CAPÍTULO 3

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Después del encuentro en la cafetería, las cosas entre Helen y yo habían ido mejorando. Helen se comportó conmigo como si nada hubiera pasado entre nosotras, como si nunca la hubiera cagado.

Era algo bueno, y lo agradecía mucho por su parte. Ella no me juzgó, incluso, nunca tocó el tema. Era como si nunca hubiera sucedido. Pero ambas, en el fondo, nunca lo olvidaríamos. Pero era el esfuerzo que teníamos que hacer, para que nuestra amistad no se rompiera, por segunda vez.

Habían pasado tres días desde que nos habíamos visto para arreglar las cosas, y desde entonces nos habíamos estado encontrando todos los días en la cafetería para almorzar.

Y, por otro lado, habían pasado cuatro días desde que Marcus y yo volvimos a ser "amigos". Estaba feliz, muy feliz, había podido enmendar a medias nuestra relación, y algo me decía, que, haciendo un poco de esfuerzo, podría sanarla, claro, con paciencia y perseverancia. Tenía que respetar sus reglas, ser perseverante en mis sentimientos y todo se daría a su tiempo...pero ¡ya no soportaba la distancia!

Quería tenerlo cerca, abrazarlo, besarlo... pero sabía que no podía, le había prometido ir lento a Marcus, darle su espacio, su tiempo.

Él prometió llamarme cuando ya estuviera listo para que nos encontráramos.

¡Pero ya habían sido cuatro malditos días! ¿Cuándo pensaba llamarme?...

¡Me estaba muriendo lentamente por su silencio!... no me decía nada, no daba ni una señal, ¡ni un mísero mensaje de texto!

Me miré en el espejo y me sorprendí a mí misma al ver mi reflejo. Me veía desesperada. Cómo una adicta en plena abstinencia.

Necesitaba verlo.

Pero tenía que contenerme. Él necesitaba asimilar nuestra nueva relación, pensar, perdonarme y volver a confiar. Pero era tan difícil. Tuve que luchar un montón de veces, durante estos cuatro días, contra el deseo de escribirle, llamarlo o ir hasta su habitación para verlo.

Entonces entendí lo que es estar verdaderamente enamorada.

Al aceptar mis sentimientos por Marcus, comprendí que lo que sentía por Nicholas, no era amor, era una obsesión ¡y para peor infundada! yo creía amarlo... o mejor dicho, intentaba forzar en mí misma esos sentimientos, cuando muy en el fondo sabía que eran falsos, que ya no lo amaba de la misma manera que en nuestra infancia, porque hubo alguien que de a poco comenzó a infiltrarse en mi corazón, para tener un sentimiento mucho más fuerte... más verdadero.

Sí, hablo de Marcus, no puedo saber con exactitud en qué momento me enamoré de él. Pero de lo que estoy segura, es que lo amaba desde hacía mucho, y había postergado mis sentimientos, por mera estupidez mía y orgullo enfermizo.

En un arrebato imprevisto, tomé las llaves de la mesa y descolgué mi chaqueta del placar. Caminé hacía la puerta y ya en el pasillo me dije a mí misma que si Marcus no venía a mí, yo iría a él.

No quedaba de otra.

Cerré la puerta de la habitación, en la cual antes compartía con Helen, antes de que todo se descubriera y me quedara sola. A pesar de que las cosas con Helen parecían marchar bien, ella en ningún momento dijo nada al respecto con querer volver a la habitación, y yo me acobardaba justo antes de preguntárselo.

Talvez todavía era muy temprano para planteárselo.

Comencé a caminar por el pasillo de manera decisiva, en dirección a la habitación de Marcus, que seguramente como recuerden, quedaba a nada menos que cinco puertas de la mía. Sí, lo sé, es extraño que viviendo tan cerca nunca nos hayamos cruzado, incluso accidentalmente. Algo me decía que estaba ignorándome a propósito. Y me preguntaba ¿por qué? ¡Supuestamente las cosas las habíamos hablado! ¡Ahora estábamos bien!... pero Marcus no me había llamado y seguramente me estaba ignorando de manera monumental.

Me paré frente a la puerta de Marcus. La miré como si fuera la entrada a un mundo misterioso y extendí mi mano hecha un puño para llamar. Pero me detuve unos segundos antes de tocar la madera.

¿Qué estaba haciendo?

Le había prometido a Marcus esperar... que dejaría que las cosas marchen a su ritmo, pero aquí estaba, frente a su habitación, con el puño sobre su puerta a punto de llamarlo, a un segundo de romper mi promesa.

Después de percatarme de lo que estaba por hacer. Contraje mi brazo, alejando mi mano de su puerta. Tenía que soportarlo... tenía que luchar contra mí misma, contra el deseo de verlo.

Me pegué media vuelta y comencé a caminar por el pasillo, en dirección contraria a su habitación. Saldría de la residencia. Necesitaba distraerme... no sé, caminar por el campus o algo.

Salí de la residencia y me dirigí al campus, más específicamente al parque que estaba frente a la facultad de derecho, bien lejos de la de filosofía y letras, bien lejos de mi residencia y bien lejos de Marcus, para que no me viera tentada nuevamente a romper nuestra promesa.

Caminé por el pasto recién cortado, y su humedad y verdor llenó mi nariz, produciéndome una sensación placentera. Salir a dar una vuelta fue buena idea, podría distraerme, y pensar en Marcus y en cómo voy a enfrentar lo que venía. No es tan fácil decir que estaba todo bien entre nosotros, no, Marcus fue uno de los más afectados por mi culpa, sólo puedo decir que me ama mucho para darme una segunda oportunidad.

Por otro lado, había una duda que me carcomía de manera tóxica, ¿esa segunda oportunidad sería la oportunidad que yo estaba esperando?, quiero decir, talvez su perdón sólo consistía en quedar como amigos y nada más. Talvez él quería superarme, buscar a alguien mejor, ¡porque se lo merecía!, y yo tenía que aceptarlo... tenía que aceptar que talvez su perdón no significaba volver a lo que teníamos.

¿Recuerdan cuando fingía que yo era su novia?

Bueno, ahora quiero volver a eso, pero no una novia falsa, ¡esta vez seré una novia verdadera!... o por lo menos eso deseo, y sí Marcus no quiere volver, a pesar de mis sentimientos, debía aceptarlo y resignarme.

Me detuve de súbito y me llevé una mano a la cabeza. Los rizos de mi flequillo cosquillearon sobre mis nudillos y los aparté de un manotazo.

Era difícil y la espera me estaba matando. Esta incertidumbre era como un veneno que me consumía. ¡Quería saberlo ya, ahora!, quería saber si Marcus correspondería a mis sentimientos o no.

Marcus, te estás apoderando de mí, de manera completa. Sólo puedo pensar en ti ahora. Si estoy contigo, deseo acercarme más, y si no estás, te extraño con locura.

¡Esta no soy yo!

Cuando creí que por fin explotaría y me transformaría en una paciente psiquiátrica, mis ojos captaron a lo lejos a una persona conocida. Entonces comprendí que eso era lo que necesitaba, la compañía de alguien más, hablar tonterías que me distrajeran durante unas horas para no pensar en él.

Me acerqué a esa persona casi corriendo.

Jeremy estaba sentado debajo de un árbol mientras sonreía como tonto al mirar la pantalla de su celular.

— ¿Qué haces, Jeremy? — lo interrumpí y Jeremy tiró el celular hacía arriba a causa de la sorpresa. Quiso recogerlo en el aire, pero el teléfono parecía un pez escurridizo escapándose de sus dedos. Hizo varios intentos más de manera atolondrada hasta que pudo recuperarlo del aire.

— Ah, sí, hola — dijo mientras escondía su celular en el interior de su mochila — ¿Cómo estás, Diana?

Levanté las cejas a modo de interrogación.

— ¿Qué estabas haciendo? — pregunté con curiosidad.

— N-nada — respondió de inmediato pero su expresión lo delató.

— No parecía como si estuvieras haciendo nada.

— No era nada, de verdad...

— Si no era nada, entonces ¿por qué luces tan sospechoso?

— Bien — se dio por vencido — Estaba escribiéndome con alguien.

— ¿Con quién? — cuestioné como si fuera un detective.

— Con... — se avergonzó — con un chico.

— Oh — me sorprendí — ¡Cuéntame más! — exclamé haciéndome un lugar a su lado sin ser invitada.

—¿Desde cuando eres una vieja chusma?

— Desde que necesito algo para distraerme — Jeremy me miró confundido —. Vamos, cuéntame.

— Lo conocí hace unos meses...

— ¿Sí? ¿Sí? — lo insté a hablar.

— Él trabaja en una librería a la que voy seguido a comprar libros o sacar fotocopia — me informó, pero luego su expresión cambio de repente—. Fue amor a primera vista — decía mientras le brillaban los ojos —, pero no pienso mucho en ello, ya que es heterosexual.

— Oh, no.

— Y tiene novia.

— Oh, no — volví a lamentarme por él — Entonces, ¿cómo conseguiste su número?

— Se peleó con la novia hace unos días, justo en frente de mis narices. Ella fue a la librería a cortarle porque supuestamente tiene a otro y ya no lo quiere. Fue todo un espectáculo, hubo gritos e incluso le abofeteó su hermoso rostro — dijo con algo de resentimiento en su voz —. Una vez que su novia se fue, él se veía muy afligido, así que me acerqué y le dije: "Sé que duele, pero ella no te conviene. Hay un montón de chicas buenas allí afuera", me asusté un poco cuando levantó la cabeza para verme sorprendido — se rio un poco recordando la escena —, pensé que en ese momento iba a mandarme a la mierda por metido o algo, pero fue todo lo contrario, me colocó una mano en el hombro y me dijo "Gracias, amigo".

— Wow — me sorprendí — Parece un buen chico — dije de lo que interpreté de lo poco que me había dicho sobre ese chico.

— Y lo es — sonrió —. Desde entonces he ido más seguido a esa librería, buscando cualquier excusa para volver a verlo. Comprar un lápiz, aunque ya tenga uno, sacarle fotocopia a cualquier cosa, ir a preguntar por libros, aunque no los necesite.

Me reí con ternura por su relato.

— Pareces muy enamorado.

— Y lo estoy, pero como ya te dije, él es heterosexual... es imposible. Si tengo suerte podremos llegar a amigos.

— ¿Pero te dio su número? ¿No? — él asintió para afirmar —, eso ya es algo.

— Sí, pero me lo dio por su trabajo. Porque uno de los libros por los que pregunté no estaban en su stock, así que me pidió el número para avisarme cuando ya lo tuviera en venta.

— Pero te veías muy feliz recién — dije con curiosidad. ¿De qué estarían hablando?

— Sí, porque me escribió para decirme que ya llegó el libro que solicité. Ahora tengo una excusa para ir a verlo a la librería.

Lo vi sonreír con entusiasmo y yo me alegré por él.

— Te deseo suerte — le dije y se la deseaba de verdad. Jeremy era un buen chico y se merecía ser feliz.

— Gracias — dijo abrazando sus rodillas —. ¿Y tú? ¿Cómo estás?... ya sabes después de... — no terminó la idea, pero yo la entendí perfectamente. Se refería a las disculpas que di.

— Es difícil — reconocí —, pero ahora estoy mejor. Dar disculpas sinceras fue la mejor decisión, fue como liberarme de un peso en mi corazón. Las cosas con Nicholas no avanzan, pero con Helen marchan bien, podría decirse que somos amigas como antes.

— ¿Y con Marcus? — agregó expectante.

Su pregunta me descolocó, ya que ni yo misma sabía que pasaba con él.

— No lo sé, dijo que me perdona, pero ha estado ignorándome durante cuatro días.

— Tienes que darle tiempo.

— Sí, lo sé... pero no es fácil. Quiero verlo a cada momento.

— Nunca creí que te escucharía decir eso, y mucho menos por Marcus.

Lo miré y sonreí. Tenía razón, nadie se lo esperaría. Ni siquiera yo misma.

— Cierto— concordé con él —. Fui una estúpida.

— Yo no dije que eras estúpida.

— No — le rodeé el hombro a modo de camaradería—, pero todos, tanto tú como yo, lo pensábamos.

Jeremy no respondió nada, pero su sonrisa fue suficiente para saber que estaba de acuerdo.

Deshice el abrazo cuando sentí que mi teléfono estaba vibrando en el interior de mi bolsillo, lo tomé y antes de contestar miré quien era el remitente de la llamada.

Era Marcus. 

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