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¿ cómo sobrevivir a
un torneo de karate ?



Dolor. Fue lo que Cassidy sintió incluso antes de despertar. La sala estaba bien iluminada gracias a la luz del sol pero aun así la chica tardó en reconocer dónde se encontraba.

El dolor parecía martillar su cabeza y cada lugar de su cuerpo se sentía igual; estaba al tanto de que no era por culpa del alcohol. Sabía lo que ocurrió anoche, no era difícil suponerlo, aunque no lo recordaba. Por más que cerrará sus ojos e intentará rememorar los sucesos de la noche anterior, su cabeza parecía estar en blanco. Entonces el eco de una bocina la sobresalto, sus ojos analizaron cada lugar de su habitación y en cuanto se dio cuenta que la puerta estaba entreabierta se puso en pie, lo cual por lo que se arrepintió. Apoyó sus manos en el escritorio que se encontraba a un lado, reprimiendo los quejidos que provocaban sus fuertes dolores.

Su respiración era pesada pero no tuvo más remedio que seguir adelante, con cautela se acercó a la entrada y le echó seguro a la puerta, no quería tener visitas inesperadas una vez más. Un leve suspiro de alivio escapó de sus labios y apoyó su frente contra la madera. Un nuevo mensaje le había llegado a su celular y recordó el acontecimiento de aquella mañana, no estaba segura de la hora pero sabía que se le había hecho tarde para el Torneo. Ni siquiera estaba segura de estar en forma para pelear, pero no iba a quedarse en ese lugar.

Al desbloquear su celular se dio cuenta que las notificaciones estaban repletas de mensajes de sus amigos, solo faltaba media hora para que el Torneo diera inició y sus amigos estaban preocupados por su falta de respuesta.

La decisión era más que obvia, no tuvo que pensarlo por mucho tiempo. Se dirigió a su baño para comenzar a prepararse, más, se dio un susto cuando vio el reflejo de su cuerpo en el espejo al voltear. Una angustia abrumó su cuerpo pero intentó reprimir sus sentimientos una vez más. Se acercó un poco más para rebuscar en cada centímetro de su cuerpo otras heridas. Su rostro era lo más afectado a primera vista: su ojo derecho estaba inyectado en sangre y el párpado estaba levemente morado, tenía otros cortes y heridas en sus pómulos y labios.

La realidad era que aquellos cortes no eran nada si se comparaban con su torso. Al levantar su blusa lo vio, una gran inflamación y grandes hematomas rojos decoraban la parte anterior y lateral de su torso superior izquierdo, supuso que aquella era la razón por la que sentía dificultad al respirar.

Cassidy sacudió su cabeza y limpió las lágrimas que amenazaban con escapar, no se dio un baño muy profundo pero se metió a la ducha para dejar correr el agua por su cuerpo y limpiar los rastros de sangre que tenía en su rostro. Al salir se vistió con la ropa de gimnasia que tenía a la mano y cubrió cada herida de su rostro con parches, no tenía tiempo para ocultarlos con maquillaje o no llegaría a tiempo.

Antes de salir se tomó varios analgésicos para suprimir el dolor, e ignorando la presión que sentía en el pecho al inclinarse o girar, tomó el bolso que había preparado el día anterior y salió de su casa por la ventana de su habitación.

El equipo de Cobra Kai se encontraba reunido en las afueras del gimnasio, preocupados por la ausencia de su Sensei y de Cassidy, quien no había dado señales de vida desde la noche anterior, cuando la dejaron frente a su casa.

—¿Y si le paso algo? —preguntó Hawk refiriéndose a Johnny, mientras Aisha a su lado intentaba llamar a Cassidy por octava vez.

—¿Qué?

—No sé sSe encogió de hombros—, caer con el auto por un precipicio o suicidarse.

—No —negó Aisha alejando el celular de su oreja al ser enviada una vez más al buzón de voz—. El sensei no se suicidaría, es de nenita.

—Como sea, ya estamos aquí. Lo haremos sin él.

—¿Qué harán sin mí?

Detrás de ellos apareció Johnny, sin parecer afectado por alguna resaca o accidente. Llevaba su bolso de deporte colgado al hombro y se acercaba a su equipo.

—Sensei —dijo Aisha—. No creímos que vendría.

—No siempre gano, pero no me retiro de una pelea. —exclamó al llegar a su lado.

—Bien —Miguel se acercó a su sensei—. Registrémonos.

—Aún no —el hombre echó un vistazo a su equipo, había un rostro faltante—. ¿Dónde está Hawksley?

—Tampoco ha llegado. No ha respondido nuestros mensajes ni llamadas. —explicó Hawk.

—Eso tiene una explicación —Cassidy había llegado justo a tiempo para escuchar aquella parte de su conversación, y aunque sabía que todas las miradas estaban en sus heridas, levantó su celular con la pantalla apagada—. La batería murió.

—Fue una mala noche para pelearte, Cassidy. —le dijo Johnny con los labios fruncidos.

La rubia se quedó de pie entre el Sensei y Hawk.

—No fue una pelea.

Hawk a su lado había intentado tomar su mano, hacer que se volteara para observarlo pero ella ignoró cada uno de sus intentos. No quería enfrentarlo en ese momento, ni a nadie más. Actuó como si no escuchara sus murmullos que le preguntaban que le había ocurrido y si estaba bien.

—Tengo una lección más que enseñarles —Johnny señaló el gimnasio con la barbilla—. Vamos, entren todos. Menos tú, Cassie.

La mencionada detuvo el paso, mordiendo el interior de su boca con nerviosismo. Sabía que el sensei le preguntaría sobre sus golpes, y aunque no deseaba decir lo ocurrido en voz alta, tampoco quería mentirle.

Dio media vuelta quedando frente a Johnny, más no lo miraba. Sus ojos estaban fijos en el suelo.

—La última vez que te vi no tenías esas heridas en tu cara. Así que te peleaste en la fiesta que hicieron anoche o algo más sucedió luego.

—No es nada —musitó la rubia—. Estoy bien y lista para el Torneo, eso es lo que importa.

La chica iba a irse, a reunirse con el resto de sus amigos y compañeros, pero Johnny la detuvo una vez más colocando una mano sobre su hombro. El tacto fue algo que Cassidy no esperaba, pronto sus ojos se cristalizaron y se obligó a parpadear de forma repetitiva para evitar llorar.

—Cassidy —le dijo Johnny—. Dime que sucedió.

Intentó buscar alguna excusa que justificara sus heridas y su tardanza, eso más su decaído ánimo. Pero la sincera preocupación en los ojos de su sensei le impidió seguir pensando. A pesar de tener un nudo en su garganta se esforzó por hablar con firmeza, de no parecer asustada.

—Fue mi padre —dijo entonces con la voz rota, fallando en su cometido—. Llegué un poco ebria y... quería que me defendiera, pero no fui capaz.

La reacción de Johnny no fue la que esperaba. En vez de ver lastima en sus ojos le pareció distinguir endurecimiento, indignado por solo pensar en lo que había ocurrido.

—¿Dónde está?

—¿Qué?

—¿Dónde está ese fracasado? Tu padre, ¿dónde está? —incluso antes de recibir una respuesta el mayor se puso en camino hacia el gimnasio, subiéndose las mangas de la camiseta preparado para pelear.

—¡No! Espera... —exclamó ella, interponiéndose en su camino—. Él no está aquí, ninguno de mis padres vino a verme.

—Dime dónde trabaja y me encargaré de él Cassidy, no volverá a ponerte una mano encima.

—No quiero que lo hagas, Johnny —le pidió entonces la chica—. No me esperaba esta reacción tuya, y aunque lo agradezco, quiero encargarme de esta situación por mi cuenta.

—¿Vas a denunciarlo? —preguntó, como si encontrara esa idea ridícula.

—No, denunciarlo no serviría de nada —negó—. Es uno de los abogados con mejor reputación del Valle, nadie se pondrá en su contra. No me creerán.

—¿Y entonces que harás?

—Aún lo estoy pensando.

Una fuerte presión en el costado de su pecho la obligó a inclinarse sobre sus rodillas, lo que empeoró el dolor. Reprimió el quejido pero sus expresiones eran claras, y Johnny no lo pasó por alto.

—No pelearás hoy.

—No puedes hablar en serio. —exclamó ella, reincorporándose con rapidez.

—¿Ya te viste? No estás en condiciones.

—Estoy bien —volvió a asegurar Cassidy—. No puedes hacerme esto Johnny, quiero competir. Necesito hacerlo.

—¿Crees que es una buena idea? —a pesar de la pregunta, el hombre no parecía convencido de ello.

—Conozco mis limites —dijo ella—. Me detendré cuando haya llegado a ellos.

Tardó unos segundos, pero Johnny terminó por aceptar. Cassidy se sintió aliviada de poder participar en el torneo, y con una sonrisa se adelantó, uniéndose al resto del equipo que se encontraban dentro del gimnasio. Ya los habían registrado.

Cuando todo estuvo listo el equipo se reunió en un círculo con el Sensei en el medio, paseándose frente a ellos.

—Aprendieron a golpear primero, a ser agresivos, a no ser fracasados. Les enseñé a golpear fuerte, a poner cada gramo de poder en todo lo que hacen. Pero no les enseñe la tercera regla de Cobra Kai.

Se tomó unos segundos antes de decirlo:

—Sin piedad. Cuanto más crezcan, más verán que la vida es injusta —su mirada se posó en Cassidy, quien a pesar de sentirse apenada no desvió la mirada. Fue fuerte—. Una mañana se sienten geniales, luego, la vida les patea las pelotas: Se enamoran de una chica y viene otro tipo y se la roba; el auto se prende fuego; su familia los traiciona.

Hawk le echó una mirada a Cassidy y ella se encogió de hombros, abrazándose a sí misma.

—Cuando creen que las cosas van bien, todo se desmorona. Así son las cosas. La vida no tiene piedad, nosotros tampoco. Hacemos lo que sea para mantenernos a flote, para seguir adelante. ¡Hacemos lo que sea para ganar!

La mirada de la rubia volvió a alzarse. Sentía las palabras del sensei haciendo efecto en ella, le recordaban lo fuerte que era y todo lo que podía hacer. Lograron que se sintiera poderosa una vez más.

—Recuerden quiénes son: son rudos, no les importa una mierda y dan palizas —exclamó Johnny—. Son Cobra Kai.

—¡Cobra Kai! —gritaron entonces al unísono—. ¡Sii!

—Bien, chicos. Vamos y démosles una paliza a todos.

Cassidy ya se encontraba en el vestuario de la competición, preparándose para salir ante el público junto al resto de sus amigos. Sus manos temblaban ligeramente mientras ataba las cintas de sus zapatos, consciente de la importancia del evento que se avecinaba. Estaba completamente enfocada en la competencia, había estado entrenando duro durante meses para llegar a ese momento, y no dejaría que nada ni nadie lo arruinara para ella.

Se levantó y miró fijamente su reflejo en el espejo, tratando de controlar la ansiedad que amenazaba con apoderarse de ella. Respiró profundamente y cerró los ojos por un momento, tratando de visualizar los movimientos que había practicado durante meses en el dojo, pronto comenzó a hacer algunos ejercicios de calentamiento para asegurarse de que su cuerpo estuviera preparado para las peleas. Saltos, patadas y golpes rápidos llenaron el probador mientras su mente se concentraba en su objetivo.

