xxii. prophecies and christmas

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DE UNA U OTRA MANERA LUEGO del pequeño drama familiar West en el que Audrey se vio envuelta gracias a Wally y su gran boca la chica se encontró estando sola en una misma habitación con Iris West.

H.R. se había marchado de la habitación justo después que Joe y Wally y Audrey estuvo a punto de salir corriendo detrás de él pero la sensación de que ambas tenían algo que decirse la retuvo en su lugar.

Se maldijo mentalmente y suspiró.

—Sé que no debería entrometerme pero ya lo hice de todos modos así que, ¿qué más da? —Habló Audrey— Creo que están siendo muy sobreprotectores con Wally.

— ¿Eso crees?

—Wally tiene potencial. Es rápido. Sólo quiere ayudar al equipo.

Iris rodó los ojos y Audrey se mordió la lengua para evitar que un insulto saliera de su boca y en su lugar cerró los ojos y volvió a suspirar.

—Mi opinión es la que menos te debe de opinar, Iris, pero con ese comportamiento están alejando a Wally —siguió diciendo ella—. Es joven, ¿de verdad crees que les va a hacer caso? Antes de ustedes su vida era participar en carreras para pagar las cuentas de su madre enferma. No dudes ni por un segundo que en cuanto tenga la oportunidad va a encontrar la manera de entrometerse en el asunto del heroísmo él solo y se marchará.

—No quiero que salga lastimado, Audrey.

— ¿Estás prestándome atención? Wally cuidaba de su madre y de él sin la ayuda de nadie. Aprendió a valerse por sí mismo a una edad temprana, sabe cuidarse.

La mujer no respondió.

—Sólo... no hagas que se aleje de ti, ¿de acuerdo?

Audrey estuvo segura de que Iris empezó a hablarle pero no fue consciente de lo que le dijo porque sucedió algo.

Sobre el hombro de la chica, ella alcanzó a ver a dos personas caminar en la habitación con las miradas fijas en ella. Una mujer de cabello castaño hasta los hombros con un vestido rojo y un hombre con un poco de canas y anteojos le sonrieron alegres.

A Audrey le temblaron las piernas. Eran sus padres.

Tan vivos, tan reales, tan presentes que estuvo segura de que si estiraba su mano podría tocarlos.

—Audrey —le dijo su madre.

—Y no me estás escuchando —gruñó Iris, pero su voz sonó demasiado lejana como para que Audrey le prestara atención.

La editora empezó a caminar hacia sus padres, su papá le estaba extendiendo una mano.

— ¿Cómo es posible?

— ¿Cómo es qué posible?

Audrey no le hizo caso a Iris, en su lugar empezó a caminar rumbo a sus padres bajo la desconcertada mirada de Iris.

Mentiría si dijera que no había tenido momentos en los que creía ver a sus padres en algún lado. En Jitters, cuando alguna mujer que le recordaba a su mamá se aparecía, o cuando en la calle veía a un hombre en bicicleta que le recordaba a su papá, pero esa vez se sentía diferente.

Esa vez, Audrey los estaba viendo realmente.

— ¿Audrey, qué sucede?

—Es Navidad, Dree —le dijo su papá—, los milagros son posibles.

—No pueden estar realmente aquí.

Para Iris estar viendo a Audrey hablándole a la nada tendría que ser el comportamiento más psicótico que alguna vez haya visto en su vida pero sabía que algo andaba mal. Por la manera en la que la castaña estaba hablando, Iris se hizo una idea de a quién estaba viendo.

Lo que no sabía era el por qué, de repente, Audrey Cooper parecía estar observando a sus padres.

—Oh, no lo estamos, cielo —le dijo su madre—, pero podríamos.

Caitlin.

Tenía que ir por Caitlin, pero no sabía qué tan buena idea era dejar a Audrey con la compañía de su alucinación.

— ¿Podrían?

—Hay una caja en el taller de tu amigo. Solo tienes que abrirla y estaremos de regreso.

—No tendrías que pasar la Navidad sin nosotros, Dree —siguió su padre—. Abre esa caja.

La caja, ¿qué caja? No podían estar hablando de la caja de Alquimia, ¿o sí?

Fue en ese momento que Audrey pareció volver a la realidad y miró a su alrededor, percatándose de la mirada preocupada de Iris.

— ¿Audrey?

—La caja de Alquimia —respondió la castaña—. Iris, acabo de ver a mis padres.

—Sí, lo supuse, ¿deberíamos hablar de tu pequeño brote psicótico con Barry?

—No, no lo entiendes —dijo Audrey, su mente trabajando con rapidez para poder entender lo que acababa de pasar—. Me pidieron que abriera la caja de Alquimia para tenerlos de vuelta.

— ¿Eso qué quiere decir?

—Quiere decir que si mis padres muertos aparecieron a decirme que, coincidentemente, estamos en posesión de algo que podría traerlos de vuelta, hay alguien más vulnerable que yo que también quisiera traer de vuelta a un familiar muerto.

Iris no tardó mucho en unir los puntos: —Cisco.

Audrey asintió antes de salir corriendo en dirección al taller de Cisco cuando de pronto una alarma empezó a sonar y la chica temió lo peor. Acelerando el paso, ella giró a la derecha para llegar al pasillo en donde se encontraba el taller y un rayo pasó a su lado volando su pelo.

El rayo —Barry— entró al lugar hacia donde ella iba.

—Cisco —dijo Barry.

Fue lo último que escuchó antes de que un rayo azul se le atravesara y desapareciera en el pasillo. Audrey ni siquiera lo pensó dos veces para llegar a una conclusión.

Savitar había salido de la caja y tenía a su mejor amigo.

—Mierda. Mierda, mierda.

Corrió lo más rápido que pudo a la sala de entrenamientos pues Savitar tomó esa dirección y cuando llegó vio a Wally ser lanzado en el aire por una fuerza invisible.

— ¡De acuerdo, estoy aquí, chicos!

—Audrey, sal de ahí —Habló la voz de H.R.

— ¡Ni loca! —Dijo— ¿Alguna idea?

—Puedes controlar mentes, ¿no?

Sí. Podía

Había intentado varias veces en él, en Wally, en Barry, en Kara e incluso Iris. Había funcionado bastante bien, aunque no estaba segura de qué tan efectivo sería en un dios que ella no podía ver.

Al notar que los dos velocistas empezaban a alterarse más y más, Audrey dedujo que Savitar estaba yendo hacia ellos así que moviendo su cabeza a un lado y fijando su vista a un punto muerto del lugar en donde Barry y Wally estaban le ordenó a Savitar que se detuviera.

Detente. Detente.

No sabía si había funcionado pero tampoco quería perder el tiempo averiguándolo, alzó su mano hacia la dirección en donde estaban los velocistas pero sin apuntar directamente hacia ellos y movió su mano a un lado, esperando que con su telekinesis haya mandado lejos a Savitar.

— ¿Chicos? —Preguntó con temor.

— ¡Eso fue genial, Audrey! —Exclamó Wally todavía sin levantarse del piso.

Audrey sacó el aire que no sabía que estaba reteniendo y corrió hacia los chicos, segura de que Savitar no estaba cerca.

— ¿Están bien?

—Debiste haberlo visto —respondió el menor de los West—, Savitar se detuvo cuando hiciste tu control mental.

— ¿Funcionó?

— ¡Claro que sí!

—Luego salió volando —habló Barry—, pero desapareció en el vuelo.

—Cisco debió haber cerrado la caja —sugirió Audrey, mirándolos con gracia pues seguían tirados en el piso—, ¿los ayudo a levantar o quieren quedarse ahí un rato más?

Barry soltó un suspiro antes de empezar a reír: —Gracias. A ambos.

— ¿Bromeas? Fue asombroso.

—Estoy de acuerdo con Wally. Aunque no vi la mitad de lo que pasó.

—Créeme, Auds —dijo Wally—, fue asombroso.

(...)

Julian no actuó tan sorprendido luego de ver a Audrey inmiscuida en el Equipo Flash y ella supuso que era porque Barry le había revelado su identidad antes del incidente de Savitar. Audrey debía admitir que estaba preocupada por Julian porque se veía verdaderamente perdido, supuso que enterarse de que alguien está controlando tu mente y no eres consciente de lo que haces en un periodo de tiempo debía apestar.

Ahora mismo estaban de vuelta en la sala de entrenamientos y el inglés estaba sentado en una silla escuchando la explicación de Barry sobre cómo Savitar hablaba a través de él y que, por el momento, él era el único medio de comunicación que tenían con el velocista.

—Hallamos un método de sincronizar tu cerebro con la piedra —explicó Caitlin.

—Nos dejará hablar con Savitar.

—Si quieres liberarte de esto, debes de confiar en nosotros —dijo Barry con los brazos en jarra.

Julian le dirigió una mirada a Audrey como si buscara una reafirmación de su parte y ella lo entendió, después de todo ella misma era la única persona en la que el rubio confiaba en la habitación. La mujer asintió y le regaló una sonrisa.

—Esto te va a ayudar, Julian, nunca te haríamos daño.

El rubio dudó: —Debes estarte divirtiendo con el asunto de la Piedra Filosofal.

Audrey retuvo una risa.

—No tienes una idea.

Barry miró el intercambio entre ambos con el ceño fruncido pero no dijo nada al respecto, simplemente esperó a que terminaran de hablar. Julian regresó su atención al corredor escarlata.

—Nunca me caíste bien, Allen —él rió sin gracia—. Una sesión espiritista con tus amigos no ayudará a cambiar eso, ¿lo sabes?

Él asintió, Julian lo pensó unos segundos más antes de aceptar y Cisco caminó hacia el rubio para colocarle un aparato en la cabeza dándole la instrucción de contar hacia atrás desde diez para después activar el objeto que le puso. Audrey pudo ver que su amigo estaba nervioso e hizo una mueca.

—Die...

No pudo ni terminar de decir el número porque cayó inconsciente.

La castaña compartió miradas sorprendidas con el resto del equipo y apretó los labios para no reír cuando Cisco chasqueó los dedos varias veces frente a Julian sin recibir reacción alguna de su parte. Mientras Caitlin le decía a Iris que podría tardar unos minutos en despertar como Savitar, el grito de Julian hizo que todos dieran un salto del susto.

Lo miraron con atención, él buscó con la mirada a Barry y dijo: —Hola, Barry.

Pero su voz no era la suya sino la de Savitar.

—Ha pasado tiempo.

—Savitar —habló el velocista, acercándose a él.

Savitar analizó a cada uno de los presentes.

—Ninguno está de rodillas. Es inteligente inclinarse ante una deidad.

—No te ves tan intimidante ahora mismo, lo siento —respondió Audrey, ganándose la atención del dios.

Los ojos de Julian la escudriñaron y ella tragó saliva, su mejor amigo se colocó frente a ella como si intentara protegerla de la mirada del rubio.

—No eres un dios.

—Para ser dios debes hacer que la gente lo crea.

—Nadie cree en ti —le dijo Iris.

—Deberías, Iris —respondió Savitar—. Tengo el poder de la vida y la muerte sobre todos ustedes.

— ¿Cómo sabes tanto sobre nosotros?

—Te conozco, Caitlin —dijo él—. Cisco, Joe, Wally, el falso Wells, Audrey. Conozco sus temores, conozco sus debilidades, los conozco mejor que ustedes mismos.

Sí, debía admitir que en ese momento empezaba a sentirse un poco intimidada por Savitar. Sonaba bastante seguro de lo que decía, como si en verdad creyera que tenía poder omnipotente sobre todos y cada uno de ellos.

—Conozco sus destinos. Uno los va a traicionar, uno va a caer.

La castaña notó que no solo a ella empezaba a ponerla nerviosa sino a todos los demás, Wally incluso se removió un poco y Caitlin lucía bastante intrigada por lo que estaba diciendo.

—Uno sufrirá un destino peor que la muerte.

Audrey sentía que estaba presenciando la premonición de algo o el anuncio de una profecía y no podía quitarse de la mente que Savitar lucía demasiado... seguro de lo que estaba diciendo.

Como si lo hubiera visto pasar ante sus propios ojos.

— ¿Quién eres? —Le preguntó Barry.

Savitar le dirigió una mirada al corredor escarlata antes de mirar hacia enfrente sin ningún punto fijo en específico.

—Soy el futuro, Flash.

— ¿Qué quieres de nosotros?

—Todo. Todo lo que me quitaron, lo quiero de nuevo.

Audrey ladeó la cabeza: — ¿Te quitamos? ¿Qué te pudimos haber quitado en el futuro?

Conociendo a Barry, quizá fue su culpa. Negó con la cabeza maldiciendo a su mejor amigo por ser más estúpido e impulsivo de lo que ya era en el futuro. Savitar parecía estar realmente enojado con ellos, ¿qué tanto daño le habrían hecho?

—Todo —repitió Savitar—, y lo voy a recuperar. Después los destruiré.

— ¿Y por qué no lo has hecho? Si eres tan poderoso, ¿por qué no sólo nos matas a todos ahora y terminas con esto?

—Estás preparándote, ¿no? —Le dijo Audrey— Es lo que todos los villanos hacen. Primero son un dolor en el culo hasta que sea momento de llevar a cabo el plan.

—Eres inteligente, Audrey —respondió Savitar—. Tú me hiciste esto. Me atrapaste en la eternidad. Tu ser futuro. Tú me lo hiciste, Barry.

Luego de un par de frases que enviaron escalofríos a la espina dorsal de Audrey, su mejor amigo se dirigió hacia Julian y los desconectó del aparato para romper la comunicación con Savitar, casi al instante Julian estuvo de regreso y lucía bastante agitado y asustado.

Julian se quitó el aparato de la cabeza: — ¿Funcionó?

—No tienes una idea —le respondió Audrey—, ¿estás bien?

—Acaban de invadir mi mente, por supuesto que no estoy bien.

Audrey asintió.

Sí, claro.

El Equipo Flash salió de la sala de entrenamiento siendo liderados por H.R., Barry caminó a un lado de Audrey con rostro preocupado por lo que acababa de suceder. La chica debía de admitir que había sido un momento bastante aterrador por decir algo.

— ¿Tú estás bien? —Le preguntó la castaña.

— ¿Crees que esto también lo haya ocasionado yo?

— ¿Quieres la verdad o el consuelo?

—La verdad.

La castaña lo miró: —Creo que es noventa y ocho por ciento probable de que sí.

— ¿Y el resto?

—El resto es el que quiere hacerte sentir bien al no escucharme decir que estoy cien por ciento segura.

Barry se rió débilmente y ella hizo una fina línea con sus labios sin decir nada más. Debía ser horrible sentirse culpable por todo lo malo que estaba sucediendo en el grupo de personas que más querías en el mundo.

—Eso me dio miedo —dijo H.R. al entrar al córtex—. Fue... ¿no fue aterrorizante? La voz y las profecías y... Me tomaré un té de menta y me voy a acostar.

Audrey miró con gracia a H.R. y escuchó a Caitlin preguntar si creían que era verdad todo lo que dijo.

Ella esperaba que estuviera verdaderamente equivocado pero, de nuevo, se escuchaba bastante seguro al respecto y también demasiado enojado por lo que sea que Barry —y ellos— le hicieron en algún momento del futuro.

Barry estaba seguro de que Savitar jamás saldría de la caja en donde lo atraparon y tanto él como Jay creían que la piedra tenía algo que ver.

—La piedra es la clave de todo —dijo Barry—. Así controló a Julian. Así creo más metas.

— ¿Destruimos la piedra y Savitar se irá para siempre?

— ¿Alguna idea de cómo destruir esa piedra que ante mis ojos se ve bastante difícil de siquiera quebrar un poco?

—Es imposible destruirla —le confirmó Julian a Audrey—. Ha existido por siempre, debe haber alguna razón.

— ¿Y si la enterramos y la regresamos a la tierra donde la encontramos?

Cisco hizo un sonido reprobatoria: —Jumanji.

La castaña echó la cabeza hacia atrás. Deshacerse de la piedra parecía ser una tarea imposible de realizar.

—Alguien la encontrará y volveremos al principio.

—Debe desaparecer para siempre —dijo Jay—, solo podemos hacer una cosa. Arrojarla a la Fuerza Veloz.

Aquellas últimas cinco palabras parecieron despertar algo de esperanza en el equipo y en menos de cinco minutos tenían un plan que podría o no funcionar pero parecía algo viable.

Jay y Barry correrían juntos para abrir un portal a la Fuerza Veloz, Barry sería el encargado de lanzar la caja luego de absorber la velocidad de Jay en cierto punto.

El plan sonaba bien. Era lo mejor que tenían hasta ahora.

Todos se pusieron manos a la obra bajo la atenta mirada de Julian.

— ¿Julian? —Dijo Audrey— ¿Estás aquí?

—Me parece interesante que durante todo este tiempo no me haya dado cuenta —le respondió él—. Era bastante obvio.

Audrey le regaló una sonrisa divertida viendo cómo Caitlin se dirigía a las computadoras para preparar todo ahí.

—Si te pones a pensarlo, sí. Es muy obvio —admitió ella—. Siempre se escabulle. Siempre está donde tiene que estar y, sin embargo, nunca te lo hubieras imaginado.

—Es solo que se ve...

— ¿Normal?

—Iba a decir poco heroico pero normal funciona.

Audrey rodó los ojos: —No seas malo. Barry siempre ha sido mi héroe.

No mentía.

Cuando era niña le parecía admirable que el hecho de haber perdido a su madre y después a su papá porque lo encarcelaron, quedando prácticamente huérfano, no lo hubiera cambiado. Al menos no durante mucho tiempo. Hasta la fecha, Audrey seguía pensando que su mejor amigo era valiente y de corazón puro y eran de las cosas que ella más admiraba de él.

Para Audrey, Barry era un héroe desde antes de recibir sus poderes.

—Ah, tú y Allen —dijo Julian.

—Ah, Barry y yo —dijo Audrey.

—Auds —la llamó Wally para que se acercara.

La castaña dejó al inglés y se dirigió a la computadora central del córtex junto al resto para mirar la actividad en la pantalla.

—Jay se mueve muy rápido —dijo Iris con sorpresa—, esto podría funcionar.

Los miraron unos segundos más hasta que de repente ambos desaparecieron de la pantalla. Primero Barry y después Jay.

— ¿Qué pasó? —Inquirió Audrey—, ¿en dónde están?

—No lo sé —dijo Caitlin desconcertada.

— ¿A dónde fueron? —Insistió Audrey.

Cisco llegó corriendo al córtex con el semblante preocupado: —Desaparecieron.

—Oh, Einstein, gracias por venir a decirnos lo que ya sabemos —dijo ella.

— ¿Qué sucedió? —Preguntó ahora Joe.

—Debieron haber corrido muy rápido y debieron haber terminado en algún lado.

Audrey estuvo a punto de decir algo pero un dolor punzante en su sien la detuvo. Cerró los ojos con fuerza y se quejó llevando sus manos a la cabeza, escuchó a alguien llamar su nombre pero no estaba segura de quién había sido.

De pronto una visión empezó a aparecer en su mente. La visión parecía no tener sonido pero la imagen era desgarradora. Audrey no alcanzó a ver demasiado porque así como llegó la visión se fue.

Lo único que había alcanzado a ver fue a Flash con el cuerpo inerte de alguien entre sus manos.

—Audrey —llamó Wally quien había corrido a sujetarla para que no cayera al piso—, ¿estás bien?

—Sí, sí —Wally la soltó cuando Audrey recuperó el equilibrio.

— ¿Fue una visión? —Preguntó Caitlin preocupada.

— ¿Visión? —Repitió Julian.

—No estoy segura de qué fue.

Sí lo estaba pero no quería decirles. La imagen parecía muy irreal y las palabras de Savitar se repitieron en su mente.

Uno va a caer.

¿Estaba hablando de la persona a la que Barry cargaba en la visión? ¿Savitar asesinaría a uno del equipo?

— ¿Te sientes bien?

—Sí, sí, sólo necesito...

Relajarse, tal vez.

Pasados unos segundos, Barry entró al córtex y los saludó. Iris exhaló con alivio y se dirigió a abrazarlo y a preguntarle qué había sucedido.

Audrey dejó de prestar atención estando demasiada absorta en sus pensamientos. ¿Qué demonios acababa de ver y por qué estaba tan nerviosa al respecto?

— ¿Auds?

— ¿Mhm? —Respondió Audrey, no sabiendo realmente a quién le respondía.

— ¿Estás bien?

Esta vez supo que quien le estaba hablando era su mejor amigo, rezó mentalmente para que nadie fuera a decir nada respecto a lo que le había pasado y respondió: —Lo estoy.

—Te ves algo...

— ¿Qué sucedió con la piedra?

Barry pareció algo sorprendido por la repentina evasiva de su mejor amiga pero no dijo nada.

—Se fue. Se perdió en la Fuerza Veloz.

—Muy bien —dijo Julian.

—No sé ustedes, pero que te moleste un dios al que molestamos en el futuro es... Acaba con el espíritu navideño.

—Nunca he estado más de acuerdo contigo, Cisco —respondió Audrey.

—Chicos —habló H.R.—, llegó la Navidad. Necesitamos algo de Navidad en este instante. ¿Quién me apoya? ¿B.A.?

Barry asintió: —Tiene razón. Es Navidad, debemos estar juntos. Vamos.

—Yo acepto si todos aceptan —dijo Joe.

Un eco de aceptación se hizo presente en el córtex pero Audrey no dijo nada al respecto estando nuevamente inmersa en sus pensamientos, tan inmersa que ni siquiera notó cuando Julian salió del córtex.

¿Quién demonios moriría en los brazos de Barry Allen?

(...)

La casa de los West estaba repleta de gente, cada quien haciendo distintas cosas. H.R. estaba ocupado emborrachándose con el ponche de huevo de alguna de la abuela Esther o la abuela Millie, probablemente de ambas, Wally charlaba con Marilyn en la cocina y Audrey miraba la nieve por la ventana.

Soltó un suspiro girando sobre sus propios talones encontrándose a su mejor amigo sentado en el sillón, su rostro lucía pensativo.

—Oye, Allen —dijo ella, acercándose a él—, ¿qué sucede?

—Nada.

—Barry.

—No es nada —aseguró él.

Audrey enarcó una ceja: —No estarás mintiéndome en plena víspera de Navidad, ¿cierto? Ya sabes, ¿esa que no querías que se me arruinara por nada en el mundo?

—Claro que no —Barry le sonrió débilmente—, ¿la estás pasando bien?

La castaña alzó las cejas con sorpresa y después rió, sentándose en el reposabrazos del sillón en el que Barry estaba sentado.

Audrey llevaba puesto un suéter rojo que Marilyn le había obsequiado esa mañana junto a unos jeans ajustados y unos botines negros. Y, por supuesto, el gorro que H.R. le había obsequiado días atrás.

—Quiero decir, estoy con mi persona favorita en el mundo —empezó a decir ella—, mi hermana está aquí, hay ponche de huevo de dos abuelas que seguro amaban emborracharse con él... sí, no está nada mal.

—Tu persona favorita en el mundo.

—Es Wally, obviamente.

Su mejor amigo soltó una carcajada.

Audrey había notado que desde el día de los eventos con Savitar, Barry estaba un poco más ensimismado que de costumbre, podría decir que estaba comportándose más o menos como ella pero él lucía más fuera de sí. Audrey por lo menos podía fingir que solo estaba agobiada por el trabajo, Barry no.

—Oye, ¿qué está mal? Habla conmigo.

Su mejor amigo volteó hacia atrás cuando el pequeño bullicio de los hermanos West celebrando que su padre y Cecile se habían besado llamó su atención y con una débil sonrisa volteó de regreso a la castaña.

—Lo siento.

— ¿Por qué?

—Por todo —dijo él—. Si no fuera por mi, tus padres...

—Barry —lo interrumpió ella—, ya hemos hablado sobre esto. No fue tu culpa, Flashpoint o no yo fui quien les hizo la llamada sobre mi ascenso.

—Pero si yo no hubiera hecho lo que hice quizá seguirían aquí.

Audrey se quedó pensativa: —Apesta pensar en el hubiera, ¿no?

Barry llevó su mirada hacia abajo y suspiró mientras asentía con claro arrepentimiento.

—Deja de preocuparte por mi. Tengo este mejor amigo que desde el primer día de diciembre se encargó de que todo fuera perfecto para mi —la castaña lo empujó por el hombro—, e hizo un maravilloso trabajo.

— ¿Lo hice?

La castaña miró a su alrededor, a su hermana ahora riendo y su corazón se estrujó. No negaba que la ausencia de sus padres le dolía en el alma pero todas esas personas en la casa, incluso Iris, eran parte de su segunda familia. Miró de reojo a su mejor amigo y dibujó una sonrisa alegre y se encogió de hombros como si de ese modo estuviera diciéndole ¿Tú qué crees?

Marilyn se alejó del ruido con la mano en su oreja, Audrey supuso que estaría haciéndole una llamada a su familia en Gótica. Joe caminó hacia la sala y los mejores amigos se lanzaron una mirada cómplice antes de ponerse de pie a sabiendas de lo que venía a continuación. Todos se reunieron frente al sillón en donde Iris y Wally estaban sentados, Joe llevaba un gran regalo entre sus manos.

—Esto es de todos nosotros para ti —dijo Joe, dejando el regalo sobre la mesa de centro.

Audrey emitió un sonido emocionado cuando Wally destapó la caja y vio el contenido dentro. Iris abrazó a su hermano mientras él sonreía con sorpresa y emoción.

— ¿Es en serio?

—Sí, viejo, ya era hora.

—Estás listo, Wallace.

—Bienvenido al equipo —dijo Barry sonriente viendo a Wally sacar su traje—, Kid Flash.

El traje era totalmente amarillo con algunos bordes rojos similar al de Barry pero los colores eran invertidos.

— ¡Vas a combinar con Barry, Kid Flash! —Exclamó Audrey.

— ¿En verdad me llamarán Kid Flash?

—Sí, creo que lo haremos —dijo Iris.

—Asúmelo, niño —secundó Audrey.

— ¡Kid Flash! —Gritó H.R. a lo que tanto Barry como Audrey le hicieron gestos de que guardara silencio.

Unos golpes en la puerta inundaron la casa y H.R. dijo algo sobre que era la policía provocando que Audrey rodara los ojos con diversión. Marilyn entró nuevamente a la casa y la chica se aseguró de que Wally ya hubiera guardado su traje.

Marilyn se acercó a su hermana: —Te traje algo.

— ¿A mi?

—No, a Iris —la hermana mayor de Audrey rodó los ojos, dirigiéndose al árbol para tomar una caja envuelta en papel azul brillante y regresó con la editora.

Audrey le había dado su regalo esa mañana y al no recibir nada de su parte simplemente asumió que no le daría nada por ser Navidad así que debía admitir que la tomó por sorpresa. Con el ceño fruncido, aceptó el regalo que le tendió su hermana.

—Feliz Navidad, Audrey Hepburn.

La chica empezó a desenvolver el regalo y sintió que su vista se nublaba al obtener el primer vistazo de lo que venía dentro. Dejó que la envoltura cayera al suelo y pasó sus dedos por la fotografía enmarcada que Marilyn le había dado.

Eran ellos. Su familia con Barry incluido en Navidad. Audrey recordaba ese día a la perfección.

Joe dejó que Barry fuera con los Cooper de compras navideñas y en la plaza había un stand exclusivo para sacarse una foto familiar navideña con Santa Claus. Audrey estaba sentada en una pierna de Santa y Barry en la otra pues, al ser los más chicos, así los habían puesto. Su padre estaba a su lado con Marilyn riendo en sus piernas y su madre, a un lado de Barry, sonreía alegre.

— ¿De dónde sacaste esto? Pensé que se había perdido.

—Se la robé a papá —confesó ella—, me gustó mucho y simplemente lo hice. Pero creo que ya es hora de que la tengas de regreso.

Audrey sorbió la nariz y parpadeó varias veces antes de empezar a reír para evitar llorar y envolvió a su hermana en un fuerte abrazo.

—Gracias, Lynn.

—De nada, Auds.

—Feliz Navidad a todos —dijo la voz de alguien.

La castaña se separó de Marilyn, dejó la foto sobre la mesa y se limpió con delicadeza y cuidado de no correr su maquillaje por las lágrimas, su atención dirigiéndose al recién llegado.

— ¡Julian, viniste!

—Hola, Auds.

—Feliz Navidad —le dijo ella, envolviéndolo en un abrazo.

Caitlin se dirigió a ellos cuando se separaron y le dio al rubio una taza de ponche.

El sonido de un cántico fuera de la casa se hizo presente y Joe fue a la puerta para abrirla y ver al grupo de personas cantando villancicos afuera. Audrey caminó hacia su hermana y entrelazó su brazo con el de ella para después recargar la cabeza en su hombro, Marilyn recargó la suya en la de Audrey.

Así como así, la lluvia dejó de ser lluvia y de la nada empezó a nevar.

Audrey no tenía que voltear a buscarla para saber que la causante de eso había sido Caitlin.

Después de todo, su Navidad no estaba siendo tan mala como ella creía.

(...)

La editora salió de su habitación con cuidado de no despertar a su hermana quien había caído dormida hacía unos minutos y se dirigió hacia la sala. Iba por algo en específico ya que había escuchado ruidos afuera y se preguntaba si Barry había regresado a casa.

Se encontró a su mejor amigo encendiendo la lámpara en una mesita al lado del sillón con una caja enorme a sus pies.

— ¿Santa Claus vino temprano?

—Audrey —dijo él—, pensé que estabas dormida.

—Nop, despierta —Audrey lo miró con curiosidad—, ¿qué haces aquí? Hace horas te fuiste con Iris, pensé que no te volvería a ver hasta que pidiera un rescate por ti y me dejara ver a mi mejor amigo.

—Qué exagerada.

—Podría pasar.

Barry se fue de la fiesta navideña junto a Iris en algún momento de la noche y ninguno regresó durante el resto de la misma, la castaña podía deducir que quizá decidieron hacer su intercambio de regalos a solas y con razón, al ser pareja y todo eso tenía sentido, sin embargo, Audrey no podía explicar el ligero dolor en su pecho ante aquel pensamiento.

—Entonces, ¿qué haces?

—Es Navidad, Auds, no nos dimos nuestro regalo.

—Oh, ¿eso que traes es para mi?

El chico se sentó en el sillón y colocó la caja sobre sus piernas, Audrey caminó hasta el árbol para tomar el regalo que le hizo a Barry y después tomó asiento a su lado subiendo los pies al sillón.

—Espero que no tengas una cabeza ahí metida.

— ¿Qué? —Respondió él, riendo.

—Es una caja muy grande.

Barry rodó los ojos dándole la caja, ella hizo a un lado el regalo para su mejor amigo y recibió la caja.

—Ábrelo.

La chica quitó la tapa y echó un vistazo dentro: — ¡No lo puedo creer!

Dentro estaba una máquina de escribir que a pesar de lucir nueva y sus colores se vieran brillantes, ella sabía de dónde venía la máquina.

Era la vieja máquina de escribir de la madre de Barry, una que Audrey siempre adoró de lejos y la cual usaba de vez en cuando cuando Nora Allen se lo permitía. Se veía como si su mejor amigo le hubiera dado unos retoques para darle un aire más a Audrey pero no había manera en la que ella no la reconociera.

—Barry, no debiste de...

—Siempre adoraste esa máquina —la interrumpió—, pensé que era momento de que la tuvieras.

Audrey por segunda vez en la noche sintió que sus ojos se inundaron de lágrimas.

—Es hermosa —dijo ella, sacándola de la caja para mirarla más de cerca.

El color seguía siendo el mismo negro que ella recordaba y las teclas eran doradas pero no se veían tan gastadas, una pequeña frase tallada al frente llamó su atención.

"Nosotros vivimos y respiramos palabras."

— ¿Cazadores de Sombras?

—Oye, es tu culpa.

Audrey se rió y pasó sus dedos cuidadosamente por las teclas, luego limpió sus mejillas con el dorso de su mano y regresó la máquina a la caja para dejarla a su lado y tomar el regalo para Barry.

—Tu turno —le dijo, dándole el regalo.

El velocista lo tomó y sus dedos se rozaron solo por unos segundos que fueron suficientes para que el corazón de Audrey diera un salto.

¿Qué demonios?

Su mejor amigo empezó a desenvolver el regalo y lo sacó. Un suéter de lana azul con una B dorada bordada en medio era lo que había en su interior.

— ¡Audrey, esto es genial! ¡Como los de Harry y Ron!

—Sip, el mío es azul y lo tengo en mi cuarto listo para ser usado.

— ¿Dónde lo...?

—Mamá y yo los hicimos —hizo una pausa—. Bueno, en realidad llegamos a la mitad. Luego de que, ya sabes, murió, los terminé por mi cuenta.

Soltó un suspiro y mordió el interior de su mejilla, Barry pasó su brazo por los hombros de la chica y la abrazó.

—Es genial, de ahora en adelante será lo único que me ponga.

—No lo creo. Es lana. La lana da comezón.

—No me importa, me pondré una playera debajo.

Audrey lo abrazó con fuerza por la cintura: —Feliz Navidad, Barry.

—Feliz Navidad, Auds.

(...)

Y feliz Navidad de mi para ustedes. Espero que les hayan gustado estas dos actualización, cinnamon apples, las adoro, nos vemos en 2021.

PD: man, corté el capítulo anterior porque desde mi pdv estaba muy largo y este quedó MÁS largo, me detesto. Disfruten mi mucho texto.

middleofnow xx

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