difería mucho de su "modo enojado"—. Tú eres excelente en el trabajo de edición y podrías quedarte laborando en la editorial de la facultad de Artes y Letras de la Universidad. Sería una gran oportunidad para ti y para tu curriculum. Solo... piénsatelo.

—Lo pensaré.

Cuando logré desembarazarme de aquella situación y escapar del "cepo" ya era más de mediodía.

Dejé la facultad y caminé rumbo a mi casa mientras mis pensamientos vagaban en otra dirección.

¿Qué quiero hacer en mi vida? ¿Quién deseo ser? Esas preguntas llevaban días torturándome y ahora mi profesor las había dicho en voz alta.

   Mi madre y yo compartíamos un sueño. Ella me visualizaba sentada detrás de un buró, rodeada de manuscritos esperando por mi aprobación y con mi tacita de café mañanero a un lado. Incluso me compró la ropa que, según ella, usan las editoras, y que consistía en una falda ceñida hasta las rodillas, camisa blanca de mangas largas, y zapatos de tacón mediano.

Desde que tengo uso de razón he adorado viajar a los más recónditos parajes a bordo de ese maravilloso y extraño artilugio llamado libro. Pero hace un tiempo, no me conformaba con recorrer aquellos mundos en solitario. Fue entonces cuando descubrí esas grandes comunidades en las redes sociales denominadas fandoms. Grupos de soñadores e incomprendidos que, como yo, habían encontrado una alternativa a la soledad. Ahora, los amantes de Harry Potter podían compartir sus gustos sin ser juzgados, aunque fuera a través de la pantalla de un teléfono móvil. Era el sustituto de los cafés literarios de la época de Tolkien.

Pero mi aspiración era más ambiciosa: quería ser yo quien ayudara a crear esos maravillosos y extraños artilugios; ser la asistenta de vuelo que les diera a esas grandes comunidades de fans el ticket de avión para viajar a la Tierra Media, o a la plataforma 9 Tres Cuartos. En fin, quería ser editora de libros para jóvenes. Pero mi elitista facultad de Artes y Letras se había encargado de aplastar ese sueño con su mortero de "oro".

"Crepúsculo es una historia banal", "Harry Potter es una obra sobrevalorada y comercial", "Los juegos del hambre es un sinsentido", "la literatura juvenil es basura"; eran los comentarios que mis profesores repetían hasta la saciedad. Como si todo lo que hiciéramos los jóvenes fuera banal y sin sentido; o solo las personas adultas como Shakespeare y Cervantes tuvieran derecho a hablar de amor, locura y decepción. Como si un personaje, por el hecho de tener 17 años, fuese menos complejo e interesante. Como si los Young o New adult no supiéramos expresar correctamente nuestros sentimientos.

En verdad –meditaba mientras apresuraba mis pasos como queriendo escapar de un pensamiento–, los adultos critican la literatura juvenil porque echan de menos ser jóvenes.

Y yo, a mis 23 años, a punto de graduarme de la universidad y comenzar a preocuparme por un salario y "cosas tangibles", tenía miedo a dejar de ser joven. Y, sobre todo, me atemorizaba dejar de ser una fangirl.

Arribé al fin a mi casa, crucé a toda prisa el umbral, y me refugié en mi preciada burbuja de cristal. El reloj marcaba las 3 de la tarde ¡Qué rápido había pasado el tiempo!

https://www.youtube.com/watch?v=qqbL4cWJ7PA

Banda sonora perfecta: "Eight" by IU💖 and Suga💜. Canal de Youtube: https://youtube.com/@LoveYourselfSubs

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