Fujoshis locas😜

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Como siempre sucedía cuando la luz del día disipaba las tinieblas de la noche, me sentía patética esa mañana por mi ataque de pánico nocturno. 

  La mano de Nora, cuyo tacto había sido gentil anoche, ahora me arrastraba sin piedad hacia el comedor para tomar la comida más importante del día.

  Vanesa y Melisa ya estaban allí, y esta última se mostraba un poco más animada esa mañana.

—Chicas, lo siento si fui un poco brusca anoche —dijo un poco avergonzada—. Es que me dolía la cabeza.

—No, tranquila —me apresuré a decir ante el silencio de Nora—. Lo bueno es que ya estás bien.

—Sí, ya estoy mejor —confirmó ella más aliviada.

En ese momento, Caterin corría a toda velocidad hacia nosotras.

—¡Ey, grupo! —dijo agitada—. Que levante la mano a quien le guste el Yaoi.

Las cuatro extendimos nuestros brazos en señal de aprobación.

  Pausa para contexto: Yaoi o Boys love –BL– es un género de manga, anime y dorama de Asia, que contempla las relaciones amorosas y/o sexuales entre dos varones. A los fans de ese género se les llama fujoshi o fudanshi dependiendo de si eres mujer u hombre.

—¡Perfecto! —Aplaudió entusiasmada—. Porque resulta que Constantin, ustedes deben conocerla, es la youtuber española del canal Diario de una fujoshi, está ahora en el Maid Café y quiere hacer un debate con sus nakamas. ¿Quieren participar?

—¡Sí! ¡Claro! —respondimos casi todas al unísono.

—Vayan ustedes —dijo Melisa. —Le prometí a mi novio que iba a pasarme el día con él.

A pesar de nuestra insistencia, no hubo manera de convencerla de que se nos uniera. Nora no pudo aguantar más y de camino al maid café acorraló a Caterin:

—¿Me puedes decir quién narices es el vampiro chupasangre que tiene Melisa como novio?

—Se llama Travis —se desahogó Caterin, feliz de poder depositar en alguien más la pesada carga que tenía sobre sus hombros—. Y es, en resumidas cuentas, el cliché del “chico malo” de las novelas de romance juvenil.

Todas abrimos los ojos "como platos", porque, por desgracia, entendíamos la referencia.

—Irresistiblemente guapo e irresistiblemente tóxico —se quejó Caterin—. La trata como una frazada de piso. Y lo peor es que ella piensa que está viviendo el tórrido romance de A tres metros sobre cielo.

—Pero, ¿tú no le has tratado de abrir los ojos? ¡Eres su amiga! —sugirió Nora.

—¿Y tú crees que no lo he hecho? —contestó ella perdiendo la calma—. ¡Estoy cansada de decírselo! Pero ella se molesta conmigo y de pronto me pone como la bruja encarnada que los quiere separar. Ya desistí. ¡Me trae sin cuidado lo que le pase!— Dijo eso, pero sus ojos delataban que estaba lejos de rendirse cuando se trataba de su amiga.

—Bueno, pues está claro que tenemos que hacer algo —concluyó Nora.

Vanesa asintió con la cabeza, pero yo no fui capaz de agregar nada. No acostumbraba a terciar en los problemas de pareja, empezando porque ni yo misma podía hacer que mis relaciones funcionaran bien.
                         

  Con el dilema “chica buena/chico malo” en el centro de la conversación, llegamos finalmente al maid café “Gremiio” (sip, con dos íes).

  Su fachada lucía bastante sobria, pero la experiencia dentro de sus muros era como estar dentro de un manga. Las paredes estaban cubiertas por viñetas de varias historietas: por un lado, Kimetsu no yaiba y Tokyo Revengers, por el otro, Fruits Basket y Ouran High School Host Club. Las mesas estaban ocupadas en su mayoría por chicos que jugaban a las cartas o que estaban enfrascados en un debate sobre cuál era el mejor anime de pelea. Los asistentes que servían los aperitivos vestían de personajes de manga, de los cuales solo reconocí a un par.

—¿Cómo es que ellos pueden pagar el café si hace solo un día que llegamos al campamento? —pregunté señalando a un grupo de muchachos a nuestra derecha que habían acaparado café como para no dormir en una semana.

—Cuando el campamento termina, puedes quedarte con el dinero que ganaste, y gastarlo si regresas los próximos años —explicó Vanesa, desplazándose sin problemas con su silla de ruedas—. Yo tengo un poco del que gané el año pasado.

—¡Oye, Vanesa, qué calladito te lo tenías! —dijo Nora con picardía—. Tienes una fortuna acumulada y no nos lo habías dicho. ¿No habrá algún donativo para los pobres como yo?

Caterin le siguió el juego.

—Ja sí. Tienes "la astilla clavá" como se dice. Mira que si compartes conmigo, te dejo poner música de BTS en nuestro cuarto.

—No es tanto dinero, de verdad. —Se sonrojó Vanesa, sin poder evitar sonreír ante los intentos de adulación.

  Carla, esta vez con el pelo teñido de un azul arándano, salió a nuestro encuentro:

—¿En qué las puedo servir, nakamas? —preguntó haciendo una tradicional reverencia asiática.

—Venimos a ver a Constantin —explicó Caterin.

—¡Ah sí! Está en la zona VIP. Ellos las escoltarán.

  Al decir “ellos”, dos muchachos, ataviados con trajes de mesero, salieron de atrás de la barra. Lucían el típico corte de pelo con flequillo de los personajes masculinos de manga. El más alto tenía un brillante cabello castaño oscuro, y portaba una gafas con armadura negra que enmarcaban unos muy atractivos ojos color avellana. El otro, más bajo de estatura, desbordaba ternura con un rostro más inmaduro, unos hermosos ojos verdes y el cabello más claro. Nora y yo soltamos un grito ahogado cuando reconocimos a Takano y Onodera de nuestro manga favorito, Sekaiichi Hatsukoi.  

—Por aquí, señoritas —dijo educadamente el que hacía cosplay de Takano.

—¡Gracias! ¡Qué amable! —se adelantó Nora dirigiéndole una mirada seductora.

—¡Ah la triste paradoja de las fujoshis! —suspiró Caterin—. Nos enamoramos de personajes masculinos que, por su orientación sexual, no estarían con nosotras.

—Sin mencionar que no podríamos estar con ellos porque son personajes de ficción —apuntó Vanesa con desánimo.

Atravesamos un pasillo que desafiaba las pequeñas magnitudes que aparentaba el edificio visto desde fuera, y llegamos a una pequeña salita donde había varias personas reunidas en un círculo.

  —Me siento como alguien importante —me susurró Nora cuando entramos, a lo que yo asentí con una sonrisa nerviosa.

—¡Ah, bienvenidas! —dijo con marcado acento español una chica de pelo rojo oscuro, a la que reconocí de inmediato como Constantin—. Ehm… vamos a ver... creo que nuestro círculo deberá crecer.

  Cuando nos hubimos acomodado todos para formar una circunferencia más grande, ella inició su charla.

—Vale, para poner a las nuevas un poquito al tanto, decía que no quería hacer esto en un reservado VIP, pero Carla insistió en que así debía ser. Creo que es porque quiere proteger los “inocentes” oídos de los chicos de allá afuera.

    Reímos por el comentario.

—Sí, es que a muchos les da urticaria oír hablar de yaoi —se burló una muchacha.

—¿Y por qué creéis que sea? —provocó Constantin.

—Por homofobia —respondió un hermoso chico de pelo largo.

—Porque creen que rechazando y criticando el BL se están autorreafirmando como “hombres” —argumentó una muchacha con gafas.

—Porque el Boys love es el mejor género de manga, anime y dorama que existe, pero ellos no están listos para esa conversación —agregó Caterin.

  El comentario fue apoyado con vítores por la mayoría.

Constantin esperó a que se hiciera nuevamente un silencio para retomar la palabra:

  —Pero vosotros mencionáis “hombres” y “ellos” como los que no son parte del fandom. ¿Creéis que solo las mujeres y los hombres homosexuales consuman este tipo de contenido?

—En su mayoría sí —contestó el chico de larga melena—. Pero sé de muchos hombres hetero que ocultan que leen mangas yaoi por prejuicios sociales.

—Y ¿cómo descubristeis el género? —preguntó la youtuber.

—Bueno a ver —comenzó a relatar Nora—, si a mí tú me hubieses dicho hace un año que me iba a gustar ver o leer historias chico/chico, no te hubiese creído. Porque usualmente lo que te venden en el mercado occidental son historias de romance hetero, y en el porno, cuando hay una pareja homo casi siempre es de dos mujeres, porque es lo que a los hombres les suele gustar. Entonces, según la lógica asquerosa machista, lo que le gusta a los hombres es lo que “supuestamente” le debe de gustar a todo el mundo. —El argumento fue respaldado por los presentes—. Pero cuando, por recomendación de alguien —Nora dirigió una mirada intencionada hacia mí—, acepté ver un Boys love tailandés dije: ¡Por mi vida! ¡Lo que me estuve perdiendo todo este tiempo!

  Las carcajadas estallaron en la pequeña sala.

—¡He encontrado el One Piece!— corroboró entre risas la muchacha de rasgos asiáticos de nuestro viaje.  

   De repente, el jolgorio cesó y las carcajadas dieron paso al más absoluto silencio ante la llegada de un inesperado visitante.

—¡Buenas! ¿Puedo unirme? —pidió Erik.

****
FRIKI-DICCIONARIO 

Nakama: compañera en Japón

Fujoshi: literalmente significa "mujer podrida". Se les llama así a las fans femeninas del género Boys love. El equivalente masculino sería fudanshi.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro