XXI.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng



──────────────

「❛ 𝑐𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑣𝑒𝑖𝑛𝑡𝑖𝑢𝑛𝑜 ❜」'
──────────────

—Meave —llamó.

—¿Sí?

—No has dicho nada en todo el camino.

—Oh —musitó—. Lo siento.

—Estas pensando en ese beso, ¿no? —Sonrió con compresión.

Bueno...

—Realmente lo siento, Scott. No sabía que eso sucedería.

—¿Por qué te disculpas? El te gusta y tú le gustas, no veo que hay de malo.

—Dick no me... —pensó—. La verdad ya no se.

—Venga —tomó su mano—. Tal vez un helado te haga pensar mejor. Tengo un amigo que tiene una de las mejores heladerías no muy lejos de aquí. Sígueme.

¿Cómo rayos es que seguía de pie?

El extraño y absurdo beso no podía salir de su mente. ¡Eso ni siquiera había sido un beso! Dick no podía besarla así y dejarla como si nada. No podía. No tenía el derecho. Mucho menos con Scott ahí.

Maldición.

De lo único que tenía que preocuparse en la vida era de conseguir un buen ingreso y ser una más en la ciudad. Y aun con sus dificultades, eso era mucho más fácil que lidiar con todo lo que le había hecho sentir ese beso.

¿Por qué todo era tan complicado?

—Es aquí —la guió—. Créeme, este lugar va a encantarte. Tiene los mejores helados de toda la ciudad.

Entró a una tienda con una de las fachadas más lindas que había visto. Y cuando sus ojos se toparon con el helado y los dulces exhibidos, sonrió.

Ahogar sus inexistentes problemas amorosos en helado era todo lo que necesitaba para ser feliz. No importaba que tan mal fuera todo, el helado siempre la hacia sentir mejor.

—Es precioso.

—Lo sé —Sonrió—. Ty dice que esta tienda es su bebé. Incluso a veces la cuida más que a Tandy.

—¡SCOTT! —gritaron.

—¡TYRONE!

Se lanzaron uno sobre el otro en un apretado abrazo, Meave se hizo a un lado cuando empezaron a gritar de felicidad.

Supuso que se conocían de hace años.

—¿Tu amiga? —la miró con una sonrisa.

—Meave, él es Tyrone. Ty, ella es Meave.

—Mucho gusto —extendió su mano.

—El gusto es mío.

—Ya que Scott decidió traerte a nuestro lugar especial, me encargaré de cumplir tus expectativas. Ya verás que no encontraras mejor heladería que esta. Somos muy populares por nuestros innovadores sabores.

—Tienes un lugar realmente hermoso aquí.

—Muchas gracias. Esta tienda es mi bebé. He invertido muchos años en esto.

—Te lo dije, esta enamorado de estas feas cuatro paredes —le susurró haciéndola reír.

—Tomen asiento, chicos. Alguien los atenderá enseguida.

Scott la guio con cuidado hacia una de las mesas. El lugar era realmente enorme, muy impresiónate para alguien de la edad de Tyrone, pues Meave estaba segura que aquel moreno solo era unos años mayor.

Se dedico a mirar todo y sintió un extraño revoltijo en el estomago. No podía pensar en la ultima vez que salió con un amigo a dar una vuelta por ahí. Estar sentada en una heladería y no trabajando en algo era extraño. Pero agradablemente reconfortante.

Empezar de cero tampoco estaba tan mal.

Tal vez si estaba mejor sin Andy después de todo.

—¿Conoces a Tyrone desde hace mucho?

—Es mi mejor amigo desde que recuerdo. Hemos pasado más cosas de las que te imaginas. Lo amo como si fuera un hermano.

—Lo dices como si tuvieras muchas cosa que ocultar —bromeó.

—Todas las personas tienen secretos, ¿no?

Scott no tenia ni idea.

—Supongo que sí.

—Entonces... —dijo—. ¿Quieres hablar de eso?

—¿Hablar de qué?

—Sabes que aunque ignores el tema aquí conmigo cuando llegues de vuelta a la torre estas obligada a hablar con él, ¿no?

—Lo sé —lloriqueó, ocultándose entre sus manos—. No me hagas pensar en eso ahora. Se supone que este día sería divertido.

¿Huir o no huir? esa era la cuestión.

—Hola —Habló una dulce voz a su lado llamando la atención de ambos—. Mi nombre es Tandy Bowen y seré la encargada de atenderlos el día de hoy.

—Tú no eres mesera —él le dijo con reproche.

—No, pero Ty me mando a verificar si en verdad era tu amiga o finalmente debemos celebrar que tienes novia —Sonrió.

—¿También conoces a Scott? —Meave frunció su ceño y Tandy maldijo por lo bajo. Esa chica si que era tierna.

—Por desgracia sí. Soy su amiga y la novia de Tyrone —La rubia extendió su mano—. Es un placer.

—El placer es mío, soy Meave.

—Entonces dime, linda. ¿Cómo consiguió este idiota que salieras con él? Si estas en contra de tu voluntad solo parpadea 3 veces. Prometo que la policía llegara antes de que lo notes.

—¡TANDY! —chilló el aludido.

—¿Qué? Yo no dije nada.

—Ya lárgate de aquí, Bowen. Harás que se asuste.

—Pues sí no se asusto contigo, entonces no se asustara con nada.

Meave rio viendo como las mejillas del muchacho adoptaban un color rosado.

—Si me quieres un poco, por el amor de Dios, vete de aquí.

—Huye ahora que puedes, rubia. Se que podrás conseguir algo mejor.

—Solo somos amigos.

—Siempre te dije que morirías solo, Scotty —La muchacha revolvió su cabello—. Les traeré la copa de la casa, estoy segura que te va a encantar.

—Mientras nada tenga manzana estará bien. Soy alérgica.

—Lo tendré anotado —La rubia asintió—. Volveré en unos minutos. Y recuerda, linda. Parpadea 3 veces.

Finalmente se marcho de allí.

—Lamento eso. Tandy disfruta mucho humillándome, al parecer.

—Descuida, al menos no amenazo con torturarme si tocaba un cabello de tu cabeza —bromeó, haciéndolo sentir aliviado.

—No sabia que eras alérgicas a las manzanas —dijo.

—¿Tú eres alérgico a algo?

—Al amor, tal parece —Bufó.

Meave soltó una carcajada.

—No te burles —arrugó una servilleta, lanzándosela a su mejilla. Ella rio más fuerte.

Tandy y Tyrone veían la escena desde lo lejos.

—Lo siento, lo siento. Es solo que conozco ese sentimiento. Siempre creí que moriría sola hasta que...

—Conociste a Dick.

Sus mejillas se sonrojaron.

—Supongo que sí.

—Él te gusta.

—No lo sé.

—No era una pregunta, Meave. Era más bien una afirmación. Él realmente te gusta.

—¿Tú como sabes eso?

—Basta tan solo ver como se miran el uno al otro. Son bastante obvios y tiernos a la vez.

—Y-yo... No tienes que hablar de esto conmigo —musitó, jugueteando con su pulsera.

—¿Por que te dije que me gustabas? No porque a mi me gustes significa que estas obligada a sentir lo mismo por mí, Meave.

—¿Entonces no estas molesto?

—¿Por qué debería estar molesto? Sería un real imbécil si lo estuviera.

—Jason dice que eres un imbécil...

—Sí... me dijo como es que quebraría cada hueso de mi mano si es que me atrevía a tocarte.

La imagen de Jason afilando su cuchillo apareció en su mente.

—No hablaba en serio.

—Dijo que dirías eso. También dijo que hablaba muy en serio y que conocía a cierto tigre que podía arrancarme la cabeza de una sola mordida.

Recordatorio mental: Golpear a Jason y Gar.

—Entonces... ¿Sí pasaste todo tus exámenes?

Scott rio con ternura observando como se encogía en su puesto. Meave era adorable, Meave siempre era adorable.

—Linda forma de cambiar el tema.

—Claramente no funciono si me recuerdas que estoy cambiando el tema.

—Puedo notar que no te gusta hablar de tus sentimientos.

Maldijo el momento en donde Scott comenzó a estudiar psicología.

—No es que no me guste... Es solo que no estoy acostumbrada.

—¿Jamás te habías enamorado antes?

Ella negó.

—¿Tú sí?

—Solo una vez —sonrió con nostalgia—. Ella era la chica más maravillosa que yo pude haber conocido jamás. Estoy seguro que le hubieras agradado.

—¿Qué fue lo que sucedió?

Pudo observar como sus hombros y su mandíbula se tensaban.

—Falleció en una accidente hace unos años.

—Lo siento mucho, Scott. No sabía, no debí preguntar...

—Descuida —encogió sus hombros—. Ella esta mucho mejor ahora. Al menos no tiene que soportar vivir en este mundo como nosotros.

—Supongo que tienes razón —afirmo, sintiendo una extraña sensación en el estómago.

Sus sentidos de alerta habían comenzado a activarse. Meave estaba segura que había algo que no estaba notando aún. Necesitaba descubrir que era eso que no podía notar aún.

—Aquí tienen —Tandy dejo una enorme copa de helado frente a sus ojos distrayendo sus pensamientos—. Tiene chocolate extra, porque ¿A quien en su sano juicio no le gusta el chocolate? Además la casa invita porque una copa de helado es la mínima recompensa que mereces después de salir con un imbécil como este.

—Se supone que como mi amiga deberías apoyarme un poco aquí, rubia.

—Como tu amiga mi deber es humillarte cada que tengo la oportunidad, y realmente adoro ese trabajo —Volvió a revolver su cabello con una enorme sonrisa de victoria en sus labios y Meave rio.

—Es lindo saber que mis amigos no son los únicos que me dejan en vergüenza —comentó—. Además es divertido verlo sonrojado, creí que Scott no tenia vergüenza de nada.

—Y no la tiene, este chico de aquí es un verdadero idiota. Por eso sigue mi consejo y corre ahora. Cuanto te haga quererlo será muy tarde para huir —Tyrone llegó junto a ellos.

—En serio quiero tirarles el helado encima ahora mismo —Scott gruñó.

—Ow, míralo amor. Se comporta como un lindo bebé llorón.

Meave creyó estaba disfrutando de ese espectáculo más de lo que debería. Incluso por unos segundos olvido de sus problemas. Solo estaba allí, actuando como una persona normal sin preocupaciones.

Las siguientes 2 horas fueron mejor de lo que pudo pensar. Las conservaciones con Scott fluían realmente rápido. Era increíble como una persona que conocía poco y nada podía hacerla sentir tan bien y hacerla reír con tal facilidad. Aun así...

Dick no salía de sus pensamientos.

Meave había llegado a la conclusión de que ambos chicos le hacían sentir emociones muy distintas. Desde el principio había dejado en claro que no buscaba más allá de una amistad con Scott. Incluso cuando llego a la torre no buscaba más allá de una amistad con Dick. Pero claro que las cosas se habían complicado.

Malditas hormonas y maldito e increíblemente guapo Dick Grayson.

Debería sentirse orgullosa por lograr controlar sus poderes, no sonreír como idiota al recordar la cara de felicidad del hombre al ver lo que logró. Dick ni siquiera debió sonreír. Se supone lo estaba humillando, no dándole un espectáculo para su entretención.

¿En que maldito momento empezó a ocupar todos sus pensamientos?

¿Por qué justo ahora tenia que pensar en él?

—¿La universidad es muy difícil? —cuestionó, viendo como el cielo se oscurecía.

Eran casi los únicos en la calle.

—Tiene sus momentos buenos y sus momentos malos. Hay veces donde debes sacrificar un par de horas de sueño para poder estudiar, pero como mamá siempre me dice, al final del día siempre habrá una recompensa.

—¿Por qué elegiste estudiar psicología?

—La verdad no lo sé. ¿Qué te hubiera gustado estudiar a ti?

—Pues una parte de mi cabeza dice que medicina, pero probablemente me desmayaría al ver un cuerpo abierto con toda esa sangre.

Scott rio con diversión.

—Como modelo te habría ido muy bien...

—Literalmente mido 1,65. Mi estatura es el largo de una pierna de una modelo.

—No hay nada que unos buenos tacones no solucionen.

—Pues es una lastima, porque nunca aprendí a caminar con ellos.

Frunció su ceño cuando un escalofríos le hizo saber que algo iba mal. Pero no se trataba ni de Scott, ni de ella.

Frente a ellos, un muchacho de al menos 17 años estaba parado con normalidad mientras veía su celular. ¿El problema? El color de su piel claramente revelaba que era un mutante.

A lo largo de los años, había aprendido que el ser humano podía generar un enorme rechazo hacía aquello a lo que desconocía y era distinto a lo que ellos consideran "normal". Discriminando deliberadamente aquello que consideraban "imperfecto"

El holocausto era una gran prueba de ello.

Por lo mismo, no fue una sorpresa que un grupo —En su mayoría conformado por adultos— se acercara a aquel pobre adolescente dispuestos a ponerlo en su lugar. Era un mutante, un mutante no debía tener ese tipo de libertad.

Sigue caminando, sigue caminando, sigue caminando...

—Hey, mutante —escuchó a lo lejos—. ¿Qué acaso nadie te dijo que la gente como tú no está permitida en este lugar?

—Y-yo n-no estaba haciendo nada...

Meave cerró sus puños con fuerza.

—Mírame cuando te hablo, asqueroso mutante —el desconocido no dudo en golpear su celular mandándolo directamente al suelo antes de pisarlo y escupirle.

—Ow, miren. El pobre niñito quiere llorar.

—Meave —llamó Scott cuando ella frenó.

—¿Qué vas a hacer, amigo? ¿Acaso quieres llamar a la policía? Adelante, toma. Te presto mi celular. Nos harías un favor y así por fin se deshacen de ti.

No lo hagas, no lo hagas, no lo hagas

Sabia que sí se movía de alguna forma, sí llegaba a hacer algún movimiento, culparían al mutante.

Siempre culpaban al mutante.

¡Vamos! —gritaron lanzando el cuerpo del muchacho al suelo—. ¡Defiéndete, fenómeno! ¿Qué acaso no se definen a ustedes mismos como superhéroes?

Eso fue suficiente.

—¡Meave!

Ya había cruzado la calle.

—¿Cuál es tu maldito problema? —cuestionó, empujando al hombre lejos del chico.

—Aléjate de aquí, muñequita. Esto es entre el mutante y yo.

—¿Te crees la gran cosa por molestar a alguien diferente a ti? Tratan a los mutantes como si fueran asquerosas cosas desechables, cuando lo único asqueroso que ven mis ojos está frente a mí —sostuvo sus miradas con determinación, no dejándose intimidar cuando uno de ellos avanzo hacia ella.

—¿Crees que puedes con nosotros, preciosa? Ya lárgate de aquí y ve a jugar la heroína a otro lado.

—Créeme, imbécil. No quieres pelear conmigo.

—Meave, no vale la pena —Scott ayudó al pobre chico a ponerse de pie, dejándolo tras su cuerpo—. Por favor vámonos de aquí.

—Deberías hacerle caso a tu dueño, perrita. Largo de aquí si no quieres problemas.

Él. No. Había. Dicho. Eso.

Scott, dejando toda su cordura a un lado, mando su lado pacifista al carajo y aun sabiendo las consecuencias que traerían sus actos, avanzó empujando al hombre con más fuerza de la que quiso.

—Bien —golpeó su lengua contra su mejilla—. Dos opciones. Te disculpas y te rompo la cara, o no te disculpas y te rompo la cara de todas formas. Tú eliges.

—Por favor —El desconocido mutante tomó la mano de la rubia dejando ver el terror en sus ojos—. Si la policía llega con saldré con vida de aquí.

Meave conocía ese terror a la perfección.

—Scott, vamos.

—El mutante no se va a ninguna parte.

Aquel hombre, cometiendo un grave error, colocó su mano sobre el hombro de la rubia buscando detenerla pero ella fue más rápida.

Tomando su mano por reflejo, dobló su brazo rápidamente aplicando la fuerza necesaria en el punto exacto en el que Jason le había enseñado, quebrando su muñeca.

—¡AHHHH! —gritó.

—No puede ser...

—¿¡Qué rayos!? —Scott retrocedió con impresión.

Dick iba a matarla, Jason probablemente la besaría.

—Oh, joder... Ahora estoy muerta.

Oyó las sirenas a lo lejos y supo que la policía estaba en camino.

¿Qué acaso tanto la odiaba la vida que siempre que decidía ayudar a otros terminaba en problemas con la policía?

—¡Miren! —Scott apuntó un punto cualquiera logrando que todos girarán. Y antes de largarse a correr, golpeó a aquél imbécil que había insultado a la rubia tumbando uno que otro diente.

Correr primero, arrepentirse después.

—¡Ahora! —tomó la mano del chico jalando de él. No le importaba si se tropezaba o iba muy rápido. Necesitaba alejarse lo más rápido porque su vida literalmente dependía de eso.

Sí llegaba a salir viva de eso, y los chicos preguntaban que tal había estado su salida, simplemente se limitaría a responder que había sido aburrida.

Ni siquiera podía llegar a entender cómo es que había terminado en esa situación. Claro que no se arrepentía de haber salvado a ese mutante, volvería a hacerlo mil veces si fuera necesario. Pero odiaba estar corriendo como si fuera una fugitiva cuando en realidad solo se estaba defendiendo.

—Si tienes algún poder que nos ayude a escapar de esto, te sugiero que lo uses —dijo Scott escuchando las patrullas más cerca.

—Y-yo...

—Esta asustado. No podrá hacer nada.

—Aquí —Scott los guio a ambos hacia un callejón y la rubia maldijo.

Su historial con los callejones y los policías no había terminado del todo bien. Eso en las películas jamás terminaba bien.

—No hay salida...

—Sí la hay —aseguró.

—L-lo siento... Lo siento tanto —sollozó el chico

—Hey —sonrió tomando sus manos—. Todo va a estar bien, te prometo que todo estará bien. No fue tu culpa, nada de lo sucedió es tu culpa.

Más le valía a Scott que todo estuviera bien.

Para ese punto, Meave había considerado seriamente utilizar sus poderes para salir de allí. Pero sí es que de alguna forma fallaba, sí de alguna forma un solo policía llegaba a identificarla, estaba totalmente perdida.

Los hermanos Strucker no existía. La fuerza Fenris había sido extinta.

Meave no podía arriesgarse a que otro grupo de autoridades se enterara de ella y de su hermano. No podía correr ese riesgo.

S-scott... —retrocedió nerviosa cuando la patrulla se estacionó frente al callejón—. Sí tienes un plan sorpresa te pido por favor que lo utilices ahora. Porque de lo contrario te juro que te mato antes de que ellos me maten a mí.

Él no respondió.

Alzando sus manos, Scott Teale dejó que la luz saliera de su interior provocando un brillo tan intenso que todos se vieron obligados a apartar la mirada.

Para ese entonces, Meave ni siquiera notó en qué momento unas sombras negras envolvieron su cuerpo al mismo tiempo que Scott creaba la distracción perfecta enviándolos a otro lugar.

Esperen un segundo...

¿Qué demonios había pasado?

—¿Están todos bien? —preguntó Tyrone frente a ella y parpadeó confundida.

Dick va a matarme, Dick va a matarme, Dick va a matarme...

¿Meave? —llamó Scott.

—T-tú...

—¿Qué sucedió ahora? —Tandy corrió hacía ellos fijando su mirada en el mutante menor—. Oh, cielo. ¿Estas bien?

—É-él... —apuntó a Tyrone.

—Les dije que no usaran sus poderes. Les dije que tuvieran cuidado, maldita sea.

—E-ella... —tartamudeo aún en estado de shock.

—Meave, se que lo que acabo de revelarte no es fácil de asimilar. Pero necesito que te tranquilices y me escuches —Scott tomó queriendo verla a los ojos, pero de un solo golpe se aparto.

—Tienen poderes —dijo, comprendiéndolo—. Son mutantes...

—Dijiste que no le dirías —reprochó Tandy.

—¿Crees que quise hacerlo? La situación se nos salió de las manos.

—Pues bien —Ella se puso de pie—. Ahora sabe nuestro secreto, y es una lástima. La tierna rubia realmente me agradaba —No dudo en tomar una pistola y apuntar.

—¡TANDY!

Antes de que Scott o Tyrone pudieran detenerla. Tandy no tuvo tiempo de presionar el gatillo. Creando una burbuja de aire sobre el arma, Meave la atrajo a sus manos desarmándola en unos segundos.

Vaya que eso si había sido una sorpresa para los amigos.

—Tienes poderes —jadeó Tyrone.

—¿Eres una mutante? —Scott la miró con sorpresa y ella atacó.

Confianza. Meave se había vuelto muy confiada durante los últimos meses. Ese había sido su mayor error.

Claro que se sentía como una estúpida. Sus emociones estaban nublando su juicio y poco a poco estaba perdiendo aquello que tanto le había costado construir.

Meave se negaba a haber sobrevivido tantos años en vano.

Por lo mismo, sus ataques se volvieron personales cuando no dudo en lanzar los cuerpos de los tres mutantes contra la pared, ignorando el jadeo de sorpresa que soltó el pobre muchacho. Él no importaba ahora. En lo único en lo que podía concentrarse era en que no controlo su fuerza cuando forzó el agarre, cortándoles la respiración.

—¿Quién demonios eres tú?

—M-meave... Meave. Soy yo, Scott.

—¿Es normal que ahora me agrade un poco más? —La segunda rubia le susurró a su novio y Tyrone suspiró.

—¿Entonces ahora debo pensar que es una coincidencia que seas un mutante? No soy estúpida, Teale.

—Okay, sí, mentí. Pero tú deberías entenderme. Ser mutante no es algo que las personas vayan diciendo por ahí. Tienes que creerme, Meave. No tenia idea de lo que eras.

—Meave —dijo Tyrone—. Tienes que creernos. No somos los malos aquí. Por favor déjanos explicarte.

—¿Y darles otra oportunidad de matarme? Sí, como no.

—Vale, quizás yo tenga algo de culpa en eso. Pero creí que eras humana y nos delatarías. No podía arriesgarme a que destruyeras aquello que tanto nos costo armar.

Dudo acerca de creerles o no. Para ese punto, ya se estaban volviendo azul. Ella no quería matarlos, solo obtener la verdad.

Los dejó caer de golpe, viéndolos toser para recuperar la respiración.

—Juro por todo lo que aman que si llegan a ser parte de Hellfire Club me encargaré de que los torturen de forma tan cruel que desearan no haberme conocido.

—¿Hellfire Club? —Tyrone tosió—. ¿Hablas de la Elite de mutantes?

—¿Lo conocen?

—Fueron los encargados de realizar diversos ataques hace muchos años. Ellos deseaban la libertad de los mutantes. Pero creí que ya no existían.

—¿Y debería creerles por qué... ?

—Ven conmigo —pidió Scott haciéndola dudar—. No te hare daño, Meave. Por favor confía en mí.

A regañadientes, y sin tener otra alternativa. Siguió a quien considero un simple repartidor por un largo pasillo hasta que finalmente dos grandes compuertas se abrieron. Lo que sus ojos vieron no pudo evitar hacerla jadear con sorpresa.

Frente a ella, lo que parecía ser una especie de refugio para personas estaba repleto de lo que parecía ser mutantes. Camas apiladas, familias, adultos, adolescentes y niños conviviendo en tranquilidad los unos con los otros formando un improvisado campamento de supervivencia.

—¿Q-qué es esto?

—Un refugio, o lo que todas estas personas consideran, un hogar.

—¿Son mutantes?

—Cada uno de ellos. Personas de distintas partes del mundo. Todos sobrevivientes.

—¿Cómo llegaron aquí?

—Ty y yo creamos este lugar. Tandy llegó después. Todas las personas que ves aquí lograron escapar de lo que se suponía era una muerte segura. Nos protegemos entre nosotros. Aquí estamos a salvo, aquí no tenemos que fingir ser algo que no somos.

—¿Y que se supone que eres tú? ¿Una linterna humana?

—Es un poco más complicado que eso. Puedo absorber y manipular los fotones.

—Básicamente, una linterna humana —dijo Tandy cuando se acercó—. Nuestro nuevo inquilino esta por instalarse. Ty sigue hablando con él. Al parecer aun sigue en estado de shock.

—¿Por eso lo defendiste? ¿Tiene que ver con que también eres una mutante? —preguntó él—. Creí que seguirías de largo.

—No se trata de ser mutante o no. Es empatía básica. No se necesita cometer el peor crimen de la historia para ser una mala persona, tampoco tener convicciones o ideas crueles. Basta simplemente con negarnos a ser personas.

—El discurso de la banalidad del mal —Sonrió reconociendo sus palabras.

—Hannah Arendet, sí.

—Si van a empezar con sus porquerías filosóficas, no quiero escucharlos. Suficiente tengo con Scott tratando de psicoanalizarnos todo el día.

—Como podrás notar, Tandy es el ser adorable del lugar.

—Sigue burlándote de mi, Teale. Pero al menos yo no moriré sola.

—¿Han logrado crear todo este lugar ustedes solos?

—Hemos tenido ayuda. Al tener el aspecto de seres humanos normales nos da una cierta ventaja. Siempre que sabemos que un mutante esta en problema vamos por él. Somos una resistencia.

—Esto... Esto es asombroso.

—Debes prometer que guardaras nuestro secreto. Sé que podemos confiar en ti. Tú eres una mutante, sabes lo difícil que puede ser la vida para personas como nosotros. Si alguien se llega a enterar que este grupo existe no dudaran en venir. Podrían encarcelarlos o algo peor.

—No diré nada, lo juro.

—Entonces... —Scott la observó—. ¿Es estúpido que te encuentre un poco más sexy ahora que se tu verdadero origen?

Ambas rubias alzaron une ceja.

—Es por cumplidos como ese que terminaras muriendo solo, Scotty —Tandy palmo su hombro—. Venga, linda. Te daré un corto recorrido por el lugar. Estoy segura que hay personas esperándote en casa.

Oh, cierto. Los chicos.

Lo había olvidado.

──────────────

Scott es una buena persona, nos agrada Scott. Por favor no odien a Scott 😭

Juro solemnemente que sus intenciones son buenas y yo lo quiero mucho:c

En fin, nunca creí que agregaría a Ty y Tandy a esta historia. Pero pasan que cosas.

NO SE OLVIDEN DE VOTAR Y COMENTAR

Nos vemos a la próxima.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro