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Capítulo Cuarenta
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Scott nunca había sido fan de correr, en realidad lo odiaba. El ejercicio físico nunca había sido su fuerte, y pese a que su cuerpo se encontraba en muy buena forma y su estado físico también, la verdad es que su resistencia era totalmente nula.

Siempre había evitado cualquier cosa que incluyera el ejercicio. Era por eso que Tandy se encargaba en su mayoría del trabajo de campo cuando esto significaba salvar a algún mutante que estaba en peligro. Aunque no es como que la rubia se quejara, todo lo que incluyera violencia y tortura le gustaba a su amiga.

Pero aún cuando odiaba correr, su cuerpo gritaba por un segundo de descanso, y estaba seguro que sus pies estaban llenos de ampollas y la gente lo tomaba por loco cuando pasaba de ellos en un muy mal estado, Scott no había parado en ningún segundo.

Necesitaba llegar a la torre cuanto antes a avisar a todos. Ir a la heladería no era una opción. Si sus amigos eran un poco listos habrían evacuado aquel refugio cuanto antes resguardando la vida de los cientos de mutantes que se encontraban allí. Así por el momento, su opción más lógica era llegar a la torre Titans.

—¡Maldición! Muy mal momento para no dejar una llave bajo el tapete, amigos —Miró a ambos lados después de varios minutos de llamar la puerta y confirmando que no hubieran personas mirando, utilizo sus poderes quemando la cerradura para poder entrar.

No es que haya esperado que alguien estuviera allí realmente. Meave era verdaderamente ingenua si tenía la más mínima esperanza que sus amigos no hicieran nada rescatarla. Pero tal vez era muy tarde para aquel grupo de superhéroes y para él también. La culpa lo seguía carcomiendo después de abandonarla con personas que solo querían lastimarla. Pero si Hellfire Club había cuidado entre muchas comillas a Andy, confiaba en que también lo harían con Meave.

—¿¡Hay alguien aquí!? —Se adentró en los pasillos llegando a la sala principal—. ¿¡Qué ninguno se quedó haciendo guardia!?

Giró sobre si mismo esperando varios minutos escuchar una voz familiar o algún ruido que le diera esperanza pero finalmente se dio por vencido. Necesitaba avisarle a sus amigos que al paradero de la rubia había cambiado y que tal vez todo pintaba a ir peor. Necesitaba hacerles saber lo que Trask había hecho con Meave y de la posible guerra que se avecinaba. Él necesitaba...

¿Acaso se estaba desmayado?

—Juró que podría casarme contigo —Le habló al sofá recostando su cuerpo en él y un suspiro de alivio salió de sus labios—. Recuérdame decirles que ellos la tienen —Cerró sus ojos cuando las sensaciones de su alrededor se hacían cada vez más imperceptibles—. Debo decirles que ellos la tienen...

××××

Vale, no es que su realidad haya cambiado mucho. Pasar de estar encerrada en un lugar a estar encerrada en otro no significaba gran cambio. Al menos el lado positivo era que ahora tenía sus poderes en libertar para destrozar todo lo que encontraba a su paso.

Estaba agotada y adolorida, pero el odio y la impotencia estaban ganando la batalla en su cuerpo y sus poderes simplemente fluyeron lanzando sus sierras a todo lo que estuviera en la habitación volviendo todo picadillo.

¿Dónde mierda estaba su hermano cuando necesitaba cortarle la cara?

Seguramente parecía una loca, pero para ese punto ese era el menor de sus problemas. Estar encerrada en esa habitación era mil veces peor que estar en la celda de Trask —O tal vez era solo su enojo haciéndola exagerar. Por supuesto que no era peor— pero al encontrase tan incomunicada y tan lejos pero a la vez tan cerca de la libertad la hacía gritar tanto de frustración que posiblemente quedaría sin voz.

Meave necesitaba volver con ellos.

—Veo que tus pulmones funcionan bastante bien para haber sido torturada bastante, tus gritos se escuchan hasta el final de pasillo —Mencionó Celeste con diversión mirando sus uñas recién barnizadas y ahogó un grito de asombro segundos después.

Meave había girado su muñeca en un movimiento tan simple pero tan poderoso creando una burbuja de aire justo en el cuello de la mujer lanzándola directamente contra la pared ejerciendo presión sin ser delicada en sus tratos.

—No debiste traerme aquí.

—Se dice gracias por salvarme.

Sus ojos se encontraban totalmente fijos en los de Celeste revelando aquel peculiar brillo dorado junto a una pequeña aura brillante a su alrededor. La rubia estaba molesta. Vaya que si lo estaba. Porque no le costó absolutamente nada apretar un poco más restringiéndole el aire a Celeste, pero aquella mutante también actúo.

Iluminando sus ojos de un intenso color celeste, una de las líderes de Hellfire sonrío con suficiencia cuando los brazos de Meave cayeron a sus costados liberándola de su agarré de forma sencilla. Meave no podía entenderlo. Por más que buscara y luchara contra aquello que la mantenía sometida la batalla en su cabeza parecía imposible. Celeste debía admitirlo, la rubia siempre había sido difícil de manipular o controlar, incluso en aquél momento lo era, pero sabía aprovechar sus ventajas y ahora que la pobre mutante estaba quebrada todo era más fácil.

Meterse en su cabeza y ordenarle que hacer era mucho más fácil.

—No te esfuerces. Debes estar agotada. Además no eres una asesina, no querrás tener mi muerte en tu conciencia.

—Sal de mi cabeza.

—Veo que finalmente podemos presentarnos formalmente después del inconveniente de hace unas horas . No sabes cuando he oído de ti. Ya hasta pienso que somos amigas —Extendió su mano con una enorme sonrisa—. Soy Celeste. Celeste Frost.

—¿Por qué me trajeron? —La ignoró.

—Bueno, esperaba que te sintieras mucho más cómoda. Créeme, se que ese lugar puede ser muy aterrador —Miró a su alrededor e hizo una mueca. Desastroso quedaba corto para describirlo—. Tal vez la habitación no fue de tu agrado...

—Quiero irme.

—Meave...

—¡Dije que quiero irme de aquí! —Expulsó una onda desde su cuerpo haciéndola retroceder y Celeste torció su mandíbula recobrando su compostura.

Al parecer si tenía cierto parecido con su hermano.

—Temo que eso no será posible.

—No pueden obligarme a quedarme. No dejaré que lo hagan.

—Meave —Volvió a sonreír abiertamente acercando su mano a su brazo pero se apartó—. Nadie va a obligarte a nada. Eres tú quién decidirá quedarse.

—Muy bien, decidido. Quiero irme. Ahora muévete. —Intentó apartarla de su camino de la forma más civilizada que pudo pero ella no cooperó—. O te mueves o te muevo.

—Sólo quiero hablar.

—Primero, hablar es exactamente lo que estamos haciendo. Segundo, no hay nada en el mundo que me puedas decir que me haga cambiar de opinión. Ahora por favor quítate.

—¿Ni siquiera el saber que no viviste ni la mitad de las atrocidades que se cometen allá adentro? —Meave se detuvo cuando su mano tocó la manija—. Tuviste suerte, ¿sabes? No cualquiera logra salir con vida de ese lugar.

—Fuiste tú quien me puso ahí desde un inicio.

—Necesitaba hacerlo.

—¿Necesitabas hacerlo? —Soltó una carcajada seca—. ¿Tienes siquiera una noción de lo que hiciste? ¿No son ustedes quiénes adoran a Fenris como una estúpida secta? Felicidades, acabas de entregar a Roderick la formula que necesitaba para unir poderes.

—Bien, lo entiendo. Se que debes odiarme mucho y tienes razón al hacerlo. También puede que estés molesta y...

—Por favor, ahórrate el discurso. No me interesa escucharlo.

—¡Hay mutantes muriendo, Meave! —Chilló—. Cientos de mutantes son torturados, humillados y asesinados cada día por aquella organización y nadie hace absolutamente. ¡A nadie le interesa como si no valiéramos absolutamente nada!

—¿Y creen que el exterminio de los humanos hará una diferencia? ¿Qué no notas que suenas igual a ellos? Están buscando derribar un régimen para construir otro.

—¿Qué me dices de ti? ¿Hiciste una diferencia corriendo por tantos años?

—Sí —Le sonrió fría—. Gracias por recordarme que todo mi esfuerzo y el haber destrozado mi vida no valió de absolutamente nada.

—¿Qué no lo entiendes? Fenris es exactamente lo que necesitamos. Tú y Andy podrían acabar con esto.

—¿Pretendes que mate a todas esas personas?

—Sólo pretendo que se haga justicia.

—Claro. Porque la violencia siempre ha sido la solución a todos los problemas. No intenten esconder su odio bajo una falsa justicia. Yo me largo de aquí —Dio un paso adelante buscando ponerle un fin a aquella conversación pero Celeste habló.

—¿Le dices egoísta a tu hermano cuando tú eres exactamente igual?

—No te atrevas a llamarme egoísta —Frenó dándole cara.

—Lo estás siendo justo ahora, ¿no? —Río de forma irónica—. Viviste en carne propia ese infierno y aún así no eres capaz de ayudar. ¿Cómo se le llama a eso entonces? No eres más que una egoísta y una cobarde.

Celeste tenía un punto. No supo exactamente cuanto tiempo estuvo en Trask, pero basto solo un par de minutos oyendo los gritos de agonía y desesperación de los otros mutantes para saber que ese lugar verdaderamente era un infierno. Ella no la estaba manipulando. Celeste solo le restregaba en la cara una realidad que Meave conocía y había vivido.

—Se que crees que somos los villanos de la historia, pero solo buscamos salvar a los nuestros de un régimen que se nos ha impuesto por años —La mutante continuó—. Sí, tal vez nuestros métodos no son los convencionales. Pero mejor que nadie sabes el infierno que vivimos cada día. Trask te ha perseguido por años y probablemente a otros también. ¿No te gustaría cambiar eso de una vez por todas?

¿Le gustaría cambiarlo? Claro que lo hacía. A cualquier mutante en sus dos cabales le gustaría cambiar su realidad de una vez y para siempre.

—No me veas como tu enemiga. Se que no estas de acuerdo con nosotros, pero trata de pensarlo un momento. Llevas días sin descansar. Por favor quédate esta noche y duerme un poco.

—¿Noche? —Preguntó volviendo a la realidad—. ¿Es de noche?

—Supongo que perdiste la noción del tiempo —Hizo una mueca al ver su estado. Los golpes en su rostro eran visibles, al igual que las ojeras bajo sus ojos. Aún vestía el traje de Trask—. Ven conmigo.

Era tonto que estuviera siguiendo a Celeste por los pasillos. Pero el instinto de supervivencia era mucho más grande y Meave necesitaba conseguir una ventaja si quería salir viva de allí. Confiaba en que Scott haya salido vivo de todo ese enredo, y por ende, haya avisado a sus amigos también.

No es que Dick se quedara tranquilo al saber que ahora estaba en Hellfire Club, pero era mil veces preferible a seguir siendo sujeto de experimento. Aunque la clara desventaja es que no tenía ni la menor idea de donde estaba.

Trask era una organización conocida, y si bien estaba muy apartada y el acceso era difícil, al menos Dick tenía la certeza de que ella estaba allí. Con el circulo interno era distinto. Se supone que aquella organización estaba muerta. Reeva se había encargado de esconderlos tan bien que aunque un par de mutantes supieran de la organización, lo cierto es que nadie sabia donde estaba.

Dick se había encargado de buscar a Andy por meses sin obtener nada. La única forma que tuvo de saber que su hermano estaba vivo fue porque él mismo había decidido mostrarse. Los mutantes tenían experiencia en eso, en esconderse y mantener un perfil bajo.

—Puedes tomar una ducha —Avisó Celeste señalando una habitación—. Le ordenare a alguien que te traiga ropa limpia.

—Otra habitación sin ventanas —Sonrió irónica—. Supongo que pasara mucho para que pueda ver el sol.

—Entenderás que no podemos arriesgarnos.

—¿Dónde esta Andy?

—Inconsciente —Avisó—. Al parecer recibió un golpe muy fuerte en la cabeza.

Meave no pudo reprimir una sonrisa al recordar a Scott. Su amigo estaría muy orgulloso de su hazaña.

—Te dejare para que puedas descansar.

Cerró la puerta dejándola completamente sola en la habitación y Meave la recorrió con la mirada. Con el paso del tiempo había aprendido un par de cosas, y el no tener ventanas era una ventaja para ella. Apagó la luz dejando el cuarto completamente oscuro y buscó aquel puntito rojo hasta que lo encontró.

No le costó nada hacer trizas la pequeña cámara oculta y se prometió a si misma golpear después al responsable de aquello. Celeste tenía razón en algo y es que si estaba realmente agotada. Una ducha no le vendría mal, después de todo no podía hacer más que esperar y quizás lamentarse un poco.

Miró su cuerpo desnudo contra el espejo y la rabia y la impotencia la consumieron. Casi no había espacio en su piel que no estuviera cubierto por algún golpe. Su cuello revelaba las evidentes quemaduras que el collar le había provocado y todo dolía como el maldito infierno.

Pero lo que aún le hacía mantener la esperanza era el anillo que reposaba sobre su pecho.

Meave se había aferrado a aquel anillo con su vida evitando que alguien lo tocara al igual que el collar que le había regalado Jason. No podría cumplir su promesa. Meave no ocuparía ese anillo algún día. Pero de alguna forma, aquellos dos objetos le hacían sentir que no estaba completamente sola.

Mientras ellos estuvieran con vida, ella jamás estaría sola.

××××

—¿Creen que siga vivo? —Preguntó Gar.

—Más le vale seguir vivo si no quiere que lo mate.

—Sí sabes que lo que acabas de decir no tiene sentido, ¿no?

—Acabemos con esto de una vez —Jason tomó un vaso de agua lanzándoselo a la cara—. A despertar bello durmiente. No tenemos todo el día.

Scott se irguió de golpe cuando el agua chocó contra su rostro y parpadeo confundido mirando a su alrededor. ¿Cuánto tiempo había dormido? ¿Y por qué rayos estaba mojado?

—¿Qué paso? —Preguntó—. ¿Dónde estoy? ¿Acaso ya morí?

—Eso es lo que nosotros queremos saber —Dick se acercó quedando frente a él—. ¿Cómo llegaste aquí?

Los recuerdos llegaron de golpe de golpe a su cabeza haciendo volver aquella opresión en su pecho.

—Meave, ella...

—¿Meave esta viva? —Interrumpió Rachel y asintió. Todos sintieron un alivio de inmediato.

—Fue el circulo interno —Scott sacudió su cabeza—. Nos interceptaron cuando salimos de allí. Fue todo muy rápido. Ellos la tienen.

—¿Meave ya no está en Trask? —Preguntó Dick con cierto alivio.

—¿Fueron allí, no? —Dedujo al ver a los más grandes del grupo con uniformes del equipo centinela—. Una idea inteligente si no hubieran actuado demasiado tarde.

—Te lo dije —Jason golpeó al mayor. Si el idiota de Grayson hubiera decidido actuar más rápido ahora mismo no estarían allí—. ¿Rapunzel está bien?

—No se si bien es precisamente la palabra. Nos separaron por horas y la torturaron bastante. Es muy fuerte, pero Roderick consiguió que revelara sus poderes.

—¿Ellos tienen Fenris?

—No funciona así —Tyrone negó en lugar de su amigo—. Es imposible que un mutante pierda sus poderes. Al menos nunca se ha escuchado de un caso así.

—Meave tiene una teoría que puede ser cierta. Sí bien Fenris es lo que Trask busca inicialmente, también ambos hermanos le dieron a ese hombre la formula que necesitaba para unir poderes. Ellos buscan crear mutantes más poderosos.

—Tiene sentido —Tandy pensó—. Eso explicaría todo el esfuerzo por conseguirlos. Fenris es un premio. Pero la fórmula para unir poderes significa destrucción.

—Esto es una puta mierda —Jason lanzó uno de los jarrones al suelo—. Pero al menos Meave salió viva, ¿no? esa es una ventaja. Al menos sabemos que ella está bien. Ella tiene que estar bien. Mi estúpido de dolor de cabeza es inteligente, ella sabe como sobrevivir.

—Sí es que lo hace —Dick murmuró—. El circulo interno no es mucho mejor para ella. La razón por la que los bisabuelos de Meave formaron aquella organización fue para imponer el régimen mutante. Quieren Fenris tanto como lo quiere Trask.

—¿Cuál es el siguiente paso?

—Si el círculo interno logra derribar Trask y el servicio centinela el camino estará prácticamente libre —Explicó Tandy—. ¿Meave y Andy tienen la fuerza para acabar con algo así?

—Oh, créeme qué la tienen —Scott asintió—. Los vi y es una maldita locura. Los encerraron en una habitación cubierta de Adamantium para probar sus poderes. Casi explotan todo el lugar.

—¿Adamantium? —Dick frunció su ceño—. Leí sobre él. Pero aquel metal es prácticamente indestructible.

—Siempre dijimos que la rubia era más fuerte de lo que se dejaba ver. Pues bien, Meave tenía razón cuando decía que es capaz de volvernos polvo con tan solo alzar sus manos.

—¿Cuál es el plan ahora? —Preguntó Rachel qué hasta el momento había decidido mantenerse al margen. Le alegraba que Scott estuviera vivo, pero ahora lo único que quería era a Meave.

Cuando Dick se coló a Trask y le avisaron que los mutantes habían sido trasladados supieron que llegaron tarde. Su primer instinto fue iluminar su gema y querer matar a cada uno de esos hombres, pero no lo hizo. No si no quería meterlos en más problemas.

Pero las cosas y las posibilidades habían cambiado drásticamente. Si antes estaban a la deriva ahora tenían la certeza de que Meave estaba viva y esa era una ventaja. Dick se prometió a sí mismo traerla devuelta a casa hiciera lo que hiciera. No se permitiría a sí mismo perderla otra vez.

—¿Qué es lo que saben del círculo interno? —El mayor se dirigió hacia los mutantes.

—No más que ustedes. Reeva y Celeste están a la cabeza. Pero es imposible saber con certeza cuántos mutantes son sus aliados. Nadie tiene idea de dónde están. Sabemos que la organización existe, pero no tenemos idea de donde se encuentran.

—Tal vez tenemos una ventaja en eso.

Todos giraron su cabeza hacia Grayson.

—Le pusiste un rastreador —Adivinó Jason.

—Algo así. Después de que Meave supiera del primer rastreador me obligo a quitárselo. Es experta en escabullirse y meterse en problemas, necesitaba un punto de ventaja y lo conseguí.

—Pusiste un rastreador en su collar —Esta vez adivinó Gar con una pequeña sonrisa.

—Sabemos donde está.

—¿Entonces que estamos esperado? Debemos ir por ella.

—Quizás ese no es un buen plan —Mencionó Scott y todos lo miraron—. Escuchen. Estuve ahí con ella. Meave estaba dispuesta a morir con tal de no entregar sus poderes. La conocen mejor que yo, saben que lo último que quiere en la vida es lastimar a las personas. La única forma en la que Roderick logró persuadirla fue amenazando mi vida. Incluso una mutante murió por ello.

Rachel cerró sus ojos sintiendo una opresión en su pecho al imaginar lo que ella sintió. Jason y Gar solo tuvieron la necesidad de golpear algo.

—La quiero aquí tanto cómo ustedes. Ella se sacrificó en más de una ocasión con tal de salvar mi vida. Pero el esfuerzo que Meave ha hecho por protegernos a todos será completamente en vano sí van allí cómo si nada. Trask no sabe de ustedes. Pero el círculo interno sí, y no dudaran en usarlo en su contra sí a Meave se resiste a ellos.

—¿Entonces qué? ¿Nos quedamos aquí cruzado de brazos otra vez hasta que la volvamos a perder? —Inquirió Gar con molestia —. ¡Es Meave. Es nuestra Meave! ¡Prometimos que la protegeríamos y es lo único que no hemos hecho!

Rachel sintió los dedos de sus manos picar y cerró sus ojos cuando la gema de su frente se iluminó. Gar, al ver la reacción de su novia, no dudo en tomar su mano intentando aligerar el ambiente. Pero era difícil mantener la cordura cuando la persona que consideraba una hermana estaba en peligro.

—Se que no soy la mejor para decir esto —Tandy murmuró—, pero tal vez Scott si tiene un punto. Atacar al círculo interno no será tarea sencilla. Mucho menos si son la debilidad de Meave. Aquella organización ha sobrevivido por años para llegar a este punto cómo para dejarse vencer así como así. Reeva no dudará en matarlos si están frente a ella.

—Celeste se metió en sus cabezas una vez —Recordó Tyrone—. Son humanos, son mucho más susceptibles a los poderes mutantes y Celeste no tiene que batallar mucho para controlarlos como ella quiera.

—Podría hacer que ataquen a Meave o incluso que se quiten la vida. El que dejaran que Andy se fuera solo fue un poco de compasión de su parte. Pudo haberlos matado sí ella quería.

¿Fácil? ¿Por qué mierda Dick creyó que sería fácil?

—¿Ahora qué? —Preguntó.

—Esperar, supongo. Meave es inteligente y lo que más sabe es sobrevivir. Podría encontrar una forma de escapar de allí.

—¿Y sí no lo hace qué? ¿Nos quedamos aquí y nos resignamos a que nunca más la volveremos a ver? Tú mismo lo dijiste, Meave estaba dispuesta a morir en Trask. ¿Qué nos asegura que esta vez no será igual?

—Es distinto. Antes no tenía esperanza. La posibilidad de salir allí con vida era prácticamente imposible, y sí llegábamos a hacerlo nos convertirían en armas.

—Hay algo que no estamos considerando —Jason llamó su atención—. ¿Qué si Rapunzel decide ayudarlos?

—¿Qué dices?

—Piénsenlo. Andy ya había plantado la duda en su cabeza y Celeste solo le reafirmo lo que ella ya sabía. La obligaron a vivir aquel infierno en carne propia. Están buscando persuadirla de todas las maneras y quizás ya lo lograron.

Dick pensó. ¿Había una posibilidad de que Meave haya cedido? El encontrar a Scott desmayado en su sofá fue todo un descubrimiento. Cinco segundos después se vio a si mismo recorriendo toda la torre buscando a su pequeña, pero no estaba. Se sintió un estúpido por albergar un poco de esperanza.

Pero si Scott estaba allí, vivo y a salvo después de enfrentar lo que era una inminente muerte para los mutantes significaba que no todo estaba perdido. El conocía a Meave, conocía a su Meave. Era mucho más lista de lo que él era. Sí su pequeña había logrado sobrevivir tantos años apenas siendo una niña y teniendo todo en contra, confiaba en que esta vez la historia se repetiría.

Jason tenía razón. Aunque ella estuviera dudando el deseo de ayudar y la necesidad de venganza eran dos cosas totalmente diferentes. Meave jamás se prestaría para algo como eso. No había forma en la que aquella organización de mutantes logrará convencerla de llevar a cabo sus planes.

¿O tal vez sí?

××××

Sus ojos se cerraron mucho antes de que pudiera evitarlo y después de días finalmente tuvo un par de minutos en paz. No quería. Tenía la necesidad de estar en una alerta constante pero el cansancio de su cuerpo simplemente la superó.

Era ilógico que aún estuviera de pie y viva para ese punto. Casi parecía un mal chiste. Supuso que el ser mutante y compartir fuerzas con su hermano tenía algo que ver o no encontraba otra respuesta coherente.

Andy casi podía sentir el mismo dolor que ella. Después de todo, ambos habían sido torturados de la misma forma. Eso la consolaba enormemente. El que su hermano también estuviera sufriendo era un verdadero consuelo sabiendo que había terminado en ese maldito juego por su culpa.

—¿Qué se supone que haré ahora? —Susurró mirando el anillo entré sus manos.

Eran en todo lo que podía pensar. Incluso era la única razón por la que seguía manteniéndose cuerda. La necesidad de verlos aunque sea una ultima vez era todo lo que Meave necesitaba para mantenerse con vida.

—Veo que por fin despertaste —La puerta se abrió de golpe dando paso a Reeva y Meave saltó en su cama escondiendo el anillo de inmediato—. Esperamos mucho para tenerte aquí.

—Vaya forma de traerme.

—Intentamos ser amables, pero temo que no nos dejaste alternativa —cruzó sus brazos alzando su mentón. La rubia pudo ver determinación en sus ojos. No se arrepentía de absolutamente nada.

—Creí que tu objetivo era ayudar a los mutantes.

—Lo es.

—¿Le llamas a lo que nos hiciste ayudar?

—En parte, sí. Hay personas que tienden a entender de una forma mucho más agresiva. Para tu desgracia, eres una de esas personas. Sólo te dimos un empujón.

—Pues felicidades. Me ayudaste condenando el futuro que todos los mutantes.

—Ya deja de ser melodramática —Miró sus uñas con aburrimiento—. Sí quieres evitar eso solo tienes que ayudarnos.

Meave torció su mandíbula. Por más que deseara acabar con la vida de Reeva en ese momento, sabía que no cambiaría su futuro para nada. Sólo estaba cortando una de las cabezas de la organización y era seguro que volverían a aparecer dos más.

Seguía estando atrapada en todos los sentidos de la palabra.

—¿Entonces ahora creen qué mágicamente querré ayudarlos? —Inquirió con ironía.

—Es eso o te obligaremos a hacerlo. Sé que tomaras la decisión más sencilla.

—Estás loca.

—Sólo hago lo que es necesario. Ni siquiera tienes una noción del poder que puedes alcanzar. Tú linaje viene de la élite mutante. Tú y tu hermano podrían ser grandes líderes si así lo quieren.

—¿Déjame pensarlo? —Esperó un segundo—. No.

—Meave —Reeva dio un paso adelante con una pequeña sonrisa—. Ambas sabemos que eres inteligente. Se que tomarás la decisión de correcta.

—¿Sí no lo hago qué?

—No querrás conocer la respuesta.

No le quedó de otra que guardar silencio viendo como la mayor abandonaba el cuarto y cuando estuvo totalmente sola creo una de sus sierras lanzándola directamente a la pared.

Estaba atada de manos y con enormes preguntas en su cabeza.

Meave quería un cambio. Claro que le gustaría cambiar toda las reglas y la explotación contra los mutantes. Pero no sabía si era cobardía o el que realmente fuera lo correcto lo que la frenaba a acatar las órdenes del círculo interno. Se negaba rotundamente a ser un títere y a dejar que la venganza la consumiera. Era mucho mejor que eso.

Ya no tenía ni la menos idea que hacer. Morir desde el segundo en el que el cuerpo centinela la atrapó fue la primera opción en todo y esta vez dudaba de su decisión. Estaba segura que Reeva y Celeste no la dejarían escapar tan fácil y eso era lo que más le asustaba. Ya muchas personas habían sufrido por su culpa, se negaba a sumar aún más.

—Andy está preguntando por ti —Alzó su mirada encontrándose nuevamente con Celeste—. Esta desesperado por verte. Quiere saber si estás bien.

—Lastima que el sentimiento no sea mutuo.

—Vaya... —Río—. Es cierto cuando dicen que las personas sí tienen un límite. Veo que sobrepasaste el tuyo. Jamás creí que escucharía esas palabras de alguien que estaba dispuesta a morir por su hermano.

—Yo muero, él muere. De todas formas habría sido en vano.

—Es cierto —Concordó—. Pero es un acto de amor. Casi cómo el amor de una madre hacia su hijo. De todas formas fuiste tú quien lo termino de criar.

—¿Se supone que debería sentir algo ante tus palabras?

—Es tierno que quieras fingir indiferencia y frialdad cuando en realidad estás muriendo de miedo —Acarició su rostro en un gesto frío y calculador—. Andy dice que no eres nada sin él, pero yo veo exactamente lo contrario.

Meave analizó su mirada y tono de voz frunciendo su ceño. ¿Acaso había alguien normal en aquella organización o la normalidad era estar trastornados de la cabeza?

—Tuve alguien como tú una vez —Celeste continuó—. El amor de una familia... —Río de forma irónica—. Jamás pude entender lo que es ese amor.

—Yo tampoco tuve una familia al crecer. Pero eso no me da el derecho de juzgar y manipular a las personas.

—Reeva te lo dijo. A veces las personas necesitan un pequeño empujón para aclarar su mente. Mi intención jamás fue hacerte daño, al menos demasiado. Sólo hago lo necesario para obtener lo que quiero. Eso es lo que hago. Pero eso fuimos creadas.

—¿Fuimos?

—Supongo que tus amigos te contaron mi historia —Retrocedió cruzando sus brazos—. Las increíbles hermanas Frost —Alzó sus manos dando énfasis—. Éramos cinco. Siempre fuimos cinco. Durante mi tiempo en Trask, Roderick se aseguraba de dejar a dos de nosotras en el laboratorio. Era su forma de controlarnos, si una de nosotras cometía un error o hacia algo fuera de sus parámetros, ellas morían.

Sonrió con odio bajando su mirada recordando aquellos días de su niñez.

—Un día, Esme y Mindy se quedaron. Teníamos un plan, todo debía resultar perfecto. Pero cuando decidimos escapar y creímos que podíamos salvarlas... —Guardó silencio—. Pude sentir como mis hermanas eran asesinadas, su dolor, su angustia... Tal y cómo tú puedes sentir el de Andy.

—Pero tú estás...

—¿Viva? —Sonrió—. No fue sencillo. Ellas decidieron entregarme todo antes de perder la vida. Renunciaron a sus poderes y nuestro vínculo para dejarme vivir.

¿Eso siquiera era posible?

—Yo se lo que es sentir el dolor de otra persona como si fuera el tuyo. Se lo que es perder a alguien que amas, y se lo qué es aquél sentimiento de desesperación. Es por eso que haría cualquier cosa para evitar que alguien pase lo que pase yo. Espero que tú hagas lo mismo.

No respondió. Su mente quedó totalmente sumida en sus palabras con su mirada perdida en algún punto de la habitación. Era posible. Eso realmente era posible.

Todo cambiaba para Meave. Supo que Celeste le había contado aquella historia buscando generar algún tipo de empatía o quizás simplemente la rubia si quería desahogarse con ella. Pero lejos de lo que la mutante tenía pensado, el sentimiento que había generado en Meave era totalmente distinto al esperado.

Ni siquiera tuvo noción de cuando quedó nuevamente sola en el cuarto, o cuando alguien nuevo llegó. Sólo quedó ella y las miles ideas de que pasaban por su cabeza creando distintos escenarios de como todo podía terminar.

Meave estaba dispuesta a terminar con ello de una vez.

—Al menos dame una señal que sigues con vida —Oyó la voz de su hermano girando hacía él—. ¿Meave?

Parpadeo un par de veces. El cuello de Andy mostraba las quemaduras del collar, además de uno que otro hematoma al inicio de sus clavículas. Su rostro aún tenía un par de señales de los golpes que le había dado Dick.

—Por favor no me digas que perdiste la cabeza —Él habló—. Llevas mirando a la nada mucho tiempo, Meave.

—Lo lograste.

—¿Eh?

—Lograste traerme aquí —Sonrió con pesar—. Oh bueno, supongo que en realidad fue Celeste quién cumplió su promesa.

—Deberías estar feliz y agradecida por ello.

—No hablaras en serio.

—Sí no fuera por el círculo interno estaríamos muertos ahora mismo. Fue Celeste quién nos sacó de allí. Le debemos la vida.

—¡Porque ella fue quién nos puso ahí en primer lugar!

Andy guardo silencio porque su hermana tenía razón. Ellos habían vivido ese infierno gracias a que Celeste lo había controlado. Pero tenía una justificación. Tenía una muy buena justificación.

—Necesitaban que entendieras —Murmuró—. Fue la única forma que tenían de lograrlo.

—¿¡Acaso escuchas lo qué estás hablando!? ¿¡Tienes idea de lo tonto que suenas al hablar así!?

—¿¡Por qué te cuesta tanto entender!? ¡Ellas sólo quieren ayudar, Meave!

—¡Ellas sólo nos están manipulando, imbécil! —Llevó las manos a su cabeza queriendo llorar de impotencia.

—¡Eso no es verdad!

—Es una broma. Tiene que ser una broma. No puedes ser así de estúpido. Cómo puede ser que nunca me di cuenta de que eras así de estúpido...

—¡Sólo hago lo que es necesario!

—¡Lo que haces es ser un maldito niño estúpido que se deja manipular! ¡Nos torturaron por horas, Andy! ¡Me torturaron por horas sólo para su estúpido plan!

—Sí bueno... —Tragó endureciendo su mirada—. Tal vez lo merecías.

Meave apretó sus puños asintiendo ante sus palabras y sonrió con dureza bajando su mirada. No otra vez. Jamás iba a dejar que alguien la humillara de esa forma otra vez.

Lanzó una de sus sierras dándole apenas el tiempo necesario para bloquear su ataque explotándola justo a tiempo.

—¿¡Que mierda haces!?

Volvió a atacar esta vez mucho más fuerte y con una mirada llena de determinación y odio.

Ella atacaba y Andy bloqueaba. Ni siquiera le dejaba tiempo para pensar o para atacar. Meave se movía tan rápido y tan fuerte que con cada golpe que daba él retrocedía quedándose sin movimiento.

—¡Ya basta, Meave! —Cruzó los brazos delante de su rostro explotando una justo a tiempo pero no tuvo suerte con la siguiente.

La sierra de su hermana se incrustó en su brazo haciéndole un corte profundo y gritó con dolor. Meave no parecía querer detenerse con eso. Alzó su cuerpo en el aire aprovechando su aturdimiento lanzándolo hasta el otro extremo sin mostrar una gota de arrepentimiento.

Estuvo lanzando su cuerpo por un tiempo y generando uno que otro corte. No daba tiempo para titubeos. Era más fuerte que su hermano en todos los sentidos e iba a demostrarlo.

Siempre le habían dicho que atacaba mejor cuando estaba enojada. Quizás era cierto. O quizás simplemente dejaba de reprimirse porque el sentimiento de ira era mucho mayor.

Pero en aquel momento nada importaba y mucho menos el que su hermano estuviera gritando que se detuviera. Estaba tan cansada y molesta de que todo el mundo la subestimara que decidió darle una lección a Andy. Meave no necesitaba a nadie que la protegiera, y mucho menos era la más débil de los dos.

—¡Meave! ¡Vas a matarme, Meave!

—Es divertido que pienses que no soy nada sin ti —Volvió a presionar su cuerpo contra el suelo cuando intentó ponerse de pie—. Crees que tienes el control, que siempre has sido el más fuerte de los dos... —Soltó una risa seca—, cuando la única razón por la que has vivido por tanto tiempo es gracias a mí.

—Ya basta... Por favor...

—Trask, el círculo interno... Da igual quien sea, da igual quién lo quiera. No podrán obligarme a usar mis poderes y no te los voy a regalar —Sentencio—. Ya no me importa nada, hermanito. Ni siquiera tú.

—Es bueno saberlo —Reeva habló a sus espaldas y giró—. Temo que tenía razón. Vas a obligarme a manchar mis manos.

Abrió su boca revelando sus poderes y la rubia ahogó un grito de agonía cuando todo en su interior comenzó a apretar gracias a una onda sonora casi imperceptible. Su cerebro dolía haciéndole saber que muy pronto iba a estallar. Reeva no tenía la intención de matarla en ese instante, solo le basto con hacerla desmayar. Ahora que la posición de Strucker se habia aclarado, ya no iba a contenerse para obtener lo que quería.

Meave no tenía ni la menor idea de lo que había logrado.

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El odio que le vengo manejando a esta historia no es normal.

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