Preface💍

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


El comienzo de todo.

La puesta de sol indicaba que ya el día llegaba a su fin y en su lugar la noche se asomaba. Eso de un modo u otro afectaba a la joven MeiLian, pues sabía que su estancia en Grecia en cualquier momento acabaría. Había llegado al país hacía apenas una semana por una invitación que le fue dada y realmente había sido un gran milagro que pudiese asistir, pues había sido un verdadero tormento hacer que su madre aceptara que ella viajase tan lejos y sabía que al regresar sería lo habitual de todos los días, pero lo que más le entristecía era saber que en dos o tres días se alejaría de esa persona tan especial que existía en su vida, esa persona que con solo mirarla la hacía volar hacia otra dimensión.

Wang MeiLian, se vió obligada a madurar desde que cumplió sus catorce años debido a la muerte repentina de su padre, quedando bajo la custodia de su madre, lo cual se convirtió en un completo infierno para la castaña. Si hubo algún momento de paz o sí quiera un astibo de felicidad en su vida, eran muy pocos, y este viaje era uno de ellos.
Sabía que pronto todo se acabaría, ella no era idiota, sabía que este sería un viaje de despedida, que sería la última vez que pudiera ver esas orbes marrón oscuro que tanto le fascinaban.

—MeiLian.

Una voz delicada la hizo despedirse del aura de pensamientos que la invadían en ese momento, haciendo el intento de aparentar que todo estaba bien.

—¿Dónde estabas? Te estaba buscando. —llegó a su lado, tomando asiento.

—He estado aquí todo el tiempo...

—¿MeiLian?

La castaña evadió la mirada preocupada de su amiga a su lado. No quería que la vieran así, en ese estado de vulnerabilidad.

—Sabes que me puedes contar lo que sea, ¿verdad? —inquiere la pelinegra casi que adivinando la expresión de la castaña.

—Lo sé, pero no pasa nada Qi Luo.

—Conmigo no tienes porqué fingir Mei. —la mira—. Es él, ¿cierto?

Nadie, salvo su amiga sabía del infierno por el que pasaba la castaña de ojos avellanas, pero aún así ni siquiera con su amiga al lado se sentía en la libertad de hablar. Era algo que ya la asfixiaba.

Los ojos de MeiLian eran como un libro abierto, expresaban todo lo que ella no era capaz de hablar, por eso le fue fácil a Qi Luo adivinar el motivo de su expresión.

—Es él. —afirma la pelinegra.

Ni siquiera hizo falta que la castaña dijera nada, mucho menos cuando se dejó caer en los brazos de su amiga hecha un mar de lágrimas.

Solo bastó eso para confirmar sus sospechas.

—¿Por qué...? —las lágrimas apenas la dejan pronunciar palabra alguna— ¿Por qué mi vida es tan mierda?

Qi Luo solo se limitaba a escuchar y a apretar el cuerpo de la chica contra ella, tratando de al menos consolarla.
Sabía todos los momentos difíciles por lo que pasaba su amiga, todo lo que la hacía sentir tan vacía por dentro. Le dolía ver a su amiga en una situación tan difícil y no poder hacer nada. Y realmente no estaba en sus manos ni en las de la propia MeiLian hacer algo. Ambas eran unas jovencitas que no tenía ninguna autoridad sobre su propia vida, y como si no fuera suficiente, ninguna de las dos estaba en las mejores condiciones emocionales.

—Solo quiero ser libre, vivir todo esto que estoy sintiendo ¿seré capaz algún día?

Ante su pregunta, Qi Luo la tomó de los brazos e hizo que la castaña la mirara.

—Lo serás Mei. Ambas lo seremos. —acomoda un poco los mechones de su flequillo—. Pero ahora, ¿qué te parece si vives los pequeños momentos de felicidad que te regala el destino?

La pelinegra hizo una seña hacia al frente, viendo que su amiga no entendía para nada sus palabras. La castaña miró en dirección hacia donde señalaba, y sus orbes avellanas brillaron cuando divisó la silueta del dueño de sus pensamientos pasando por el frente de ellas.

Se veía tan guapo vistiendo esa ropa casual, hasta su típico semblante serio hacía que la castaña suspirara.

Solo por esos pequeños instantes, era que la joven tenía la capacidad de olvidar los problemas que la acechaban.
Y aunque nunca ha sido capaz de decirle sus sentimientos, se conformaba con los pequeños momentos que pasaba con él.

💍

La noche aún era joven, los invitados comenzaban a llegar y lo supuestamente interesante estaba por empezar. Pero para otros todo esto no era más que una farsa. Ese era el caso Jian Shui, el protagonista de esta celebración que había sido preparada por sus padres. Él amaba a sus padres, los adoraba, y siempre había sido aconsejado por ellos, pero por primera vez en su vida se vió en la necesidad de no concordar con ellos. Para nadie era un secreto que la fiesta de cumpleaños del pelinegro era solo un escenario para dar a conocer la decisión que habían tomado sus progenitores. Una decisión que lo afectaba a él, pero mucho más a sus sentimientos.

Santorini, el escenario perfecto para propuestas, sorpresas y sobre todo para noches románticas, pero en este caso no sería para ninguna de esas anteriores opciones, sino para lanzar una piedra a su propio corazón, cuando el anuncio fuera dado.

Pasaban los minutos, el momento se acercaba y Jian Shui solo podía dejar que al alcohol lo consumiera. Conforme pasaba el tiempo las personas en el lugar se hacían más y el ambiente mucho más pesado, pero nada de eso importó cuando la llegada de dos jóvenes llamaron la atención del pelinegro, provocando que sus ojos se posaron en la chica castaña, de ojos avellanas, facciones delicadas, y sonrisa de ángel que hacía entrada al lugar. La castaña usaba un vestido negro, ajustado en un hombro, que la hacía lucir como una diosa antes los ojos del chico.

Era su diosa.

—Hombre, se te nota la baba, limpiate.

El pelinegro buscó al dueño de esa voz y bufó al ver de quién se trataba; Cheng Ling, su mejor amigo.

—Hasta que te acuerdas que estoy aquí. —vuelve a posar los ojos en la castaña, la cual se veía algo tímida ante la presencia de los demás.

—¿No será al revés? Desde que empezó esto has estado en el mismo sitio, y... —le arrebató la copa— bebiendo. No estarás cuerdo para cuando tus padres anuncien tu viaje.

Sus músculos se tensan cuando oye las palabras de su amigo y lo mira de mala gana. Tenía él precisamente que recordarle el motivo de todo esto.

—Si por mi fuera —vuelve a tomar la copa en sus manos y da un trago— preferiría que la tierra me tragara.

Ling rueda los ojos y justo cuando está a punto de darle una respuesta al chico, sus ojos viajan hasta una chica joven de cabello negro largo y vestido blanco, dejándolo maravillado por completo.

—Eso si es una verdadera diosa.

El pelinegro lo mira extrañado, y cuándo decide ver lo mismo que veía su amigo, se percata que esta viendo a la chica que acababa de llegar junto a su castaña.

—Tú, definitivamente no cambias Cheng Ling. —rueda los ojos y niega—. Pero será mejor que desistas de todas esas ideas que están pasando por tu cabeza en este momento, no es el tipo de chica a la que estás acostumbrado.

—Parece que la conoces mucho.

Rueda los ojos, decidido a refutar lo que decía su amigo, pero justo en ese momento la voz del patriarca de la familia Lee y el leve sonido que produce el choque de una cuchara con su copa de champagne llama la atención de todos los presentes incluida la del pelinegro.

—Buenas noches a todos. Primero que nada, quiero agredecerles a todos los que están presentes en esta celebración, que fue hecha en honor a mi hijo Lee Jian Shui, en ocasión de su cumpleaños número dieciocho.

Las miradas de los presentes se posaron en el pelinegro, el cuál se encontraba a unos metros de su padre y varios aplausos se escucharon por todo el salón. Nada de eso importaba para él, mucho menos cuando la castaña conectó miradas con la suya y lo miraba con esa sonrisa que hacía que su mente volara, pero a diferencia de otras ocasiones se podía apreciar un ápice de tristeza en ella y mucho más en sus bellos ojos.

Toda una vida fueron mejores amigos, desde que eran niños, ambos podían leer las expresiones del otro con solo mirarse y saber que la castaña podía imaginarse los motivos de esta fiesta aunque no se lo haya dicho personalmente lo dañaba de a poco.

—Jian, hijo, acércate. —la voz de su padre lo hace volver a la realidad.

El pelinegro sentía que las piernas no querían responderle, pero aún así llegó justo al lado de su padre y puso la sonrisa más falsa que en su vida había usado.
Sus ojos nunca dejaron de mirar a la castaña, mientras que su padre continuaba con su discurso. Todo fue un verdadero desastre en cuanto su padre, dijo sus últimas palabras.

—Es un honor para mi anunciar, que en el próximo mes, mi hijo —lo mira— se marcha a una beca de estudios que le fue otorgada como estudiante de intercambio, gracias a sus brillantes resultados, en España.

Lo primero que vió, fue como ese brillo que siempre tenían los ojos de su castaña se desvanecía lentamente y en lugar de ellos una lágrima se asomaba. No estaban ni tan lejos, ni tan cerca, pero desde su lugar podía ver ese dolor que se reflejaba en su mirada y la decepción era inminente, eso hacía que su alma se destrozara.

Nunca se atrevió a confesar lo que sentía por la castaña, y ni siquiera sabía si era correspondido, pero antes que todo eso eran amigos y le dolía, le rompía el alma en mil pedazos verla así.

—MeiLian...

Fue lo único que salió de sus labios al ver como la fémina salió corriendo del local donde se llevaba a cabo el evento, dejando a su amiga atrás. El padre del pelinegro lo miraba confundido y sus ojos se abrieron en más confusión cuando lo vio con afán de irse.

—Jian Shui, detente. —lo toma del brazo—. ¿Para dónde crees que vas en medio del evento?

—Padre, lo siento —se safa de su agarre— pero creo que ya has hecho suficiente por mi esta noche.

Y sin decir una sola palabra, decide irse en busca de su castaña, con la pequeña esperanza de que no haya ido muy lejos.

💍

La fría brisa pegaba en el rostro pálido de MeiLian al mismo tiempo que sus lágrimas descendían por sus mejillas. Se encontraba en un lugar apartado cerca del área de la piscina del Volcano View Hotel en Santorini, propiedad de la familia Lee. Un lugar donde nadie pudiera ver el dolor que había causado en ella saber que él chico de sus sueños se iría a España por quién sabe que tiempo. No se esperaba menos que una noticia de ese tipo y más sabiendo que aunque no viajara no lo vería más, pero saberlo así, tan de repente era un golpe demasiado directo en su corazón.

El sonido de la voz de The Weeknd proveniente del celular de la castaña, hizo eco llamando su atención. Todo su cuerpo se tensó al ver de quién se trataba en la llamada entrante, se debatía internamente su debía responder o no, no tenía ánimos para nada.

—¿Qué ocurre mamá? —preguntó algo incómoda, se le hacía raro que su madre la llamara mientras ella estaba de viaje.

—Solo llamaba para saber como estaba todo.

La expresión de MeiLian no podía ser de más sorpresa, tanto así que tuvo que separar el teléfono de su oreja y verificar que era su madre.

¿La señora Wang llamando para preguntar?

Fue lo primero que vino a su mente.

—¿MeiLian? ¿Me estás escuchando niña?

La voz algo fastidiada de la señora al otro lado de la línea, la sobresaltó.

—Sí...

—Te quiero aquí en dos días MeiLian, a menos que quieras que te vaya a buscar personalmente a Grecia, ¿me has entendido?

—Sí madre, no te preocupes, ya no tengo nada que hacer aquí...

La castaña limpió otra lágrima más que escurría por su mejilla.

Con un adiós por parte de MeiLian a su madre, se finalizó la llamada, dejando así salir todas esas lágrimas que había contenido durante la conversación con su progenitora, mientras seguía observando la vista que le ofrecía el hotel.

El hotel Volcano View es uno de los más famosos en Santorini, se encuentra a doscientos cincuenta metros a nivel del mar mostrando una vista hermosa del mar Egeo. Es ideal para familias y... parejas, pero para la castaña, en este momento el lugar, estaba siendo testigo junto con ella de su nueva desdicha, otra más para su vida.

—¿Qué hace una hermosa flor de loto expuesta al frío de la noche?

Reconocía esa voz a miles de kilómetros de distancia. Él era el único que la llamaba por ese sobrenombre.

—Jian...

Un escalofrío la recorrió entera al ver su silueta a un lado de ella y como sus ojos marrones la miraban fijamente. Rápidamente desvió la mirada de él y limpió sus lágrimas, sabía que si le seguía sosteniendo la mirada, sería cuestión de segundos para que se diera cuenta de lo que pasaba.

El pelinegro se sentó junto a ella en la tumbona, y se dispuso a observarla, tratando de buscar alguna respuesta aunque ya la supiera.
Unos pequeños segundos fue lo que duró la conexión de miradas que tenían, pues la castaña había desvíado sus ojos de nuevo.

—¿Qué sucede, pequeña flor?

MeiLian se negaba siquiera a mirarlo, no se atrevía, ella sabía lo que provocaban esos ojos marrones en todo su cuerpo. Jian Shui tomó su mentón e hizo que los ojos de la chica lo vieran. Sólo por cinco segundos, estuvieron tan cerca que podían sentir sus respiraciones chocar, pero ese momento se rompió en el instante en el que MeiLian se separó de él y se levantó para irse hasta la baranda que indicaba el final del área de la piscina.

La castaña respiró fuertemente para poder mantener la calma, aunque escasamente podía respirar, o sea no era fácil teniendo al pelinegro a pocos metros de ella. Sintió unas manos en su cintura, y su cuerpo tembló ante el tacto.

—¿Me dirás que te pasa Lian?

A pesar de la situación, la castaña sonrió ante el apodo que usó el pelinegro. No era la primera vez que lo escuchaba pero aún así no podía evitar sonreír.

—No deberías estar aquí Jian, tu padre...

—En este momento mi padre es lo que menos me importa Lian. —la interrumpe—. Solo me importas tú.

MeiLian sentía como todo se removía dentro de ella, y no era de desagrado, sino de emoción, pero al mismo tiempo le dolía, sentía una punzada al saber que probablemente sería la última vez que lo escucharía hablar así.

—No... —limpia una lágrima—. No me digas eso Jian.

Su cuerpo fue girado, quedando frente a la atenta mirada del pelinegro, quien la tomó de la cintura apegando su cuerpo al de él, cortando cualquier posibilidad de respiración por parte de la castaña. MeiLian se mantenía estática, no entendía porque el pelinegro se comportaba así, es decir, era algo normal la cercanía ya que en muchas ocasiones se vieron así, pero esta vez lo sentía extraño, era como si quisiera decirle algo y no le salieran las palabras.

—Jian...

—Si te dijera —la interrumpe nuevamente— que me muero por besarte, ¿me creerías?

Los orbes de MeiLian, que se encontraban cerrados disfrutando de esa cercanía, se abrieron como platos, cuando escuchó sus palabras. Quiso responderle, o tal vez alejarse, pero nada de eso fue posible en el momento en que sintió como los labios del pelinegro se adueñaron de los suyos. La fémina se quedó de piedra ante el pequeño impacto, no es que fuera algo rudo o con otras intenciones, simplemente que no sabía cómo reaccionar, no sabía si estaba soñando o si realmente se estaba besando con el chico con el que siempre soñaba en las noches. Simplemente no se creía lo que estaba pasando. Sus manos temblorosas fueron al pecho del masculino y finalmente se dejó llevar, correspondiendo al beso.

Ambos labios se separaron debido a la falta de oxígeno, haciendo un pequeño sonido al final. Nuevamente se creó esa conexión entre sus ojos, se miraban fijamente, expresando todas esas emociones que ambos sentían luego de ese momento.

—Jian yo... esto no...

—Shh —su dedo pulgar acarició el labio inferior de la castaña— no digas nada Lian, no ahora. Solo déjate llevar.

Dicho esto sostuvo la nuca de MeiLian y la acercó a él para besarla de nuevo, siendo esta vez un beso más intenso, muy al contrario del primero que tuvieron. No le importaba nada en ese momento, ni siquiera mandar al carajo su amistad de años, porque lo que sentía por ella era mucho más que eso. La castaña sentía que ninguna parte de su cuerpo le respondía, sus piernas temblaban y su corazón latía más de lo normal. Jian Shui no quería separarse, quería seguir en ese momento mágico junto a su diosa, pero sabía que si no se detenía ahora, no lo podría hacer después y no era el momento aún.

—Vamos. —dejó un beso en su frente.

—¿A dónde?

—Necesito mostrarte algo.

—Pero...

—Nada de peros Lian, solo vámonos, ¿sí?

La castaña no tuvo más opción que dejarse llevar por Jian Shui hacia ese lugar desconocido. Aún estaba procesando todo lo que había pasado anteriormente; el anuncio que hizo el señor Lee, el beso con Jian, todo era muy de repente, pero si de algo estaba segura era que no quería que ese momento se acabara.

No sabía cuanto tiempo era el que llevaba caminando con Jian, el pelinegro no le decía nada, solo halaba su mano como si tuviera prisa por llegar. De un momento a otro se detuvo y se giró, sobre saltando un poco a la castaña.

—¿Confías en mi?

La fémina no entendía la pregunta tan repentina, pero tampoco tuvo que pensar demasiado para dar su respuesta.

—Ciegamente. —respondió con seguridad.

El pelinegro safó el nudo de su corbata para luego retirarla, se colocó por detrás de MeiLian y prosiguió a vendar sus ojos con dicha prenda. La castaña se sentía fuera de lugar, no entendía nada, solo sintió como su cuerpo era alzado hacia arriba como si fuera una princesa.

—No pasará nada, confía en mi.

Fue lo único que dijo el chico antes de comenzar a caminar el tramo que faltaba aún para llegar a ese lugar sorpresa.
Minutos después, el pelinegro volvió a detenerse, esta vez para bajar suavemente a MeiLian.

—¿Jian, en dónde estamos? —pregunta la castaña, sintiendo como una fina arena se colaba por sus tacones, al mismo tiempo que estos se enterraban.

Jian Shui, no respondió, solo le quitó la corbata que usaba como venda para que ella misma viera donde estaba.

MeiLian no emitía sonido alguno, solo veía detalladamente el lugar donde se encontraba. A pesar de estar bajo la oscuridad de la noche, el lugar seguía poseyendo la misma belleza, incluso de noche era más bello.

—Esto es...

—Mi lugar especial.

Realmente era una maravilla, solamente había viajado dos veces a Santorini, y jamás había conocido un lugar tan hermoso, como este.

The Red Beach.

Otro de los lugares más bellos en toda la isla volcánica.

La fémina se giró y observó los ojos del pelinegro los cuales poseían un brillo especial.

—Es hermoso, pero...

—¿Por qué te traje aquí? —asintió—. Es simple, necesitaba un lugar especial para poder decirte todo lo que no he sido capaz de hablar.

MeiLian no dijo nada a pesar de querer atacar al pelinegro a preguntas, pero solo se quedó ahí, esperando a que él continuara. Lo siguiente que vió fue a Jian hincándose ante ella, para poder quitar sus tacones y realmente agradeció por eso, ya no los aguantaba más. Cerró sus ojos al sentir el pequeño beso que dejó el pelinegro en sus pies antes de levantarse. Éste día había tenido demasiadas emociones y sentía que aún faltaban muchas más.

El pelinegro tomó la mano de la fémina y la guió varios pasos atrás, adentrándose en lo que parecía ser una pequeña cueva, caminaron un poco, hasta una manta que había sobre la arena. Sin más, ambos se sentaron.
MeiLian seguía sin entender el porqué de todo esto, nunca se había sentido tan perdida y como si le hubiesen leído la mente, escuchó como el pelinegro comenzaba a hablar de nuevo.

—Sé que tienes un montón de preguntas por hacerme y te juro que las responderé todas, pero ahora solo quiero que sepas lo más importante.

La castaña lo miraba expectante, al mismo tiempo que sentía como los nervios estaban revolucionando todo dentro de ella. El pelinegro acercó su rostro al de ella, estaban a casi nada de volver a juntar sus labios, pero el sólo acarició su mejilla delicadamente.

—¿Alguna vez te has preguntado todo lo que significas para mí, Lian?

El pequeño cuerpo de MeiLian tembló.

¿A qué se debía esa pregunta? Fue lo primero que pensó.

—Jamás pensé verme en esta situación, teniendo que tomar el valor de no se donde para poder confesar todo esto. Pero créeme, mi pequeña flor, que ya no me importa nada.

—¿Confesar? —preguntó casi que en un titubeo.

—Hemos sido mejores amigos durante años —hace una pausa— pero yo te dejé ver como amiga desde hace mucho MeiLian, me gustas, me gustas mucho.

La castaña sintió que se ahogaba con su propia saliva. Dejó de escuchar todo a su alrededor, para solo concentrarse en esas dos palabras que hacían eco en su mente.

—¿Qué...estás diciendo?

—No estás escuchando mal pequeña, te veo como mujer y puede sonar loco pero es la realidad.

Se levantó de su lugar en la manta, caminando unos pasos lejos del pelinegro, quien estaba con sus nervios flotando. Sí, a pesar de haber hablado con toda la seguridad del mundo, sentía que se ahogaba de los nervios.

—Nunca pensé escuchar esas palabras Jian... pero parece que los milagros si existen.

Fue lo único que se oyó por parte de la castaña. Los pasos del pelingro se acercaron hacia donde estaba MeiLian, sus manos sujetaron levemente sus hombros, brindándole pequeñas caricias para luego girarla hacia él.

—Aquí el único milagro que existe eres tú, pequeña loto. —sus manos acunaron el delicado rostro de la castaña, limpió una de sus tantas lágrimas que caían por su mejilla—. Me he enamorado de ti completamente.

Eran demasiadas emociones, incluso para la propia MeiLian. No podía sentirse más feliz y al mismo tiempo tan miserable. Porque sí, lo más miserable era que ambos sintieran lo mismo, y que todo acabara en tan solo unos días. ¿De qué servía todo esto, si acabaría tan pronto?

—¿Por qué me dices todo esto ahora? ¿De qué vale que me lo digas? —el de ojos marrón la miraba confundido—. Tu te irás en una semana, entonces, ¿de que sirve? ¿Dónde quedo yo?

—Lian, me importa una mierda ese viaje, por ti lo dejaría todo, ¿no te das cuenta de mis palabras?

—Por supuesto que me doy cuenta, y yo también te quiero como una estúpida, estoy igual o más enamorada que tú, pero tú...

El pelinegro ni siquiera dejó que terminara de hablar, cuando apresó sus labios en un beso, ya era suficiente para él saber que su diosa se sentía igual con él, no necesitaba más nada. La castaña no dudó en responder y en darle acceso a la lengua del pelinegro, cuando éste tiró de su labio. Las manos del pelinegro sostenían la nuca y unos mechones de cabello de la castaña, mientras las de ella se aferraban a la espalda baja de él.

—Dejemos los peros, las excusas... —mantenían sus frentes juntas y sus respiraciones se mezclaban—. En este momento solo estamos tú, yo... y la luna como testigo de todo esto que sentimos.

La castaña miró hacia arriba encontrándose con que efectivamente, la luna iluminaba todo el lugar, a través de un hueco que se encontraba en la superficie.

Los labios de Jian bajaron al hombro descubierto de la fémina dejando una pequeña lamida en la zona, sacando un suspiro de los labios de ella.

—Déjame amarte, MeiLian... te necesito tanto.

—Yo también... te necesito.

—Necesito oírlo, cielo, necesito que me lo digas.

Por más que se moría de ganas de poseerla completamente, sabía que era un gran paso para ella, y hasta entendía si se negaba.

—Hazme tuya, yo... quiero ser tuya.

Los labios de Jian Shui se curvaron hacia arriba en una pequeña sonrisa. Dejó un beso en sus finos labios, para luego descender por su mandíbula. MeiLian no sabía si estaba bien o si estaba mal lo que estaban haciendo, pero tampoco le importaba, ella solo quería ser feliz aunque fuera unas horas. Sus pequeñas y temblorosas manos, comenzaron a desabotonar la camisa blanca del pelinegro, descubriendo su torso. La fémina dejó un casto beso en su pecho luego de retirar su camisa, haciendo que el chico soltara un pequeño jadeo. Con ágiles movimientos el pelinegro quitó el vestido de MeiLian, dejándola solamente en bragas negras. Sentía vergüenza, jamás se había expuesto así ante un hombre y aunque se tratara del chico que le gustaba, se sentía avergonzada, por lo que trató de cubrir sus pequeños senos.

—Eres una diosa. —quitó ambos brazos y los colocó sobre su pecho—. Mi diosa.

La castaña sonrió sintiéndose tranquila ante sus palabras. Rodeó su cuello, enredando sus dedos en varios mechones de su cabello negro, y lo acercó hacia ella para besar sus labios carnosos. Era un momento mágico, era algo que ninguno de los dos quería que acabara, pero ambos se vieron obligados a separarse cuando el pelinegro tomó las piernas de la castaña para impulsarla hacia arriba, enrollando estas en su cintura. Caminó con ella encima hasta la anterior manta, mientras volvían a besarse. Se dejó caer con ella debajo y comenzó a bajar los besos hacia su clavícula, sacando varios suspiros de su boca, siguió bajando, rozando la piel de la castaña con su nariz, hasta llegar a su abdomen donde pasó su lengua por diferentes zonas. El cuerpo de MeiLian temblaba por la caricias que le proporcionaba Jian, respondiendo a estas con leves gemidos. Las manos del pelinegro jugaron con el elástico de la braga que cubría la intimidad de la castaña, bajando esta dejándola completamente desnuda ante él. Sus orbes marrón oscuro no pudieron evitar detallar el cuerpo de la chica, a pesar de ser una niña en edad, para él era toda una mujer, la mujer que lo volvía loco con tan solo verle a los ojos. La respiración de MeiLian se volvía más errática a medida que los dedos del pelinegro exploraban cada parte de su cuerpo; sentía como su mirada la quemaba, la hacía sentir deseada. Arqueó sus caderas cuando sintió su seno derecho siendo aprisionado por la boca del pelinegro, mientras sus dedos se escabullían entre sus piernas, comenzando a jugar con ese botón causante de todo su placer.

—¡Jian!

La castaña comenzó a gemir y a retorcerse fuertemente bajo la atenta mirada del pelinegro cuando éste aceleró los movimientos de su mano. Sintió una ola de calor apoderarse de su cuerpo, pronto llegaría al clímax y solo deseaba que Jian siguiera jugando con su feminidad hasta poder lograrlo, sin embargo este se retiró justo antes de que la castaña cumpliera su cometido. La fémina hizo un pequeño puchero al sentir esa sensación de vacío, sin embargo el pelinegro gateó por encima de su cuerpo, hasta llegar a sus labios los cuales tomó en un beso apasionado, cargado de todo ese deseo que estaba sintiendo por MeiLian.

—Te deseo tanto pequeña flor. —le hizo saber a la castaña, sus frentes estaban juntas y sus narices rozaban—. Quiero poseerte, que seas mía, hoy, mañana, y todos los días de esta vida.

La castaña hechó su cabeza hacia atrás cuando sintió los gruesos labios del pelinegro en su cuello.

—Yo ya soy tuya Jian...

El pelinegro sonrió mirándola a sus ojos avellanas. Se besaron, esta vez con más intensidad, dejando que sus lenguas entraran en el juego. Las manos de la castaña bajaron por el pecho del pelinegro, hasta llegar al borde de su pantalón, desabrochando éste, para quitarlo junto con sus bóxers, recibiendo la ayuda del pelinegro.

Ambos estaban desnudos, sin nada de por medio que los separara, disfrutando del calor corporal de ambos. El pelinegro dejó pequeños besos por el rostro de la castaña, sacando una pequeña sonrisa de ella, una que se esfumó de a poco en el momento en que sintió como el pelinegro se acomodaba en su entrada. Estaba nerviosa, tanto que su cuerpo temblaba, era la primera vez que estaba con alguien, que se entregaba a un hombre, y aunque se sintiera en el cielo de pensar que ese hombre era Jian, no podía evitar sentir los nervios apoderarse de ella.

—Prometo no lastimarte pequeña.

Asintió ante sus palabras y trató de relajarse lo más que pudo. Sus uñas apretaron los hombros del pelinegro, cuando este comenzó a abrirse paso en su interior. Le dolía un poco, mentiría si dijera que no duele, pero era algo soportable, mucho más si era con su pelinegro.

—Te amo Wang MeiLian. —habló una vez estuvo dentro de ella por completo, su voz era ronca—. Y nadie podrá hacer nada para cambiar eso. Siempre estaré contigo, y aún así el mundo se caiga a pedazos seguiré siendo tuyo y tu mía. Lo juro.

Una pequeña lágrima escapó de los ojos de la castaña. Él le acababa de hacer una promesa y ella haría todo y lo daría todo por cumplir también con ese juramento.
Acunó su mejilla y juntó sus rostros para poder besarlo.

Las caderas del pelinegro comenzaron a moverse suavemente para que ella se fuera acostumbrando. El dolor comenzaba a irse a medida que el pelinegro iba aumentando sus movimientos y en su lugar llegaba el placer.

La manos de ambos se entrelazaron por encima de la cabeza de la castaña y sus delgadas piernas se sujetaron con más fuerza a la cintura del pelinegro a medida que éste tocaba cada punto de placer en su interior.

MeiLian no sabía nada respecto a estos temas, dado a que era primeriza en esto, pero lo que hacían no era solo sexo. Estaban haciendo el amor, estaban entregando cada fibra de su ser, cada partícula, se estaban fundiendo en uno.

La castaña jadeó cuando el pelinegro chupó su mentón. Sus manos que ahora estaba libres, sujetaron los brazos del pelinegro mientras este dejaba besos y caricias plantados en todo su rostro. El chico gemía por lo bajo mientras se movía con vehemencia en el interior de la castaña. Apretaba uno de sus muslos, controlando sus impulsos, el sabía que era la primera vez de su chica, y lo que menos quería era hacerle daño.

Su rostro se escondió entre los senos de la chica, lamiendo la zona. Ambos sentían que estaban a punto de llegar a la cúspide de su placer y así fue. Sólo bastaron unas embestidas más y ambos llegaron a su orgasmo gimiendo en los labios del otro.

—Te amo Jian... —los ojos del pelinegro brillaron y los sintió acuosos de repente. Era la primera vez que escuchaba esas palabras por parte de la castaña— Siempre seré tuya.

Esa era la respuesta de la castaña a la promesa que el pelinegro le había hecho antes, asegurándole que estaba dispuesta a cumplir el juramento.

—Te amo MeiLian.

💍

—Te juro que solo te perdono porque sé que fuiste feliz por esas horas —la castaña sonríe afirmando las palabras de su amiga— es que mírate, pareces otra muy diferente a la chica que estaba llorando por cada esquina.

—Es que, me siento diferente. Al mismo tiempo siento miedo.

—¿Miedo? —asiente— ¿De qué?

—No me malinterpretes Luo, me siento sumamente feliz como nunca pensé serlo. Pero tanta felicidad me da miedo. Se siente tan irreal, que siento terror de que sea un sueño y la burbuja explote de un momento a otro.

La pelinegra miró a su amiga y no le gustó para nada ver su expresión, la entendía, más ella que había pasado por algo peor, y por eso mismo no era justo que la castaña se sintiera así. Ella solo se merecía felicidad.

—Mei no pienses en esas cosas, solo concéntrate en ser feliz, en vivir ese amor, ¿sí?

—Es lo que más quiero, ser feliz —sin poder evitarlo, una pequeña lágrima comienza a rodar por su rostro—. Pero nuestra realidad es muy diferente al típico cuento de hadas. ¿Te imaginas cuando mi madre se entere? Para nadie es un secreto que ella no es muy fan de mi amistad con Jian, no quiero imaginar cuando se entere que dejamos de ser amigos anoche.

La castaña sentía pavor de cómo su madre pudiera tomar esto. Ella sabía que a su madre no le agradaba para nada el pelinegro. Sí la señora había dejado que ella viajara fue por un milagro que aún no tiene explicación, pero de ahí a aceptar que su hija ahora fuera algo más que la amiga de Jian Shui era otra cosa.

MeiLian miraba fijamente el anillo que llevaba en su dedo anular. Era el anillo que le había dado el pelinegro la noche anterior luego de haber hecho el amor, era el anillo que simbolizaba la promesa que le había hecho a la castaña.

¿Cómo harían para amarse sin nada que se interpusiera entre ellos?

—Mei, no pienses más en lo que hará o no hará tu madre, tu estas aquí en Grecia y ella está allá en Shanghai. Demasiada distancia —la castaña iba a intentar refutar eso, pero su amiga no la dejó imaginando lo que diría—. Más bien te debería dar miedo si hubieras quedado embarazada, ¿es que cómo se te ocurre no cuidarte Mei?

La castaña rueda los ojos ante el sermón de la pelinegra. No sabía cuantas veces le había preguntado lo mismo ya. Cuando llegó en la tarde a la habitación que compartía con su amiga luego de haberse pasado la mayor parte del día encerrada con el pelinegro en su habitación, fue atacada a preguntas por su amiga y la cara que puso Qi Luo cuando la castaña le contó el pequeño detalle de que no se había cuidado fue todo un poema en verdad.

—Bueno ya para con el sermón Luo, no pasó nada tampoco.

—Sí, gracias a que te conseguí la bendita píldora sino dentro de nueve meses sería una historia muy diferente.

—Bueno lo siento vale, prometo que me mantendré más atenta.

La pelinegra asintió con cara de "más te vale" haciendo que la castaña sonriera. MeiLian estaba consciente de las consecuencias de su pequeño desliz pero también estaba consciente de que no pasaría más.

La expresión del rostro de Qi Luo cambió a otra demasiado extraña haciendo que la castaña se confundiera.

—¿Pasa algo?

—No —la castaña la mira atenta mientras ella pasa su mano por su nuca— es que siento que alguien me observa. Desde la fiesta me siento así.

Ambas comenzaron a mirar a su alrededor y justo en ese momento la pelinegra se topó con una cabellera castaña como la de su amiga pero más oscura y con mechas rubias en sus puntas, y unos ojos oscuros como la noche mirándola fijamente. Sintió una corriente recorrerla completamente cuando el chico le sonrió.

—Creo que ya lo encontré.

—¿A quién?

—A mi admirador —la castaña miraba sin encontrar nada— a la derecha.

La castaña miró en la dirección indicada y no pudo contener la risa al ver quien era el supuesto admirador.

—No entiendo que da tanta risa —habla en total confusión.

—Creo que ya le gustaste Qi Luo.

—¿Lo conoces? —pregunta sin entender el comentario.

—Sí, vaya que lo conozco. Es Cheng Ling, el mejor amigo de Jian.

La pelinegra miró hacia ambos chicos algo estupefacta.

—O sea que esos dos —los señala— son mejores amigos.

La castaña asiente y mira en dirección a ambos, sonriendo en respuesta al beso que le lanza Jian.

—¿Nunca los has visto juntos? —niega la pelinegra— Es raro porque siempre andan juntos y por lo que veo Luo, ya te lanzó el ojo y ese no va a descansar hasta que le des una sonrisa aunque sea.

—Eso no pasará Mei, lo sabes —la castaña rueda los ojos— es la verdad, sabes que...

—Sí, lo sé. Sé perfectamente lo que sucedió, pero Luo eso fue hace mucho, no puedes seguir martirizándote, mereces ser feliz. Además...

MeiLian no pudo ni pronunciar su siguiente palabra en el momento en él que sintió una mano rodearle la cintura. Sintió una mala vibra porque aún sin ver quién era, sabía que no era el pelinegro.

—Hola belleza.

Se giró, alejándose de inmediato del chico que la había abordado y se colocó a un lado de su amiga, pudiéndolo observar mejor. Era de piel pálida, cabellos rojos, a leguas se veía que no era asiático pero aún así hablaba su mismo idioma a la perfección, y su mirada era igual a la de un lobo queriendo devorar a su presa. Inmediatamente sintió desconfianza.

—¿Quién eres? ¿Con que derecho me tocas así? —responde la castaña a la defensiva.

—Tranquila gatita, yo solo quiero conocerte.

—Pues yo no y tampoco soy una gatita, tengo nombre.

—¿Y se puede saber cuál es?

—No es de tu incumbencia. Ya puedes irte.

El de cabellos rojos solo ríe ante tanto atrevimiento de la chica, jamás lo habían tratado así y eso solo hacía ver a la castaña más interesante ante sus ojos.

—Vaya que tienes garras gatita. Pero eso me gusta, bastante —se acerca peligrosamente a la castaña y extiende su mano haciendo que la chica diera un paso atrás— Soy Igor, un placer —el pelirrojo vuelve a reír cuando ve la desconfianza en el rostro de la fémina— Tranquila gatita no te voy a comer, aunque ganas no me faltan.

—Quiero ver si tienes los cojones de hacerlo imbécil.

El pelirrojo se gira en busca del dueño de esa voz que lo acababa de desafiar. La castaña no pudo sentirse más aliviada ante la llegada de su pelinegro, pero tampoco le gustaba la cara de pocos amigos que traía, venía acompañado de Ling, pero aún así temía lo que pudiera suceder, lo que menos quería era causar un problema. En cambio la expresión y sonrisa de autoconfianza que llevaba el pelirrojo no ayudaban mucho.

—¿Tú quién eres? —pregunta el pelirrojo cruzando sus brazos— Este no es tu problema hermano así que regresa por donde viniste.

El pelinegro sonrió irónicamente y aún acompañado de su amigo caminó hasta quedar frente a la castaña llamando la atención del pelirrojo.

—Obviamente es problema mío cuando veo que están molestando a mi chica, ¿no crees?

—¿Tuya? —alza una ceja.

—Sí, mía, así que mejor lárgate tú. No pintas nada aquí, hermano.

Igor sonrió ante la ironía del pelinegro y caminó lentamente hacia atrás levantando las manos como en son de "paz", pero sus últimas palabras terminaron por soltar la ira de Jian.

—Te lo tenías escondido gatita, pero si te aburres de él, puedes venir conmigo, estoy segura de que te haré gritar más que él.

—¡Cabrón, hijo de puta!

—¡Jian, no!

El grito de la castaña cuando Jian lanzó el primer golpe llamó la atención de todos los presentes, quienes vieron al pelirrojo riendo en el suelo, limpiándose los restos de sangre de su boca, luego del puñetazo. Era obvio que sus intenciones eran provocar al pelinegro y su risa de triunfo fue inminente cuando vió que el susodicho iba a golpearlo nuevamente.

—Jian Shui detente —interviene Ling, sujetándolo por la cintura— basta, eso es precisamente lo que quiere.

La castaña se abrazó a la cintura del pelinegro luego de que Ling lo alejara, tratando de calmar su ira. Éste se detuvo a regañadientes y con las ganas de desfigurarle el rostro al pelirrojo. Se giró, abrazando a la castaña por los hombros, y justo lo último que vió MeiLian antes de esconder el rostro en el pecho de su chico fue la sonrisa cazadora de Igor, provocándole un escalofrío.

—Perdón, de verdad perdóname —acarició el cabello de la castaña y suspiró pesadamente —es que me hirvió la sangre de ver a ese imbécil insinuándose a ti.

—Ya pasó, no pierdas el tiempo en él. Eso es lo que quiere provocarte. Yo soy tuya nada más, ¿recuerdas?

Sonrió.

—Lo sé.

Inclinó la cabeza, robándole un beso a la castaña quien lo aceptó gustosa. La fémina chilló en sorpresa cuando sintió como era alzada por el pelinegro, quién sostuvo sus piernas alrededor de su cintura.

—Hey chicos calmados —habló el castaño de mechas rubias, quien estaba junto a Qi Luo— aún falta para que acabe esto así que aguanten. Calmense.

—Creo que no aguantaría otro segundo sin besarla.

MeiLian sonrió aún abrazada al cuerpo de Jian y negó cuando éste comenzó a caminar con ella mientras la besaba, dejando atrás a sus amigos. El pelinegro la sentó sobre el capó de su auto y dió un último beso antes de separarse de sus labios.

—Te amo —confesó Jian.

Los orbes de la castaña brillaron ante su confesión, mientras disfrutaba de las caricias que le daba el pelinegro a sus muslos desnudos.

—También te amo.

—¿Estabas pensando en tu madre antes?

De repente la expresión de felicidad de la castaña cambió a una llena de nervios.

—¿Q-qué?

—Se notaba mucho Lian, ¿o crees que no te estaba mirando? Ni siquiera le estaba prestando atención a las tonterías de Ling —le sonrió— escucha pequeña, sé que tienes miedo de que tu madre sepa lo nuestro y que no has parado de pensar en el bendito viaje de estudios, pero eso no me importa. Anoche te prometí que nada nos alejaría y fue de verdad, ni tu madre, ni mis padres, ni muchos menos ese viaje va a separarnos, ¿vale?

La castaña lo miró no muy convencida, ella sabía de la promesa e incluso había asegurado cumplirla y lo haría, pero sentía demasiado miedo.

—¿Y si escapamos? —pregunta de repente el pelinegro.

—¿Escapar? —asiente— ¿pero a dónde?

—No lo sé Lian, a cualquier lugar, a un lugar donde podamos ser felices, donde no tengamos que preocuparnos de lo que pueda pasar, ¿aceptas? —lo mira— ¿Aceptas venir conmigo a cumplir nuestra promesa de ser felices?

La castaña dudó por unos segundos, pero definitivamente su amor era más grande que su miedo, y comenzaba a convencerse de que ella merecía ser feliz.

—Acepto.

Solo esa palabra fue más que suficiente para que la sonrisa del pelinegro se ensanchara y no lo pensó más antes de atraer a la castaña a su cuerpo.

—Todo estará bien.

Un carraspeo los hace separarse y sus expresiones cambian rotundamente al ver quien era.

—No tuviste suficiente imbécil, ¿qué haces aquí?

—Jian calma...

La castaña bajó rápidamente del capó y sostuvo a Jian desde atrás, tratando de evitar que pasara algo otra vez. Enseguida sintió la presencia de alguien más, eran Qi Luo y Ling y vio a este último acercarse a su amigo.

—Tranquilo toro —habla Igor— todo está bien.

—¿Qué quieres eh? —trató de acercarse pero ni MeiLian ni Ling se lo permitían— ¿viniste a joder de nuevo?

—No, solo vine a arreglar las cosas, creo que empezamos mal —lo mira desconfiado, esperando a que continúe— hagamos una apuesta.

—¿Una apuesta? —pregunta el pelinegro alzando una de sus cejas— ¿y qué se supone que tenga yo que apostar contigo?

—A tu chica.

Las alarmas internas de MeiLian se activaron de inmediato. Esto tenía que ser una broma, otro jueguito del pelirrojo.

—¿Perdón? —el pelinegro estaba incrédulo ante tanto descaro.

—Sí —afirma— Mira, hágamos una carrera —señala las motos a unos metros— si yo gano, me quedo a tu chica, y si ganas tú...

—Te mato —sentencia y la castaña tiembla ante la severidad de su voz.

Igor sonríe, mirando al pelinegro como si lo que acabara de decir fuera el mayor chiste escuchado en su vida y no una amenaza.

—Hecho.

Ambos se estaban desafiando con la mirada y el ambiente se tornaba tenso. Igor se alejó con una sonrisa en sus labios, caminando directo hacia una de las motos, esperando por su contrincante.

—Jian no lo hagas por favor, es una trampa.

La castaña se sostuvo en los brazos de su novio, negada a que aceptara la apuesta.

—No va a pasar nada amor, confía en mi.

—Te lo suplico, no aceptes.

—Jian Shui —intenta hablar Ling, pero el pelinegro los detiene a ambos.

—Voy a estar bien, les aseguro que ganaré. No dejaré que ese imbécil se te acerque —se dirige a la castaña por último.

—Jian...

—Te amo.

Deja un beso en sus labios antes de alejarse de ella.

Dió pasos firmes hacia el frente, mirando a Igor con evidente furia en sus ojos marrones. Desde el primer momento que vió como se acercó intencionalmente a MeiLian supo que era un hijo de puta. Aún si no supiera que la chica tenía novio y se hubiera disculpado sería algo diferente, pero al contrario no hizo más que provocar hasta el final. Y lo único que deseaba Jian ganara o perdiera era desfigurar su rostro a puros golpes.

Dió una última mirada a su chica quien lo miraba con el miedo plantado en sus ojos.
Le dedicó un último te amo que ella supo como leer desde donde estaba y una sonrisa antes de ponerse el casco y alistarse en espera de la cuenta regresiva para comenzar la carrera.

La cuenta llegó hasta el uno y justo con el disparo de salida a MeiLian se le iba el alma del cuerpo. Estaba nerviosa, asustada, sentía como las malas sensaciones se estaban apoderando de ella a medida que las motos se alejaban a una velocidad desmedida.

No había adrenalina, no había emoción, no había nada excepto terror en la mirada avellana de MeiLian, solo sentía su estómago revolverse mientras pasaban los minutos y aún no había rastro de ambas motos. Ella no desconfiaba de las habilidades de su novio respecto a las motos, de hecho estaba segura que el podía ganar y que lo haría, pero en quien no confiaba para nada era en el pelirrojo. Desde que vió la expresión en la mirada de Igor supo que el solo traería problemas, la palabra peligro estaba plasmada en su rostro y el que haya provocado a Jian de ese modo solo lo confirmaba.

