CAPÍTULO 26

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Me tomé la cabeza con desesperación. Las cosas no hacían más que empeorar.   

Estaba en mi habitación y paseaba por la extensión de esta como un loco mientras recordaba todo lo que había sucedido en los últimos días.

¡No sabía que hacer! ¡Ya no sabía cómo actuar! Cualquier cosa que hiciera parecía enojarla aún más, y ahora era peor, al parecer se había formado un gran malentendido.

¡No debiste venir!, le dije a Juno luego de intentar correr detrás de Diana y ella me detuviera tomándome del brazo sin ninguna intención de dejarme ir.

— ¡No! ¡No te dejaré ir detrás de ella! ¡Esta es tu oportunidad de alejarte de ella de una vez por todas! — sentí como hacía presión sobre mi brazo con fuerza cuando yo intentaba desprenderme de su agarre — ¡De rehacer tu vida!

— La que tiene que rehacer su vida eres tú, no yo — le dije y fue cuando Juno aflojó el agarre en mí a causa de la sorpresa que le ocasionaron mis palabras.

— Yo sólo me preocupo por ti, no tienes que decirme algo tan doloroso.

— Pero es la verdad, tampoco necesitas preocuparte por mí, ya no somos nada.

— ¡No puedo dejarte con ella sabiendo que volverá a lastimarte una y otra vez!

— No lo hará, ella ha cambiado.

— No dejes que tus sentimientos por ella te cieguen. ¿Acaso piensas exponer tu corazón a tanto dolor a tal punto irreversible? ¿Qué pasa si la próxima vez no eres capaz de sanar tu corazón?

La miré de manera consternada. Siempre había tenido a Juno en alta estima, la había considerado mi mejor amiga, alguien importante en mi vida y en mis días más difíciles, pero en ese momento preciso, su presencia me fastidiaba.

— Ya dije que no debes preocuparte por mí — dije y comencé a caminar en dirección a la residencia, que era la dirección hacia dónde había huido Diana.

— Marcus, yo...

— Vuelve a España. No tienes nada que hacer aquí — más que arruinar la frágil relación entre Diana y yo, pensé internamente.

— ¡No! ¡No me iré hasta asegurarme que estarás bien! ¡Qué tu corazón no corre ningún peligro! — su voz tembló y sus ojos se humedecieron amenazando con llorar.

La miré y algo se removió en mi interior. Le sonreí de manera tierna y le palmeé la cabeza en un signo de cariño. Entendía ese sentimiento que habitaba en ella, era mi mejor amiga, y si yo supiera que estaba saliendo con un idiota que sólo quería jugar con su corazón, seguramente le rompería la cara a puñetazos, pero en mi caso era diferente... yo no podía renunciar a Diana por más mal que me hiciera. Ella era como una enfermedad de la que me negaba a curarme.

— No te preocupes, estaré bien — le dije mientras alejaba mis dedos de su cabello. El contacto no se sentía correcto. Era difícil, pasar de tocar como un amante a sólo un amigo, aunque no hubiera sentimientos de por medio, la incomodidad se hacía presente con el recuerdo que guardaba el tacto de mis dedos — Sé que éramos mejores amigos...

— ¿Éramos? — me preguntó con una expresión desencajada.

— Sí, éramos, no podemos seguir siéndolo después de haber escalado de nivel. Las relaciones ascienden de escalón con facilidad, pero es casi imposible retroceder un peldaño, volver a lo que era antes.

— Quieres decir que después de pasar de amigos a novios ¿es imposible volver a amigos?

— Exactamente. Me alegra que lo entendieras— le sonreí aliviado. Lo mejor era terminar con esto antes de que siguiera empeorando la situación. No era idiota, sabía que Juno todavía guardaba sentimientos por mí, y no quería darle falsas esperanzas. No quería lastimarla por una segunda vez, porque la apreciaba, la quería de verdad. Pero sólo así, como amigos. Me dolerá perder a una buena amiga, pero debía hacerlo si no quería que ella sufriera por mí, era algo que debía hacer por ella y por mí, para poder continuar hacia adelante.

— ¿Estás terminando nuestra relación... como amigos?

No pude contestarle afirmativamente, sería muy duro para ella y para mí materializarlo en palabras, pero ella lo entendió bien con sólo mirar mi expresión.

Sus ojos se convirtieron en aguaceros y a mí eso me ocasionó un apretón doloroso en el corazón. Dolía hacerla llorar, pero era esta vez, lloraría una sola vez por mí y podría avanzar.

Ella se dio media vuelta para marcharse. Caminó algunos pasos y se detuvo de súbito. Volvió a girarse y se acercó a mí de vuelta con determinación.

— Ella... — masculló de manera algo trabada por el llanto. Respiró hondo y volvió a hablarme más claro. Entendí cada una de sus palabras a la perfección — Ella volverá a lastimarte... volverá a fallarte. Verás que sigue siendo la misma de siempre.

Y con eso se marchó de la universidad. Yo no pude decirle nada, era una manera fea de terminar nuestra amistad, pero era lo mejor que podía hacer por ella.

Después de recomponerme por sus palabras caminé en dirección a la residencia que compartía con Diana. Subí por la escalera, en vez del ascensor. Recorrí el largo pasillo hasta quedar frente a su puerta. Hice mi mano un puño y me dispuse a llamar a su puerta, pero no pude, mis nudillos se detuvieron a centímetros de la madera. Lo volví a intentar, pero... pero no pude.

Sus palabras resonaron en mi cabeza: "Ella volverá a lastimarte... volverá a fallarte. Verás que sigue siendo la misma de siempre". No, no podía ser cierto... ella había cambiado, ella era diferente, ella dejó sus demonios enterrados por mí... porque me ama... porque...

Y ¿si nunca cambió?

Retiré mi mano de la puerta y me incliné hacia adelante hasta apoyar la frente contra la puerta.

¿Estaría allí dentro?, sí, ¿A dónde más iría? ¿Estaría llorando?, la respuesta era obvia, Diana era terriblemente sensible.

Me erguí alejando mi frente de la superficie de madera.

Era un cobarde. No podía. No podía llamar a la puerta.

Era alguien muy inseguro, a pesar de estar dispuesto a darle mi corazón para que hiciera con él lo que quisiera, me asustaba que lo lastimara. No estaba seguro si podría recomponerme una segunda vez de una traición suya. Mi corazón, seguramente, se rompería de manera irreparable. Ya no tendría caso, ya no tendría en mí nada vivo.

Di un paso alejándome de su habitación, después di otro y otro más hasta llegar a mi puerta.

Esa noche fue una tortura. No pude consumar el sueño. Mi cabeza era un desastre de recuerdos y torturas. ¿Cómo arreglar este desastre? ¿Cómo superar mi inseguridad?

Más tarde me sorprendí cuando recibí un mensaje de texto de ella. Realmente no lo esperaba. ¿Quería arreglar las cosas? ¡Quería hablar conmigo!

Tardé unos minutos en responder a su mensaje. Pues, me encontraba eufórico. Había comenzado a reír y no podía detenerme. Era como un ataque de nervios. Estaba feliz y las esperanzas volvían a mí. Por fin podríamos arreglar los malentendidos y ser una pareja de verdad.

Un nudo se formó en mi garganta a causa de la emoción, pero lo mantuve a raya. No quería llorar. No quería emocionarme demasiado antes de tiempo.

Y así estaba ahora, sentado sobre mi cama de manera nerviosa. Mirando la hora en el teléfono como por centésima vez de lo que llevaba de hora. Todavía faltaba bastante para la hora acordada, pero la espera se hacía eterna y comenzaba a desesperarme.

Prendí mi computadora para despejarme, pero no funcionó, estaba tan concentrado en Diana, que me mataron cinco veces seguidas, incluso uno de mi equipo me insultó por no poner atención a la partida.

— Lo siento — dije algo avergonzado —, hoy me encuentro medio distraído.

— ¡Deja de pensar en mujeres y presta atención! — dijo uno lanzando una carcajada.

Yo me sorprendí un poco, pero luego recordé que ellos no me conocían de nada, al igual que yo a ellos, así que no había manera que supieran de Diana.

— ¡Es difícil cuando estás enamorado! — dije y lancé una carcajada.

Escuché las risas del otro lado de los audífonos. Algunos silbaron y otros abuchearon.

— ¿Qué? ¿Tu novia te dejó? — preguntó uno que parecía estar más interesado en el chisme que en el juego.

— No... — o ¿sí?, ni siquiera sabía si llamarla mi novia, pero ese era un detalle menor, mis compañeros de partida no necesitaban saber la situación a detalle —, sólo estamos pasando por un mal momento.

— ¿Tú te quejas por estar teniendo problemas con tu chica? — dijo uno — ¿Tú por lo menos tienes novia?

— ¡Qué raro, el rico comiendo frente a los pobres! — se quejó otro.

— Si salieran de sus cuevas, seguramente conocerían a alguien — les dije a modo de broma. Ellos rieron.

— ¡Cállate! ¡Seguro que tu novia ni existe! — dijo otro.

— ¡Sí, las novias imaginarias no valen! — lo secundo otro.

Nos estuvimos riendo un buen rato, lo que fue bueno para mi cuerpo, para poder relajar la tensión. Ya no me sentía tan nervioso.

Las risas fueron interrumpidas cuando alguien llamó a mi puerta. Comprobé la hora en el reloj que estaba junto a la computadora y vi que todavía faltaba más de media hora para las seis.

¿Qué hacía aquí antes? ¡Todavía no estaba preparado!

— ¡Chicos!, ella ya llegó. Me voy.

Mis compañeros de equipo me desearon suerte, cosa que agradecí, y luego corté la conexión del juego.

Me levanté de mi asiento con la tensión recorriendo todo mi cuerpo.

Caminé hacia la puerta y antes de girar el picaporte para recibirla, volvieron a golpear la puerta con insistencia. Al parecer ella tenía mucha urgencia de arreglar las cosas entre nosotros, pues, eso me puso de buen humor, ya que yo pensaba igual.

Había llegado el momento de aclarar todo, de dejar mis inseguridades de lado, de confiarle mi corazón al cien por cien, tenía pensado decirle todo lo que había estado guardando en mi corazón y mente estos días, no quería dejarla ir, no... me negaba a perderla, por eso haría todo lo posible por solucionarlo.

Por fin sería fuerte, sería todo lo valiente que nunca fui.

Respiré hondo intentando controlar mi corazón, pero no funcionó, estaba a nada de sufrir un infarto, pero no me importó, ignoré el latido desenfrenado de mi corazón y giré el picaporte para abrir la puerta. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro