Capítulo II

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Hoy presentamos...

"Todo por un beso..."

-Heather-

—¿Se gustan... y no nos lo dijeron? —dijo Morgan.

—S-sí —respondió Joss, que aún seguía roja como un tomate por el beso.

—Bien... será mejor ir al salón antes que el profesor que tengamos ahora se enoje —dijo Sheryl, sin darle importancia alguna, pues ella sabía lo que sentía Heather, pues ella ya se lo había dicho a ella.

—Buena idea... ahora tenemos música, y él no es muy amable que digamos —respondió Lukas.

Y acto seguido se fueron hacia el salón de sexto año.

...

Cuando llegaron, además de encontrarse con el profesor de música, estaba el director. El director Robert Marshall es castaño y oji-verde, es más o menos amable, pero muy estricto.

—Bien, creo que son todos —dijo mirando que ninguna silla esté vacía—. Bien, hoy el profesor Collins se enfermó y lamentablemente con mucha coincidencia el suplente también se enfermó... así que, se tendrán que ir antes —dijo Marshall, y sin esperar respuesta alguna se largó hacia su oficina.

Luego de unos segundos, ya el salón estaba vacío, excepto por Heather y Joss, pues tardaron en guardar sus útiles a propósito. Luego de que guardasen cada útil, se miraron a los ojos y se volvieron a besar, pero este beso era más apasionado que al anterior.

Cuando sus labios comenzaron a zarandearse, las interrumpen unos tosidos para llamarles la atención, era Lukas, que al parecer las estaban esperando.

—Oh, Lukas, ¿Sigues aquí? —preguntó Heather, pues no esperaba que siguiera aquí.

—Obvio que las íbamos a esperar —dijo, y acto seguido entran Sheryl y Aaron.

—Vamos antes que el director nos mate —dijo Aaron, mirando aún por el pasillo, observando que no venga el director.

—Bien —dijo Heather, un poco molesta, pues le cortaron un bello momento, aunque estaba de acuerdo.

Y se fueron de la preparatoria. Cuando llegaron a la vereda, Sheryl y Aaron se fueron por un lado y Joss, Heather y Lukas por otro.

—¿Y Morgan? —preguntó Joss, mientras los tres caminaban tranquilamente.

—Tiene que cuidar de su madre, la pobre tiene cáncer —respondió Lukas, dando pasos exageradamente largos de vez en cuando.

—¿Enserio? Pobre mujer —dijo Joss, tristemente.

—Lo sé- dijo Lukas, un poco triste, más que nada por Morgan—. Pero bueno, ¿No iban a decirnos que se iban a besar ahí dentro? —reclamó, con gracia en la voz.

—Sí, este, no, no lo íbamos a hacer —dijo Heather nerviosamente—. Por cierto, no se lo digas a nadie —dijo.

—A nadie —añadió Joss, poniendo énfasis a "a nadie".

—Calma, saben que pueden confiar en mí —dijo Lukas, ofendido.

—Eso ya lo sabemos, pero eres un poco boca abierta —dijo Joss.

—Hey, eso duele —reprochó Lukas.

—Y es malpensable —añadió Heather con unas risas.

—Bueno, esa no era la idea —dijo Joss, que ahora ya no podrá volver a decir eso sin malpensarlo.

Unos pasos más adelante, llegaron a la casa de Lukas. Cuando llegaron donde comienza un caminito, Lukas se despidió de las dos chicas y se fue dentro de la casa. Heather y Joss siguieron su camino, pues sus casas estaban un poco más adelante.

—Bien... nos vemos esta tarde, ¿si? —dijo Joss, cuando llegaron a la puerta de la casa de Heather.

—De acuerdo. ¿Cómo una cita o...?

—Como cita —respondió sonriente.

—Está bien —sonrió—. ¿Dónde?

—¿En el parque? —preguntó—, o... podríamos ver una película.

—O ambas —respondió Heather, sonrientemente.

—Bien... ¿A la tarde?...

—Sí, a la tarde —dijo, y acto seguido le dio un beso en la boca a Joss.

De la nada se abrió la puerta, Heather en el momento separó sus labios con los de Joss.

—Lucian, casi me das un infarto —dijo Heather, pues el que abrió la puerta era su hermano.

—¿Qué? ¿Tenías miedo que fuera papá? —bromeó.

—Sí —respondió, con una risa nerviosa.

—Pues perdón —dijo graciosamente.

—Bien, Joss, nos vemos a la tarde —dijo, y acto seguido entró, cerrando la puerta tras ella—. Vuelves a abrir la puerta así, y juro te mataré —le avisó a Lucian.

—Sí, sí, como sea —dijo aun riendo.

—Sí, búrlate... no le digas nada a mamá ni a papá...

—¿No decirnos qué? —preguntó Francis, su padre, apareciendo de la nada junto a Charlotte, su madre.

—Que iba a salir esta tarde.

—¿Con quién? ¿Con un chico? —preguntó curiosamente, Charlotte.

—No, no, no, con una amiga —mintió Heather.

—Bien, pero no vuelvas como la otra vez —dijo Francis, haciendo referencia a que una vez volvió a las cinco de la noche.

—Calma, no volveré a la misma hora de aquella vez —respondió, rodando los ojos.

—Seguro que a las siete —bromeó Lucian.

—Calla —dijo Heather, para luego ir directo a su cuarto.

Cuando llegó a su cuarto, decidió simplemente acostarse en su cama.

Es difícil ocultarles algo tan grande como su sexualidad a sus padres, pues son homofóbicos.

Luego de unas horas, llegó la tarde y al mismo tiempo la hora de la cita con Joss. Se levantó apenas vio la hora, se bañó, se lavó los dientes y se cambió, se puso un vestido negro junto a unas plataformas medio bajas grises, junto a un collar y a una pulsera negra.

Cuando llegó al comedor, vio que estaba vacío, pues su madre estaba trabajando y su padre seguramente lo mismo y su hermano como el vago profesional que es esta acostado en la cama de su cuarto, así que nadie sabrá que se fue en ese instante. Por alg{un motivo, a ella no le gusta que sepan cuando sale de la casa.

Aprovechó ese momento para irse sin tener que despedirse, pues ella no es muy fan de tener que despedirse de la familia que juzga a cada gay y lesbiana del mundo. Cuando salió por la puerta de su casa, pudo ver a lo lejos el parque que supuso que Joss iba a estar allí. Cuando llegó, le mando un mensaje a Joss:

Hey, Joss, ya estoy en el parque.
Enviado a las 07:23PM.

Bien, yo acabo de salir de mi casa, nos vemos allí.
Enviado a las 07:25PM.

Unos minutos después, llegó Joss, que vestía un vestido azul oscuro y unos zapatos bajos negros, junto al collar que Heather le regaló.

—Por fin llegaste —dijo Heather, con una sonrisa.

—Bien, entonces —dijo Joss—... ¿Al cine? —preguntó, con una ceja alzada y una sonrisa.

—Está bien... ¿Cuál veremos?

—Pensaba en una de terror...

—¿Para que puedas abrazarme?

—Diablos, me descubriste... —dijo con unas risitas.

—Sabes que tú estarás asustada más que yo —contestó Heather.

—¿Quieres ver?

—Sí.

—Bien, veamos una de terror y veras como no me asustaré para nada —dijo, mientras comenzábamos a dirigirnos al cine, que por suerte estaba del otro lado del parque, solo había que ir por el centro del sitio para llegar más rápido.

...

Cuando llegaron al cine, vieron las películas de terror que había en cartelera. Luego de unos segundos se decidieron por una de ellas. Una hora y media después, la película terminó y al final Heather ganó la apuesta.

—Te dije que te ibas a asustar —dijo Heather, contenta de haber ganado.

—Solo fingí asustarme para que no te sientas tan mal —dijo, con una sonrisa de superioridad.

—Sí claro, y yo soy la reina de Inglaterra —dijo Heather, irónicamente.

—Bien, bien... tu ganas —dijo, fingiendo enojo.

—Bueno, no sé tú, pero yo tengo hambre.

—Y hambrienta tenías que salir —bromeó Joss.

—¿Algún problema con ello?

—La verdad es que no, pues hasta comiendo te ves hermosa —coqueteó Joss.

—Tú también —contestó mirándola a los ojos.

Luego de ello, llegaron a un restaurante pequeño, donde allí Joss pidió un plato de fideos y Heather una ensalada. Cuando terminaron sus platos, pagaron la cuenta y se fueron.

Cuando llegaron a la salida del restaurante, se miraron a los ojos y comenzaron a besarse. Luego de unos largos segundos, son interrumpidas por una voz muy familiar, el padre de Heather.

—Heather ¿Qué diablos haces? —preguntó apenas las vio.

—Diablos —dijo en un murmuro—. Y-yo... —pero no le dio tiempo para terminar porque se la llevó de ahí.

...

Cuando llegaron a la casa, Francis le contó a Charlotte.

—¿Te estabas besando con Joss? ¡¿Con una chica?! —dijo confundida, Charlotte.

—Sí, ¿y qué importa? Son mis gustos —se defendió Heather.

—Sin duda estás loca —dijo Francis—. Averiguaré para mandarte a terapia de reorientación sexual —dijo luego de un rato de pensar que debía hacer.

—¿¡Qué!? ¡No! —se negó Heather—, ¡no estoy loca ni enferma!

—Claro que lo estas, te gustan las chicas. Eres una mujer, te tienen que gustar los hombres.

—Amor, ¿no crees que eso es demasiado? —dijo Charlotte.

—No, no lo es. Ella tiene que ser... —pero Heather se fue a su cuarto corriendo para no escuchar la idiotez que iba a decir su padre.

Cuando llegó a su cuarto, se acostó en la cama y se largó a llorar, con su cara pegada a la almohada.

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