╭Pizza.

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"Entonces, ¿te gusta ese alfa?"

Doyoung asintió con una sonrisa, algo sonrojado en sus mejillas y vergüenza al admitirlo. Le daba algo de pena confesar sus sentimientos en voz alta, pero con su vecino favorito esto parecía desaparecer por completo.

Se conocieron en una de esas dichosas reuniones de vecinos, esas aburridas y sonsas en las que solo los ancianitos se quejan de el aparente ruido que generan los más jóvenes, o demás puntos que se suponen deben ser tratados en una junta de condominio. Por supuesto, ellos dos eran de los más jóvenes propietarios, y al segundo en el que se miraron y empezaron a reír en voz baja por una broma acerca de lo gruñón que lucía el señor del 2A por parte del mayor, conectaron de forma ideal.

Cuando finalizó la charla, ambos se acercaron y estiraron su mano hacia el otro para presentarse, y con ese simple estrechar habían dado inicio a una nueva amistad.

Taeyong era muy atento, algo así como otro hermano mayor para él. Era su segundo mejor amigo y fiel confidente de secretos, al menos para todos aquellos que le daba vergüenza tratar con Yuta. También era un alfa, pero no era nada que ver con el estereotipo del mismo.

Si Nakamoto Yuta era un malvavisco cubierto con chocolate, oscuro por fuera, pero suavecito por dentro; Lee Taeyong era como una malteada arcoíris, llena de colores bonitos y muy dulce.

Con su cabello color anaranjado, su actitud divertida y animada, sus prendas únicas que parecían hechas a la medida para él, y esa manera que tenía de sacarte una sonrisa lo hacía un alfa muy especial. Aunque que eso no te engañe, Taeyong podía ser realmente muy intimidante cuando se lo propone.

Era un excelente consejero, además de un excelente compañero de fiestas. El mayor era el combo completo, y el pelinegro siempre le decía que aquella persona que tuviese el placer de salir con él, debía ser muy afortunada. Este se ruborizaba de inmediato, y esa era otra cosa que caracterizaba a su vecino, algunas veces podía ser ligeramente tímido.

Después de bastante tiempo conociéndose, se había ganado su total confianza, por lo que se sentía seguro de contarle acerca de Jaehyun, ese bombero que lo tenía comiendo de la palma de su mano. También le relató su travesía a través de los asesinatos de alimentos y la serie de penosos piropos que le había lanzado.

Obviamente, como buen amigo y hyung que era, Taeyong estuvo riéndose de él por más de 15 minutos, mientras Doyoung golpeaba mentalmente esa bonita carita de ángel que tenía.

En su defensa, ¡no lo hacía intencional! Era como si algo en su cabeza hiciera corto circuito al escuchar la grave voz y observar al apuesto, glorioso, y espléndido hombre que tenía como salvador cada que algo se quemaba en su hogar. Como una vocecita que le decía que hacer, pero tal vez debería dejar de escucharla porque sinceramente él mismo se daba un poco de pena ajena.

Cuando el ataque de carcajadas que sufrió el alfa cesó, se dispuso a contarle cada detalle de lo sucecido y como todo esto lo hacía sentir, ambos llegando a la conclusión de que Doyoung estaba loco loquito por Jung Jaehyun.

Tampoco era muy difícil darse cuenta de ello.

Siguieron conversando durante un largo rato, cambiando un poco de tema porque el simple hecho de pensar en Jaehyun hacía a Doyoung chillar como colegiala enamorada y se volvía un tomatito por lo rojo que se ponía ante las insinuaciones del mayor acerca de él y el bombero como una pareja. Dudaba un poco de ello, pues solo se coqueteaban o eso parecía, pero no estaba seguro de haber llamado lo suficiente la atención del castaño como para intentar algo.

Y en medio de su charla acerca de la Universidad, su timbre es tocado y una sonrisa se pinta en sus labios de cereza cuando se levanta emocionado para abrir la apuerta. Una vez hecho, se abalanzó sobre el cuerpo de su malvavisco, repartiendo pequeños besitos en su mejilla por el entusiasmo.

"¡Yuta hyung, te extrañe mucho!"

Exclamó Doyoung, abrazándose con fuerza al alfa, escondiendo su rostro en el cuello adverso, aspirando ese aroma a café y lluevia que portaba y que le hacía sentir protegido. El platinado despeinó su cabello y le sonrió con levedad, dejando un casto beso en su frente.

"Y yo a ti, Doyoungie"

Entraron al departamento segundos después, con el menor tomando la mano de Nakamoto como si de un niño se tratase, algo muy normal entre ellos. Llegaron al salón conversando, y la mirada del dueño de la casa fue a parar sobre su vecino cuando estuvieron ahí. Dejó de sostener la mano de Yuta para rápidamente acercarse a Taeyong y tomar la de él, haciendo que se levantase del sofá donde estaba sentado.

Tiró de él y lo arrastró hasta que sus dos hyungs estuvieron uno delante del otro, levantando una mano de cada uno para juntarlas en un apretón.

"Yuta hyung, él es Taeyong hyung" pronunció, llevando sus brazos detrás de su espalda mientras observaba la escena con emoción. Quería mucho que sus dos mejores amigos se llevaran bien. "Taeyong hyung, él es Yuta hyung"

Ambos alfas se miraron algo aturdidos por la velocidad con la que había sucedido las cosas, pero terminaron por presentarse.

"Lee Taeyong, es un placer conocerlo" sonrió un poco, detallando quizás un poco de más las facciones que portaba el contrario.

"Nakamoto Yuta" musitó con sencillez, dándole una mirada de arriba a abajo al pelinaranja, sintiéndose ligeramente extraño. "El placer es todo mío"

Luego de ello, sus miradas se encontraron y parecieron perderse en ellas unos instantes, hasta que el carraspeo de Doyoung los hizo salir de la ensoñación y soltaron sus manos para girarse a mirar hacia otro lado.

Como diría el capitán Meliodas, "Sate Sate Sate", o en español, "Vaya, vaya, vaya"

Eso estaba pensando el pelinegro al ver esa rara escena, mh... Pensaría en ello luego.

Los tres decidieron ver una película, y por voto popular una de acción fue la ganadora, ignorando completamente el deseo del menor de ver una animada. Aguafiestas sin duda. La película inició, y mientras Doyoung estaba recostado en el suelos, sus dos mayores estaban en el sofá muy callados para su gusto. De vez en cuando giraba su cabeza para vigilarlos, pero solo los encontraba mirando fijamente la pantalla, con una rara aura envolviéndolos. Tal vez solo era idea suya.

A media película, su estómago gruñó, anunciando que era de cenar.

Tomó su teléfono y rápidamente marcó el número de alguna pizzería porque ciertamente no le apetecía cocinar... ni tampoco quemar otra cosa. Del otro lado de la línea, la chica que tomó su pedido le avisó en cuánto tiempo llegaría y se despidió.

Siguió con su película, aún manteniendo momentáneamente el papel de espía con sus hyungs. Media hora después, el timbre volvió a sonar y se levantó de su lugar para ir a abrir la puerta, ansioso por darle una probada a la esa deliciosa pizza que se había estado imaginando en su cabeza.

Tomó su billetera y el dinero que debía pagar antes y al abrirla quedó estático, porque ese sin duda no era el repartidor de pizza.

"J-Jaehyun..."

La radiante sonrisa del conocido bombero hizo acto de presencia, encantándolo como siempre lo hacía con su simple aparición. No portaba ese uniforme azul que le quedaba tan bien, ni ese casco. Por lo contrario, un atuendo casual compuesto por unos pantalones negros algo ajustados, y una camisa azul burdeo cubriendo su pecho, rematando con una chaqueta de jean. Y sus rizos, ese cabello algo largo castaño algo despeinado le daba el aspecto perfecto para matarlo aún más.

"Hola, bonito. ¿Todo bien?" preguntó, extendiendo su mano hacia en frente, al instante Doyoung entendiendo, tendiéndole la suya, recibiendo ese delicado beso que le parecía la cosa más bonita del mundo.

Asintió con rubor en sus mejillas, sonriendo también como un bobo, permitiéndose disfrutar de la calidez y el tacto que aquella mano mucho más grande que la suya le proporcionaba.

"S-Sí, todo bien..." suspiró atontado, percatándose de algo haciendo que su entrecejo se arrugara un poco. "P-pero, ¿qué haces aquí? no recuerdo haber quemado nada..."

Jaehyun rió ante sus palabras, negando un poco, dejando ir la mano ajena para el pesar del pelinegro. "Estaba cerca de aquí y... solo quise asegurarme de que todo estuviera correcto, me extrañó un poco no recibir ninguna alerta de esta dirección en dos semanas"

Era cierto, había descansado un poco de la cocina y por ello no había visto a su príncipe uniformado en varios días.

"Pausa de chef" dijo algo divertido, acomodando un mechón de cabello detrás de su oreja, conmovido por la molestia que se había tomado el azabache al visitarlo. "Es muy dulce de tu parte"

"No es nada... Un omega tan lindo como tú no debería estar en constante peligro"

Y ahí fue cuando Doyoung falleció. Hola, Dios, soy yo de nuevo.

Su corazón se aceleró como nunca y sentía unas increíbles ganas de lanzarse sobre el contrario y comérselo a besos, pero se aguantaría. Por ahora.

"Yo, gracias... Jaehyun" sonrió, bajando su mirada un breve instante, tratando de huir de esos ojos tan profundos que lo consumían. "Mm, pedí una pizza y... estoy con algunos amigos, ¿te gustaría quedarte a cenar?"

Las cejas pobladas del castaño se elevaron ligeramente en sorpresa, y relamió sus labios debido a lo bonito que se veía el más bajo en esa actitud avergonzada. Y él en otra ocasión hubiera aceptado, pero en esta no podría ser.

"Me encantaría, pero le prometí a mi sobrino llevarlo a comer, pero quizás una próxima, bonito"

Sin su consentimiento, un pucherito se formó en los labios rosáceos de Doyoung, rompiéndole el corazón al mayor, por lo que apresuró a decir.

"Pero, ¿qué te parece si mañana vas al cuartel de bomberos?" preguntó, dando una alternativa para poder verse. "Puedes ir cerca de las dos, tengo un descanso y podemos hablar un rato si eso deseas, ¿te gustaría?"

No tuvo que decirlo dos veces, cuando Doyoung ya había aceptado.

Finalmente Jaehyun se despidió como comenzaría a ser costumbre, con un suave beso y una encantadora sonrisa. Y el pelinegro quedó petrificado y embobado en la puerta, sin creerse lo que había pasado.

Tanto así, que Taeyong tuvo que levantarse y pagar al repartidor que había estado cinco minutos llamando a Doyoung sin respuesta alguna, y Yuta se vio en la necesidad de cargarlo entre sus brazos y dejarlo sobre el sillón porque no parecía reaccionar.

Hasta algunos minutos después cuando se levantó y se puso a chillar de la emoción, mientras cubría su rostro completamente rojo.

"¿Tarda mucho?" preguntó Yuta a Taeyong, dando una mordida a su porción. El pelinaranja negó, sorbiendo de la pajilla de su refresco.

"Nah, se le pasará" restó importancia, continuando con la tarea de comer, mientras iniciaba una conversación con el otro alfa en la habitación.

Sin duda, había sido un buen día para Doyoung.

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