Jennie Kim. Una adolescente que no sabía nada del mundo exterior, más allá de su orfanato.

Escapó del mismo y se fue a los Estados Unidos, muy lejos de su ciudad natal, Seúl.

No tenía nada, se pudo ir a este país por embarcar en secreto a un barco de carga, escondiéndose de cualquiera.
Al llegar, no dudó en irse a Houston, Texas, en donde no pudo hacer más que instalarse en un terreno baldío, en donde pasaba frío, hambre, etc.

Tenía que salir a pescar a lugares gratuitos y públicos, ir a los asquerosos baños públicos de los parques, buscar ranas cerca de los lagos, robarse comida de las personas que asaban en los mismos parques. Toda una tortura.

Un día, conoció a un chico en un festival. Jeon JungKook.

Era muy agradable, muy guapo, muy carismático.
Tuvieron sus quevéres más de una vez, consiguiendo que Jennie se embarazara, pero será mejor que lo vean por ustedes mismos.

-Quiero que conozcas a mis padres, Jennie.- Le dijo el joven mientras tomaba las manos de la chica.

Ambos estaban más que seguros de que su relación era seria. Estaban listos para dar ese gran paso.
Jennie le contó todo a JungKook en su momento, el que había escapado de Seúl, que vivía (actualmente) en un intento de casa, todo.
Y JungKook la entendía, él le había prometido sacarla de ahí y llevarla a vivir a Las Vegas, pues no sería problema con el nivel económico que tenía.

JungKook y Jennie ya estaban fuera de la casa del primer mencionado. La castaña echaba nervios por los poros, era como estar frente a la persona que más te odia en la vida. Así lo veía como adolescente.
El chico la invitó a pasar, sin esperar lo que estaba por venir.

-¿Dónde están todos? Por Dios, que vergüenza. Les dije que vendrías. Los iré a buscar, espera aquí.- El chico miró a su novia, quien veía todo como su fuera lo más hermoso del mundo. -Ah, si tienes hambre puedes comer algo del refrigerador, no tardo.

Jennie moría de hambre. Se dirigió a la cocina y abrió el electrodoméstico, encontrándose con miles de platos ya preparados, todos, obviamente, de la más alta cocina, en donde Jennie quería estar.
Agarró un plato de comida y comenzó a cucharear, pudiendo así saborear el dulce gusto que le causaba aquel bocado en sus papilas gustativas. Hasta que...

-Lo que haces es de muy mala educación.- Habló una voz masculina. El padre de su novio estaba ahí, mirándola como si fuera un bicho raro. -¿Quién te invitó a mí casa?

-Tú debes ser la novia pobre de JungKook.- Habló esta vez una voz femenina. Una chica de cabellos entre cafés y rubios estaba ahí, apuntándole. -No sé qué te vio. Eres pobre y fea.

-Y-yo...

El señor le tiró la comida al piso, mientras la chica sólo se dedicaba a picarla con maldad. Se reían de ella como si fuera su bufón, como si fuera la persona con quien desquitarse.

-Debes irte. Este no es tu lugar.-

-No eres bienvenida.- Habló esta vez una señora. Claramente la madre de JungKook. Esta comenzó a empujarla, haciendo qué Jennie perdiera un poco el equilibrio. -Debes irte.-

-No me iré.- Respondió segura. -JungKook me invitó, si quiere que me vaya, que me lo diga él.

-Además se pobre, tonta.- Aseguró la señora. -¿Enserio crees que mi hijo te hará caso? Pobre gata.

Lo siguiente que sintió Jennie, fue como un líquido pegajoso caía desde su cara hasta sus piernas.
Su "suegra" le había lanzado una bebida. Esto era inaceptable.

Comenzó a enfrentar a las tres personas que la molestaban. El padre, la hermana menor y la madre de JungKook. Estaba tan indignada que comenzó a insultarlos.

-Jennie, ¿Qué sucede?.- Preguntó un confundido JungKook, metiéndose entre su familia.

-Ellos-Ellos me- -

-Suficiente. Te vas de esta casa en este momento. Y no quiero que te vuelvas a acercar a mi familia. No eres bienvenida. Dara, llevátela.- Le Ordenó a la que parecía ser su mayordoma.

Ah, pero eso no fue impedimento para Jennie y para JungKook, Quienes aún se veían y disfrutaban de un poco de tiempo juntos. Incluso tenían unas cuantas aventuras en lugares... poco comunes.

En una de esas aventuras, Jennie experimento un embarazo adolescente.