Finalmente, después de varios minutos de calentamiento, Cassidy se detuvo y tomó una botella de agua para hidratarse. Se puso su uniforme de karate, ajustando las mangas y la chaqueta con precisión. se aseguró de que el cinturón estuviera firmemente sujeto a su cintura

Por una última vez cerró los ojos, visualizó cada movimiento que haría en la competición, repasando su técnica y mentalizando la victoria.

—Vamos Cassy —Miguel apareció por la puerta del lugar—. Ya es hora.

Cassidy se acercó a la puerta del vestuario, sintiendo la adrenalina corriendo por sus venas. Tomó otra respiración profunda antes de salir junto a Miguel: estaba preparada.

—Desde Reseda, regresando al torneo, tenemos a...

—¡Cobra Kai! —gritaron todos al unísono.

De inmediato salieron de la entrada de los vestidores, se adentraron en el estadio marchando con su Sensei cerrando la fila. Los alumnos destacaban aún más por sus nuevos gi: negros con una cobra resaltando en su espalda, iguales a los que Johnny utilizó en su época.

—¡Cobra Kai! ¡Cobra Kai! —siguieron exclamando hasta llegar a su lugar,

—¡A eso le llamo una buena entrada! —la voz del presentador resonó por los altavoces del gimnasio—. Y un nombre genial para un dojo. ¡Un aplauso para Cobra Kai!

Los aplausos y vítores hicieron eco en el gimnasio, fue emocionante recibir aquella respuesta por parte del público y todos se sentían orgullosos de haber dejado una buena impresión en los presentes. La sonrisa en el rostro de Cassidy parecía contagiarse.

—Y, finalmente, un no afiliado de North Hills, el competidor Robby Keenne.

Aquella mención causo sorpresas en más de uno de los presentes. Cassidy volteó para observar a Robby pasar justo a su lado para llegar a su lugar, estaba más que asombrada de ver al chico allí, no sabía que competía.

—Bien, amigos —continuó el presentador—. Prepárense, ¡es hora de karate!

Durante la primera parte de la competencia los dojos combatían de forma simultánea para pasar a semifinales. Al menos seis áreas se encontraban repartidas por todo el gimnasio y aun así no era suficiente para todos, las contrincantes habían sido seleccionados pero muchos de ellos debían esperar su turno. Cassidy fue una de ellas.

Se mantuvo al lado de su dojo durante la primera hora, apoyando y vitoreando las victorias de todos sus amigos. Más, se quedó detrás cuando su momento estaba por llegar. Sentada en una de las bancas vacías intentaba mantenerse en calma. Estaba más que segura de sus habilidades, pero eso no significaba que no se sintiera nerviosa, más cuando su primera competencia sería en contra del actual campeón: Xander Smith.

Nunca había escuchado de él ni lo había visto, pero saber que había ganado el año anterior era razón suficiente para sentirse levemente intimidada.

—¿Preparada para la pelea? —dijo una voz desconocida.

Cassidy abrió los ojos y se encontró con un chico de piel bronceada frente a ella, su cabello castaño le llegaba hasta la mandíbula, la cual estaba bien marcada. Supo que se trataba de Xander por la etiqueta en su gi.

—Unos amigos y yo te vimos antes, durante la presentación de dojos —siguió hablando al no recibir una respuesta por parte de la rubia—. Tu cara se nos hizo conocida, ¿sabes? Después de todo no es fácil olvidar un rostro como ese.

Sabiendo a lo que llegaría a decir Xander con toda esa charla, decidió que no quería escucharlo.

—Tengo que ir a calentar. —se disculpó al levantarse, pero fue detenida por el mismo Xander.

—Escúchame, ballerina —espetó en su oreja—. Este no es lugar para princesas como tú, y pronto te enseñaré por qué.

Soltó a Cassidy y regresó con su dojo, ella se quedó observándolo. No estaba molesta, de hecho, agradecía aquella interacción. La actitud de Xander no hizo más que recordarle su razón de estar allí ese día, y no volvería a olvidarlo. Cassidy iba a demostrarles a todos de lo que era capaz.

—¿Necesitas ayuda? —le preguntó Hawk luego de llegar a su lado.

—No, yo puedo manejarlo.

En cuanto el árbitro hizo el llamado para el siguiente combate Cassidy y Xander se acercaron junto a sus respectivos senséis. Desde que sus miradas se encontraron en el camino a la colchoneta ninguno de los contrincantes había quitado la mirada el uno del otro, la tensión era palpable. La rubia tenía el cabello recogido en dos largas trenzas que caían sobre su pecho y una mirada determinada en su rostro. El chico frente a ella era más alto y tenía una constitución más fuerte, pero Cassidy no se dejaba intimidar.

—Conocen las reglas: tres puntos para ganar —Johnny detrás de ella le dio un amistoso golpe en el hombro—. A la colchoneta.

Los dos competidores se movieron hacia el centro del tatami y se inclinaron respetuosamente el uno hacia el otro. Luego, el árbitro dio la señal para comenzar la pelea. Xander comenzó a avanzar hacia Cassidy, lanzando una serie de patadas y puñetazos que ella logró esquivar con agilidad. Cassidy respondió con una serie de ataques rápidos, incluyendo una patada giratoria que logró impactar en el costado de Ken y una segunda que impactó de lleno en su rostro.

—¡Punto! —exclamaron en cuanto Xander impacto en la colchoneta y el gimnasio explotó en vítores de sorpresa.

—Es hora de que esta princesa te enseñe porque está aquí —le dijo cuando se acercó al chico—. Y créeme, esto solo es el comienzo.

Los dos continuaron luchando, intercambiando golpes y movimientos rápidos mientras el público observaba con ansias la pelea. Xander ya no sonreía de forma engreída, parecía más enfocado, e incluso molesto. Él respondió a su primera derrota con una técnica más agresiva, fuertes golpes que Cassidy lograba bloquear con sus antebrazos. Después de varios minutos de lucha intensa, Cassidy logró conectar un golpe crítico en el estómago de Xander, lo que lo hizo caer al suelo por segunda vez. El árbitro rápidamente contó el nuevo punto para la oponente de Cobra Kai.

—¡Bien hecho Cassidy! —gritó Johnny.

El público se emocionó cuando Xander volvió a colocarse de pie, parecía que todos tenían la mirada en aquel combate. Después de todo, el Campeón del año anterior estaba siendo derrotado por una chica que se presentaba por primera vez.

La lucha continuó con Xander tomando la iniciativa, dando un rápido golpe de puño que Cassidy evitó con un ágil movimiento hacia un lado. La movida fue respondida con una patada alta, pero Xander la bloqueó hábilmente. Continuaron así, moviéndose rápidamente y lanzando golpes y patadas mientras la multitud gritaba con entusiasmo mientras los dos competidores intercambiaban ataques.

Xander logró aterrizar varios golpes certeros en el torso de Cassidy, pero ella se mantuvo firme a pesar del dolor intenso por sus heridas latentes, más él no se dio por vencido y siguió avanzando, sin permitir que ella tomara el control. Después de una serie de rápidos movimientos, Cassidy logró dar una patada en la cabeza de Xander, lo que lo dejó tambaleándose. Con un giro rápido, ella aprovechó su oportunidad y lo derribó al suelo con un barrido preciso.

La multitud estalló en vítores y aplausos mientras Cassidy fue declarada la ganadora. Cuando se dio cuenta de que había ganado el combate una mezcla de emociones la inundó, pero lo que predominó por encima de todo fue una gran sensación de alegría y euforia. Cassidy se sintió orgullosa de sí misma, de lo que había logrado y de su habilidad en el karate.

La felicidad se extendió a todo su cuerpo y se contagió a quienes la rodeaban, quienes se acercaron para felicitarla y abrazarla. Aquel sentimiento de alegría no hizo más que reforzarse al ver las sonrisas y escuchar los aplausos de sus amigos. Hawk, Miguel, Aisha y el sensei se habían acercado para felicitarla por su primera victoria.

Además de la alegría y la euforia, Cassidy también sintió un gran sentido de logro y satisfacción. Sabía que había vencido a algunos de los mejores competidores y que había demostrado que era una karateka talentosa y habilidosa. Se sintió muy orgullosa de sí misma, sabía que de ahora en adelante nadie más dudaría de sus capacidades en el karate. Cassidy se había ganado una reputación.

La chica se acercó a Xander una última vez con una sonrisa en su rostro.

—Ya no soy una ballerina —le dijo con determinación—. Soy una Cobra.

Los siguientes combates no fueron retos para Cassidy, le pareció tan fácil como realizar un piqué. Sin embargo, las heridas de la noche anterior comenzaban a limitar su resistencia y los analgésicos dejaban de hacer efecto.

Se encontraba una vez más sobre el Tatami, peleando contra un chico alto y rubio por el ultimo cupo a las semifinales. Tanner, así se llamaba su contrincante, acababa de ganar un punto luego de darle un puñetazo rápido y directo en el costado de su pecho, que había dejado indefenso luego de un ataque. Se hizo evidente que Cassidy estaba perdiendo sus fuerzas cuando tardó más de lo normal en reincorporarse.

Intentaba recuperar el aliento. Sentía como si le hubieran quitado el aire de los pulmones y no podía respirar adecuadamente, sus ojos se encontraban cerrados y tomó varias respiraciones profundas, tratando de llenar sus pulmones de aire. La multitud a su alrededor estaba haciendo mucho ruido, pero ella intentaba ignorarlo y concentrarse en su cuerpo.

Después de unos segundos comenzó a sentirse un poco mejor. Aún sentía dolor pero estaba más que decidida a ganar el combate, y sólo le hacía falta un último golpe.

Su oponente se acercó y se preparó para atacar, pero Cassidy estaba lista. Ella bloqueó el golpe de su oponente con un rápido movimiento y respondió con un contraataque preciso, que golpeó a su oponente directamente en el cuello, fue suficientemente fuerte como para desestabilizar a Tanner y hacer que perdiera el equilibrio.

—Y en la colchoneta cinco, Cassidy Hawksley, última semifinalista.

Sin embargo, no todos parecían estar igual de felices que ella por haber ganado y llegado a ese punto. Johnny se había acercado a ella mientras arreglaban el gimnasio para las ultimas peleas.

—Tienes que detenerte —le pidió en cuanto estuvo a su lado—. Apenas puedes caminar de forma correcta, estás dañándote.

—Estoy ganando —le corrigió la rubia—, y estoy bien. Sólo necesito analgésicos.

Y en cuanto los encontró en su bolso se tomó un par sin beber agua. Su sensei la miraba con preocupación.

—No creo que debas seguir, es mi recomendación como sensei.

—Como mi sensei deberías animarme a ganar, no a abandonar el Torneo.

—Te estás lastimando, más de lo que ya lo estás —señaló Johnny—. Entiendo que te sientas en segundo plano y desees probarte a ti misma pero...

—Necesito ganar, ¿sí? Hoy necesito eso —lo interrumpió—. Y te lo dije, conozco mis limites, aún estoy lejos de llegar allí.

Cassidy se alejó hacia la colchoneta principal con remordimiento.

Mentía. Estaba segura de haber pasado ese límite hace mucho atrás, además sentir un intenso dolor en el costado torso y tener dificultad para respirar profundamente, tenía cierta debilidad en el área que afectaba el hematoma y una sensación de aturdimiento. Más, se obligaba a pensar que estaba bien, que un poco de agua la haría sentir mejor. Estaba en las semifinales, y no iba a rendirse en ese momento.

En cuanto los cuatro semifinalistas se encontraron en sus posiciones sobre la colchoneta, el Torneo dio comienzo a su última parte.

—Solo puede haber un ganador, y está parado ahora en este escenario —Cassidy mantenía la compostura, de pie en medio de Hawk y Miguel—. ¿Será Miguel Díaz de Cobra Kai Karate? —el mencionado se inclinó y recibió una ronda de aplausos—. ¿Será Hawk...? Supongo que es Hawk de Cobra Kai Karate —otra ronda de aplausos—. ¿Será Cassidy Hawksley de Cobra Kai Karate?

La chica mantuvo la respiración al inclinarse para la multitud, escuchó los aplausos y vítores pero su mente pareció bloquear cualquier ruido de su alrededor. Un pitido resonó en sus oídos al momento en que la presión en su torso le provocaba agudas punzadas.

—Y por último, pero no menos importante, Robby Keene, no afiliado.

El sensei había murmurado algo detrás de ella, pero no fue capaz de escuchar sus palabras. Era eso o ignorar su dolor, no tenía fuerzas para hacer ambas cosas a la vez.

—Primero, ¡Hawksley contra Keene!

La emoción en el gimnasio era palpable. Cassidy y Robby se encontraban ya en el centro del tatami, preparados para el combate. Ambos luchadores se observaban fijamente, analizando cada uno de los movimientos del otro.

La pelea comenzó con un salto delante de Cassidy, quien lanzó un golpe rápido hacia la cabeza de Robby. Éste se agachó rápidamente y respondió con un puñetazo hacia el abdomen de Cassidy, pero no logró impactarle. Ella se movió con gracia, lanzando una patada alta hacia la cabeza de Robby, que logró esquivarla por poco.

La pelea continuó así, con ambos lanzando rápidas combinaciones de golpes y patadas, pero sin conseguir golpear al otro lo suficientemente fuerte como para anotar un punto. Finalmente, después de varios minutos de intensa lucha, Cassidy logró conectar un fuerte golpe hacia el costado de Robby, lo que le valió su primer punto.

—Punto a Hawksley.

Pero Robby no se rindió. Con una mirada de determinación en sus ojos, se lanzó hacia ella con una serie de patadas y puñetazos rápidos, obligando a la chica sin aliento a retroceder. Robby atacó con un rápido golpe hacia la cabeza de Cassidy, que impactó con fuerza y le valió su primer punto.

La multitud estalló en aplausos y gritos de aliento. Minutos después Cassidy estaba a un punto de la victoria, ambos volvían a encontrarse en el centro del tatami, respirando agitadamente cubiertos de sudor. El siguiente golpe sería decisivo: Sólo un golpe más pensaba la chica sintiendo su pecho oprimido y cubierta en sudor frío, que no estaba relacionado con la pelea que disputaba.

Cassidy y Robby se observaban fijamente esperando por la señal del árbitro, no pareció pasar por desapercibido para el chico la condición de su oponente. No se veía bien.

Recibieron la señal y Cassidy decidió lanzar el primer ataque, con una patada baja dirigida hacia las piernas de Robby. Él logró esquivarla por poco y respondió con un rápido golpe hacia el costado de Cassidy, que no logró conectar. Continuaron la lucha, moviéndose con agilidad y rapidez, intentando encontrar una abertura en la defensa del otro.

La pelea se intensificó con cada segundo que pasaba. Ambos luchadores estaban sudando y respirando agitadamente, pero ninguno parecía dispuesto a ceder. La multitud estaba en completo silencio, esperando el momento decisivo. Finalmente, después de varios minutos de intensa lucha, Robby logró conectar un fuerte golpe hacia las costillas de Cassidy, que la dejó momentáneamente aturdida y sin posibilidad de responder.

Robby frente a ella hubiera jurado que escuchó algo, un tipo de ¡crack!, cómo si una grieta hubiera cedido.

El dolor en el torso de Cassidy se intensificó después de recibir la patada. Escuchó al arbitró darle el punto a Robby, dejándolos empatados y con una última pelea pendiente. Intentó colocarse en pie, lo que le fue casi imposible gracias al dolor, que era demasiado intenso. Cassidy se aferró a su costado con la mano y jadeaba de dolor. Sabía que algo andaba mal, pero no quería admitirlo en voz alta.

La chica luchaba por tomar aire, su respiración era agitada y pesada. Seguía sosteniendo su pecho y trataba de contener el dolor mientras sus piernas temblaban y le costaba mantenerse en pie. Se sentía desesperada, abrumada por el dolor y la sensación de ahogo. No podía enderezarse, se encogía en un intento de aliviar la presión en su pecho.

—¿Cassidy? —la voz de Robby la devolvió a la realidad, el gimnasio se había sumido en un inusual silencio.

El rostro de la rubia estaba escondido en su cabello, apenas podía mantener la cabeza en alto. Estaba avergonzada por su debilidad y su incapacidad para controlar su respiración, por su descuido. Su corazón latía acelerado, lo que aumentaba su ansiedad.

Levantó la mirada para encontrarse con los preocupados ojos de Robby, en algún momento se había acercado más a ella y sus manos se encontraban ahora sobre sus hombros.

—¿Qué sucede? ¿estás bien?

Cassidy negó con la cabeza, incapaz de hablar debido al dolor. Robby, asustado y perplejo por la situación buscó ayuda con el árbitro a la vez que la chica buscaba la mirada de su sensei, reflejando pánico.

Segundos después cayó al suelo, sin fuerzas en sus piernas para continuar de pie. A pesar de sus esfuerzos por resistir, el dolor y la falta de aire habían sido demasiado. Johnny se hizo paso entre los curiosos que deseaban saber que sucedía y llegó al lado de Cassidy casi al mismo tiempo que el árbitro, dejando a Robby alejado de la chica.

El sensei se agachó a su lado y comenzó a examinarla cuidadosamente, intentando determinar la gravedad de la lesión mientras que el árbitro pedía ayuda del personal médico. En cuanto el cinturón estuvo desatado y el gi fuera de su vista, la lesión fue clara para todos los que tenían una vista de Cassidy: Un gran hematoma en su costado izquierdo del torso, la inflamación era más que notable y Johnny pareció sentir el peso del mundo caer sobre sus hombros.

Más temprano esa mañana, luego de enterarse del abuso de su padre hacia ella, debió haber indagado más sobre sus heridas. Debió insistir, obligarla a no seguir peleando cuando era claro que se estaba esforzando por verse intacta. Johnny debió cuidar más de Cassidy, debió preocuparse por ella como su padre no lo había hecho.

El ambiente en el dojo estaba tenso cuando llegó la ambulancia para llevarse a Cassidy a Urgencias. El personal médico había declarado que se trataba de una laceración pulmonar gracias a una costilla fracturada y no tardaron en llamarle a la chica la ayuda que necesitaba.

Mientras los paramédicos la preparaban para el traslado, la chica parecía estar luchando por respirar. Johnny y el resto de sus amigos se reunieron alrededor para mostrar su apoyo y preocupación.

—Estaré contigo en todo momento. —le decía su sensei, mientras era ayudada a subir a la camilla de la ambulancia.

—No —susurró Cassidy con dificultad—. Quédate, deben ganar. —agregó, observando a Miguel y Hawk, el ultimo que agarraba su mano con fuerza.

La ambulancia se alejó rápidamente del gimnasio mientras los competidores y espectadores observaban con preocupación. El Torneo continuó, pero la atmósfera había cambiado entre las gradas y los competidores. Los últimos semifinalistas de Cobra Kai estaban impulsados por un nuevo sentimiento de determinación, iban a ganar el triunfo, por Cassidy.

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