La castaña estaba sostenida por los brazos de su amiga, sus manos temblaban mientras rezaba porque Jian apareciera y pudiera ganar. Su rostro se iluminó en el momento en que vió ambas motos aparecer y al pelinegro en frente llevando la delantera. Una pequeña sonrisa de esperanza se extendió en sus labios, faltaban solo unos metros para que el pelinegro finalmente venciera a Igor. Pero solo bastaron segundos para que todo acabara, para que esa sonrisa se esfumara, para que esa expresión de alegría y esperanza cambiara a una de pánico total.

—¡No!

El grito desgarrador que soltó la castaña alertó al público quienes veían atentamente como la moto en la que venía el pelinegro perdía el control, haciendo volar a su piloto a metros de distancia.

—¡JIAN! ¡NO!

No esperó un segundo más antes de lanzarse a correr todo lo que daban sus piernas hasta llegar al cuerpo del pelinegro que yacía en el suelo.

—¡MeiLian! —su amiga pelinegra trató de llegar a ella justo antes de que llegara al chico— ¡MeiLian espera!

La castaña hizo oídos sordos a los llamados de su amiga y siguió corriendo sin importar nada, pero su caminar fue detenido por una persona siendo esta la que menos quería ver.

—¡Suéltame! —se safó bruscamente ganándose la sonrisa del pelirrojo— ¡Muévete de mi camino!

—Quieta gatita, teníamos un trato, ¿recuerdas? Yo gané, eres mía.

La intentó tocar pero ésta se alejó y le propinó una fuerte cachetada volteando su rostro.

—¡No me toques! ¡Yo no hice ningún trato contigo y Jian jamás debió aceptar! ¡Es más estoy segura que tu tuviste algo que ver en esto!

—¡Pero lo hizo, él aceptó y yo gané! —gritó de vuelta— No importa por donde lo veas gatita, yo gané y ahora eres mía.

—¡Qué me sueltes animal! —se removió con violencia, cuando sintió sus manos alrededor de su cintura.

—¡Suéltala!

Ling llegó junto con Qi Luo al rescate de la castaña, quien logró safarse del pelirrojo.

Rápidamente siguió su camino hasta que llegó junto con Jian, quien apenas podía mover con dificultad los dedos de sus manos.

—Mi amor...

—¡MeiLian cuidado! —ambos amigos llegaron con la intención de detener a la castaña quien intentaba tocar al pelinegro— Tenemos que tener mucho cuidado o podríamos lastimarlo más.

El castaño de mechas rubias se posicionó justo del otro lado presenciando la misma escena que todos. Sentía impotencia, era desgarrador ver a su amigo tirado en el suelo y no poder hacer nada, salvo esperar que viniera la ayuda.

—Mei cálmate por favor —pide Qi Luo al lado de su amiga.

—Él está... él —las lágrimas apenas la dejaban hablar.

—El estará bien, pero tienes que calmarte, así no le serás de ayuda. Llamaremos a una ambulancia, todo estará bien, ¿sí?

La castaña apenas podía pronunciar palabra, solo se limitaba a asentir.

La multitud que presenciaba la carrera se acercaba a donde se encontraba el pelinegro, junto a los chicos. Algunos se tapaban la boca en expresión de horror, otros tomaban fotos y otros simplemente de quedaban ahí viendo, sin inmutarse.

—¡¿Qué coño ven?! —grita Ling— ¡Llamen a una ambulancia! ¡Muevan el culo carajo!

La expresión facial de MeiLian no pudo ser peor ante lo que veían sus ojos, la escena frente a ella le provocaba el peor dolor que podía sentir un ser humano. Jian había perdido el casco en el accidente, todo su rostro estaba cubierto de sangre y su respiración era errática, si la ambulancia no llegaba rápido, no se sabía que podría pasar con la vida del chico. Las manos llenas de temblor de la castaña intentaron tocar el rostro ensangrentado del chico, pero su sorpresa fue muy grande al encontrarse con sus orbes marrón que a duras penas la miraban. Estaba consciente.

—Jian... tienes que aguantar mi amor... por favor.

Los labios del chico trataron de formar una sonrisa consoladora, pero solo logró que MeiLian llorara más fuerte al ver como éste escupía sangre.

—P-peque... pequeña lot-to...

—No... —toma una bocanada tratando de retener un poco sus lágrimas— No hables, no te esfuerces, la ayuda ya está en camino...

El chico trató de mover su mano, logrando solo rozar los dedos de la fémina, haciendo que rápidamente ésta tomara su mano.

—N-no... llores-s, loto...

—Jian, resiste —habla Ling, sosteniendo la otra mano del chico— ya la ambulancia viene.

—Voy... a es-star bien... —susurra entrecerrando los ojos, se comenzaba a debilitar— ¿Me be-besas...?

La castaña asiente sin dudar y limpia un poco sus lágrimas antes de acercarse y tomar con delicadeza su rostro para besarlo suavemente. Se separó, quedando cerca de su rostro. Sentía la sangre del chico en sus labios, pero no le importaba, ella solo quería que el estuviera bien.

—Te amo... Lian...

—¿Jian...? —lo llama cuando ve que el chico comienza a cerrar sus ojos— Jian, quédate conmigo. ¡Jian!

La castaña comenzó a desesperarse cuando vió que el pelinegro no reaccionaba.

Esto no podía acabar así. Se negaba rotundamente a que las cosas terminaran así de ese modo. Aún no habían tenido oportunidad de amarse como se merecían.

¿Dónde quedaba su amor?

¿En dónde quedaría su juramento?

Te amo Wang MeiLian y nadie podrá hacer nada para cambiar eso. Siempre estaré contigo, y aún así el mundo se caiga a pedazos seguiré siendo tuyo y tu mía. Lo juro.

Las palabras de Jian aquella noche en la que se amaron por primera vez hacían eco en su mente. Habían jurado amarse y no alejarse nunca, pero jamás pensaron que les pesaría tanto. Por su cabeza jamás pasó que amar dolería tanto.

—¡JIAN!

Y hasta aquí el prefacio. Ya sé que me quedo hiper mega largo, es más, es la primera vez que el inicio de una historia me queda tan largo. Pero era necesario narrar todo esto para llegar al capítulo uno, espero que lo lean y le den amor como siempre.

Y bien, ¿qué opinan de esta pareja?

Pobre de la MeiLian 🥺

Realmente me dolió este capítulo.

Nos leemos en el primer capítulo amores.

Bye.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro